Prólogo
-¡Golpe! Punto para el equipo rojo- el soldado se retiraba de su oponente y celebraba con sus compañeros- equipo marrón, ¿desea continuar?
-¡Por supuesto! Los guerreros del clan Takeda nunca se dan por vencidos.
-¡Ja, ja, jajajajaja!- Takeda Shingen se reía desde su puesto de observador mientras un chiquillo jugueteaba alrededor de la pista- ¡así es muchachos! ¡Los hombres de Kai son perseverantes!
-Capitán, Sanada está...- comenzó Sasuke.
-¡Yukimura!- gritó al pequeño que correteaba cerca a la arena de batalla- ¡ven acá!- el chico corrió hacia el Tigre De Kai.
-¿Qué sucede, Oyakata-sama?- emocionado por los combates, sus ojos estaban abiertos y sonreía.
-No te acerques mucho, pequeño.
-Pero, Oyakata-sama, yo quiero aprender a usar una espada...
-¡TONTO!- todos quedaron en silencio ante el grito del jefe- ¡ningún hombre importante en el Clan Takeda usa una espada! ¡Lo sabes bien!
-Pero...- un puchero se colaba en el rostro del chico de 10 años con yukata roja, su color favorito.
-¡PERO NADA!- se levantó enojado con el chico- Sanada Genjirou Yukimura, ve y piensa en lo que dije y lo que dijiste- caminó hasta estar más cerca a la arena de batalla, donde el equipo rojo y el marrón, ambos de Kai, se disputaban en una batalla con espadas, por motivos recreativos- ¿quién les dijo que se detuvieran?
-¡Aaaaaah!- los equipos volvieron a enfrentarse y se reanudó el festival. Los fuegos artificiales refulgían en el cielo nocturno.
-No es justo- el pequeño Yukimura se quejaba mientras se alejaba del ruido y la diversión- sé que debo luchar con las lanzas que me dio Oyakata-sama, pero me gustan las espadas, no mas que las lanzas, pero me gustan- cogió una ramita del suelo y la puso frente a él- uno, dos- la balanceaba de atrás al frente con fuerza, pero en un momento perdió el equilibrio y cayó, con la ramita quedando a un lado. Se sobó la espalda con frustración.
-¿Estás bien?- inquirió una voz desconocida para el chico. Alzó la vista y se encontró con una mano extendida.
-Si...- la tomó y se levantó, observando al dueño de su apoyo- gracias...
-Masamune, Date Masamune- le respondió un chico, aproximadamente tres años mayor, con cabello castaño y ojos azules, azul el que se podía apreciar, el derecho tenía un parche. Se fijó mas en el muchacho y observó que tenía tres espadas colgadas del obi índigo que sostenía su simple yukata azul claro.
-Masamune...- dijo bajito, nunca había conocido a otro chico, casi de su edad, y no sabía como hablarle. Así que comenzó por presentarse- soy Sanada Gen-genjo-genjijo...- se trabó en ello, aun no era capaz de pronunciarlo.
-Genjirou- le ayudó Masamune, sonriendo.
-¡Si!- sonrió- Sanada... Eso, Yukimura. Sanada Yukimura. Soy de aquí, de Kai. ¿De dónde eres?
-De aquí... De Japón, quiero decir.
-¿Dónde vives?
-Lejos... Muy lejos- miró al cielo estrellado.
-¿Qué haces aquí? ¿Estás perdido?- se preocupó.
-No pequeño- le palmeó la cabeza- vine a entrenar un rato- sacó una de sus espadas.
Los ojos de Yukimura se abrieron desmesuradamente, maravillado de ver una espada tan de cerca.
-¿Te gusta?- le preguntó Masamune viendo la cara del chico.
Asintió apenado.
-¿Quieres aprender?- sacó otra y se la dio.
Feliz, sostuvo la espada que le habían prohibido desde siempre.
-¿Nunca habías tenido una espada en tus manos?- extrañado, toma las manos de Yukimura y las acomoda en el mango del arma.
-Nunca- sonrojado, bajó la mirada a las manos juntas y luego lo miró fijamente- a Oyakata-sama no le gusta que los hombres importantes del clan usen espadas.
-¿Por qué?- preguntó algo ofendido por el extraño razonamiento del Tigre De Kai.
-No lo sé, pero él piensa que es para débiles una espada.
-That's not true!- gritó en su segunda lengua. El pequeño lo miraba confundido.
-¿Qué has dicho?- asustado, se separó de Masamune, pensando que era un monstruo o un brujo que venía por él. Masamune lo miró extrañado.
-Lo siento- se carcajeó suave para no ser oído por alguien más que el Cachorro- supongo que no conoces el inglés. Lamento asustarte, no lo volveré a usar...
-Hazlo- le pidió desde el suelo, donde le sonreía- es que... Me asusté, pero no me molesta, sólo... Es que no entiendo.
-También te enseñaré.
-¿Qué fue lo que dijiste antes?
-Que eso no era cierto, los que usamos espadas no somos débiles- de nuevo le alargó la mano al chico y le ayudó a ponerse de pie. Le entregó la espada y, otra vez, acomodó las manos de Yukimura en el mango- ¿tu piensas eso también?
