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Storytime por ChizuruTakachan

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Notas del capitulo:

 

 

¡HOLITAS! n_n 

 

Oficialmente este fic es el de "YAOIniversaire" de este año. No será muy largo. ¡Me he vuelto holgazana! 

 

Bien. espero les agrade, yo llore como mensa, pero eso ya no es raro tratandose de mi. 

 

 

 

=Tokio, Japón. 2015, Agosto.=

 

 

Los meses pasaron lento. Akiya parecía ser el de siempre, pero lo cierto es que, una vez que has llevado el milagro de la vida en ti, tu cuerpo se vuelve vacío y seco una vez que lo pierdes.

 

—Discúlpenlo. Pero después de eso, se cansa muy rápido.

 

—No te preocupes Yuu, Akki lo ha superado bastante mejor de lo esperado. —Naoki trataba de darle ánimos, al ser quien más conocía a su pareja.

 

—Después de la operación no lloró, no dijo nada. Estoy seguro que sólo esconde sus sentimientos.

 

—Debes darle tiempo Shiroyama, pero también debes ser fuerte para cuando necesite explotar, porque se está aguantando demasiado.

 

 

Habían pasado ya dos años de que Aoi dejara a Ruki. Pero seguía sin acostumbrarse a que sus ex-compañeros le llamaran por su apellido, en una clara barrera por su descontento hacia él.

 

—Kai… He visto a Ruki. —Nao y Kai se miraron asombrados—. En lo que va del año le he visto varias ocasiones y por lo general, pasa algo malo cuando eso sucede.

 

—¡Eso es imposible! Desde que lo abandonaste se fue muy lejos. No hay modo de que vuelva.

 

—¡Pues volvió! —Aoi se puso en pie para enfrentar a Kai—. Y es como un ave de mal agüero… He intentado hablar con él, pero siempre huye sin que yo me dé cuenta. ¡Ya estoy harto!

 

—Después de tanto tiempo sigues siendo un puto egoísta, Shiroyama. —Kai se puso en pie, tomando sus cosas—. Y Taka fue un imbécil por amarte tanto.

 

Kai salió dando un portazo dejando al guitarrista y al bajista en un incómodo silencio.

 

—Todos quieren saber si está bien… Nadie ha podido sacarse de la mente su imagen. —Naoki carraspeó un poco para poder continuar—. Estaba tan delgado que parecía un niño de quince años y no un adulto con el doble de edad. Tenía que usar sombreros y le quitaron cualquier cosa que pudiera reflejar su imagen, el pelo se le caía en cada movimiento brusco. La última vez que lo vimos estaba sentado en un sofá, con una manta sobre su regazo. Era muy notorio que algo más pasaba, rompía el alma ver cómo le sonreía a Ren cada vez que se le acercaba y le besaba el abdomen. No sabíamos porqué mi hijo tenía esa manía, después de la cena de compromiso, Ren le abrazaba y depositaba pequeños besos en su abdomen, por aquellas fechas, Ruki le adoraba y lo mimaba tanto… La última vez pidió que mi hijo no lo viera así, pero Ren entró corriendo como pudo y le sonrió como siempre. No te molestes con ellos si no entienden tu rencor.

 

—Nao, yo no odio a Ruki. Pero si tantas ganas tiene de hacerse el sociable, que lo haga con ustedes que si quieren tenerlo de vuelta. No con nosotros que no queremos saber nada de él.

 

 

Akiya escuchaba su conversación desde la habitación. Con un andar cansado se dirigió a la cómoda donde un gran espejo lucía en una limpia pared.

 

—¿Así se siente, Ruki? —se sentó frente a la cómoda, acariciando su vientre vacío—. ¿Así de vacío te sentiste tú?

 

—Yo lo sentí mil veces más doloroso…

 

Akiya levantó su rostro y a través del espejo, pudo ver al Takanori del día de su boda. Con el traje blanco manchado de un color amarillento, el pelo enredado por la parte trasera pero pegado a su piel por los costados y en su frente. El maquillaje completamente corrido, y una profunda expresión de dolor en cada músculo y poro de su rostro.

