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Casualmente por DraculaN666

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Notas del fanfic:

Hola :3 *silba inocentemente*

 

Ajá, yo todavía debo un epílogo, cof... juro que en esas ando (?)

 

Pero en fin, esta historia se la primetí a Mihaely Winter porque fue tan amable de caer en mis berrinches aunque no quería y yo dije que le haría una historia y pues... aquí está. Ella ya leyó la versión no correjida -lo sientooooooooo ;;o;;- y le gustó, así que yo soy gaymente feliz :3

 

Quería quitarme el cliché de los mejores amigos, pero justo cuando lo decido vienen y me piden dos historias así ): las jodidas ironias de la vida.

 

¿Quién soy yo para oponerme?

 

En fin, una historia rara como todo lo que escribo, aunque en realidad es bastante sencilla... igual a todo lo que escirbo :A

Notas del capitulo:

Como ya dije, esta historia es totalmente de Mihaely Winter (L)

 

Agradecimientos como siempre a LadyHenry quien aún acepta lo que escribo y piensa que es divertido. Lo cual agranda un poquito más mi moral y por eso la amo (L)

 

Advertencias: Eeeh... Autora dopada -como siempre- sexo entre hombres, cosas non santas, personajes algo chiflados y alguna que otra mala palabra porque me encanta.

 

La historia es mía, los personajes son míos, los lugares -que nunca se mencionan- también son míos. No presto, no vendo, no dejo que se hagan adaptaciones -sino me piden permiso- pero lo que si hago es dar puñetazos a imbéciles que creen que plagiar es divertido n,n

 

Cualquier parecido con la realidad, con personas ya sean vivas, escondidas, muertas o desaparecidas es pura coincidencia y producto de las drogas que ya no consumo (?)

1


—Yo te ayudaré. Te ayudaré porque lo que sientes no es normal. Y si él se llega a enterar, ¿qué es lo que harás? Te va a odiar para siempre. Pero yo te puedo hacer normal, y entonces serán amigos. ¿Eso es lo que quieres no? Prometo que dejará de ser doloroso y que yo seré lo único que esté en tu mente. Al contrario de él, yo te voy a querer por siempre…

Cerró los ojos en un vano intento por callar esa molesta voz en su cabeza. Habían pasado dos días desde que aquella mujer le había hecho aquella “oferta” –por decirle de algún modo- y no podía quitarse sus palabras de la cabeza.

No tenía ni idea de cómo se había enterado de su más oscuro secreto, pero una tarde llegó diciéndole que sus sentimientos por su mejor amigo no eran normales, que el amor entre dos hombres era una total aberración y que ella era la indicada para hacerle ver que lo correcto era una pareja entre un hombre y una mujer. Y aunque había usado otro tipo de palabras, sabía leer entre líneas y que toda aquella palabrería implicaba una ligera amenaza. Si la rechazaba, estaba seguro de que le diría a su amigo sobre sus sentimientos. Poner en evidencia todo aquello que tenía años callando era lo que más le aterraba, por esa misma razón estaba considerando seriamente aceptar la inusual propuesta. Al final tampoco tenía nada que perder.

Sin embargo, le molestaba sobremanera que catalogara de anormal sus sentimientos. Quizás no era demasiado común el sentir algo así por los de tu mismo género, pero decir que era una aberración era exagerar.

Soltó un suspiro resignado. No veía qué otras opciones podía tener. Quizás sino fuera tan cobarde las cosas serían diferentes, si tuviera un poco de valor y enfrentara los conflictos cara a cara tendría algún resultado positivo.

Desafortunadamente era un vil cobarde sin salida.

2

A Eric le habían ocurrido cosas inusuales en su vida.

No, en serio, cosas realmente inusuales. Quizás nada paranormal o encuentros del tercer tipo. Pero había cosas muy peculiares en su vida.

Charles, por ejemplo. Y era el mejor ejemplo, la verdad.

Conocerse había sido pura casualidad.

Una día como cualquier otro vagando por Internet, a la tierna edad de doce años, entrando y saliendo de foros. Viendo vídeos, fotos, escuchando música. Lo normal.

Pero en un foro cualquiera de un tema nada relevante había conocido a otro chico. Fue un simple comentario por parte de los dos que les llevo a horas y horas y horas y, de verdad, horas frente a la pantalla hablando de absolutamente nada pero diciéndolo todo. Películas, anime, música, caricaturas favoritas. Cualquier tema interesante para niños de doce años. Y las horas se hicieron días. Y los días meses.

