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Dust por Yoshita

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Notas del capitulo:

Lo lamento por demorarme, pero había tenido muchas cosas en medio, mis mas sinceras disculpas.

Una aclaración, Masamune y Yukimura ven el lugar donde Masamune vive como un enorme castillo medieval, Motochika y Motonari lo ven como una de esas mansiones japonesas y antiguas, y Kojuuro la ve como un enorme jardín con cabañas; lo único que es igual para todos es la torre en la que Masamune fue encerrado por Kojuuro.

Especialmente para esa licántropa que me ha pedido actualizar, aquí está, loba aburrida

Despuntando el alba, la luz del sol se colaba por la rendija del techo de la habitación de Masamune y un calor embriagaba a los chicos que dormían entre cobijas y enormes almohadones. El Dragón despertó primero y embelesó un momento de su mañana con la vista plena de un Tigre dormido. Respiraba suavemente y su boca estaba medio abierta, el desordenado pelo café se esparcía por toda la almohada y los brazos tenían preso un enorme cojín azul. Masamune acarició la mejilla del chico, causándole un ligero rubor, pero no logrando despertarlo. Se levantó de la improvisada cama y salió al encuentro de quienes fuera que se encontraran afuera, lo mas probable era que el chico del Mar y el del Sol fueran los que estuvieran causando el alboroto desde tan temprano.

-No me equivoqué- musitó al encontrar una escena bastante empalagosa en el pasillo.

-¡Mo-to-chi-ka! Quítate de encima- Mouri separó al chico de cabellos plateados de si y se despegó de la pared donde estaba preso. Estaba avergonzado, se notaba en sus mejillas carmesíes.

-No es lugar para hacer eso- afirmó Masamune divertido, con una sonrisa ladina y los ojos pícaros- para eso tienen una habitación- hizo un ademán con el cuerpo, uno teatral y exagerado, indicando el paso libre del pasillo a su habitación.

-Allá te daré todo lo que quieras- susurró Motochika en el oído del chico de verde, quien se sonrojó al notar el doble sentido que destilaba de la voz del chico del Mar- y tu Masamune, ¿cuando le darás a tu Cachorro lo que quiere?

-¿¡Có-cómo sabes lo que él quiere?!

-¿Lo que yo quiero?- Yukimura salió de la habitación rascando sus ojos y su cabeza, alborotando su cabello café- ¿qué es eso?

Masamune vio como su pequeño felino caminaba adormilado por el pasillo hacia él. Los cabellos alborotados se movían con la brisa matutina.

-Good morning, my love- le dijo de la manera más tierna de la que era capaz- ¿descansaste?- le preguntó mientras extendía su mano y tomaba la del Tigre para poder acercarlo a él y abrazarle con amor.

-Si, Masamune-dono... Buenos días- saludó a Motochika y a Mouri quienes estaban parados frente a él.

-Él es Chosokabe Motochika- lo señaló- y este es su pareja, Mouri Motonari- señaló al chico verde quien le dirigió un asentimiento de cabeza al Cachorro.

-Un placer conocerles- Yukimura se apartó del abrazo de Masamune e hizo una leve reverencia- mi nombre es Sanada Genjirou Yukimura, soy... Eh...

-Mi pareja- añadió Masamune ante el titubeo del Tigre.

-Eres curioso chico- Motochika alborotó los cabellos cafés con su mano- déjame preguntarte una cosa.

-Motochika- le dijo Mouri demandante, él no debía inmiscuirse en relaciones ajenas.

-Calla cariño- le dijo para hacerle rabiar, sabía que detestaba que le hablaran con expresiones de amor- dime, ¿dormiste anoche?- dejó que el doble sentido se colara entre las letras.

-Si, muy bien, ¿por qué?- la inocencia de Sanada Yukimura era enorme, los ojos de Motochika se abrieron enormes al no creer lo despistado que era el chico ante su broma morbosa.

-¿Quieres decir que Masamune aun no te ha dado... Algo?- intentó que sonara aun mas sucio.

-¡Motochika!- el Dragón y Mouri le gritaban al hombre de los mares enojados, sin embargo Sanada Yukimura seguía imperturbable y sin conocer los verdaderos motivos tras las preguntas de Chosokabe Motochika.

-No... Pero si él ha de darme algo, ¡también yo le daré algo a él!- Chosokabe chocó su palma con su frente, era demasiado inocente, más de lo que podía soportar.

-No hablo en ese sentido chico...

-¿Entonces?

-Pues...

-Na, na, na- Masamune abrazó a Yukimura ocultando su cabeza- no oyes nada, nada de nada- le hizo gestos a Mouri de que se llevara a ese pervertido para poder irse con el Cachorro. Cuando la pareja dispareja desapareció del pasillo, Masamune soltó el agarre sobre el chico rojo- lo siento- acarició la mejilla roja de Yukimura- pero no iba a dejarte ser blanco de los comentarios obscenos de Chika.

