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Ricordando il passato. por Gionna

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26-03-2010; hogar de los ‘’Lee’’, sureste de JangSeong.

 

-       Hyung… - Había susurrado lánguidamente contra su oído, vocalizando a la perfección todos y cada uno de los fonemas que conformaban aquella palabra, buscando cuidadosamente una correcta pronunciación de la misma mientras movía sus caderas en círculos, de arriba hacia abajo y viceversa; apenas imperceptibles corrientes eléctricas con las que buscaba ayudar al mayor durante la penetración, como bien sugería la posición que habían adoptado aquella tarde.

  Las piernas del pequeño, una vez flexionadas, se encargaban de rodear casi en su totalidad el atlético cuerpo del más experimentado; quedando así sentado a horcajadas sobre él.  Era cuestión de tiempo, sus caderas se movían con mayor decisión y velocidad a cada segundo que transcurría según el pequeño reloj de aguja que colgaba de la pared. Fue entonces cuando tomó aire, provocando que sus pulmones se colmaran por completo de un nuevo y limpio oxígeno en el que las partículas del perfume de su varonil acompañante se encontraban impregnadas.

-        ¿Me dejarás hacer a mi todo el trabajo, amo y señor mío?

  Ni siquiera había terminado de pronunciar aquello correctamente cuando el mayor ya lo había tomado por uno de los brazos y le había estampado contra el cabezal de la cama. A modo de respuesta, el más débil de los dos soltó un fino quejido, evidentemente adolorido tras el impacto. Sin embargo, dicho lamento rápidamente fue continuado por incansables gemidos de puro placer, justo cuando los suculentos labios del mayor comenzaron a encargarse de dejar besos sobre su nívea piel, ya fuera sobre su cuello o en su pecho, sobre sus hombros o en su mandíbula; dejaba marcas allá por donde sus apetecibles carnosidades transitaban mientras el pequeño permanecía sumiso ante las caricias que efectuaba sobre su cuerpo; tan acertadas que aplacaban toda posibilidad de rechazo alguno sobre aquella lujuriosa acción. Tan placenteras que no tardaron en provocar sobre su sistema nervioso tenues espasmos que, al ritmo de las fuertes envestidas contra su intimidad, aumentaban su frecuencia e intensidad.

  El sudor humedecía su castaño y brillante cabello de la textura de la seda más refinada que en la alta gama se pudiera encontrar y se deslizaba a través de su blanquecina piel hasta caer lentamente contra la cama, para desaparecer allí, entre las sábanas y diversos fluidos que posiblemente cubrieran la zona.

  Tras un tosco gemido procedente del más alto, una fuerte y última embestida y el brioso abrazo que el pasivo le propino a su pareja, ambos consiguieron terminar en tiempos sugerentemente similares.

-       ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que te quiero? – Musitó Mir mientras abrazaba a su acompañante, de forma mucho más delicada, por supuesto, después de haber deslizado su cuerpo hasta que ambos quedaron tumbados, uno sobre otro y a su vez sobre la sábanas de aquella confortable cama.

 

-       Mmh, déjame pensar… - Sobre la respiración de ambos se notaba aún la reciente actividad física por lo que hablar con fluidez llegaba a resultarles de lo más complicado.- Cada mañana y cada noche desde el 12 de octubre de 2008; pero recuérdamelo una vez más. Me gusta oírlo.

 

-       Te quiero tanto, tanto, tantísimo que… Si por algún motivo uno de los dos tuviera que morir, yo mismo te mataría con mis propias manos.

 

-       Vaya, no era lo que me esperaba.- Añadió entre tenues risas, francamente sorprendido y al mismo tiempo extrañado.

 

-       Claro, si fueras tú quien me matara, después de ello caería sobre tu conciencia el peso de mi pérdida. ¿Qué es una vida si no estás completo? Tú ya tienes tu mitad perfecta, soy yo, si me perdieras o si yo te perdiera continuar con mi vida sería el mayor castigo de todos. Pero si pudiera librarte de esa pena, yo…

 

-       Entiendo, entiendo. – Interrumpió el mayor al sentir lo irregular de su voz; claramente le costaba hablar y no sería él quien le obligara a pasar un mal rato. Después de eso cerró los ojos y se limitó a meditar en las palabras del más bajo.