Y la siguiente cosa que quizás pasó por casualidad fue que descubrieron que vivían en la misma ciudad –porque a Eric le picó la curiosidad preguntar y le sorprendió que después de tanto tiempo ninguno de los dos lo hubiera preguntado antes.

El detalle pasó sin pena ni gloria. Fue un “Oh vaya, qué casualidad” que con el tiempo y las platicas olvidaron.

Pero lo que definitivamente les llevó a creer que ya nada era tan casual y que quizás el destino estaba metiendo su cuchara, fue descubrir que iban a la misma escuela. No en el mismo salón, por desgracia, y porque eso ya habría sido una casualidad muy escalofriante. Es decir, ¿cuántas posibilidades existían de coincidir con alguien de tu mismo salón en un foro internacional? Así que ese fue el aliciente suficiente para decir “¿Quedamos a tal hora…?”

Así había sido cómo ellos dos se convirtieron en mejores amigos. Charles era un año menor que Eric, pero eso no evitaba que en los almuerzos quedaran para comer, charlar o algo por el estilo. No importaba demasiado el motivo, porque al estar juntos el tiempo fluía con rapidez. Tanto que nunca lo sentían y cuando el timbre de regreso a clase sonaba, los dos lucían verdaderamente decepcionados.

Y así fue también, como Charles se enamoró de Eric. Porque era natural estar juntos, hablar o estar callados eran los mejores momentos del día. Habían pasado cinco años pero siempre era como la primera vez, con temas de conversación irrelevantes que lo eran todo.

Pero eso, por supuesto, no lo sabía Eric, que también de alguna u otra forma se había enamorado de Charles. Pero era un conflicto de emociones que no podía afrontar porque Charles siempre había sido el hermano menor que sus padres nunca le dieron. Quizás no tenían el mismo cabello, ni los mismos ojos. En realidad, eran bastante diferentes. Eric era rubio y de ojos grises, no demasiado alto y bastante carismático. Charles, por otro lado, tenía el cabello oscuro, casi negro y unos ojos verdes algo caídos. Su actitud, a diferencia de su amigo, era más bien reservada. Aunque cuando se les conocía a los dos eran un cuento diferente. Alegres, bromistas y si alguien les pregunta a sus padres, todos afirmarían que de niños eran todo un caos con sus bromas y juegos. Por eso mismo para el rubio era difícil imaginar algo más con su mejor amigo. Pero seguirlo negando era una total estupidez, porque salir con una chica tras otra nunca daba resultados positivos y, en las muy contadas ocasiones en las que alguna chica se interesaba por su amigo, la llama de los celos burbujeaba en sus entrañas.

Así fue como aceptó que estaba irremediablemente enamorado de su mejor amigo.

Aunque eso no significó que tuviera las agallas de confesarlo abiertamente.

Porque por muy amigable y confiado que siempre pareciera, en realidad era bastante cobarde.

Y dos cobardes juntos a veces crean demasiados enredos.

3

Eric siempre creyó que el día que Charles le presentara alguna novia, podría sonreír como el idiota que era y felicitarlo de corazón, porque su amigo se merecía ser feliz con la persona que quería.

Sin embargo, el día en que el chico moreno llegó de la mano con una castaña de sonrisa odiosa y labios demasiado rojos, supo que algo no estaba bien en todo eso.

Porque Charles, a pesar de que todos veían una sonrisa en sus labios, no estaba verdaderamente feliz. Lo notaba en su mirada esquiva y ese ligero tartamudeo en sus respuestas.

Pero Eric se limitó a sonreír lo más sincero que pudo y decir:

—Ya era hora, compañero.

Y después intentar seguir con su vida.

O ese era el plan inicial, al menos.

4

Pero entonces, comenzaron los problemas.

5

Eric siempre pensó que si alguno de los dos –o los dos- conseguía novia, las cosas no serían muy diferentes. Seguirían pasando el tiempo como los mejores amigos que eran, irían a la casa del otro para hacer pijamadas entre videojuegos, cajas de pizza y la hermana menor de Charles, que era insoportable pero que aún así era mejor rival que éste en los juegos de lucha. Lo normal y lo que siempre había sido desde que se conocían.