-¿Obscenos?

-Olvídalo- le sonrió, alegrándose de que su hermoso Cachorro de Tigre fuera como era- ¿vamos a ir a Kai?

-... Si...- dijo bajando la mirada- es... Necesario...

-Va a estar todo bien- alzó con un dedo la barbilla de Yukimura- voy a estar allí siempre, confía en mi, no te volveré a dejar nunca, nunca en mi vida- le juró y besó con suavidad los labios del chico felino, quien enredó sus manos con los mechones cafés del Dragón Tuerto. Se separaron y contemplaron los ojos del otro, perdiéndose en miradas que decían todo y nada- vamos- tomó la mano de Yukimura y entraron a la habitación- pero primero debemos ponernos decentes.

La ropa de Yukimura yacía en la habitación de Masamune, doblada y dispuesta al lado de la del Dragón.

 

-¿¡Que el chico qué?!- gritaba Takeda dentro de Kai al recibir el reporte de su nuevo general.

-Así es, Taichou, Sanada Yukimura desapareció frente a nosotros. Se lo llevó un hombre extraño vestido de azul.

Sasuke prestaba atención a lo que el general narraba a Takeda, sonriendo para sus adentros, Yukimura había encontrado al fin a su maestro espadachín.

"Maeda debe enterarse de esto" se dijo y salió en busca del chico que estaba en la cárcel de Kai. La facilidad de un ninja para moverse entre la naturaleza sin ser visto fue nuevamente agradecida por Sarutobi Sasuke, quien evadió a los guardias y entró a la cárcel, buscando la celda en la que Maeda Keiji había sido puesto.

-Maeda-dono, ¿está por aquí?

-Sasuke, ¿crees que escaparía?

-Tal vez- rió y se situó frente a la celda, viendo a Keiji relajado tirado sobre el suelo con sus brazos detrás de su cabeza y las piernas elevadas en el muro de piedra- Danna lo ha encontrado.

-¿Yuki? ¿A quién?... No me digas que...

-Halló al Dragón- se sentó y cruzó las piernas- bueno, el Dragón lo encontró a él y le salvó el pellejo de nuevo.

-¿Qué quieres decir?

-El general lo había encontrado en el bosque, estaba a punto de atraparle pero llegó el Dragón y, según contaba, desaparecieron entre polvo y humo azules.

-¿Pero qué...?

-Lo sé, es extraño, pero eso fue lo que sucedió. Los buscaron el resto de tarde y toda la noche, llegaron hace poco y nos han relatado la historia tres veces para, incluso, ellos mismos creerla.

-Vaya... Me alegro por Yuki.

-Ahora, ¿cómo voy a sacarlo de ahí?

-Calma Sasuke, estoy aquí por mi propia culpa, ya me las arreglaré.

-Pero...

-¡Abran!- la voz de Takeda Shingen retumbó desde la puerta y entró. Sasuke se escondió, sin embargo Takeda lo detuvo- Sasuke, quédate. Maeda Keiji, quedas libre, aunque debería matarte por ayudara un prisionero a escapar, tu familia es una buena alianza, así que he decidido darte una segunda oportunidad- el guardia abrió la puerta y dejó salir a Keiji.

-Gracias Takeda-dono, de verdad.

-No digas nada- le dio la espalda y salió de la cárcel, seguido por Sasuke y Keiji.

-¡Takeda-dono! ¡Takeda-dono!- un soldado llegó agitado corriendo- ... Es... Es... Allá...- señaló a las puertas de Kai, donde dos hombres se abrían paso entre los soldados.

-Imposible...- susurró el general, quien había acompañado a Takeda hasta la puerta de entrada a la cárcel- ¿cómo...? ¿Pero...?

-Yuki...- susurró Keiji ante la emocionante visión de Sanada Yukimura y un hombre vestido de azul entrando a Kai con paso calmado y expresión seria. Masamune tomó la mano de Yukimura y continuaron avanzando hacia Takeda, Sasuke, Keiji y el general.

-Oyakata-sama- habló Yukimura al detenerse a poca distancia del grupo de hombres, estando rodeado por los soldados de Kai- he encontrado mi hogar, uno en el cual no tengo que esconder mis gustos por miedo- apretó los puños- me voy, pero no como un fugitivo, sino como alguien que...

-Encontró su lugar- complementó Masamune.

-Nunca quise hacerlo enfadar o defraudarlo, pero el hecho de usar una espada me parece interesante. Y si no puedo hacerlo aquí, me iré a este lugar donde...

-Está la persona amada- complementó Sasuke.

Takeda bajó la cabeza y miró al suelo.

