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Hold On por Yuikochan

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Notas del fanfic:

No encuentro fanfics de este grupo, asíque me los creo XD

De momento es one-shot, estoy trabajando en su conversión a longfic, se aceptan sugerencas/votos ^^

enjoy :D

Aun llevo la música dentro. Normal ¿no? esta canción es demasiado pegajosa. Sé que me voy a pasar las tres horas siguientes cantándola, igual que llevo haciendo des de hace un par de meses.

Demasiado pegajosa.

- ¡Deja de cantar! - me grita - había conseguido dejar de pensar en ello por... cinco segundos...

Sacude la cabeza y resopla, frustrado. Yo no puedo sino reírme, estamos todos igual.

Ao sigue bailándola también en el asiento de enfrente. Ah, ese pequeñajo nunca se enterará de nada, siempre en su mundo, con esa sonrisa de “no me he enterado de nada de lo que has dicho pero te sonrió para que pienses que si”.

Creo que los maknaes nos llevan por el camino de la amargura a todos, entre este y el figurín... Vaya otro también, “yo quiero ser visual” y a partir de ese momento dejó de hacer nada más que posar para las cámaras.

En el fondo les queremos. Demasiado. Ese es el problema ¿no?

Miro al líder, a mi compañero, a mi sexy, rubio y potente compañero, que mira por la ventanilla con la cara de frustración que ya lleva permanentemente.

Me acerco, riéndome por dentro para susurrarle al oído.

- Somebody cut me open, that I can see... - se gira, fulminándome con la mirada.

- Como me enganches la otra te corto las pelotas.

Me parto de la risa con él.

Dicen que el amor da alas, que cuando estás enamorado te sientes feliz. Se ve que no es así siempre.

- Deja de hacerte el gracioso Hyo. - sigue malhumorado - los dos sabemos que estás peor que yo.

Miro al frente, para ver como Ao se ríe de alguna broma de King y, una vez más, se pone a acariciar su pelo.

- ¡Es que es tan raro! - chilla con su estúpida sonrisa permanente - es como de velcro pero suave...

Finjo una vez más que todo me es indiferente, me encojo de hombros y me dejo caer en el asiento junto a Rasa.

- Bueno, más que la situación es como me lo tomo. En ese sentido tú estás peor.

Vuelve a fulminarme con la mirada. Al final se va a cabrear de verdad. ¿Quién nos mandaría enamorarnos de los maknaes?

Llegamos al apartamento, nos deja la furgo y subimos todos a cambiarnos. Preparamos algo rápido para cenar, léase ramen y patatas fritas, y más o menos cada uno se va a hacer sus cosas. Mirar la tele, jugar con el PC, escuchar música, otra música, para quitarnos el estúpido “ride mama beat~~” de la cabeza.

Ao se dedica a bailar la música del videojuego de Jun, haciéndole algún que otro comentario sobre su personaje, sobre el zombie que se lo está a punto de comer o sobre el nivel de pixelación de la pantalla. Desisto de llamar su atención antes de intentarlo, cojo mi guitarra y me subo a la buhardilla. Si es que a esto se le puede llamar buhardilla, por las dimensiones es más como un armario en el techo. Pero los chicos no suelen subir, así que es “mi sitio”.

Bueno, hasta que Rasa lo descubrió y se unió a mis momentos de reflexión autodestructiva. Ahora es “nuestro sitio”. Es tan deprimente...

Y, precisamente veo su cabeza asomarse por el agujero de entrada. Me sonríe, más o menos, lo intenta más bien. Recoge las escaleras y se sienta a mi lado. Encoge las piernas y recuesta la cabeza sobre las rodillas. Tampoco es que se pueda estar mucho más estirado aquí... Me escucha tocar en silencio, yo ni siquiera paro, sé que no me quiere interrumpir.

- Si tocases algo con más ritmo Ao lo bailaría - me dice - sería una buena excusa.

- Si entendieras algo de ordenadores podrías jugar con Jun - replico yo sin dejar de tocar.

Frunce un poco los labios, pero no se queja, solo sigue escuchando.

- ¿Por qué no me enamoré de ti? - salta de repente - todo sería tan fácil...

Mis manos se paran sobre las cuerdas. Anda que no he pensado eso yo también... ¿por qué no me enamoré de Rasa? Es mi mejor amigo ahora, es guapo, es muy guapo, es inteligente, es alguien con quien puedo hablar. Es alguien que me entiende, que le gusta sentarse a escucharme tocar. Es alguien con quien nunca es incómodo estar, con quien siempre me lo pasó bien. ¿Porque me fijé en el estúpido-siempre sonriente maknae? Ni siquiera me atrevo a hablar con él. Él y Jun están como en su mundo, van siempre tan juntos y pegados... juegan a los mismos juegos, se leen los mismos comics, las mismas revistas, les gustan el mismo tipo de chicas, lo comparten todo.

Siento las manos de Rasa sobre mi pelo, acariciando mi oreja lentamente. Sus manos son sensuales, como todo él, un cosquilleo recorre todo mi cuerpo.

- Podrías volver a dejarte el pelo negro - susurra - y planchártelo.