Pero al parecer era al único al que le habían dado la información de ese plan, porque no pasó mucho tiempo antes de que el moreno dejara de ir a buscarle en los almuerzos, o que a la salida de la escuela le dijera escuetamente: “Me voy con mi novia”. O que simplemente las llamadas, las platicas por Internet y, bueno, toda la interacción en sí se esfumara por completo.

Y Eric podía aceptar que tuviera una novia. Podía aceptar su incomodidad al verlos caminar de la mano. Realmente podía aceptar todo eso, pero que Charles le dejara totalmente de lado era algo que nunca perdonaría ni dejaría que pasara de ningún maldito modo.

Así que, en su desesperación, le pidió ayuda a la persona que menos se le antojaba.

Alex, la hermana de Charles.

6

A Eric le han pasado cosas inusuales en su vida. Conocer a Charles, sin duda, se lleva el premio. Pero sincerarse con Alex y decirle que le gustaba su hermano desde prácticamente siempre y que ésta simplemente dijera: “Lo sé”, se acerca bastante al primer puesto de cosas inusuales.

Tuvo que tragarse una larga charla de: “Son tan obvios, no sé en qué universo paralelo crees que nadie se ha dado cuenta, si hasta nuestros padres casi sufren un infarto cuando Charles dijo que tenía novia y no novio. Juro que han planeado con tus padres el comprometerlos, daría lo que fuera por ser adoptada, todos están locos” y un sinfín de cosas más que al rubio sinceramente no le importaban demasiado.

— Y la verdad es que la odio —dijo casi al final, con una mueca de desagrado en el rostro.

— ¿Por qué?

—Parece tan falsa. Hay algo totalmente dulce y aterrador en ella que no termina de gustarme y Charles no parece muy emocionado. No sé, mi instinto arácnido me lo dice…

— ¿No será tu instinto de mujer?

—No veo la diferencia.

En realidad esa charla estaba entre las cosas más escalofriantes que le habían ocurrido a Eric.

7

La verdad es que Alex no era de mucha ayuda. Si bien desahogarse con alguien, y saber que sus padres no estaban en desacuerdo con eso de que le gustara un hombre, había sido un gran alivio. Pero la mujer pasaba la mitad del tiempo quejándose de cómo la novia de su hermano trataba de ganarse a todos con esa actitud “extremadamente dulce y de buena niña que seguro practica en el espejo todas las noches” con la otra mitad ideando cómo desaparecer cadáveres y trazar coartadas.

Algo loca la mujer.

Pero Eric es perseverante y sabía que en algún momento sería de ayuda. Eso o tomaría medidas drásticas y secuestraría a Charles para nunca más dejar que el sol –o su odiosa novia- lo volvieran a ver.

Sí, el no era la ejemplificación de la cordura.

8

Charles estaba desesperado.

No, en serio, estaba a punto de gritar por ayuda si era realmente necesario.

Salir con Sofía, su oh querida novia, era de las ideas más estúpidas que había tenido en su vida. Y Charles se caracteriza por tener ideas estúpidas constantemente. Pero esa se estaba llevando el premio.

La mujer estaba básicamente loca. Y no loca en el sentido lindo y agradable, como su hermana, que a veces tenía sus ataques raros pero soportables y le gustaba morder cosas… cosas como brazos de gente y así. No, Sofía estaba loca a un grado de: “Oh mi dios en que problema me fui a meter con esta psicópata”.

Lo que, según ella, había comenzado como un método para olvidar a Eric, alejarse un poco de él, no hablarle tanto y concentrarse solamente en su relación, terminó en tener cero interacción con hombres porque “una nunca sabe cuándo volverás a irte por el mal camino. Las mujeres, por lo menos, son terreno más seguro.”

Loca, loca, loca, maldición.

Pero las cosas no se quedaron ahí. Porque está loca, sí. Y también paranoica. De un día para otro consideró que las mujeres también son un peligro “una nunca sabe” y entonces él bromeó con que mejor le encerrara en un cuarto y la castaña, con un tono demasiado serio y aterrador, le respondió que no era una mala idea.

Charles estaba en un serio problema, y no sabía cómo salir.

—Todo tiene un límite, Sofía —había dicho una tarde, cuando sentía que las cosas realmente se estaban saliendo de control.

