TWO-SHOT
Junio del 2011
Levantar la cabeza y ver al profesor de matemáticas caminando por tu lado, estirar ágilmente la mano para ocultar el pequeño trozo de papel en el que dibujabas y fingir copiar lo que esta en la pizarra. Aunque, claro, tu no vez nada desde tu asiendo… mentalmente te enfureces no por no poder ver nada desde esa distancia, sino porque el profesor te ha cortado el hilo de la inspiración. Maldita agonía del escritor y del artista, porque la musa llega en un momento y con un disturbio cualquiera se evapora la espesa. Bajas loa mirada y mueves suavemente l mano, de vez en cuando levantas la cabeza para “escuchar” las explicaciones del profesor, aunque, claro, a final del ciclo solo buscaras las mil y una formas de plagiar para poder aprobar el examen. Escuchas una conversación a tu espalda y te unes secretamente a esta, el profesor te ve y te hace parar. Tus compañeros se ríen “disimuladamente” mientras te ubicas en una de las esquinas del salón. ¡Maldición! La inspiración ha regresado y te pica la mano para poder escribir algo. No te queda otra cosa más que empezar a imaginar en tu mente aquel cuento triste, que aunque deseas que acabe con un final feliz, pero con un final de telenovela mexicana quedara mejor. Aun así, tú sabes, que al regresar a tu asiento todas aquellas escenas se esfumaran y la musa se volverá a fugar con cupido.
Pero cupido, a parte de robarte a tu musa, te ha flechado hace dos años con el chico que se sienta en la primera fila, casi cerquita a la puerta. El es el tipo de chico del que todos hablan, pero mal, no es muy inteligente, pero cuando quiere se hace notar, aunque en las clases siempre se duerma al final. Y tu lo vez allí levantando la mano mientras que el profesor se acerca, de ojillo notas la calva del profesor cuando este se agacha para darle alguna indicación al muchacho. Y como quisieras ser tu el que se le acercara a el, así, lentamente, para poder posar tus dedos sobre sus labios carnosos, y con un movimiento de telenovela rozar sus labios y luego sumergirse en un jugoso beso. Aunque es claro que todos sus compañeros los verían y el seguro nunca más te dirigiría la palabra. Un suspiro escapa de tu boca mientras que levantas tu mano sobre tu cabeza y la sacudes, así como borrando una nube imaginaria sobre tu cabeza. Al escuchar una risa a tu costado, tú sonríes un tanto rojo e intercambian algunas frases.
-“¿Tanto piensas para que te salga humo de la cabeza?”- dice ella con esa voz tan suave que tiene, típico de la chica más popular del curso.
-“Pocas veces uso mis neuronas”- respondes con una sonrisa.
-“Pídeme ayuda si no entiendes”
-ALUMNO- interrumpe el profesor y esta vez te manda derechito al patio de la escuela.
Como siempre, la chacota de tu grupo hace una cuanta bulla y te retiras entre broma y broma, con un profesor que intenta callar a todos… pero están en quinto, ¿alguien obedece a sus maestros en el último año? Al menos algo bueno sacaste el día de hoy, pasaste por el lado de tu flechazo y este te miro y con su típica sonrisa gatuna te dice:
-“I-D-I-O-T-A”
¿Cómo es posible que un insulto suene tan sublime? Te cuestionas mientras cruzas la puerta con una sonrisa boba.