Sonrío de lado, sarcástico.

- Podrías medir metro sesenta - le suelto - y sonreír como un idiota.

Fuerza una enorme sonrisa cerrando los ojos y enseñándome todos los dientes. Es horrible, pero me hace reír.

Dejo la guitarra a un lado, me acerco a él, acariciando también su cara. Sus pómulos marcados, su nariz, sus labios. Todo él es tan... potente. Derrocha sensualidad. ¿Como Jun aún no ha caído rendido? Si a mi me mirase como le mira a él iría corriendo a sus brazos. ¿Me mirará Ao algún día así? ¿Me mirará?

Ojalá.

Cierro los ojos, imaginándole frente a mí. Pero es imposible, es demasiado diferente. Las similitudes entre Rasa y Ao empiezan y terminan en su color de pelo, así que abro los ojos y me pierdo en sus mechones rubios mientras se acerca a mí lentamente, con los ojos cerrados y me besa.

Cierro los ojos, dejándome llevar, como ya se ha vuelto costumbre. Me abraza, colando sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando mi espalda y tumbándome sobre el suelo de la buhardilla para quedar encima de mí. Sigue besándome, y yo enredo los dedos en su pelo, perdiéndome en las caricias de sus labios. Ya me da igual que sea Rasa. Siento calor...

Sus labios pasan a mi cuello, sus manos a mi vientre, y tira de mi ropa para desnudarme. Le ayudo, y contemplo embobado como se quita él la suya. Está tan musculado... y yo soy tan gay... Acaricio su pecho con las yemas de los dedos, relamiéndome. Me incorporo lo suficiente para llegar a besar su torso, recorriéndole con la lengua, entreteniéndome en sus pezones mientras él coge mi cabeza, enredándose entre mi pelo. Mis manos ansiosas recorren su cuerpo, su piel tersa, oigo los jadeos roncos, y me pone.

Sigo sin entender porque me enamoré de Ao. Es tan diferente a lo que me ha gustado siempre... Sencillamente rompió todos mis esquemas, un día me descubrí mirándole demasiado, me resistí, pero al final tuve que admitir que no era normal la forma como le miraba cuando bailaba, los celos que sentía cuando estaba con Jun o con King. Tuve que admitir que me había enamorado. Aunque no sirviese de nada...

Las caricias de Rasa me devuelven a la realidad. Una realidad en la que vuelvo a estar contra el suelo y su lengua baja lentamente por mi pecho, trazando círculos y espirales sobre mi piel.

Cierro los ojos, cubriéndolos con mi brazo y me concentro en sentir, en sentir su lengua húmeda empapando mis pezones en su saliva, me muerde, me besa y succiona, enrojeciendo mi piel. Sentir sus manos en mi cadera, en mi ingle, como recorren mi cuerpo, espalda, trasero, evitando mi ya muy obvia erección. Cuela sus dedos, tirando de la goma, y juguetea con el borde de mis pantalones sin llegar a quitármelos.

Jadeo, necesitado, y propulso mis caderas hacia él. Quiero sentir, quiero sentir más. Aunque sea con él. Siento sus labios curvarse aun sobre mi pecho. Sonríe, divertido de las sensaciones que me provoca.

Rasa... ¿Dios, porque no me enamore de él? Con lo que me hace... Es exactamente mi tipo ideal, sus caricias... La forma como me toca... Todo es perfecto. Ojalá fuesen algo más que sensaciones lo que siento con él...

Descubre mi cuerpo al fin y sus manos me acarician. Calor. Siento mucho calor. Corriente eléctrica por todo mi cuerpo, los músculos tensos, el corazón a cien.  Las sensaciones son suficientes para dejarme fuera de juego. Mi mente racional se apaga. Ya no puedo pensar en Ao, en porque estoy haciendo esto ni en quién soy. Solo siento, solo soy un juguete en sus manos. Siento su lengua en mi entrepierna, húmeda y caliente, ágil, hambrienta... Me besa en la ingle mientras su mano me acaricia. Suspiro, intentando ser silencioso, y se estremece al oírlo.

- Jun... - le oigo susurrar contra mi piel.

Está bien así. Yo soy Jun para él, él es más feliz así, un poquito, y a mi no me importa. Es más, lo prefiero así, me sentiría culpable si él me quisiera porque yo no siento más que deseo por él.

Deseo... Si, deseo, deseo sentirle, deseo oírle, deseo que me tome como tantas otras veces, que descargue en mi cuerpo toda su frustración, apaivagando la mía...

- Ra... Rasa... - apenas puedo hablar, intento contener mis gemidos y me ahogo, me falta aire.

Levanta la cabeza, como despertando, me mira a los ojos, como sorprendiéndose de verme ahí, a mi, no al chico del que está enamorado. Frunce el ceño, frustrado, me agarra de las caderas y me gira, dejándome con las rodillas contra las mantas y almohadas del suelo. Le siento sobre mi, su cuerpo trabajado, su piel ardiente, besa mi nuca murmurando muy suavemente "Jun...". Me estremezco mientras sus manos se abren paso entre mis piernas, entrando sus dedos en mí.