—No sé a qué te refieres —respondió la mujer desde su cama, con cara de desinterés absoluto.

—Esto tiene que terminar, no soy tu mascota ni nada por el estilo y ahora resulta que debo obedecer cada cosa que tú mandes. Así no funcionan las cosas.

—Oh, ahí te equivocas totalmente querido. Así es como funcionan las cosas desde que aceptaste. Tú sabes bien las opciones que tienes. Ser sincero con Eric y que éste te repudie para siempre, o ir por el buen camino conmigo.

— ¿Cuál maldito buen camino? Lo tuyo es puro chantaje. Ni siquiera has logrado levantármela.

Esa última frase fue como un detonante que hizo que, de un segundo a otro, la mujer estuviera a escasos centímetros de su cara, con el rostro contraído por la ira.

—Eso es porque no pones un poco de tu parte Charles. Pero ya te lo dije, yo te curaré y seré lo único que tengas en mente —intentó besarle, pero el moreno desvió el rostro.

—Mira, mejor vete por hoy, necesito pensar.

—Piensa todo lo que quieras —respondió tragándose el coraje—, pero ya sabes que no tienes demasiadas opciones. Eric, tan heterosexual y mujeriego, descubriendo que su mejor amigo es gay… ¿te lo imaginas? Yo sí, así que ten cuidado —salió dando un portazo, dejando de lado la máscara dulce y tierna pues no había nadie en la casa a quien impresionar.

O eso creía. Porque mientras Charles se lamentaba de sus malas decisiones, muy cerca de él una sonrisa digna del gato de Cheshire se extendía por los labios de una joven.

9

Eric siempre supo que el tener paciencia con Alex daría sus frutos. La mujer estaba loca, tenía el cabello de colores y una sonrisa algo ida, seguramente por dejarla caer tantas veces cuando era niña, pero si decía que iba a ayudar con algo, es que realmente lo iba a hacer.

O eso le gustaba pensar.

—En serio Eric, creo que tendrás que venderme tu alma o algo así por lo que tengo para ti.

— ¿Has pensado en medicarte?

—Mis padres lo han considerado, no sé porqué.

—Ni yo…

—Como sea, de verdad, me deberás la vida, o al menos tu colección de figuras de acción de la Liga de la justicia, por lo que te puedo ofrecer.

—Espera, espera, no te metas con mis colecciones mujer, ¿qué podría ser tan valioso que exiges eso como precio?

—Oooh, mi no querido y futuro cuñado, te estoy sirviendo en bandeja de plata a mi hermano y prefieres a esas figuras. Me duele saber que no le quieres tanto —sacó del bolsillo de su pantalón un pequeño USB.

— ¿Qué?

10

A Alex le gustan las casualidades. Como conocer casualmente a alguien por Internet que resulta ser tu mejor amigo o el amor de tu vida. Llegar casualmente a casa temprano y enterarte de cosas muy interesantes y, obviamente por casualidad, poder grabarlo con el celular. No sólo le gustan sino que le encantan porque hacen la vida más divertida y menos predecible. Como casualmente mezclar líquidos inflamables en el laboratorio de química cuando ni siquiera están haciendo experimentos y hacer volar medio salón entre risas estridentes y gritos de terror.

Bueno, quizás hay cosas que no pasan tan de casualidad.

Pero aún así Alex adora las casualidades porque, en realidad, considera que nada es casual, sino inevitable y que si las cosas pasan, es por algo verdaderamente importante. Y nadie debería intentar llevar la contra a eso. Por poco sentido que tenga. Así que Sofía es, básicamente y en resumidas cuentas, el enemigo. El enemigo que se está metiendo con sus casualidades y, lo que es peor, se está metiendo con su hermano.

Y eso sí que es imperdonable.

Por lo que la venganza, obviamente, no será ninguna casualidad.

Ni será benevolente.

11

Era una tarde cualquiera de un día cualquiera en una escuela cualquiera. Pero Eric debió considerar que dejar las cosas en manos de Alex iba a traerle problemas.

Después de ver la extraña cinta que le había dado –y de decirles un amargo adiós a su colección de figurillas de acción- había tenido un extraño conflicto de emociones. Se sentía feliz, eufórico, indignado, enojado y algo homicida. Por lo cual tuvo que tomarse algo de tiempo y relajarse triturando nueces para su madre porque así lograba sacar algo de frustración, y obtenía gratis algo de postre extra en la cena.