 

—En un parpadeo, Ruki era aquél que había oído decir a Nao. Con la piel cetrina, tan delgado que parecía un milagro el que estuviera de pie. Con unas ojeras tan oscuras… Como si alguien le hubiese golpeado infinitas veces para marcarlas. Se notaba que debajo de ese pelo enmarañado, había unos huecos enormes debido a la pérdida de éste. En aquellos ojos que alguna vez fueron tan expresivos, no había vida alguna.

 

Y entonces Akiya lo notó…

 

La expresión de Ruki cambió al poner una de sus huesudas manos sobre su propio abdomen. Sintió un escalofrío recorrerle y la mirada del menor brilló con maldad.

 

—Sentirás que no puedes con tanto dolor… ¡Creerás que no podrás seguir viviendo! Pero cuando te des cuenta, lo habrás superado. Akiya… yo estaré ahí para recordártelo y que vuelvas a agonizar como lo hice yo. Estaré ahí, no importa el tiempo que sea, porque ya estuve antes y estaré después.

 

—¡No! ¡Eres un maldito miserable, Takanori! ¡Ojalá te pudras en el infierno!

 

 

Akiya gritaba aventado lo que tenía a la mano. Yuu entró apresurado, sujetándolo fuerte entre sus brazos, tratando de que volviera en sí.

 

—¡Él lo hizo! ¡Es su culpa que no hayamos podido tener un hijo en todo este tiempo! ¡Takanori ha estado haciéndolo todo este tiempo!

 

Lo que Akiya decía no tenía sentido a oídos de Yuu, cualquiera que le escuchase, le habría tachado de demente, pero Aoi pudo sentir un beso en su cuello y el inconfundible abrazo sobre sus hombros, como cuando Ruki era su novio.

 

 

=Tokio, Japón. 2003.=

 

 

Un grupo de cinco jóvenes se encontraba en un departamentito muy modesto, con las miradas llenas de sueños y esperanzas.

 

—Uru… —el pequeño vocalista se acercaba intimidado.

—¿Qué pasa, enano? —Uruha dejó su cerveza a un lado, descruzó la pierna y extendió sus brazos para recibir al vocal.

 

—Bésame… —Ruki se acurrucó entre sus brazos, sentándose sobre sus piernas.

 

—¿Tan temprano vas a empezar de ofrecida, Takanori? —Aoi dio un sorbo a su cerveza para luego encenderse un cigarro—. Creí que esta noche le tocaba a Kai hacerte el favor. ¿O es que piensas aprovechar la noche y por eso empiezas temprano?

 

 

Ruki no contestó, sólo bajó la cabeza y se apresuró rumbo a la cocina para que no le vieran llorar.

 

—¡Bravo, Aoi! Si tanto te molesta que el enano quisiera que lo follara, hay mejores formas de decirlo.

 

—No dije nada que no sea cierto. Aquí Takanori es la más ofrecida.

 

—¿Es que acaso tú no haces lo mismo? Porque, que yo recuerde, no hay que rogarte mucho para meterla donde puedas.

 

—Que la gorda sea una sufrida no es mi culpa. Mejor dejémosle a un lado que tú y yo estábamos en algo más importante…

 

 

¿Cuántas veces lloró Ruki por Aoi? Ni él mismo lo sabía. Lo que todos sabían era que desde el primer momento en que le vio, se enamoró de él. Al principio, tímidamente trató de acercársele, pero Aoi tenía más empatía con Reita. Al poco tiempo de conocerse, Aoi buscaba demasiado a Uruha, incluso se podría decir que obsesivamente. Tenía una relación muy unida y confidencial con Kai, y con Ruki hablaba porque tenía que hacerlo. Incluso le molestaba pasar más del tiempo debido en su compañía.

 

El simple hecho de que cinco hombres pasaran 24 horas al día, 7 días a la semana, les obligaba a crear vínculos afectivos. A guardarse secretos y hacerse cómplices de ciertas cosas. Así llegaron al acuerdo de que, a falta de parejas estables, se “atenderían” entre ellos.

