Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MikoXMika por nezalxuchitl

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esto es un "onehot", como bautizó a los oneshots hots cierta amiga ;)

Podria decirse que es un PWP pero yo no lo considero asi, creo que si hay trama dentro del porno. El porno es una maravillosa manera de contar historias.

Miko, algunas lectoras recurrentes de mis historias lo sabran, es una "víctima recurrente" de mis historias. Es el mismo Miko Kylmanen, sobrino de Juha Kylmanen, que ha aparecido en Rapto en la epoca vikinga y en Zorras pelirrojas.

Esta vez se encuentra en la actualidad, en su habitat natural (en casa, con su papá) y comportandose tal cual es (una, si no LA zorra pelirroja).

Mika Lammasaari es un pobre seme indefenso.

 

Notas del capitulo:

"-Pero tú me gustas Mika… - dijo con su tonito de niño bueno, ese fríamente calculado para despertar fantasías shotaconas. Lo completó con la miradita de “pestañeo tímido”, esa que hacía que valieran las dos capas de rímel que se ponía a diario.

Era un ataque desproporcionado a las fuerzas del pobre Mika, quien pese a todos sus músculos no tenía con que defenderse del ukesito."

Papá se había puesto pesado y todo porque había encontrado rastros de una orgía. Sus ukes de Severe habían sido dispersados. Incluso había llamado al papá de su suke, en cuyos brazos lo encontró desnudo, para darles “la charla” (esa terrible regañina que los papas dan) a ambos, y al papá de su suke. Al señor le tocó por no haber sabido criar a su hijo para que fuera un hombre viril, y aunque su hijo era más viril que Miko, llévale tú la contraria a un tipo de dos metros y ciento veinte kilos de pura fuerza.

Y ahora tenía que pasar las vacaciones con papá. De perdida estaba grabando el nuevo disco de ETOS, por lo que se había salvado de ir todo el verano de cacería a Laponia, con su abuelo. Nada de rifles, desollamientos  ni escaladas a la cima de la montaña, en caridad del cielo, pero pasársela sentado como un adorno más o menos estorboso entre los grandes amigotes de papá no era mucho mejor.

Altti era el único bonito (uke) además de él, pero como vocalista de guturales estaba muy ocupado. O fingía estarlo de modo que sus intentos por ligárselo no habían prosperado.  Miko no sabía que Altti se había rodeado de semes grandes y fuertes para no ser molestado, y luego de tantos años con Jarmo se le hacía una horrible deslealtad tirarse a su hijo. La mitad del resto de los presentes pensaban como él, y la otra mitad eran de verdad tan machos que no tenían pensamientos gays y el hijo de Jarmo les parecía algo así como una gran decepción para su macho padre. (Como Hipo el de “Entrenando a tu dragón” para su padre Estoico).

Sin embargo, no está en la naturaleza de un Kylmanen  rendirse, así que atento y con habilidad especial para detectar quien lo deseaba, Miko pilló miraditas de Mika, el razonablemente musculoso amigo de su padre y guitarrista de ETOS. Y claro, como Miko también quería ser guitarrista, vio la oportunidad y le pidió que le enseñara a tocar, haciéndose el que no sabía.

Dio en el blanco. Con el pretexto excusándolo, Mika pasó más tiempo a solas con él. Bueno, tan a solas como podían estarlo con  gente circulando todo el tiempo; técnicos, miembros de la banda…

Comenzó a enseñarle con paciencia y mirándolo del modo especial cuando creía que el chico no se daba cuenta. ¡Pobre Mika! Si supiera que Miko, a sus 17 añitos,  ya sabía más de seducción que él.

El desvergonzado jovencito lo engatusó con miraditas lindas, haciéndose el inocente en todo ese aspecto, sin importarle los riesgos para la integridad física de Mika si su papá sospechaba algo.

Mika estaba bien: era alto y musculoso, aunque no demasiado. No tenía panza, como papá (chúpate esa Freud), debía andar por los veintimuchos y aunque llevara barba y bigote cortos, oscuros como su cabello largo, peinado en media cola que enroscaba para formar medio chongo, era el de mejor cara del grupo de semes: rasgos angulosos aunque no recios, nariz grande y recta, boca carnosa. Sus ojos, en especial, eran bonitos, oscuros, con pocas cejas. En la ceja izquierda tenía un piercing. Solía usar camisas sin mangas para presumir sus brazos y pantalones tipo bermuda por comodidad.