-Eso... Eso... ¡Eso no justifica que me hayas desobedecido! ... Y eso que yo te di todo... Eras... Como mi hijo... ¿Por qué Yukimura? ¿Por qué...? ¡Guardias!

Arréstenlos- miró desafiante a Yukimura- a ambos- sentenció.

-¡No! Masamune-dono...- volteó para encontrar a su Dragón rodeado de soldados de Kai, le era fácil, después de todo era un muy buen espadachín.

El nuevo general tomó a Yukimura de la espalda y colocó una filosa daga en su cuello.

-¡Quieto!- gritó al aire y Masamune giró su mirada para encontrar la furiosa y atemorizada de Yukimura, quien estaba preso en los brazos del general- detente, suelta las espadas... ¡Déjalas! O...- rajó un poco del cuello del Cachorro, enfadando al Dragón.

-¡Yukimura! You bastard...!- apretó los dientes y sus puños, afirmando su agarre en el mango de sus espadas, sosteniéndolas de manera iracunda. -Déjale ir, él no...

-¿Tiene nada que ver? Fue este pequeño Tigre quien rompió las reglas.

-Tsk- cerró los ojos y dejó caer sus espadas al suelo, al igual que su mirada.

-¡Ma-Ma-Masamune-dono...!

-It's all right, my love... Every little thing is going to be all right- levantó su triste semblante ante su amado felino, cuya expresión denotaba ese amargo pesar de ser nuevamente alejado del sentimiento de amor.

-No...- las lágrimas de Yukimura bajaban por su rostro al tiempo que la lluvia caía, tanto del cielo como de los azules ojos de Masamune.

 

Sasuke era el encargado de vigilar a Masamune, ciegamente Takeda confiaba en él. Se le había sido confiscadas todas sus pertenencias, sus espadas, su casco y una pequeña bolsita con fino polvo azul. Sasuke miraba las cosas del Dragón con curiosidad, lo que más llamó su atención fue ese polvillo, como el de un hada, que guardaba en el pequeño saco vinotinto.

-¿Qué razón tiene alguien para guardar un simple polvo azul con tanta delicadeza?- preguntó al aire en uno de los salones de la prisión. Había ideado mil y un planes para sacar al Dragón de su celda y dejarlo ir definitivamente con Yukimura, pero el general estaba cuidando la prisión desde fuera, tenía vigilada la única salida y Sarutobi Sasuke quería evitar peleas a toda costa, además que Maeda Keiji estaba en el borde de la indecisión de Takeda, puede que lo hubiera dejado ir, pero aun ponderaba el quitarle la vida o no.

Recorrió con la mirada las seis espadas que usaba Masamune y admiró la luna creciente que se erguía en el casco del samurai. Pero lo que más lo hacía pensar eran los simples polvos azules de la bolsa de fino terciopelo. La olió pensando en que fuera algún aromático, pero no hubo olor alguno, sin embargo el polvillo le hizo estornudar, regando un poco del contenido de la bolsa a su alrededor por accidente, comenzando a desaparecer paulatinamente. Lo último que fue sus manos trasparentes.

Abrió los ojos y observó un jardín que se extendía en todo su esplendor, con pequeñas cabañas a su alrededor. Miró con detenimiento para analizar el lugar al que había llegado, encontrando, bastante más alejado de la conglomeración de cabañas, una vieja torre de castillo, vieja y a punto de derrumbarse, era algo contrastante frente al prado, las flores, los cultivos y las cabañas, que estaban unidas entre ellas sólo por pequeños pasillos cubiertos.

Vio a dos hombres salir de una de las cabañas, uno alto de cabellos canos y otro un poco más bajo de cabellos oscuros, tomados de la mano. Se levantó y se escondió para evitar ser visto y entró en una cabaña que, pensó, estaba vacía.

-¿Quién eres y cómo has llegado hasta aquí?- sintió el filo de una espada en su nuca y tragó saliva, había cometido un error fatal en un lugar desconocido, le faltó precaución y eso le iba a costar la vida. Pensó en algo coherente para decir, pero lo único que sabía que había pasado antes de estar allí fue haber estornudado y llenarse del polvo azul extraño. Levantó las manos para demostrar que no tenía nada en ellas y se dio la vuelta, encarando al hombre que empuñaba una espada en su mano izquierda frente ante su rostro.

-Puede que no creas lo que te voy a decir, pero es toda la verdad- Kojuuro lo miró sin cambian su expresión y esperó a que dijera lo que fuera que fuese a decir- aquí voy… Estornudé sobre un polvo azul, este me cayó encima y ya, desperté tirado en el jardín de afuera, eso es todo.

Kojuuro abrió los ojos. El polvo azul era el de Masamune, no había duda alguna, entonces, ¿por qué ese hombre estaba allí? Pero lo que más le había llamado la atención… ¿Acaso había dicho jardín?

