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Storytime por ChizuruTakachan

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Notas del fanfic:

Ninguno de los nombres mencionados me pertenecen, sólo son utilizados sin afán de lucro. El desarrollo de la historia es netamente mía y sólo invencion. 

 

 

Este fic está basado en una historia que escuché en mi primer clase de Kabbalah. Por conveniencia, les pondré la historia al final del fic, con el afán de no adelantarles nada.

 

¡Espero los disfruten!  

Notas del capitulo:

 

La historia va desfasada en tiempo. Es entendible, pero para aclaración de los tiempos transcurridos, puse año o fecha completa al inicio. 

 

 

 

                                                              =06-Julio-2013=

 

 

 

=Tokio, Japón. 2015, Enero 20.=

 

 

 

El cielo apenas iluminado por el escaso resplandor del sol, era el causante de que un hombre de pelo negro sonriera, sin despegar la vista de éste. El clásico tono azul-grisáceo le recordaba a alguien especial, y para ese alguien había preparado ese día.

 

Akiya, ex-integrante de Kagrra, era ahora conocido como “el tirano” entre las bandas INDIE. Desde la desintegración de Kagrra, se había dedicado a producir a las nuevas bandas para la compañía y siendo un gran conocedor del tema, les exigía lo necesario para que “esos niños” -cómo él les llamaba-, fueran alguien en el medio.

 

Remontaremos un poco su historia. Desde hace un año y medio atrás era la pareja oficial del tan perseguido “SuperStar”. El cómo se dieron las cosas podría no enorgullecerles tanto, ya que habían lastimado a un par de personas en el camino, e incluso fueron el motivo por el cual, se causó la desintegración de the GazettE. Lo cierto es que ahora eran felices y sólo les faltaba una cosa para ser enteramente dichosos, Akiya llevaba guardando un secreto, como el más preciado de los tesoros desde semanas atrás. 

 

Hoy era el día perfecto para contarlo.

 

Akiya había ajustado todo para poder pedir este día en su trabajo, y pasarlo completo en compañía de su esposo. Así que para empezar, se levantó temprano y preparó un desayuno delicioso. Con una sonrisa de ensueño colocó un arreglo floral en el comedor, haciendo que el lugar luciera más reconfortante. Una vez que pegó un letrero de “¡Feliz cumpleaños!” en la pared, se encaminó hacia la habitación principal, notando como el festejado se encontraba boca abajo sobre el colchón y su cuerpo desparramado lucía apacible.

 

Akiya sonrió travieso al recorrer con su mirada el cuerpo de su esposo, sabía que se encontraba desnudo bajo esa sábana que marcaba a la perfección su trasero redondito. Era claro que acariciaba con la mirada la delgada pierna que salía por un costado de la cama, recorrió esos delgados brazos estirados en forma de cruz y soltó una risita cuando su vista se clavó en la cintura, Yuu siempre se quejaba de haberse vuelto “un gordito feliz”, y que ya no era más “el sexy Aoi” de quién se había enamorado. Lo cierto es que de gordito sólo tenía una pequeña llantita a causa de la edad y nada más.

 

Una vez que notó que se estaba riendo solo, mientras el desayuno se enfriaba, descalzo como se encontraba, se acercó hasta colocarse sobre su esposo en cuatro.

 

—Despierta dormilón… —Besó suavemente su espalda hasta llegar a su nuca— te tengo una sorpresa.

 

—Me gusta que hagas eso, amor…

 

Yuu se giró, envolviendo el cuerpo de Akiya, haciendo que éste cayera sobre él, besándose con todo el amor que sentían. Una vez separados, se miraron sonrientes y pequeñas caricias se hicieron presentes.

 

—Ven conmigo, Yuu…

 

Akiya lo tomó de la mano, apenas dejando que se pusiera el pantalón del pijama, llegando así al comedor donde Yuu miraba su sorpresa emocionado, pero antes de que lograra decir “gracias”, notó el sobre amarillo recargado en el arreglo floral. Soltó la mano de Akiya y encaminando sus pasos hacia la mesa, abrió el sobre despacio.