- Jun... Jun...

¿Porque me dejo hacer esto? Es enfermo, es degenerado hasta el extremo.

Porque yo también lo necesito, porque yo también estoy igual de enfermo.

Estúpido maknae.

Oigo el ruido del plástico al romper el envoltorio del condón, y le siento posicionarse contra mi cuerpo, sus dedos lubricados dilatándome, las piernas me tiemblan, no tengo fuerzas. Se adentra en mí. Me tenso, las lágrimas acuden a mis ojos, como siempre, aunque realmente no me duela.

Estúpido maknae y su estúpida sonrisa...

Le siento dentro, llenándome, me muerdo los labios hasta rompérmelos, y aun así no puedo ahogar los gemidos cuando embiste, fuerte, profundo. Acaricia mis labios con sus dedos, yo le dejo pasar y muerdo sus dedos con fuerza.

Se mueve rápido, profundo, llenándome de sensaciones que me hacen temblar, que me ahogan, que tensan mi cuerpo como si fuera a romperse en cualquier momento.

En algún lugar de mi mente Ao me mira y sonríe, con esa estúpida sonrisa de idiota que tiene. Baila y me invita con la mirada a unirme a él.

Suspiro, sintiendo las manos del líder jugueteando con mis partes más sensibles. Muerdo sus dedos con fuerza, él jadea.

- Jun...

Me cerco a Ao, enlazando mis dedos con los suyos, entrecierra los ojos en otra de sus preciosas sonrisas, se pone de puntillas y me besa, muy rápido.

- Jun...

Ao no está junto a mí, sino con Jun, jugando a videojuegos, riéndose los dos, demasiado lejos.

- Ah...

Frustración. Rasa se mueve con más brusquedad, rápido, con frenesí.

Ao sonríe mientras acaricia el pelo de King, este ríe también y le abraza.

- Mng...

Rasa gime contra mi oído, embiste más fuerte, dando al fin en el punto exacto, y me siento morir, el voltaje es excesivo. Su mano se cierra alrededor de mi miembro demasiado hinchado, aprieta, impidiéndome llegar.

El King de mi mente sigue abrazando a Ao, abre los ojos y me mira, y sus ojos me dicen "es mío".

No... Ao... No...

- Aaaaaaaah...

Rasa alcanza el clímax. Me suelta y yo me vengo, cayendo exhausto sobre el suelo torpemente acolchado. Sigo sintiéndole dentro, aunque ya no se mueve. Giro mi cabeza a mirarle, y por unos instantes me pierdo en las gotas de sudor que resbalan por su pecho, en la nuez que se le marca al tirar la cabeza atrás, en la línea de la clavícula, en sus abdominales.

Se deja caer sobre mi, rueda y queda tumbado a mi lado. Respira unos segundos, recuperándose, veo su pecho fornido subir y bajar, brillante de sudor. Es tan sensual... Es tan sexy... Que me descoloca que todo esto me deje indiferente.

- Lo siento - murmura - creo que he sido un poco bruto...

Me rio. "Un poco bruto" es un buen eufemismo.

- No importa, - respondo encogiéndome de hombros. - yo también lo necesitaba.

Mira al techo, tan cerca de nosotros.

- Tengo que aprender a controlarme - sigue - por si algún día... Con Jun... No quiero hacerle daño.

- Hombre gracias - respondo sarcástico - se aprecia tu preocupación.

- Ya sabes a que me refiero - bufa exasperado. - Jun es un crío...

- Solo tiene dos años menos que yo - replico.

Se queda mirándome, como si me viese por primera vez.

- A veces olvido que tú también eres un crío.

- No, lo que pasa es que tú eres un viejo ya. Un viejo verde y pederasta.

Me mete una colleja, suave, por reírme, pero se ríe también.

Me acaricia el pelo y me besa en la frente.

- Creo que me voy a dormir - murmura incorporándose.

Recoge su ropa y se viste, abre la trampilla y pone las escaleras para bajar.

- Dale las buenas noches a Jun de mi parte - añade ya bajando. - yo le daré al pequeño rubito un beso de buenas noches y le ataré los pies para que no me patee dormido...

Me rio, flojito, pero ya no me oye. Me quedo unos segundos más ahí, tumbado, desnudo aun, sintiendo los estragos que ha hecho en mi cuerpo. Nada importante, nada peor que lo que hace en mi mente. No estoy seguro de que esto sea bueno para mi salud mental.

Poco a poco el sueño empieza a vencerme, y antes de quedarme dormido me visto y me deslizo fuera de la buhardilla. Recojo las escaleras, cierro y me arrastro a mi habitación.

Jun ya duerme en la litera de arriba. O parece que duerma.

- Buenas noches Jun.

Si, si duerme. Me dejo caer en mi cama sin apenas cambiarme la ropa. Y caigo dormido.

En mis sueños, Ao me sonríe.

Pero está muy lejos...

Notas finales:

¿que les parece??? ¿hago longfic??? XD

 

lo dicho, sugerencias, quejas, votos, peticiones en un rev. 

 

gracias por leer!


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