No podía creer que existiera alguien más loco que Alex, lo que era decir bastante. Y era de esas locas no agradables a las que sólo les quieres triturar todo lo triturable en su odioso cuerpo. Como su rostro. Sí, definitivamente podría olvidar el hecho de que era mujer y triturarle un poco el rostro.

Continuó un rato más con las nueces porque de seguir así correría sangre entre sus manos.

Tampoco podía creer que Charles le considerara tan ruin como para creer que podría odiarle por ser gay. Au contraire, mon amour, le habría dicho, por él mejor y de ahí a follar faltaba poco.

Pero no, joder, su amigo había preferido seguir el juego de esa arpía y él se sentía totalmente devastado. Prefirió salir con una mujer, alejarse de él, no contarle sus inseguridades y buscar apoyo en su mejor amigo, porque eso se supone que son, mejores amigos. Y a Charles no le importo.

Así que muchas de las nueces que trituró también fueron en honor de Charles.

Después de la cena estaba mucho más relajado y libre para pensar con claridad las cosas y cómo proceder desde ese momento.

Entonces llamó Alex.

Alex y sus ideas algo maniacas, pero ideas al fin y al cabo.

Ideas que no se molestó en compartir. Alex y su “Tú déjamelo tooodo a mi” con un molesto “Jiji” al final de la oración que sólo le dio escalofríos.

A eso se le llamaba estar totalmente jodido.

Así que ahí estaba, una tarde cualquiera, de un día cualquiera, en una escuela cualquiera, con una Alex más dopada que de costumbre diciéndole el plan a seguir.

—En serio, Alex, medícate, por favor.

—No, pero gracias por tu preocupación. ¿Recuerdas todo el plan?

— ¿Sirve de algo decir que no?

—No.

—Sí, sí lo recuerdo.

—Bien. Es por una buena causa. Al final no será tan malo —en el rostro de la chica se dibujó una mueca seria, muy poco común en su forma de ser—. Oye, ¿de verdad quieres hacerlo? Podemos pensar en otra cosa.

—No, está bien. Momentos desesperados, medidas desesperadas. Espero que a Charles no le dé un para cardiaco.

—Nah, a lo mucho se desmaya y se golpea la cabeza. Entonces le dará amnesia y tú podrás decir, cuando se despierte en el hospital: “Hola, soy Eric y soy tu novio de toda la vida” y comenzar una cursi historia de amor hasta que Charles recupere la memoria y te odie.

—Siempre tan positiva.

12

Charles, como ya hemos comentado, comete muchos errores constantemente. Malos pasos, a veces literalmente hablando, y decisiones precipitadas. Su vida es relativamente tranquila sin tener muy en cuenta esos momentos que preferiría bloquear y eliminar de su memoria. Como Sofía, aunque a ella eliminarla no siempre es suficiente.

En su vida nunca sucede nada fuera de lo común.

Aunque la palabra común aplicada en él es algo relativo, considerando que tiene una hermana algo chalada y a su mejor amigo lo conoció por Internet y está totalmente enamorado de él. Pero de ahí en adelante no sucede nada impresionante en su vida.

O eso creía hasta que una tarde cualquiera de un día cualquiera mientras caminaba de la mano con una cualquiera, Eric se paró justo frente a él, cortándole el paso, con un rostro entre serio, enfadado y ligeramente asqueado.

Oh-por-dios. Fue su primer pensamiento, seguido muy de cerca por un: ¡Lo sabe! ¡Ya lo sabe!

Por lo cual voltear a ver a Sofía fue su primera reacción. Aunque desechó la idea tan rápido como le vino, porque la mujer tenía la misma cara de circunstancia que él.

—Charles —dijo Eric ignorando totalmente a la mujer, con voz fuerte y segura.

— E-E-Er-Eric —tartamudeo el moreno con increíble dificultad.

Y si Sofía hubiera dicho su propio nombre habría sido una excelente parodia.

Desgraciadamente no lo hizo.

Los tres se quedaron un largo rato parados ahí, sin decir nada e ignorando la mirada de las personas que, curiosas, veían la extraña e incómoda escena.

— ¿Qué quie…? —iba a comenzar a decir la mujer, pero fue rápidamente interrumpida.