 

Yuu abrió los ojos quedándose en silencio, no porque no quisiera hablar, sino que, no podía.

 

 

“BASTARDO”

 

 

Los ojos de Yuu se empañaron un poco, mientras que un dolor en el pecho se acrecentaba al ver que Akiya sonreía. El nudo en su garganta no le permitía hablar.

 

—¿Qué significa esto, Akiya?

 

Yuu le extendió el papel un poco tembloroso, Akiya lo cogió ya con lágrimas en los ojos al no haber recibido la respuesta esperada. Miró la hoja que contenía un importante resultado clínico. Trató de contener su llanto y pensar claramente, le fue imposible reprimir ese gemido lastimero entre sus labios apretados, y tras respirar habló.

 

—Creí… Creí que te pondrías feliz. —jaló aire tratando de que el nudo en su garganta no le impidiera continuar—. Lo supe hace algunas semanas y esperé este día con ansias para que lo supieras… —Su llanto se desbordó, y abrazó su abdomen plano con fuerza, arrugando la hoja de papel—. Si no lo quieres, eres libre. No te voy a obligar a nada… ¡Sólo no me voy a deshacer de él! ¡Yo sí lo quiero!

 

—Akki… ¿De qué estás hablando? —Yuu trató de tomarlo del brazo pero le fue imposible.

 

—¡No me toques!

 

De pronto el celular de Yuu comenzó a sonar desde la habitación. Él miró hacia el pasillo, mientras “Distress and coma” sonaba insistentemente. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y como hipnotizado por la melodía, se adentró en la habitación que aún tenía las cortinas corridas. Acercó su mano al aparato cuando éste dejó de sonar. La pantalla se apagó y al encenderla, la imagen que mostraba la pantalla era él y su ex-vocalista.  

 

No fue consciente de los pasos que se adentraban en la habitación hasta que la pantalla se volvió a apagar.

 

—En el fondo, sabía que te arrepentirías…

 

Akiya se quitó la camiseta con la que solía dormir sin mirar a su esposo. Sus ojos rojos comenzaban a hincharse mientras sacaba algo de ropa para poder salir de ahí, peleando con su rostro al quitarse las lágrimas constantemente.

 

—¿A dónde vas? —Yuu revisó su celular descubriendo que el protector de pantalla volvía a ser la foto donde él y Akiya sonreían felices.

 

—… —Akiya sonrió con pena al tiempo que cambiaba su pantalón del pijama por unos jeans—. A comprar unas cajas. Si quieres puedes volver a buscarlo… Si fui rápido para traer mis cosas, también lo seré para largarnos de aquí.

 

Yuu no entendió nada, sólo vio como Akiya salía azotando la puerta sin decir nada más.

 

Mientras tanto, Akiya se encaminó al estacionamiento, pero justo al llegar a su auto, vio a Ruki recargado en  la puerta del piloto, fumando un cigarrillo cruzado de brazos.

 

—Tienes lo que es mío… —Ruki soltó el humo del cigarro con esa delicadeza que le caracterizaba.

 

—Está arriba. —Akiya sintió que su llanto se desbordaba— puedes ir por él. Yo no me volveré a meter entre…

 

—¡AKKI! —Yuu gritó al salir del elevador, corriendo a abrazarlo. Akiya sintió su rostro caliente por el llanto, contrastando con la piel fría de su esposo—. Akki perdóname… No sé qué sucedió allá arriba, pero no me gustó ver el papel con sangre. Si fue una broma, te juro que no me hizo gracia alguna.

 

Akiya se separó empujándolo, ambos se miraron unos segundos, temblando por razones distintas.

 

—¡Tú fuist…!  —Akiya guardó silencio al girarse y ver que su auto estaba vacío—. ¿Dónde está?

 

—¿Quién? —Yuu sujetó su cara con ambas manos para que le mirase a los ojos.

 

—Ruki… Estaba de pie junto a mi auto.

 

—Eso es imposible, porque cuando te grité estabas solo, no había nadie más aquí.