-No, yo creo que todos son fuertes en lo que hacen- sostuvo la espada con fuerza- ¿y ahora qué hago?
-Primero debes hallar el equilibrio en tu cuerpo... ¿Has usado algún arma alguna vez?
-Si, entreno con Sasuke y Oyakata-sama con unas lanzas.
-¿Y cómo es tu posición?
-Así- pasó un pie para atrás y el otro adelante en una diagonal, depositando la mayoría de su peso en el pie de atrás.
-Wow...- sorprendido de la perfecta posición del chico, empujó un poco el hombro, esperando que perdiera el equilibrio y cayera, pero nunca sucedió- es perfecta.
Yukimura se sonrojó a mas no poder, nunca le habían dicho algo así, con la sinceridad que destilaba la suave voz de Masamune en la noche.
-Masamune... Dono, ¿qué es perfecto?
-Tu... Posición- apartó la mirada del chico, se hizo a su lado y se acomodó al igual que Yukimura, sosteniendo la espada- ahora mira- lanzó un golpe al frente- hazlo- Yukimura lo imitó- good!
-Masamune-dono, ¿por qué tienes ese parche en el ojo?- preguntó curioso.
-Una cicatriz- le respondió indiferente y atacó al aire, Yukimura lo imitó.
Y esa noche, entrenaron juntos, a la luz de la inexistente luna y los fuegos artificiales.
-¿A dónde va, Danna?- preguntó Sarutobi Sasuke al chiquillo que salía disparado por la puerta, como tantas otras veces.
-A... ¡A dar una vuelta!- y desapareció entre el pequeño bosque, donde lo esperaba su maestro de kendo, Date Masamune, un secreto guardado entre ellos mismos.
-Déjale Sasuke- lo detuvo Takeda Shingen- el amor joven vuela por los aires.
-¿Amor?- preguntó confundido- Danna solo tiene 11 años.
-Pero se le nota la emoción en los ojos, ver a esa persona, apuesto que se va a encontrar con una chica del pueblo, ¿no has notado que sale todas las noches?
Mientras Sasuke y el Tigre De Kai discutían las razones de las escapadas de Yukimura, el Cachorro iba en busca de su maestro.
-Well done, Yukimura!- le gritaba al chico que balanceaba la espada por encima de su cabeza- descansa un rato, ven- palmeó un espacio de roca contiguo vacío- traje algo para ambos- desempacó unos onigiri y le ofreció al agotado alumno.
-Gracias, Masamune-dono- lo recibió y se sentó a su lado. Comieron en silencio.
-Yukimura...
-Masamune-dono...
Hablaron al tiempo, causando una risa en el maestro y un sonrojo en el alumno.
-Habla primero pequeño.
-Masamune-dono, ¿cuánto llevamos entrenando?
-Casi seis meses- mordió el onigiri y tragó.
-Es mucho- mordió también y migajas de arroz quedaron pegadas en su boca y sus mejillas.
-Ja, tienes que tener mas cuidado- limpió uno por uno los granos de arroz de la cara roja de Yukimura y los llevó a su boca- abre- el chico obedeció y Masamune depositó suavemente los granos en la lengua del chico, causándole un mayor sonrojo.
-¿Qu-qué era lo que iba a decirme, Masamune-dono?
El rostro del aludido se ensombreció y lo miró con tristeza.
-Me tengo que ir, Yukimura.
-¿¡Qué?!- el rostro del chico se contrajo de tristeza- ¡no!- pequeñas lagrimillas se escapaban de sus ojos avellana- ¿por qué me vas a dejar?- susurró, apretando el brazo de Masamune.
-Lo siento Yukimura- acarició el rostro gacho- tengo que irme, no puedo estar aquí tanto tiempo.
-¿Por qué? Nadie te ha dicho que te vayas.
-No es por que me hayan dicho eso- le sonrió, pero el chico no lo vio, su frente estaba pegada al brazo de Masamune y lloraba desconsolado- me he escapado de mi casa- levantó la mirada y la avellana halló el azul- llevo seis meses fuera Yukimura, preocuparé a... A alguien.
-Me vas a preocupar a mi si te vas- le confesó- te quiero, Masamune-dono, no quiero que me dejes, eres el único amigo que he tenido, ¡no quiero que te vayas!- se abrazó a su maestro y este le devolvió el abrazo.
-También te quiero, Yukimura, pero no puedo quedarme más. Te juro que volveré por ti- acarició la cabellera castaña- volveré a enseñarte kendo y lucharemos juntos, ¿trato?- le enseñó su meñique.
-Tra-tra-trato- aspiró fuerte y se limpió las lágrimas, miró el meñique y extendió el suyo, juntándolos- no te olvidaré, Masamune-dono, te lo prometo.
-Gracias Yukimura- besó la mejilla derecha del chico y se levantó de la roca en la que estaban sentados- ahora, promete que no le dirás nada a nadie.
-Te lo prometo- puso su mano en el pecho, cerca a su corazón.
-Gracias- sacó una bolsita vinotinto y soltó el cordón dorado que la cerraba, sacó unos polvos azules y los esparció a su alrededor.
-¿¡Qué estás...?!
-Me voy a casa- y, entre el humo azul oscuro desprendido del polvo arrojado, desapareció Date Masamune.