— ¿Sabes Charlie? —Comenzó a hablar el rubio, viendo que por fin alguien rompía el silencio y no deseando escuchar más de lo necesario la voz de esa mujer.

—No, no sé —fue la sincera respuesta que obtuvo.

—No, imagino que no, yo tampoco lo sabía.

Oh dios, oh dios, oh dios, oh dios, oh dios. Era lo único que se repetía como un eco en la mente del moreno.

—Me gustas, siempre me has gustado, nunca te lo iba a decir, de verdad que nunca lo iba a decir, pero me estoy desesperando y esta mujer es odiosa y oh joder, es demasiada presión, con la loca de mi hermana es más que suficiente así que, por favor, por favor, por favor, no me odies —fue lo que salió de entre los labios del menor, que había cerrado los ojos fuertemente, sentía que su corazón estaba corriendo la maratón dentro de su pecho y juraría que eso que tronó entre sus manos eran los huesos de la mano de Sofía, la cual había apretado para infundirse más valor.

La sonrisa que se formó en los labios de Eric hizo botar el corazón de más de una persona, Charles y Sofía incluidos, y las veinte personas que tenían de público también. Una sonrisa que se extendía hasta sus ojos y que pregonaba que en ese mismo instante era la persona más feliz del mundo.

—Ya escuchaste, zorra —dijo el rubio sin borrar su sonrisa—. Deja de tocar lo que es mío.

13

Creer, ilusamente, que después de eso seguía una serie de besos románticos y melosos frente a un público que aplaudiría conmovido fue una vil falacia. En primer lugar, tuvieron que separar a Sofía de Eric, pues la chica se había lanzado sobre el otro en un ataque de furia y el hombre, olvidando que era una mujer a lo que se enfrentaba, no dudo en poner un poco de su parte.

—Soy gay, se me perdona el golpear un poquito a una mujer… ¡sólo le jalé el cabello!

Después, cuando todo estaba un poco más tranquilo y sólo era Sofía lloriqueando que ella amaba a Charles y quién se creía ese “rubio de bote” para separarlos, cuando Alex apareció de… de realmente nadie sabe dónde, y se lanzó contra la castaña gritando cosas sobre el destino, las casualidades y su adorado y virginal hermano mayor.

— ¡Nunca se la pusiste dura, zorra! —Había gritado en algún momento la chica.

—Ay dios… —jadeó Charles deseando desaparecer de las faz de la tierra.

Lo que sigue de ahí son largas horas en la dirección.

14

Los cuatro fueron suspendidos durante una semana. Sus padres solamente negaron con la cabeza después de escuchar toda la historia y hablar con los muy apenados padres de Sofía, quienes hicieron buenas migas con los padres de Charles hablando sobre medicamentos y psiquiátricos para jóvenes. Entre las chicas tuvieron que poner casi toda la ciudad de distancia para que no siguieran con sus intentos de homicidio. A Eric y a Charles los dejaron, casualmente, solos en casa del primero.

Después de todo el incómodo momento y dejar que las cosas se calmaran un poco, ninguno de los dos había podido dejar de mirar al otro. Eran miradas cargadas de sentimiento acompañadas de sonrisas tontas y, casi, casi, corazones flotando a su alrededor.

Al principio el moreno tuvo un conflicto de emociones, pensando en las estupideces que había pasado para que al final las cosas no salieran tan mal y sólo fuera él empeorando todo por sus miedos. Eric ni siquiera tenía ganas de reclamar nada, sólo quería tirarse a los labios del otro y succionarle el alma si fuera posible. Pero era como si ninguno se atreviera a dar el paso.

Entonces fue el rubio quien, por fin, decidió terminar con toda la distancia. Porque había sido, al final, Charles quien gritara todo lo que tenía dentro sin dejarle a él decir su muy cursi discurso, el cual había preparado a conciencia y hasta memorizado, solamente para no decirlo. Así que el placer de ser el primero en besar fue todo suyo.

Sentir sus labios, simplemente presionados unos contra otros, fue maravilloso. Pero cuando por fin los separaron un poco y comenzaron a rozarse entre ellos, humedeciendo un poco con la lengua hasta que los dos estuvieron totalmente fundidos en un beso húmedo y caliente, era lo mejor que le había pasado, después de conocer a Charles, obviamente.