  Pensándolo bien, tenía bastante más sentido y bondad en sus palabras de lo que en un principio te daba a pensar. Si a él le obligaran a pasar una vida lejos de su pareja aquello no sería digno de llamarse vida. Y, como había propuesto el menor, la muerte era la única liberación de aquel castigo, aunque el superviviente de los dos cargara emocionalmente con el martirio que de la otra forma se habría repartido.

  ‘’Tan lindo es mi Mir… ‘’ Pensó cuando repentinamente sintió un fuerte espasmo sobre el pecho de su pequeño; tal vez lo notara muy de cerca porque mantenía la cabeza apoyada sobre el lugar, pero inevitablemente se alarmó y nada más alzar el rostro se encontró con aquella preciosidad de rostro recorrido por incansables lágrimas que caían desde sus enormes ojos.

-       No quiero perderte.- Sollozó.

 

 

  El resto de la tarde transcurrió tranquila; una vez el llanto del pequeño se hubo tranquilizado, éste partió hacia su hogar  después de una buena tanda de besos, abrazos y ‘’Te quiero’’s. 

  Esa noche no se llamaron ni mensajearon: habían pasado todo el fin de semana juntos, simplemente no tenían la necesidad. Una cosa era estar enamorado y otra muy distinta estar obsesionado, o eso pensaba Joon, al menos un par de horas antes de llegar a clase ese día, puesto su pequeño amado no acudió a las mismas. De forma inevitable se sintió culpable, ¿y si el día anterior le había hecho daño y con tal de no molestar no había dicho nada? Era poco probable puesto que Mir tendía a ser bastante llorón, a la vista estaba, pero de todos modos no dejaba de encontrarse inquieto por lo que nada más llegar a casa lo llamó por teléfono. No contestó. Tal vez esté durmiendo, en la ducha o paseando a Soju, pensó antes de ponerse manos a la obra con aquel durísimo examen que tenían al día siguiente.

  Transcurridas un par de horas volvió a intentarlo, pero nuevamente ninguna respuesta obtuvo. Un tanto más alarmado le dejó un mensaje pidiendo por favor que lo llamara en cuanto estuviera disponible. ‘’Estoy bien, te quiero.’’ Fue lo único que recibió como respuesta a su mensaje, a las 4:30 de la mañana.

  Al día siguiente volvió a faltar. ¿Qué pasaba con aquel chico? ¿Acaso ansiaba porque le reprobaran todo el año? ¡Aquel examen era importantísimo para el curso! Todo ello sumado a que su expediente académico no era demasiado brillante.

  Esa misma tarde, cansado de enviar mensajes sin recibir respuesta alguna, se dirigió con paso firme hasta su casa; conocía de sobra el camino, mas en aquella situación habría preferido no hacerlo. Clavado en el centro del jardín lucía un espléndido cartel: ‘’En venta’’, y justo debajo el número de teléfono de una famosa compañía. 

  Imposible, aquello no podía estar pasándole a él… Los profesores afirmaban que todo continuaba como siempre, que ningún cambio se había anunciado sobre su matrícula así que posiblemente se hubieran mudado a alguna otra casa del vecindario en busca de comodidad; bien sabían todos que la hermana de Mir esperaba un hijo de un lío furtivo que tuvo durante una noche sabe Dios con quien, todos en el barrio lo habían comentado en alguna ocasión, sin embargo, bajo los ojos de Joon aquella historia se tornaba tan irreal como lógica para los demás.

  Esperanzado no le quedó más que confiar en las palabras de sus superiores y esperar la llegada de su amado.

 

Mir jamás volvió.

 

Notas finales:

He puesto fecha, en el otro capítulo olvidé ponerla pero como es una parte importante la editaré. Sólo eso, creo. 

No podré actualizar hasta dentro de unos lóngevos días, una semana tal vez; así sé bien si tiene buena aceptación o no.~ 


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