 

Para nadie era desconocida la frágil autoestima que poseía el vocal. Si no fuera porque Reita y Uruha le conocían de antes, habría sido muy difícil acoplarse a él.

 

Ruki odiaba que le llamaran “gorda”, a comparación de los demás, por su baja estatura, un kilo extra se le notaba como si fueran diez. Eso se notaba claro en los PV’s de aquella época. Ruki no lucía tan estético como sus demás compañeros, pero ese comentario era más doloroso por el simple hecho de que era Aoi quien solía hacerlo.

 

—Taka-chan… ¿Estás bien? —Kai le había ido a buscar al notar su ausencia en la salita—. ¿Ahora qué fue lo que Aoi te dijo?

 

—Kai-kun… ¿Tú por qué te acuestas conmigo? ¿No preferirías hacerlo con algún otro? Alguien que no dé asco. —Ruki le sonrió cómo siempre hacía, aunque le doliera el alma.

 

—Taka… —Kai lo abrazó mirando hacia la puerta donde se encontraba Reita escuchando la conversación—. Yo te quiero, y nunca me darías asco. ¡Al contrario! Me excitas demasiado…

 

 

Los tres comenzaron a reír, mirándose entre ellos de forma divertida, detuvieron sus risas al oír en otra habitación a los guitarristas gimiendo. El llanto del menor se reanimó siendo Kai quien le besara y junto con Reita, se lo llevaran a otra habitación.

 

Hay quienes creen que sentirse querido, es sinónimo de que alguien le haga correrse. Para sus compañeros era bien sabido que Ruki sólo pedía un poco de afecto, aunque eso fuera sólo una estúpida fantasía.

 

Takanori, desde nacido, había sido una pequeña carga para su familia. No había sido buscado y por lo tanto nadie le esperaba, pero un hijo no es algo que se pueda devolver, así que fue “criado” y mantenido sin mucho afecto. Muchas veces Akira y Kouyou intentaron “cambiarle el chip”, sin mucho éxito del cual jactarse. Pero lejos de hartarse, entendieron al ver que era un chico bastante centrado a pesar de las circunstancias en su casa. Mientras a ellos siempre les recordaban avisar si llegarían tarde, por el pequeño Taka nadie preguntaba.

 

Así un día Takanori había cumplido la mayoría de edad y forjaba su propio camino por sus propios medios.

 

 

 

=Tokio, Japón. 2004=

 

 

—¿Dónde están todos…? —Aoi llegó a la sala de ensayos retrasado, encontrando sólo a Ruki que escribía totalmente concentrado, al grado de morderse el labio.

 

—A Kai lo llamó el manager. Uruha y Reita, deben estar cogiendo por ahí. —Ruki le contestó sin despegar la vista de su libreta, pero escuchando el suspiro exasperado del mayor—. Lo siento…

 

—¿Qué cosa? —Aoi le contestó molesto y mirándolo de mal modo.

 

—Lo de Uruha… —Ruki evitó mirarlo a la cara, prefirió dirigir su mirada dolida hacia las manos del guitarrista. No obtuvo ningún comentario, sólo los pies de Aoi que salían de ese lugar.

 

 

Días después, todos bebían tranquilamente como solían hacer para relajarse. Uruha y Reita en su burbuja rosada y los otros tres, como si nada. O al menos eso era lo que el pelinegro fingía hacer, pero la verdad es que le molestaba esa relación. Odiaba que Uruha tuviera dueño.

 

—Aoi… ¿Estás bien?

 

—Sí, ¿por qué? —Como la mayoría de veces, le contestó mal.

 

—Te veías molesto…

 

—Me molesta que creas que porque Uruha está ocupado, te voy a hacer el favor. —Empinándose el licor de su vaso, continuó—. Prefiero mi mano a metértela.

 

 

Ruki no lloraría…

 

Estaba cansado de seguirle como perrito faldero. Estaba cansado de que su preocupación por el otro, siempre fuera pagada con insultos y con su poca dignidad pisoteada.