También fue el primero en colar una mano entre las ropas, acariciando la espalda y el pecho, sintiendo en su boca la vibración de los gemidos del moreno, quien le enredó sus brazos alrededor del cuello de forma tan firme que dudaba que algún día fuera a soltarlo.

En algún momento los dos pensaron en que sería mejor irse a alguna habitación y no dejarse llevar en medio de la sala. Pero era demasiado tarde, porque ya se habían dejado llevar y para cuando se quisieron dar cuenta ninguno de los dos tenía ropa.

Sorprendentemente fue Charles quien comenzó a tomar iniciativa y con sus manos acariciaba de arriba abajo el miembro del rubio, subiendo y bajando a un ritmo lento, apretando la punta y volviendo a bajar con su mano lubricada por el líquido que dejaba escapar el glande. Eric acallaba sus gemidos mordiendo los labios del moreno, quien poco a poco comenzó a bajar entre besos, desde su rostro hasta su pecho, bajando todavía más hasta que sus labios se toparon con la punta del húmedo miembro.

Desde su posición volteó a ver a Eric, dibujando una sonrisa en sus labios, algo tierna y pícara. No tenía nada de experiencia, pero le sobraban las ganas, así que de forma lenta y pausada, el miembro del rubio desapareció entre sus labios.

Eric puede asegurar que nunca en su vida había dicho el nombre de tantos dioses, tantos demonios y alguna que otra grosería al mismo tiempo. Tampoco era consciente de que supiera tantos. Quizás algunos se los inventó. Pero sentir esa calidez y humedad subir y bajar de forma tan lenta, sintiendo cómo la garganta del moreno se abría y se cerraba, acostumbrándose al movimiento le estaba volviendo loco. No era la primera mamada que le daban, pero esa no se comparaba con ninguna otra que le hubieran hecho.

Y no era por esas cosas cursis de que era alguien que de verdad le gustaba y blah blah. No, era porque parecía que Charles realmente disfrutaba, concentrándose en lo que hacía, no como sus ex novias que intentaban terminar rápido con el asunto y seguir con sus vidas. Tuvo que usar todo su autocontrol para no tomar la cabeza del moreno y, de verdad, follarse su boca.

Pero definitivamente tuvo que ser rápido y separar a Charles de su miembro antes de que le hiciera terminar. Observó entre jadeos y unas cuantas maldiciones como el moreno se limpiaba la saliva de sus labios y le miraba con una expresión tan inocente que debía ser ilegal.

— ¿Qué tal?

—De puta madre, joder —fue la mejor forma en que pudo expresar los temblores de su cuerpo.

Ahogó la risa de Charles con sus labios y se adentró todo lo que pudo en ellos. Había un regusto diferente en su boca, pero era la boca de Charles ¿y qué más daba? Le gustaba besarle.

Juntó los dos miembros, dejando que la humedad de los ambos se mezclara e intentando humedecer al mismo tiempo todo lo que podía sus dedos, sin dejar de besarse en ningún momento.

Charles respingó cuando sintió cómo un dedo intruso acariciaba su entrada, haciendo círculos tímidamente, pero sin alejarse en ningún momento. El primer dedo en su interior se sintió extraño, como algo que no debía estar ahí. Entraba y salía de su cuerpo a un ritmo lento, como el beso que le estaba dando Eric. El segundo definitivamente dolió. Se abrían y se cerraban dentro de su cuerpo, obligando a que se acostumbrara a ser invadido. El tercero fue una mezcla entre incomodidad y dolor que demostró enterrando sus uñas en la espalda de Eric. Que los tres entraran y simularan una penetración le creaba extrañas sensaciones en el cuerpo. No sabía si le estaba gustando o no. Pero su cuerpo no mentía al demostrarle que seguía totalmente erecto y los jadeos entre sus labios eran signo de placer. Pero cuando terminó de convencerse por completo y dejarse hacer a voluntad del rubio, fue cuando uno de esos dedos tocó algo en su interior. Un algo que removió por completo su cuerpo, como una corriente eléctrica que se expande a lo largo de su columna y termina en su boca como un sonoro gemido.

Esa fue la señal que tomó Eric para sacar sus dedos, entre las maldiciones de Charles que le exigía continuar. Y eso era genial porque el moreno nunca decía malas palabras, entonces significaba que estaba haciendo muy bien las cosas.

