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Le miré por décima vez. Estábamos en el local de siempre disfrutando de nuestros té de burbujas -tal vez más yo que él-; en el mismo lugar, uno donde nadie nos prestara atención.
No sabía si esta sería una de las últimas veces que podríamos salir. Realmente no quería separarme de él pero no había otra opción.
Necesitábamos promocionarnos en diferentes países y no había nada más que hacerle. Ese era nuestro trabajo.
Estaba mirando con una sonrisa en algún punto fijo de la tienda donde solíamos pasar el rato. Su cabello ahora teñido de rubio le hacía ver todavía más inocente. Observaba su perfil. Era hermoso. Tenía una piel perfecta, unos labios perfectos, sus ojos curiosos también lo eran. Todo era perfecto en él.
—Hyung...—llamé su atención. Él volteó a verme con su sonrisa aún en el rostro. En sus pupilas había un brillo que no supe identificar.
—¿Qué sucede Sehun-ah?—inquirió llamándome de la manera en la que solía hacerlo.
—¿No estás...nervioso por el debut?
—...No...estoy más preocupado por otras cosas.
Desvió su mirada transformando su sonrisa en una melancólica.
—¿Por qué lo dices? ¿Qué es lo que te preocupa, hyung?—inquirí con cierta curiosidad.
Se quedó en silencio, como si estuviera buscando las palabras correctas para expresarse.
—Es algo...complicado—confesó al fin.
—¿Qué puede ser tan complicado como para tenerte así? Vamos, hyung...dime...—insistí, le tomé de la mano dándole a entender que fuera lo que fuera tendría todo mi apoyo, él dirigió su mirada a mi agarre y sonrió.
Dio un suspiro largo y se aferró a mi mano. Di un leve respingo por su acción que me tomó por sorpresa pero no más de la que me dio después de escuchar ciertas palabras de su boca.
—Te amo, Oh Sehun.
Mis ojos se abrieron tan grandes como los de Kyungsoo hyung cuando se sorprendía -y vaya que eso era demasiado- separé levemente mis labios e intenté soltarme del agarre de Luhan pero este me lo impedía.
—Sehun, sé que es algo complicado que lo asimiles, es decir, yo pensaba en ti como un pequeño hermano al que tenía que proteger pero...conforme pasó el tiempo yo...te veía con los demás y eso...no lo soportaba. Llegué al punto en el que enamoré perdidamente de ti. Es difícil, lo sé, no solo por el hecho de que ambos somos hombres, la diferencia de edad es bastante y...—
—Luhan—le interrumpí. Respiraba algo agitado por todo lo que había dicho tan rápido y su rostro estaba cubierto por un tierno color carmín. Mi sorpresa no fue el saber que un hombre y sobre todo Luhan, se me haya confesado.
Mi sorpresa fue el saber que correspondía mis sentimientos. La verdad era que todo lo que él había mencionado yo lo había enviado todo por un tubo tiempo atrás, después de que me di cuenta. Aunque sí. Era algo complicado.
Yo me había enamorado de él tan pronto se convirtió en alguien lo suficiente cercano para mí, yo siempre había sido muy distante con otros pero con Luhan había sido diferente. Él logró romper esa barrera que le ponía a todo aquel que se me acercara; se acercó utilizando palabras dulces que me alentaban, dándome fuerzas para seguir adelante en aquellos momentos en los que sentía que ya no podía más.
Es cierto, yo no conocía lo que era una verdadera amistad o el enamorarse de alguien hasta que le conocí... Es por eso que tenía miedo de que si confesaba lo que sentía, él se alejaría de mí dejándome no sólo con el corazón roto, sino también solo.
—Yo también te amo, Luhan.—dije mientras entrelazaba mis dedos con los suyos. Él me miró con los ojos muy abiertos, casi sin creerse lo que había dicho.
—¿D-De verdad?—preguntó nervioso a lo que yo respondí asintiendo con una pequeña risita.
"¿Enserio es mayor que yo?" Solía preguntármelo cada que veía sus expresiones infantiles, cada que veía su rostro ruborizarce, cuando se distraía o se sorprendía por la más mínima cosa.
Podría ser mayor que yo por cuatro años. Pero parecía que hubiera un niño de doce años atrapado en su cuerpo.
Finalmente Luhan sonrió, mirándome con los ojos llorosos. Un sollozo hizo que rompiera mi ensueño.
—Xiao Lu, ¿Por qué lloras?—levanté la mano que tenía libre y la dirigí a su mejilla, tocando su tersa piel y limpiando las pequeñas lágrimas que brotaban de sus orbes miel.
Se rió suavemente.
—Estoy feliz. Es todo.—respondió limpiándose también sus lágrimas, chocando con mi mano en el proceso.
Por un momento todo se detuvo. Me importó poco que estuviéramos en un lugar público -igual, nadie nos vería en el lugar donde nos ubicamos-; nos miramos fijamente a los ojos por unos segundos, milésimas después mi mirada se detuvo en sus labios rosas, entreabiertos, de alguna manera...esperando a ser besados.
"Por mí".
Entendí que Luhan también buscaba lo mismo porque lo veía cada vez más cerca, acortando la distancia entre ambos.
Finalmente esa pequeña distancia se cortó y nuestros labios se unieron en un suave y dulce vaivén. Así estuvimos por unos segundos, sin invadir la boca del otro, simplemente disfrutando de ese casto contacto que para ambos nos parecía eterno.
La posición en la que nos encontrábamos no era muy cómoda por lo que nos separamos con parsimonia, luego nuestros ojos se encontraron y ambos sonreímos con un leve sonrojo.
—Hunnie, te extrañaré mucho. ¿Tú...extrañarás a tu hyung?—preguntó mirando hacia la mesa, por un segundo me pareció ver que se mordía el labio el inferior.
—Claro que no—respondí a manera de broma, rompiendo con el encanto. Él me miró incrédulo con la boca abierta y me golpeó levemente el hombro.
—Es broma, hyung—dije entre risas—No te molestes—toqué con mi dedo índice la punta de su nariz causando que cerrase los ojos por una milésima de segundo, haciéndolo parecer la cosa más linda del mundo en ese momento.
"Bueno, tal vez realmente lo era".
—No me gusta ese tipo de bromas...
Reí de nuevo.
—Sabes que te extrañaré hyung...—me levanté de mi asiento y deposité un beso en su frente—Como no tienes idea...
Desvió su mirada sonrojado pero con una sonrisita surcando en su rostro de bebé.
Se levantó igual del asiento y me tomó de la mano dirgiéndose a la caja para pagar por nuestras bebidas típicas.
Luego de eso salimos del local, aún tomados de la mano.
—Sé que nos queda poco tiempo y tal vez sea incómodo estar con los otros ahora...—asentí—...Así que...¿quieres que terminemos esto en otra parte?—musitó cerca de mi oído, causándome un escalofrío y que un rubor apareciera en mis mejillas.
—¿Terminar qué, hyung?—inquirí fingiendo inocencia. —Sehun, sabes bien a lo que me refiero...—sonrió coqueto.
Yo también sonreí.
...Y esa noche no llegamos al edificio con los chicos.