Miko, todos lo sabemos, es precioso, un ukesito delgado y alto, de grandes ojos gris oscuro, boca larga de labios delgados, rasgos suaves en un delicado rostro acorazonado, enmarcado por un cabello teñido de negro con mechas rojas, fleco y corte desigual, lo más largo a la altura de la barbilla. Y si había heredado de mamá una nuez de adán prominente o unos pies grandes pues paciencia; le gustaba pensar en ellos como unas notas que volvían exótica su belleza. Habitualmente vestía a la moda, con predilección por los sombreros y regularmente llevaba encima más accesorios que una página de Vogue. 

Llegó el día en que Miko no soportó más el celibato: su fornido seme ya se atrevía a tocarlo un poco de más cuando, sentado en su regazo, mano sobre manos, le enseñaba riffs. Así que se aseguró de no ser molestado por nadie, especialmente por su papá, borrándole las pistas de voz limpia que ya había grabado, con lo que este y el resto de los ETOS y de los otos, los técnicos, se pusieron como locos a recuperarlos.

Miko convenció a Mika de que su par de manos estorbaría más que ayudaría y que era mejor que las pusiera sobre su… guitarra. Mika accedió, como que era de la mitad que si concebía pensamientos muy malos para su salud con el hijo de Jarmo. Así pues, Miko se sentó en el regazo de Mika, remolineándole el trasero, haciéndose el inocente para que el pelinegro fortachón no dejara de abrazarlo, cuando notó con gusto que algo bajo su trasero se ponía duro. Siguió provocándolo como si nada, moviéndose como si no se diera cuenta, volteando a preguntarle cualquier tontería con su carita inocente, poniendo sus labios demasiado cerca de los del amigo de su papá.

El pobre hombre sentía que se moría con ese precioso e inocente chico ahí, solos los dos. Debía ser aún muy niño, muy inocente para no incomodarse con su tremenda erección. Se volteó a preguntarle algo y sus ojos grises, maquillados, lo hipnotizaron. Y luego sus labios. Debería ser ilegal que los hijos de los amigos los tuvieran así de sexys. Cuando se dio cuenta, Miko lo estaba besando.

Mika se quedó impactado, pero no hizo nada por evitarlo. Al contrario, desde el fondo de su ser surgía el impulso de tumbar al muchacho sobre aquellas cajas y clavársela hasta el fondo, por primera vez, quizá. Babeo ante la posibilidad (nula)  pero luego su parte racional se repuso.

-¡Miko! – exclamó, tras apartar dolorosamente sus labios de los del muchachito – Esto no está bien…

Miko opinaba lo mismo, pero por desiguales razones: había trabajado tanto que sentía ganas de gritar y abofetearlo por salirle ahora con esta. Mira que hasta había borrado las pistas de su papá, y le habían salido perfectas. Pero su parte racional también se impuso (ambos buenos finlandeses)  y decidió seguir con la comedia. Total, si ya ni con los más desesperados recursos lograba seducirlo, ya sería tiempo de dejarlo como trepadero de mapaches.

-Pero tú me gustas Mika… - dijo con su tonito de niño bueno, ese fríamente calculado para despertar fantasías shotaconas. Lo completó con la miradita de “pestañeo tímido”, esa que hacía que valieran las dos capas de rímel que se ponía a diario.

Era un ataque desproporcionado a las fuerzas del pobre Mika, quien pese a todos sus músculos no tenía con que defenderse del ukesito.

Al ver que lograba el efecto deseado en el hombre, Miko prosiguió:

-Me gustas mucho – lagrimita de cocodrilo – ya sé que no debería, pero eres tan alto y fuerte y bueno…  por favor, no me digas que te doy asco. – mirada a los ojos con todo el poder de la cuteidad.

¿¡Asco?! ¡Si era la cosa más linda! Awww! Ese precioso jovencito lo deseaba y se sentía mal por ello cuando no había porque…

-No, para nada – se apresuró  a consolarlo – es normal experimentar ese tipo de deseos… a tu edad.

“¡Viejo shotacon!”, pensó Miko, pero siguió con su comedia:

-¿Sí Mika? ¿Tú también los tuviste?

-¡Cofcof! No, realmente yo…

-Eres muy macho Mika – le tocó el pecho – tan sexy.

Ok: cuando una preciosidad como Miko Kylmanen empieza a tocarte y a decirte lo macho y sexy que eres, pierdes la cabeza, así de simple. Ni siquiera te acuerdas, o te importa, que podrías perderla de verdad porque se trata de Miko Kylmanen.