Con algo de presión y un poco más de saliva, la erección de Eric desapareció totalmente entre las nalgas del moreno, quien lanzó un jadeo tan fuerte que seguro medio vecindario ya se hacía una idea de qué pasaba en la casa.

Los músculos de Charles habían cedido por completo, pero no por ello había sido menos doloroso. La embestida había hecho que el miembro del rubio diera directamente con su próstata, así que había un horrible dolor combinado con un increíble placer y Charles realmente se estaba planteando eso del masoquismo.

Pero como está de moda y el odia estar a la moda, prefirió concentrarse en la sensación de sentirse plenamente lleno por el miembro de Eric, sintiendo como su pene palpitaba dentro, deseoso de comenzar a moverse. Meneó sus caderas un poco, dudando de que las palabras salieran de sus labios y agradeció que Eric fuera lo suficientemente listo como para captar el mensaje.

Los primeras movimientos fueron lentos y algo inseguros, pero conforme pasaba el rato, Eric tomaba confianza, guiándose por los audibles gemidos del moreno, quien tenía sus uñas firmemente clavadas en su espalda. Sentía cómo el calor le envolvía por completo, no sólo en su miembro sino por todo el cuerpo. El sudor comenzó a impregnar sus cuerpos, facilitando la fricción y los movimientos que en ese punto ya eran totalmente erráticos. Sus oídos estaban saturados por los gemidos del otro y el sonido húmedo de sus cuerpos al frotarse y chocar contra el otro.

Charles perdió una de sus manos entre sus cuerpos, sin dejar de aferrarse con la otra al cuerpo del rubio, buscando aliviar su erección. Eric fue el primero en terminar, maldiciendo un poco mientras enterraba el rostro en la curvatura del cuello del moreno, dejando salir todo dentro del cuerpo del otro. Antes de que los últimos vestigios de su orgasmo se evaporaran, y sin dejar de moverse por completo, el rubio llevó una de sus manos hasta la erección del moreno, quien asimilaba como podía el mar de sensaciones que embargaban su cuerpo. Charles se vino con un gemido un poco más discreto que los demás, bañando su pecho con su propia esencia y respirando con algo de alivio.

Los dos se quedaron totalmente quietos, Eric aún sobre Charles, tratando de volver a respirar con algo de normalidad. El ambiente se sentía caliente y húmedo. Sabían que debían apresurarse y organizar un poco el lugar, pues era obvio lo que habían hecho y los padres del rubio podían llegar en cualquier momento.

— ¿Dónde aprendiste a chuparla así?

—En el mismo lugar donde tú aprendiste a follar así.

— ¿Internet?

—Alabado sea el porno.

Los dos soltaron una risa algo estúpida, pero completamente satisfecha.

Notas finales:

Au contraire, mon amour: Al contrario, mi amor.... necesitaba traducirlo? .___.


Ajá, esa soy yo escribiendo a las 3 a.m.... como siempre :P

Malas costumbres que nunca me puedo quitar.

Y como hace mucho que no hablamos (?) hablaré un poco por aquí... y porque al parecer no tengo nada mejor que hacer con mi vida.

Dra-chan -yo- ya trabaja. Como la buena adulta que no es. No es un trabajo difícil, sólo atiendo una tienda pero... Miren, no soy el ser humano perfecto, pero en estos meses que llevo trabajando me he topado con gente imposiblemente pendeja con sus preguntas imposiblemente más pendejas. Entre saber si la etiqueta del precio "¿Es el precio del producto?" Y sus preguntas de "¿Puedo ver lo que hay?" aunadas a mis respuestas de "No señora, no puede, sólo son para que yo las mire" no sé cómo no he matado a nadie.

Mucha fuerza de voluntad. Lo que es peor, me tratan de psicologa. Me acabo de dar cuenta que decidir no estudiar psicología ha sido una de las ideas más inteligentes que he tomado :P pero al parecer sí tengo cara de psicologa porque... en fin, si yo les contara de las cosas que me he enterado trabajando, se echarían un par de risas, llorarían y una que otra nausea también sentirían. Descubrí que en realidad soy muy buena vendedora porque tengo una linda cara de niña buena en la que todos confían :P

En fin, ya me callo, que a nadie le importa.

Reviews, amor, chocolate, dinero, odio y malas palabras, todo lo quiero :3

¡Viva el porno caramba!


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