 

No. Takanori no lloraría…

 

Aunque prácticamente había corrido rumbo a la salida con su rostro empapado, chocando incluso con la parejita feliz y haciendo que ambos vieran a un Aoi que ahora le coqueteaba a unas chicas de hermosas piernas.

 

Una semana había pasado de esa noche. El pequeño vocal tenía licencia, nadie sabía cómo prácticamente había quedado mudo, al igual que ni se enteraron de aquel intercambio de palabras entre el guitarrista y el vocalista.

 

—¿Cómo sigue el enano? —Uruha se anticipó en preguntar su estado.

 

—Ayer me entregó las letras casi por debajo de la puerta. —Apenas decir lo último Kai, Aoi entró arrastrando los pies y dejándose caer junto a un Reita dormido.

 

—¿Terminó su parte Reita? —Aoi le pico la mejilla al bajista obteniendo un pequeño manotazo—. Estuve despierto toda la noche, y no pude terminar la mía.

 

—Pues aquí están las otras canciones, y ya tenemos el tiempo encima.

 

 

Su conversación se vio interrumpida por la entrada del vocal, que cargaba su bolso y una bolsa de plástico bastante grande. Estaba cubierto de pies a cabeza, como si pleno invierno fuera.

 

—¡Enano! ¿Cómo sigues? —Uruha prácticamente se le echó encima, siendo evadido—. ¿Ruki?

 

—Bien. Gracias… Aquí están las muestras de los goods. Hay dos diseños de toalla y dos de camiseta. También nos han autorizado una bolsa de compras y estos, son las dos opciones para el panfleto. Sólo necesito que decidan cuál quieren y poder mandar a hacerlos.

 

Todos le miraron extrañados. Ese no era el Ruki de siempre, este era frío, aislado, evasivo incluso. A nadie miraba a la cara y se movía nerviosamente y de forma controlada al colocar las muestras sobre la mesa.

 

—¿Ruki, te duele el cuerpo? —Reita dejó el mutismo, asustándolo al estar detrás de él.

 

—¿Eh…? Ah… sí… Eso… Sí. —Ruki dio dos pasos torpes y presurosos contrario al bajista—. Bueno, esos son. ¡Elijan!

 

 

Sus compañeros se acercaron a la mesa al mismo tiempo, Ruki al verlos, sintió que la habitación se hacía más pequeña, ahogando un gemido buscó alejarse de ellos. Todos lo notaron.

 

—Enano, ¿qué sucede? —Uruha intentó poner su mano sobre su hombro, pero Ruki sólo tembló.

 

—Te-tengo frío… Debe ser la fiebre. —Se estiró hacia la mesa para tomar sus cosas a modo de no tocar a nadie. Prácticamente no respiró, jaló su bolso de un aza, haciendo que cayera al piso muy cerca de sus pies, emitiendo un sonido sordo—. ¡Qué inútil! Vo-voy al baño mientras deciden.

 

 

Salió torpemente de la sala, y se sostuvo contra el muro apenas cruzar la puerta, respirando conscientemente para controlar el temblor en su cuerpo. Él hubiera querido que su departamentito se lo tragara cualquier día anterior, pero una extraña fuerza le hizo seguir trabajando y también le obligó a ir este día y cumplir con sus obligaciones.

 

—¿Qué diablos le pasa a la gorda? ¿Se ha vuelto diva? —Apenas unos segundos habían pasado de su salida y Aoi ya se encontraba externando su molestia.

 

—No sé quién sea ese enano que vino hoy, pero yo quiero a mi chibi de vuelta. —Uruha veía los objetos sobre la mesa con desinterés.

 

—¡No sé ustedes, pero yo me largo! Con esa aura tan extraña, no puedo terminar mis melodías.

 

 

Quejas sobre su persona, y más quejas. No… Takanori no lloraría…

 

Después de la noche en que Aoi le dejó en claro su repudio hacia su persona, ya no habían más lágrimas en su cuerpo. Lo que no te mata te hace más fuerte, ¿no? No le habían matado aunque lo pidió a gritos, así que no le quedaba más que volverse el más fuerte.