Mika lo besó con pasión desbordante. Echó la guitarra a un lado y le puso las manos encima. Las dos. Ocho querría tener (como la diosa Kali) para acariciarlo todo, su cuerpecito tierno, largo y esbelto. Ya le tenía una mano bajo la camisa y otra sobre la nuca, apretándole el pelo para guiar su cabecita a un lado u otro mientras lo besaba. ¡Y que bien besaba! Para ser un jovencito inocente sabía hacer unas cosas con la lengua que uf! Cuando separaron sus labios, jadeantes, a Miko se le salió su gesto de depredador sexual, relamida de labios incluida, y Mika se sintió repentinamente alarmado.

Miko puso su mano sobre la bragueta abultada y sobó, provocando que la única alarma que sonara en la mente del macho fuera la del sexo aquí y ahora. Se le lanzó de nuevo a devorarlo: Miko cayó bajo él, sobre las cajas, y adoró como el fornido amigo de su padre se le subía encima de inmediato, todo seme y dominante. Le acarició los brazos musculosos, expuestos en aquella camisa de vestir con las mangas recortadas. La cadera del hombre estaba sobre la suya y se frotaba, realizando los movimientos de la penetración. Miko separó los labios y expuso el cuello: la barbita raspaba y este hombre lo hacía todo más rudamente. Sus caricias eran fuertes, a veces demasiado, pero él sabía que no lo hacía por lastimarlo sino porque era muy macho y eso lo ponía más de lo que ya estaba. Como no podía arreglárselas para abrirle la bragueta en fricción lo abrazó con las piernas y gimió, erizando cada vello del pelinegro.

-Mika, quiero chupar tu polla.

Qué bueno que el corazón de Mika estaba en tan buena forma como el resto de sus músculos, o se le habría parado. Soltó a Miko para levantarse y sacárselo, pero Miko, que ya estaba desabotonándole la camisa, le dijo:

-Sin ropa – ya estaba dejando caer su camisa por sus brazos, acariciando sus torneados músculos – quiero verte todo.

Mika se quitó las bermudas con todo y ropa interior y luego se los sacó con todo y zapatos y calcetines mientras Miko lo observaba con su carita linda, ligeramente fruncido el ceño por el interés. Ahí había más vello del que hubiera visto en hombre alguno, mas descuidado y en cierto modo, más excitante. Una cualidad de Miko era que todo lo veía por el lado positivo. Se arrodilló y tocó su ombligo, donde nacía el triángulo de vello hacia abajo, mismo que acarició antes de coger el pene y llevárselo a la boca.

Mika soltó un ronco gutural de placer, cogiendo la nuca del jovencito para que no dejara de tragarse su polla hasta el fondo. Experiencias gays había tenido pocas, y ninguna se le comparaba a esta. Si Miko no era el mejor chupándola estaba cerca de serlo. Tenso los músculos de las piernas para evitar los temblores que tanto placer le producían.

Por su parte Miko se deleitaba con la enorme polla, bien proporcionada al resto del hombre, o sea, enorme. Y dura como la roca, dura como los músculos bajo sus manos. Mientras le succionaba ininterrumpidamente decidió arriesgarse: haría acabar a Mika y en lo que se le paraba de nuevo, que lo acariciara. Aún estaba vestido y si él fuera Mika, definitivamente querría explorar su sensual cuerpo y metérselo en el otro orificio. También esperaba que Mika fuera lo bastante caballeroso para mamársela. Chupó frenético unos instantes más y luego se lo sacó de la boca. Ignoró la mirada ansiosa del pelinegro y acarició con la yema de un dedo el borde que separa la punta del tronco, y luego las venas que se notaban de lo dura que era la erección: las remarcó con su dedo y luego con su lengua, lamiendo hasta el pubis velludo y lamiendo las también velludas bolas, apreciando la diferencia de cómo se sentían e comparación a las bolitas depiladas de sus ukes y suke.

-Miko – pidió Mika guiando su cabeza – chupa.

Miko le dedicó una sonrisa con sus labios sensuales y luego los cerró sobre su polla. Los deslizó de la punta al pubis, chupando lo que ya tenía dentro. Mika le apretó la cabeza para que se lo dejara todo dentro y Miko decidió complacerlo. Chupó y empujó con su lengua, una y otra vez, haciendo soniditos con su saliva, disfrutando esa durísima polla de macho, recibiendo sus abundantes y calientes fluidos a poco.

