Y aquí me encuentro escondido en el cuarto de limpieza, con un chico que, aparentemente, no conocía. La verdad es que si lo conocía, solo que no lo recordaba. Por alguna extraña razón, solo lo recordaba por el nombre, pero solo el nombre. No tenía presencia física, solo era su nombre y ya.
Nahum. Ese era su nombre. Fácil de recordar. Lo que no recordaba eran sus ojos cafés, muy comunes para el resto de las personas, pero para mí, para mi eran los más hermosos. Dicen que los ojos no son hermosos por su color o forma, sino por la manera en que te miran, y la manera en la que Nahum me miraba era tan imponente, y sutil al mismo tiempo. No era que el chico me gustara, en lo absoluto, pero si lo mirabas, era imposible quitarle la mirada de encima.
–¿Qué hacemos aquí? –me atreví a preguntar algo enojado después de un largo silencio. Se suponía que yo iba a divertirme con mis amigos y mi novia, pero en lugar de eso, me encontraba con él en el cuarto de la limpieza de la escuela. Hoy era noche de show, una noche cada mes, los profesores y el delegado escolar se ponen de acuerdo para que los alumnos con aptitudes para la música den un show, ya sea cantando o tocando algún instrumento.
–Pues yo… –dijo un poco dudoso. Miró hacia abajo y comenzó a entrelazar sus manos, como si estuviera nervioso. A lo lejos se podía escuchar Skies on Fire de AC/DC, se escuchaba bastante bien, a pesar de que la tocaba un grupo amateur. Yo solo lo miraba, hacia arriba, claro, el tipo era más alto que yo, como por 10 centímetros.
–Anda, di algo, que no tengo tu tiempo –a pesar de todo, debo mostrarme arrogante. No sabía porque me había llevado hasta ese lugar, y la espera a que él se decidiera a decirme algo me estaba sacando de quicio.
–Pues, me gustas –dijo inseguro, pero muy convencido. Levantó, si así se le podría decir, la mirada, y no la apartó de mí. Tenía la sensación de que quería que le correspondiera. Pero el muy YO, no le dio el gusto.
–¿Y qué? ¿Qué es lo que esperas de mi después de lo que acabas de decirme? –contesté de forma muy cortante, o eso creo, ya que en su expresión se leía la palabra “decepción” con letras mayúsculas –además, no soy gay. Tengo novia, por si no lo habías notado. Y por cierto, en este momento debería estar con ella y con mis amigos, y en lugar de eso, estoy aquí, contigo, escondidos como si hubiéramos hecho algo malo. Perdón, pero debo irme –dije dirigiéndome a la puerta y alargando la mano para hacer girar la perilla, pero algo me detuvo. Si, me detuvieron unos brazos firmes alrededor de mi cuerpo. Nahum me tomó por lo hombros y me acorraló entre la pared y su alto cuerpo.
En ese entonces ya no sonaba el hard rock de AC/DC, si no una melodía de Frank Sinatra. Can´t take my eyes of you, esa era la canción.
–N-no te vallas –dijo en mi oído –eh preparado esto para ti, esta noche, esta canción. Todo lo planeé para poder decirte que me gustas. ¿Lo entiendes? –continuó susurrando en mi oído, y causándome escalofríos a cada roce de su aliento contra mi piel -You're just too good to be true, can't take my eyes off of you –susurró. Como si me estuviera cantando la canción. Esperen, ¡eso era lo que estaba haciendo!. Desgraciado, hacía que me flaquearan las piernas, que no pudiera sostenerme, así que me apoyé en sus anchos hombros. Enseguida escuché una pequeña risilla.
–¿De que coño te ries? –pregunté
–De nada, solo… –
Se acercó a mi rostro y lo sujetó con una de sus manos. Solo miraba mis labios, y yo lo miraba inexpresivo, pero algo me decía que yo estaba sonrojado por la cercanía de nuestros rostros.
Después de un largo rato me besó, yo no me opuse, ya que quería darle la decepción de su vida. Fue un beso cortó, nuestros labios apenas y se rozaron. Podía oler su colonia. Olía a madera y a lavanda. Volvió a juntar sus labios con los míos, pero esta vez fue un poco más agresivo el beso. Sentía su lengua abrirse paso en mi boca, y sus brazos ya no me apresaban, solo me sostenían, porque yo no podía hacerlo por mi mismo.
Nuestras lenguas jugaban, mas bien, danzaban, si, al compás de la música. Al poco tiempo nos faltó el aire, y nuestras respiraciones se volvieron agitadas -Pardon the way that I stare, is nothing else to compare the sign of you usually weak –cantó sobre mis labios.
Comenzó a besar mi cuello al mismo tiempo que me quitaba el abrigo, la camisa, y me dejaba el torso desnudo. Como dije, no me oponía a nada, ya que al final tendría su merecido. Dirigió sus manos a la hebilla de mi cinturón, y yo, al mismo tiempo, quitaba su chamarra y su playera, para estar iguales, ¿no?.