 

—¿No que habías ido al baño? —Ruki salió de sus pensamientos viendo a Aoi frente a él.

 

—Aaahh… no. Ya no me dieron ganas.

 

—… —Aoi lo miró como siempre—. En serio que cada día te entiendo menos. ¡Pero en fin, a mi no me importa!

 

Aoi al darse la vuelta para marcharse, sin querer le tiró el bolso, que apenas y estaba sujeto por dos dedos. Ruki volvió a ahogar un gemido al sentir “arrebatado” el bolso. Aoi ésta vez le miró extrañado, y podría jurar que debajo de esos lentes enormes, la mirada de terror del vocal, es lo que se encontraría.

 

El guitarrista chasqueó la lengua al ver que Ruki no hacía el menor intento de levantar sus pertenencias. Se acercó sólo un paso al vocal y éste temblando, hubiese querido fundirse con el muro a su espalda. Sus uñas se enterraron en la pintura y su respiración entrecortada se hizo audible. Su miedo quería salir a flote, y el único modo en que supo hacerlo fue gritando.

 

Apenas oírlo, Aoi le tapó la boca. Lo arrastró de vuelta a la sala al tiempo que sus compañeros salieron corriendo, sin entender nada lo metieron cerrando con seguro la puerta.

 

Ruki se retorcía bajo el cuerpo de Aoi, quien prácticamente le asfixiaba con su mano en la nariz y boca, mientras Uruha y Reita le sujetaban para que dejara de moverse.

 

Con el ajetreo, los lentes y el sombrero del vocal se habían caído, dejando ver sus ojos inundados en pánico y llanto. El pelo revuelto del menor, estaba completamente maltratado.

 

Sin darse cuenta, habían acercado al vocal hacia el sillón. Era tal el afán de calmarlo, que no notaron que chocarían contra éste, y al hacerlo, Ruki cayó de sentón casi con Aoi encima, que se alcanzó a sujetar con ambos brazos contra el respaldo. Fue ahí  que oyeron como Ruki se quejaba de dolor, su rostro se contrajo haciendo que dejara de gritar.

 

Los corazones de los cinco latían con fuerza, sólo Ruki sollozaba y sus puños apretaban con fuerza el borde del sillón. Sus piernas cerradas y apretadas la una a la otra, su espalda erguida e inmóvil.

 

—Ruki…

 

—Me iré… Les prometo irme lejos… pero no lo hagan. Por favor…

 

 

Takanori agachó la cabeza y fue ahí que al moverse y separarse su cabello, se notaron los faltantes en él. Aoi se separó de un brinco y Uruha ahogó el gemido de sorpresa.

 

—Taka… ¡¿Takanori, que te pasó?! —Kai le preguntó al borde del colapso. Ruki le miró a los ojos, fue así cómo salió del trance. Miró a su alrededor encontrando los rostros asustados de sus compañeros, una imagen que no quería ver.

 

—Nada.

 

—¡¿Cómo mierda dices que nada?! —Reita lo jaló de la ropa, levantándolo de un tirón—. ¡Acabas de tener un puto ataque de histeria, pánico, o yo qué sé mamada! ¡¿Y me dices que nada?!

 

—¡Reita, suéltalo! —Uruha trató de separarlos, pero la ropa desacomodada dejó cosas expuestas—. Ruki por Dios, ¡¿qué es eso?!

 

 

Todo sucedía en cámara lenta, todos procesaban lo acontecido de forma bizarra, Reita rompió la camisa del menor, dejando ver mordidas y arañazos en su cuerpo. El bajista le soltó con susto y asco, Ruki trataba inútilmente de cubrirse con sus brazos, pero Aoi le quitó la chamarra junto con la camisa ahora sin botones. La espalda estaba igual de maltratada o peor.