Se apartó saboreando su esperma, luciéndose ante la mirada medio perdida de Mika. Pero al ver los hilos blancos escurriendo por el mentón del hijo de Jarmo, mientras este se desnudaba, su mirada se concentró en apreciar cuanto se ofrecía a sus ojos: cara preciosa, semen escurriendo de la boca, un torso delgadito y plano que no era de muchacha, la pancita plana que se prolongaba sensualmente hasta bien abajo al no haber vello, el erguido, sonrosado miembro del muchacho, sus piernas esbeltas, sus manos acercándose, tomando las suyas y poniéndolas sobre su cuerpo.

Mika volvió a pujar gutural mientras apretaba el cuerpo desnudo de Miko contra el suyo. Su piel era más suave que la de muchas chicas y su polla bien dura contra sus muslos hacia un delicioso contraste. La emprendió a voraces besos contra la boca, el rostro y el cuello de Miko, acariciando su espalda y nalgas, apretándolas con deseo que fue bien recibido. Tumbó al jovencito  sobre las cajas para tener facilidad de movimiento.

Desearía comérselo todo, era el chico más rico que había visto. Le gustó como cogió su mano y la llevó a su polla para enseñarle como quería que lo masturbara, haciéndolo mientras saltaba de un pezón a otro, chupándolos, lamiéndolos, chupándolos más fuerte. Miko le empujó la cabeza abajo, y aunque podría quedarse indefinidamente chupándole los pezones el chico tenía algo entre las piernas que prefería que le chuparan.

Su polla era bastante grande, es decir para un muchachito de su complexión. Bien dura y Miko jadeó en cuanto se la metió en la boca. Se abrió de piernas y las alzó, ofreciéndose todo a lo que quisiera hacerle. Si Mika se hubiera revisado en ese instante se habría encontrado duro ya, pero en esos momentos solo existía para las deliciosas intimidades de Miko, su polla bien dura, sus bolas suaves, un poco duras por la excitación, por lo que tenían dentro y que excitado pensaba acabaría en su boca.

Toqueteo detrás de las bolas, Miko ronroneó y él, confiado, sobó su cerrada entrada. Ensalivó rápido su dedo para volver a sobar, introduciéndolo poco a poco. Miko se retorcía de placer, se jalaba las piernas y Mika tenía que sostenerlo de una cadera para chupársela y dedearlo a la vez. La carnita de su interior era aún más tierna, cosa que parecía imposible.

-¡Umm sí, sí, macho fuerte, chúpame así! – Miko empujaba su cadera para clavarse más en la húmeda cavidad de Mika, y que sus dedos se clavaran más en la suya – Penétrame, quiero sentir tu polla en mi culito!

Mika se dio cuenta entonces de que su polla estaba lista para clavarse en su culito. Dejo de chupársela y se montó sobre él.

-¿Qué? – se extrañó Miko: él quería terminar en su boca, no creyó que su deseo sería inmediatamente concedido. Pero Mika se lo tomó de otro modo.

-Vamos chico – susurró en su cuello – no te arrepentirás – la arrimó – mi polla va a partir tu culito pero te va a gustar.

Se la metió y Miko gimió. Mika le tapó la boca y empujó hasta el fondo.

-Vittu perkele bonito que estrecho estas…  vittu! – abrió mucho los ojos y lo miro directo - ¿Eras virgen?

Halagado por sentirse tan estrecho como uno Miko estuvo a punto de sonreír. Pero el tonito ligeramente asustado del fortachón le dio una mejor idea: asintió haciendo brotar lágrimas de sus ojos. Así se concedía una fantasía, se la concedía a Mika y se aseguraba de que no hablara de más: no creía que fuera a pasar, pero si llegaban a darle estúpidos remordimientos suicidas y se lo contaba a papá, figúrate el tremendo castigo que le pondría si lo último que decía su ex amigo  antes de morir era “y ve a saber con cuantos lo hizo antes de mi”.

-¡Oh Miko! – Mika, súbitamente enternecido (se lo había creído todo, de una) le acarició la mejilla – Lo siento, de haberlo sabido habría ido con más cuidado pequeño - ¡anda! Otra vez el viejo shotacon, pensó Miko. Pero le gusto. - ¿Te duele mucho?

-Algo – calibró el tonito y dejó salir otra lágrima de cocodrilo.

Mika lo besó tiernamente.