 

Ambos se miraban consternados cuando una bolita de papel chocó con el pie de Akiya, quién lo levantó. Al abrirlo vio que era su resultado clínico, pero de pronto, como un parpadeo, apareció escrito con sangre:

 

“Tienes lo que es mío…”

 

Totalmente consternados se devolvieron a su departamento, al entrar, Yuu de inmediato sintió el calor de su hogar, causado por la calefacción en éste. Akiya entró quitándose el abrigo y el suéter sin darse cuenta que Yuu estaba de pie a mitad del camino, chocó de frente con su espalda.

 

—¿Qué está pasando, Akki? —Yuu se giró abrazando a su pareja, ahora sin rastro de su temblor a causa del frío.

 

—No lo sé. Hoy era un día especial, y ahora todo es tan lúgubre…

 

—¿Qué decía ese papel que recogiste?

 

—“Tienes lo que es mío…” —Akiya comenzó a sollozar—. Estaba escrito con sangre sobre… sobre mi resultado positivo de embarazo.

 

—¿Estás…? —Yuu lo separó de su cuerpo con una sonrisa que Akiya no podía ver al tener su rostro cabizbajo—. ¡¿Vamos a tener un bebé?!

 

Sin lastimarlo, lo abrazó besando su rostro, una sonrisa iluminaba la cara de su esposo y la tranquilidad se apoderaba del cuerpo de Akiya. Se abrazaron por un rato y luego de besarse, terminaron de adentrarse en su hogar.

 

—El desayuno se enfrió…

 

—Será el primer desayuno que nuestro hijo me haya preparado en mi cumpleaños. —Besó la frente de Akiya en un gesto tranquilo—. Es el desayuno perfecto.

 

—Te amo, Yuu.

 

 

 

 

=Japón, 2012.=

 

 

—¡Te amo, Aoi…! ¡Mmmm…! ¡Aoi… sigue! ¡SIGUE…!

 

Un cuarto de hotel de un Distrito cualquiera volvía a ser testigo de la apasionada entrega de un pequeño vocal.

 

Un concierto más había terminado y a pesar del cansancio, la adrenalina recién sacada, era suficiente motor para que ambos cuerpos tuvieran fuerza para una exquisita sesión de sexo.

 

Aoi apenas y podía ser testigo de los ansiosos movimientos de su “pequeño” vocal. Con los ojos entreabiertos, sus gemidos hacían eco, mientras sus manos ayudaban a su pareja en ese delirante baile. Ruki cabalgaba sobre el otro en un éxtasis total, subía y bajaba sin importarle si alguien más les escuchara, Ruki sólo quería y tenía como intención, hacerle saber a su koi, su amor.

 

Aoi jaló a Ruki hacia su pelvis, al tiempo que éste se corría quedando su cuerpo completamente flácido. Aoi también se quedó inerte, sus respiraciones se acompañaron en el silencio de la habitación, mientras el remordimiento se hacía poco a poco presente.

 

—Mañana tendrás… tendrás que cargarme al autobús, monito. —Ruki besaba el pecho del mayor, como agradecimiento por ese espectacular orgasmo—. Créeme, no voy a poder caminar.

 

Aoi no contestó, sólo miraba el techo mientras sentía los pequeños labios del vocal chocando en su pecho.

 

—Te amo tanto, Yuu… —se acomodó a su lado, no importándole esa sensación de chorreado y pringoso, al tener sobre su cuerpo las sustancias de ambos—. Te amo más que a mi vida.

 

Aoi miró al menor que se quedó dormido con una hermosa sonrisa en su rostro. Antes, él hubiera pensado que después de hacer el amor, Takanori sonreía más hermoso que nunca. Pero esa noche, Aoi descubrió que sólo sentía su cuerpo lleno de miedos.

 

 

 

 

=Kanagawa, Japón. 2013, Febrero 1.=

 

 

—¡Por los novios!

 

 

 

Takanori nunca pudo pedir un mejor cumpleaños, que celebrarlo comprometiéndose con el amor de su vida.