 

—Así que era eso... —Aoi bufó con sorna arrojándole la ropa al piso—. Te fuiste de regalada. ¡Y hasta te premian con días de descanso!

 

—No… Cállate, por favor… —Ruki lloraba amargamente, era tan ridícula la forma en que trataba de agacharse para recoger su ropa. Con desesperación se abrazaba a sí mismo—. Yo no…

 

—¡¿Tú no… qué?! —Aoi le empujó dejando muy en claro el asco que le tenía—. ¡¿Cómo te atreves a negarlo si tienes el cuerpo tan marcado?! Mira, si encontraste quien te hiciera el favor, eso no es problema nuestro. ¡Es tu culo y no nos interesa a quien se lo regalas! ¡Pero nos tienes trabajando como pendejos, porque tú tienes las nalgas cansadas! 

 

—¡No! Aoi… yo no quise… ¡por favor, cállate…! No digas eso… tú no…

 

—¡¿Qué no quieres que diga?! ¿Qué estabas tan urgido que quien sabe qué cosas fuiste a hacer? ¡Mientras nosotros hacíamos trabajo a marchas forzadas!

 

—¡No! Aoi, no es cierto…

 

—¡Es el colmo, Takanori! Al menos pide disculpas…

 

—¡CÁLLATE!

 

—¡¿Quieres que me calle, pero nos jodes el trabajo?! ¡Eres una puta, Takanori! No sabes el asco que me das.

 

 

Era tan penoso ver al vocal hacerse cada vez más pequeño, el dolor en su cuerpo era nada, a comparación de lo que sentía en su pecho. El único hombre, de quien le importaba lo que pensara de él, le tenía asco…

 

—Que… Qué bueno, en algo… en algo pode-podemos congeniar el senti-sentimiento. —Ruki se puso en pie trabajosamente, y ante la anonadada mirada de sus compañeros se desabrochó el pantalón—. Yo también me doy asco…  —Dejó caer su pantalón mostrando las marcas en sus piernas y rodillas. Unas notorias costras evidenciaban que le habían sangrado demasiado—. ¡Me doy tanto asco…! Pero eso no se compara… Ni idea tienes… de la repulsión… que esos tipos me tocaran. ¡Qué asco tener que vivir con ese recuerdo!

 

—Taka… ¿Cuándo pasó…? —Kai no se atrevía a tocarlo, pero era por temor a lastimarlo, aunque Ruki no lo entendió así.

 

—Hace una semana. —Ruki comenzó a vestirse ante la mirada de shock de sus compañeros—. Cuando salí del bar, unos hombres me abordaron y me subieron a una camioneta. —Ahora sus lágrimas salían pausadas y pesadas, llenas de cansancio—. Pasó en una construcción deshabitada, por… por más que grité, nadie me escuchó. Cuando terminaron, volvieron a subirme al auto, con la poca conciencia que me quedaba les pedí me mataran… Desperté en un hospital dos días después.

 

—¡¿Cómo es que no sabíamos nada?! —Uruha le pasó la chamarra por los brazos y al abrochársela, Ruki intentó huir—. Tranquilo, enano… Estás con nosotros. —Lo tomó de la cara con suavidad para mirarse a los ojos—. Nosotros no te haremos daño.

 

Por un momento el vocal dejó de sentirse miserable, Uruha lo abrazaba con ternura, y al sentir cómo pasaba a los brazos de Reita se aferró con fuerza dejando de llorar.

  

—Ruki… —Separó su rostro del pecho del bajista para mirar a Aoi—. Yo… Lo siento mucho. Yo no…

 

—Del asco has pasado a la lástima… No te disculpes Aoi, no lo necesito.

 

 

A partir de ese día, Takanori fue otro. Las cicatrices en su cuerpo desaparecieron en el transcurso de las semanas, pero las psicológicas simplemente le hicieron duro.

 

 

 

Notas finales:

 

Ando tan histérica... ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER! :D 

A quienes vayan al concierto de The GazettE aquí en México, por favor no olviden saludarme. ¡Me encanta conocer gente! 

 

Saludines! Ayose.1beso


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