-Te la sacaría… - ¡No! – pero no tiene caso. – empezó a moverse – ya se te pasara el dolor, no se te ha roto nada, no eres chica.

Para que no viera su sonrisa de depredador sexual divertido, Miko le hundió el rostro en el cuello. Le soltó el pelo. Este cayó, suave, sobre su rostro.

-Ok. ¡Oh! – gemidito para resultar más creíble y que lo apapachara – Mika, es muy grande.

Mika, flipándolo. Besuqueaba su hombro y lo penetraba despacito.

-Mika… empieza a gustarme.

Mika, orgasméandose. Buscó su boquita y jugó con su lengua mientras lo penetraba menos despacio.

-¿Qué se siente que te la metan? – le preguntó.

-¿Nunca te la han metido?

-¡No! – exclamó Mika.

A Miko le gustó. El sí se estaba echando a uno virgen de la retaguardia.

-Se siente bien.

Remolineo lánguido, mirándolo a los ojos.

-¿Te gusta?

-Mucho.

Miko volvió a cogerle la nuca, lo bajó de un jalón y volvió a besarlo. Le coló la lengua hasta las amígdalas, enseñándole como se daba un verdadero beso profundo. Mika le respondió afianzándolo por un muslo, subiéndoselo para penetrarlo más duro, su increíblemente tierna y caliente carnita amenazaba con hacerlo acabar pronto: sentir sus dos cavidades a la vez era demasiado. Boca y culo, ambas deliciosas. Y por si fuera poco, con la mano libre acariciaba su torso delgadito, su pezón rígido y sensible.

-¡Oh Miko! – le dijo con una voz ronca, queda, vibrante de placer - ¡Oh Miko, Miko, Miko!

Se corrió en su interior dándole tales embestidas que el chico sintió que iba a desarmarlo. Y eso le encantó. Tanto como sentir el semen resbalar de su culito, caliente y resbaloso cuando Mika le sacó la polla. Quería más. Se montó sobre el aturdido hombre, a horcajadas, embarrando sus marcados abdominales con su propio semen.

Mika, embobado por la atención que el precioso muchachito le otorgaba, ni se acordaba del tiempo que había pasado, que era tanto que podían ir a buscarlo. Luego de acariciar su fornido pecho, cuello y brazos, Miko le susurró, rozando su nariz con la suya:

-Todavía no me corro. – y le restregó la polla por los abdominales.

-¿Qué quieres que te haga? – respondió acariciándole una doblada pierna.

-Chúpame.

Miko se le sentó en lo alto del pecho, poniéndole la polla frente a los labios. Mika se acomodó para chuparla. Miko, tras dejarle húmedo el pecho, le facilitó el trabajo poniéndose a gatas sobre su cabeza. Mika la chupaba de manera simple pero recia, es decir,  no usaba mucho la lengua ni movía mucho la cabeza, pero succionaba con ganas. No podía quitarle las manos de los muslos.

Miko gemía y se dejaba llevar por el placer. Ponía de su parte para suplir las carencias mamatorias de Mika, perdonándolo porque era muy seme. Al cabo se dio la vuelta, seguía con la cadera sobre su rostro pero ahora su torso estaba sobre  el del fortachón, acariciándoselo. ¡Qué bueno estaba! Ungido de aceite debería verse… mmm! Miko se mordió los labios  y tomó su pene. Sintió a Mika tensarse y chupar más duro. Mal por él si le dolía: como decían él y el resto de los semes, “dentro de poco te gustará”.

Manipuló  la mejor parte que un seme tiene y en pocos segundos ya había retomado sus prodigiosas dimensiones y dureza. Como tenía ocupada la boca en excitarlo auditivamente (con sus gemidos) a la vez que expresaba su placer siguió masturbándolo en lo que el pelinegro lo chupaba. Con el rostro apoyado de ladito sobre su abdomen de lavadero, entre marcadas expresiones de placer, Miko eyaculó.

Como su corrida fue abundante y su seme inexperto en eso de dar mamadas el semen resbaló por su barbilla. Miko se dio la vuelta y lo besó, lamiéndole luego la barbilla para recuperar el fluido. Mika sentía las nalgas del chico rozar su erección. Lo asió por las caderas, quería clavársela de nuevo.

-No… - la negativa de Miko le rompió ¿el corazón? – Así no. – le guiñó el ojo.

-¿Cómo?

-Cárgame.