 

Aoi le había pedido matrimonio al inicio de la actual gira. Llevaban prácticamente una vida de casados desde que afianzaron su relación, y aunque no se lo hubiesen propuesto, prácticamente vivían bajo el mismo techo, si consideramos el tiempo que pasaban compartiendo habitación de hotel durante las presentaciones.

 

Aoi abrazaba a su pareja con una sonrisa nerviosa, Ruki le sonreía embelesado, y con un dulce sonrojo le besaba los labios, la quijada y la mejilla frente a sus padres, la familia del guitarrista, algunos amigos allegados y sus compañeros de banda.

 

De pronto Kai se acercó a Ruki llevándolo a un lugar aparte. ¡Ruki era feliz! Se notaba en su expresión, en su andar y en el movimiento de cada músculo de su cuerpo.

 

—¿Qué sucede, Kai-chan?

 

—No te cases con Shiroyama, enano. —Kai había cambiado su particular sonrisa, por una expresión preocupada.

 

—Kai… Dijiste que lo habías superado. ¡Me prometiste olvidarlo! —Ruki le miró suplicante, apretando un poco los puños de impotencia—. Ahora estás con Naoki. Son felices… Lo son… ¡¿cierto?!

 

—¡Taka, no me malentiendas! No te lo estoy diciendo por celos o por el pasado. Todos lo hemos notado menos tú. ¡Aoi no te ama! Aoi mira a alguien más.

 

—¡Eso no es cierto! —Ruki apretó más sus puños—. ¡Aoi y yo nos amamos y seremos muy felices! ¿Por qué haces esto, Kai? ¡Hasta mi familia organizó la cena para verme feliz! ¿Por qué me haces esto…? ¡Es mi cumpleaños! ¡Es mi cena de compromiso! Y en lugar de estar feliz por mí, me dices todo esto.

 

Takanori era un hombre fuerte. ¡Había pasado por muchas cosas en su vida! Penas que para algunos habrían sido el fin de sus vidas, él había salido adelante, dejando esa apariencia frágil sólo como fachada.

 

Aoi de eso se había enamorado, del frágil y delicado Ruki a quién más de una vez tuvo que alimentar a la fuerza, debido a su problema de anorexia nerviosa. Aoi amaba al Ruki que sabía cómo sacarle de sus crisis de los 30’s, que no dudaba en demostrarle su amor salvajemente si era necesario. Pero Aoi odiaba el Takanori obsesivo y depresivo, al que sólo por un tropiezo se le caía el mundo en pedazos.

 

Las personas con el tiempo se vuelven más maduras, y buscando estabilidad en sus vidas encuentran la felicidad. ¡Ruki era inmensamente feliz! Aunque desconocía el hecho de que Aoi se cuestionaba si en verdad lo era.

 

Ruki no se preocuparía por la ideas locas que su amigo le había externado. Sin decir más, se encaminó a los baños del restaurante, que debido a la celebración, había sido rentado para uso exclusivo. Apenas entreabrió la puerta, supo la verdad que todos sabían y sólo Uke trató de advertirle.

 

—Te amo, Yuu…

 

—Y yo a ti… Akiya.

 

¿Puede haber un dolor más grande que el engaño?

 

¿Puede haber una herida más grande que la causada por un amor no correspondido?

 

Ruki recargó su frente contra el marco de la puerta. Sintió su cuerpo temblar, sus piernas dolían por el simple hecho de tratar de sostenerle. Fue consciente de que sus lágrimas caían directo a sus zapatos, que una a una, sonaban con un ahogado: “tic, tic” como si marcaran los segundos que su vida perdía.

 

Respiró profundo, y a lo lejos escuchó las risas de sus invitados. Al otro lado de la puerta… Gemidos.

 

Inhaló, exhaló… En su rostro se plasmó esa sonrisa que era signo de darse fuerza interna. Encendió un cigarrillo y tras exhalar el humo, oprimió la tecla: “enviar”. Incluso le causó una ligera risa el oír los movimientos torpes y notablemente asustadizos dentro del baño. No esperó respuesta, salió con disimulo hacia su auto y retocar su imagen.

