“Muñeca de cristal”
El ver tu temeroso rostro, tus exquisitos orbes azulinos con incipientes lágrimas de dolor y terror, ese hermoso cuerpo desnudo cubierto de esas sublimes cicatrices; algunas viejas otras recientes era...simplemente adictivo.
No pude evitar tomarte fuerte y bruscamente por tus rubios cabellos haciéndote gemir de dolor...
Ignore tus débiles forcejeos, mordisqueando tus suaves labios con lujuria y salvajismo hasta hacerlos sangrar deleitándome con ese metálico sabor, el cual acrecentaba inmensamente mi libido haciéndome anhelar en demasía poseerte sin contemplamientos....
Te estrelle de cara contra la pared sin importarme tu dolor...Recorrí tu cuerpo con mis manos sintiendo esa textura que me enloquecía hasta llegar a tus glúteos, momento en el cual intentaste con más desesperación removerte aterrado pero yo te lo impedí...
No importaba cuanto te resistieras mi dulce ángel...siempre serás mío...
Introduje un dedo en tu interior comprobando la exquisita estrechez que aún
poseías haciéndote jadear de dolor lo cual a mis oídos fue sinfonía pura...Sin contemplaciones te penetre de una sola estocada logrando que gritaras de inmenso sufrimiento mientras lágrimas escapaban de tu atormentada mirada.
Te embestí con fuerza y brutalidad sin importarme tus gritos, sollozos y suplicas para que me detuviera...¿Detenerme?...No me pidas absurdos.
Seguí con mis estocadas hasta que comencé a sentirlo...esa vibración gloriosa que se expande por mi cuerpo anunciándome la llegada del
clímax y sin contenerme me corrí en tu interior...Derramado toda mi esencia dentro de ti marcándote como de mi exclusiva propiedad mientras te sentí desvanecerte entre la pared y mis brazos...Pobrecillo...cada día tu resistencia era menos...¿Jamás dejaría de preguntarme por cuánto tiempo más resistirías esta situación?
Salí de tu interior complacido notando como mi semen junto con un pequeño rastro de sangre escurría por tus piernas...Nuevamente te había lastimado...¿Pero cómo evitarlo?...Jamás puedo contener mis ansias contigo...
Te tome entre mis brazos tratándote como mi objeto más preciado contemplando tu rostro inconsciente cubierto de lágrimas y sudor...¿Entiendes por qué anhelo lastimarte?...Todo tú ser me incita a hacerlo....
Te deposite en la cama irónicamente con cuidado para luego acariciar tu suave mejilla y tus rizos dorados...
Me arregle mi vestimenta contemplando la perfección que a pesar de tu sufrimiento aún poseías...
Una lágrima escapo de tus ojos cerrados junto a un quejido lastimero...¿Estarías soñando conmigo?...
Suspire contemplando tu hermosura...lástima que la belleza es algo efímero...porque después de todo eres mi muñeca de cristal...y como tal sé que algún día te romperás...
"Feliz cumpleaños...Ichiru"...
El cielo se tiñe de gris...La fría lluvia cae mientras yo permanezco aquí de pie, inmutable frente a la hermosa lapida que representa hoy tu lugar de descanso eterno...
Físicamente idénticos; como reflejos de un espejo, pero sin embargo, con personalidades tan diferentes.
Mi instinto de hermano mayor me hacía sobreprotegerte...No podía evitarlo...Te amaba tanto...¡Mucho más que solamente como a un hermano!...
Recuerdo mis labios marcando cada centímetro de tu pálida piel idéntica a la mía, tu dulce sonrisa, tus tiernos y ante mis ojos provocativos sonrojos, aquellas joyas amatistas réplicas exactas a las mías siendo nubladas por el placer y los sublimes y melodiosos gemidos que brotaban de tu garganta mientras te hacía mío...
Pero hoy todo eso es tan distante, y me encuentro aquí frente a tu tumba en nuestro cumpleaños...como cada año desde que partiste...
Una silenciosa lágrima brota de mis ojos, mezclándose con la lluvia que empapa mi cuerpo y una ahogada felicitación, en un triste hilillo de voz escapa de mis labios...
"Feliz cumpleaños...Ichiru"...
"Dominick"
Sus cansados orbes azulinos contemplaron con nostalgia aquel retrato sobre la mesita, que se encontraba en aquella pequeña pero acogedora habitación.
Su envejecido y fatigado cuerpo descansaba sobre la cama, sus blancos cabellos y las arrugas que enmarcaban su rostro reflejaban la serenidad y la experiencia obtenidas con el pasar de los años. Sonrío con dulzura observando al hombre de la fotografía; de cabellos negros, complexión algo atlética, de enigmáticamente atrayentes ojos grisáceos y sensual sonrisa.
¡Ah!...Su amado Dominick...Habían pasado tantos años y aún podía recordar el olor de su piel y la calidez que sentía cuando él le estrechaba entre sus brazos...Sus hambrientos y apasionados besos, su lengua recorriéndole cada centímetro de su piel haciéndole estremecerse y la dicha que le invadía cada vez que éste le hacía suyo por completo...
Una amarga sonrisa surco sus labios...Junto a él fue tan feliz hasta que el cáncer se lo arrebato de su lado hace más de quince años.
Luego de eso fue incapaz de llenar el vacío que se formó en su interior...Y allí estaba ahora, esperando que llegara el momento de reencontrarse con su Dominick en algún lugar...
¿Realmente existiría el cielo?...No lo sabía, solamente quería imaginar que al momento de cerrar sus ojos por última vez él estaría allí...esperándole en algún lado...
Suspiro lánguidamente y cerro sus párpados con pesadez...Sus sentidos se fueron desconectando lentamente y antes de exhalar su último suspiro sintió un cálido beso sobre su frente...y escucho una armoniosa y masculina voz susurrando a su oído...
"Ya es hora de que vengas junto a mí...mi dulce Erick"...
Una tenue sonrisa cubrió su sereno rostro antes de partir...