Miko ya estaba de pie. El fornido seme tardó un poco más en pararse. Miko lo miró de en medio-arriba y de en medio-abajo. Qué bueno estaba, de perdida, como Henkka. Y como éste a “la reina” Janne, iba a cargarlo. Miko disfrutó de la mirada antojada y ansiosa con que Mika lo recorrió antes de saltarle encima como cría de koala.

Mika, que debía estar acostumbrado a que las chicas le saltaran encima lo atrapó, sujetándolo por las nalgas, separándoselas. Arrimó su polla y Miko lo ayudó a entrar. Gimió como un gatito al sentirla  abrirlo de nuevo, bien profundamente. Mika atacó su cuello. Miko afianzó sus piernas en torno a su trasero, hizo fuerza y empezó a hacer los movimientos de la penetración, deslizando su culito arriba y debajo de esa durísima polla, agradeciendo lo enorme que era y lo bien que lo llenaba.

Mika  le ayudaba cargándolo al ritmo, que era rápido, y pronto ambos estuvieron jadeando de nuevo. Miko acariciaba los musculosos brazos que lo sostenían, tensos y duros, olía en su cuello su sudor, se pegaba para sentir el pecho de macho. Estaba por alcanzar su cuarto quinto orgasmo, quien lleva la cuenta, con lo papasote que estaba ese fornido pelinegro. Gemía como una bitch sobe su hombro. El hombre dejó de besuquearle el cuello para repetirlo lo hermoso y delicioso que estaba. Miko sonreía complacido, gemía, jadeaba, le pedía más, más,

-¡Más Mika, más! ¡Maaas! – gritó llevado por el placer.

Mika gruñía y le daba lo que pedía.

-Tu culo, bonito, tu jodido culo apretado y caliente!

-¡Tu polla Mika! Tu polla es la más grande que… – casi se hecha de cabeza - …  he visto!

-¿Te gusta?

-¡Quisiera tenerla metida todo el día!

-¡Todo el día! Goloso, he? Ah! – pujido - ¡Aaah! Yo también, aah! Quisiera – pujido – clavártela todo el díaaa!

Eyaculó por segunda vez en su culito. Miko lo arañó alcanzando una vez más el orgasmo: se sentía tan bien en brazos de ese fortachón. Cuando este se la sacó, el semen chorreo directamente al piso. Miko sintió el aire frío ingresar por su abierto orificio, enfriando el fluido que lo impregnaba. Se sentía raro pero le gustó. Mika lo besó de lengua una vez más antes de depositarlo en el piso cuidadosamente.

-¿Puedes andar?  le preguntó ahora si preocupado. Como no pudiera Jarmo iba a matarlo.

-Sí, creo que sí. – Miko dio unos pasos vacilantes y raros, no fingidos. Después de todo, acababan de taladrarlo dos veces seguidas con un taladro industrial.

-Qué bueno. – exclamó el pelinegro – No debí follarte dos veces, si, bueno, era la primera vez.

Miko hacia esfuerzos por no reírse. Esperaba que su sonrisa sicópata fuera tomada por sonrisa complacida.

-Sí, bueno, me gustó.

-Eres precioso.

-Y tú muy guapo. ¿Podemos volver a hacerlo?

-Sí, pero, con cuidado. Tu papá…

La cara de Mika lo decía todo. Miko estuvo a punto de soltar la carcajada.

-Sí, claro. Mi papá no debe saber nada.

Casi se oyó el suspiro aliviado del otro. Mientras se vestían a Mika le entraron los remordimientos. Afortunadamente, no  poseía instintos suicidas pero si se sentía mal por haberse aprovechado del hijo de Jarmo. Tanto que el pobre hombre se esforzó en guiar por el camino de la machez al muchachito, tanto que había cuidado su honra  y  viene él a desgraciárselo… Aunque, bueno, pensaba, Miko también quería. Me deseaba y yo no lo obligué. Pobre Jarmo, pero hay cosas, como el destino, que no se pueden cambiar, y que su hijo sea uke, como su hermano menor, es una de ellas.

En cuanto a Miko, él se alejó pensando que ese fornido pecho de Mika se vería muy bien con un piercing en el pezón, lo mismo que el propio, aunque de una manera completamente distinta.

 

¿Fin?

 

Notas finales:

Bueno, estos son mis Miko y Mika:

Miko

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/mikobelleza_zps3856ca93.jpg

Mika

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/mika_zps544ccfb4.jpg

 

Kiitos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).