 

Era Matsumoto Takanori. No pensaba actuar como un “uke” adolescente y dejado cualquiera. Takanori era feliz porque merecía serlo.

 

Pero sobre todo, porque llevaba un gran amor dentro.

 

 

 

 

=Tokio, Japón. 2015, Abril.=

 

 

Akiya y Yuu dormían tranquilamente abrazados. Yuu abrazaba por la espalda a su esposo, reposando su mano izquierda sobre el vientre plano de su pareja. Akiya apenas y los tres meses de gestación tenía y ambos ya deseaban se notara su estado.

 

De pronto, Yuu sintió como unos dedos se entrelazaban con los suyos. Sus labios curvaron una sonrisa ante la cálida sensación. Ambas manos se encontraban sobre el lugar donde su hijo crecía, mientras “guren” era cantada muy bajito. Era tan dulce oír la canción que era imposible no llegar al sopor, sólo cuando Aoi abrió los ojos sintiendo que su mano era fuertemente apresada, la canción se escuchaba cada vez más lejos, cada vez más lento. Yuu sintió un beso en su mano y un escalofrío recorrer su cuerpo.

 

Akiya seguía dormido en su misma posición, con sus manos encogidas a la altura de su pecho y su cabeza sin haberse movido de su almohada.

 

—¡Aaahghhh! ¡Ayúdame, Yuu…! —Akiya se encogió abrazando su vientre, ni un segundo tardó en que su llanto mojara sus suaves mejillas. Yuu como autómata, trató de cargarlo tomándolo en sus brazos, pero le fue imposible. Akiya se retorcía de dolor.

 

—Llama una ambulancia…

 

Yuu se quedó congelado al oír la voz de Ruki decirle eso. Giró un poco su rostro y tomó el teléfono que su vocal le extendía a la mano. Tras haber pedido la ambulancia, Ruki ya no estaba.

 

—Se ha ido… —Akiya dejó de retorcerse, respiraba difícilmente y sin darse cuenta se había colocado boca arriba, mirando el techo, intentando mantenerse consciente—. Mi bebé se ha ido…

 

Yuu, con las manos temblorosas levantó las mantas que aún cubrían las piernas de su pareja. Horrorizado vio esa mancha que se extendía sobre las sábanas y piernas de su pareja.

 

Ambos lloraron, ambos trataron de consolar el dolor ajeno. Ambos se culpaban de haber hecho algo mal.

 

 

 

=Tokio, Japón. 2013, Abril.=

 

 

—¡Taka, llegó el Juez!

 

Takanori se dio vuelta dejando ver a su amigo su ensoñada expresión. Kai también sonrió al verlo tan radiante.

 

—¡Subiste de peso…!

 

—¡Akira! Eso no se le dice a la novia… —Kai regañó a su compañero por el inoportuno comentario.

 

—¡Pero es cierto! Hace una semana casi mata al diseñador por hacerle el traje grande…

 

—Para tu información iguana idiota, ¡recuperé peso, no lo subí!

 

—¡Eso es bastante bueno, Taka-chan! Temíamos que la ceremonia se llevara a cabo en un hospital por tus achaques.

 

—¡Son unos exagerados! Si ya saben que siempre he sacado los nervios de ese modo.

 

—Después de tantos años, nunca nos acostumbraremos a verte vomitar de nervios. —Reita lo abrazó, con miedo de estropear su blanco atuendo—. ¿Estás listo para ser un Shiroyama?

 

—¿Me oiría muy estúpido si te digo que estoy listo desde hace 10 años? —Ruki sonrió alejándose de sus amigos para mirarse en el espejo de cuerpo completo.

 

Takanori era un sueño hecho realidad. Portaba un inmaculado traje blanco que le era ceñido hermosamente al cuerpo. Era muy curioso el destello que la tela causaba con el movimiento, que era producido por aquellas diminutas piedritas de Swarovski incrustadas por la extensión de la tela. Era cautivador ver como Takanori brillaría el mejor día de su vida. Sus ojos se posaron en esos zapatos azul eléctrico, que le hacían aumentar un poco su estatura a causa de un tacón bastante discreto.