Nahum jugaba con mis pezones, los pellizcaba y los apachurraba. Yo solo me dejaba hacer. Decidí que sería mejor si le agregaba algo de “éxtasis” a la situación, así que comencé a gemir muy bajito. Volvió a mis labios, mas suavemente que la vez anterior. Ahora su mano se dirigía a mi hombría, y frotaba su mano sobre esta por encima del pantalón.
–I love you baby and if it's quite all right, I need you baby to warm your lonely night –cantó de nuevo, ahora abriendo mi pantalón, y bajandolos hasta mis pantorrillas, y después bajando los suyos a la par de los míos –ahora, ponte en cuatro –dijo de forma suave, pero autoritaria. ¿Que perdía haciéndolo? Absolutamente nada, así que obedecí y me puse en cuatro frente a el. Nahum se arrodilló frente a mí, con su miembro semi erecto enfrente de mi cara –lámelo –me dijo.
No lo dudé, para ser sincero, tenía curiosidad. Quería saber qué se sentía lamer un pene, qué se sentía tener uno dentro.
Comencé con pequeñas lamidas, hasta convertirlas en lengüetazos, que se convirtieron en succiones, que causaban gemidos incontrolables de Nahum.
A todo esto, Nahum no ha dicho mi nombre, y a decir verdad, no pienso decírselos. Así es, quiero dejarlos intrigados.
Nahum empezó a embestir ni boca, y yo me ahogaba con cada una de las embestidas. No se detuvo hasta que lo empujé y cayó de espaldas en el suelo, justo frente a mi, con las pierna abiertas, y su pene completamente duro.
Ahora era mi turno de divertirme, me dirigí hasta él, hasta quedas sobre su cuerpo. Lo besé con furia, tanta que le era difícil seguirme el ritmo. Apenas y me separé de él para tomar aire, y en esa pequeña pausa susurró mi nombre sobre mis labios –Axel –.
Mierda, bueno, ya lo había dicho, hora de vengarme. Coloqué sus piernas sobre mis hombros y mi pene en su entrada. Lo penetré de un solo movimiento.
–Aah –gimió con fuerza ante el dolor de la penetración. Comencé a moverme rápido, no mucho, para evitar lastimarlo y que luego me reclamara que lo había violado.
Mientras me movía el seguía gimiendo debajo de mi. ¿para qué engañarlos? Me estaba gustando. Estaba a punto de correrme en su interior, pero él se levantó y lo vi poner una mueca de dolor, creo que fue por la velocidad en la que mi pene salió de su interior.
–Mi turno –dijo poniéndose detrás de mi y levantando mis caderas. El fue más considerado conmigo. Lamía mi entrada con gula, y la succionaba para dilatarla. Yo solo gemía completamente excitado, aunque mi sexo dolía.
Por fin colocó su pene en mi entrada, pero en ves de introducirlo, comenzó a hacer círculos alrededor de esta, me estaba gustando, gemía desesperado, por alguna razón quería que ya lo metiera –vamos, solo hazlo –dije desesperado, a lo que el solo se rió.
–¿De qué te ries? –pregunté enojado.
–de nada, solo que… decías que no eras gay, y mirate ahora, suplicas para que te la meta –dijo muy divertido.
Tenía razón, pero que importaba, estaba totalmente excitado.
–Bien, te complaceré –dijo insinuante, y poco a poco se fue abriendo paso en mis entrañas. Gemía de dolor y de excitación. Gemía como puta en celo. Amaba esa sensación de ser sodomizado. Tal vez si era gay, pero en ese momento no pensaba en eso, solo sentía el pene de Nahum entrando y saliendo de mi. Cada vez que se movía, mi sexo rebotaba sobre mi vientre, como un resorte, y él lo notó, así que tomó mi sexo y comenzó a estimularlo. Yo estaba a punto de venirme, de nuevo, solo esperaba que esta vez si me dejara correrme, y así lo hizo. Yo me corrí en su mano y el dentro de mi. Cuando salió de mi interior, sentía cómo su semen salía de mi entrada, tan tibio y húmedo.
–Bueno… solo espero que lo consideres –
–¿considerar qué? –
–El hecho de que eres gay, y que te gustó lo que acabamos de hacer –dijo en mi oído.
Aún estábamos desnudos, y el aún estaba sobre mi, pensándolo bien, si era gay, me agradó el rato que pasamos juntos así que solo debía admitirlo –bien, tienes razón… Soy gay –dije con una sonrisa seductora.
De pronto la puerta se abrió y Michelle nos miraba horrorizada desde fuera de la habitación. Nahum solo sonrió triunfante y yo quedé ahí, pasmado en el suelo.
–¡Cielo! –grité tratando de levantarme, pero Nahum me lo impidió abrazándome por la espalda y colocándome debajo de el, de nuevo.