 

—¡Listo, enano! Aoi está con el Juez esperándote.

 

Kai le sonrió con esa hermosa sonrisa que le caracterizaba en su cara, apagó su celular y lo metió en su bolsillo, para colocar su brazo a disposición de Takanori. Kai sería quien lo “entregara”. Labor que se había ganado a pulso, tras 11 años de haber cuidado de él, siendo el líder de la banda. Uruha y Reita serían sus testigos, mientras que Kai y Kazuki, serían los testigos de Aoi.

 

A paso seguro y sin dejar de sonreírse, se dirigieron al salón donde los invitados se encontraban. Apenas entrar, las exclamaciones se hicieron notar al verle. Ruki seguía sonriente, con la mirada al frente sin despegar su vista de la espalda de Aoi, le parecía que nunca lo había visto más guapo. Al girarse, lo primero que notó fue la mirada apagada en su koi.

 

Por un segundo titubeó, Kai creyó que había tropezado así que puso su brazo duro para sostenerlo y no cayera. Ruki con su mano libre le acarició en señal de que todo estaba bien.

 

Uruha y Reita notaron el cambio drástico en la mirada del menor. Ruki llegó a su puesto, Aoi debía acercarse para tomar su mano pero no pasó, buscó con la mirada entre los asistentes y luego posó su vista en Ruki que le miraba con miedo.

 

—Ni se te ocurra, Aoi… —Uruha le amenazó entre dientes, aunque era perfectamente audible para quienes se encontraban a unos metros de ellos.

 

—Taka… —Aoi dio un paso acercándose, tomó entre sus manos el rostro tembloroso de Ruki.

 

—No lo hagas, Yuu… —Sujetó con sus manos las del moreno, sus ojos grises empañados y suplicantes, parecían los de un niño recién castigado—. No me dejes, por favor… Ahora… Ahora más que nunca te necesito.

 

—Estás tan hermoso, Takanori… No puedo hacerte más daño.

 

—Yo lo sé todo... ¡Dile a Akiya que sea tu amante! —Apretó las manos de Aoi mientras que sus piernas dejaron de sostenerle cayendo al piso, con Kai tratando de sostenerle—. ¡Pasa el tiempo que quieras con él! Pero por favor, no me dejes…

 

Aoi se agachó un poco para soltarse, los murmullos eran como abejas amenazando atacar los oídos, mientras sus tres compañeros intentaban salvaguardar la dignidad del vocalista.

 

—Esto será lo mejor, Ruki…

 

—Yo te necesito… ¡Tienes una familia conmigo! Por favor, no me dejes…

 

Aoi se puso en pie y ante la mirada de todos, cruzó el salón hacia la salida. Su hermano y su padre, intentaron hacerle entrar en razón mientras los gritos se hacían oír al fondo del lugar.

 

Ruki había comenzado a vomitar casi al borde de la asfixia. Aoi se giró sobre sus talones un tanto asustado, para ser testigo de cómo Uruha y Reita se quitaban los sacos presurosos para poder limpiar un poco al vocalista. Ruki sudoroso, temblaba entre los brazos de Kai, que gritaba a su pareja, sacaran a todos de ahí.

 

Podría haber sido tierno el movimiento que los dedos de los pies de Aoi hacían, su pantalón blanco ligeramente ancho y esas sandalias sofisticadas, delataban el movimiento nervioso de sus pies.

 

—¡MALDITO SEAS, AKIYA! ¡MALDITA PERRA…! Malditos sean los dos…

 

Tal vez si Aoi se hubiese girado para mirar una última vez el dolor de Takanori, las cosas habrían cambiado. Aoi se fue llevándose a Akiya consigo, pero por cruel que parezca, ambos estaban bien consigo mismos. 

Notas finales:

 

 

La narración en tercera pesona es algo que se me dificulta demasiado. ¡Ojalá haya tenido el efecto deseado! 

 

¡Saludines! Esperen la continuación... 


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