-Dijiste jardín…- susurró para sí mismo y apartó la espada del rostro de Sasuke para envainarla en la funda. Se sorprendió, no sabía que decirle a ese hombre que veía lo mismo que veía él.

 

 

Yukimura descansaba en su habitación en Kai, estaba herido y Takeda no tenía el corazón tan duro como para meterlo en una celda en sus condiciones, aparte de que Yukimura era presa de un dolor y tristeza que inundaban su ser al haber sido separado de Masamune de una manera tan abrupta luego de que se hubieran encontrado después de tanto tiempo. Los guardias vigilaban la habitación por todos lados posibles, el Cachorro estaba esposado y desprovisto de sus armas, no había oportunidad de que escapara porque, incluso Takeda Shingen, vigilaba la puerta del pequeño Tigre.

Keiji miraba una y otra vez a los soldados cambiar de lugares y rotar para tomar descansos y se preguntaba por la oportunidad perfecta para hablar con Takeda y salvar al pequeño y a su Dragón una vez más. También se preguntaba por Sasuke y el por qué no se había presentado ante Takeda ya y le había rogado por dejar a la pareja en libertad, sin embargo sabía de la deshonra que estaba sufriendo Takeda al ver a Yukimura enamorado de otro hombre, aparte de haber abandonado sus deberes y desobedecer las leyes de Kai, las suyas propias, por culpa de ese muchacho que quien sabe quien fuera.

 

 

-Sí, eso dije, ¿por qué?- confundido de nuevo, preguntó al hombre que antes lo había estado amenazando y que ahora sostenía su cabeza entre sus manos- oye, ¿estás bien?- intentó acercarse, pero Kojuuro se alejó y se sentó en una de las sillas que estaban allí. Fijándose mejor, Sasuke se dio cuenta que estaban en un amplio comedor, con una chimenea y varias pinturas antiguas.

-¿Cómo te llamas?

-¿Eh?

-Te he preguntado cómo te llamas.

-Sarutobi Sasuke.

-Sarutobi… ¿Eres de Kai?

-Así es, ¿por qué?

Suspiró y levantó la mirada, tenía que preguntar.

-¿Dónde está Masamune?

Definitivamente no era la pregunta que esperaba que le hicieran, o tal vez si pero no estaba preparado, en fin, sólo lo miraba, buscando de nuevo que decir.

-Él… Pues… Ah… Está arrestado en Kai…- fue repentino, la hoja afilada volvió a estar en el lugar de antes, frente a su rostro, o donde antes había estado, en ese momento Sasuke había logrado reaccionar ante la amenaza y había logrado cambiar su posición frente al desconocido.

-Libéralo de inmediato.

-Oye, oye, calma- intentó tranquilizarle- no hay nada que pueda hacer aunque quiera, ya los ayudé una vez, so lo hago de nuevo me van a matar a mí también.

-¿Los?

-Danna, Sanada-danna, la pareja de Masamune, ¿no es así?

-Lo ha encontrado…- Kojuuro sonrió y de nuevo bajó la espada.

-Pero, entre tantas cosas, ¿cómo llegué aquí?- Sasuke le preguntó- y además, ¿quién eres?

-Soy Katakura Kojuuro y estás aquí porque…- “¿Porque ves lo mismo que yo?” se preguntó. –Supongo que estás aquí porque quieres salvar a Masamune y necesitas ayuda.

Sintió como si le hubieran leído la mente de manera sencilla y clara, Katakura Kojuuro había dado en el blanco, él quería salvar a su Danna y al Dragón pero nunca esperó recibir ayuda de esa manera.

-Sí, es cierto, quiero salvarles.

-Masamune es un idiota- murmuró bajito- a ver, Sarutobi, ven acá.

-¿Qué?

-Acércate- Sasuke desconfiaba un poco de ese extraño hombre, pero al tiempo sentía que podía confiarle todo, era una extraña y vaga sensación que no reconocía. Se acercó a Kojuuro y este, ágilmente, lanzó sus propios polvos cafés al aire, envolviéndolos ambos en humo marrón.

-Esto va a ser incómodo- le dijo al ninja que tosía a su lado- aparte de que…- sostuvo el cuerpo inconsciente del Sasuke- te vas a desmayar- terminó diciendo y se echó el cuerpo al hombro al tiempo que aparecía en al bosque cercano a Kai. Siguió el camino principal, despejado, y miró al cielo, observando el inicio de la tarde. Mientras caminaba pensaba, pensaba en cómo iba a irrumpir en Kai de manera tan estrepitosa e imprudente a una cárcel que quien sabe en donde estaba a buscar al desgraciado prisionero que, probablemente, ya hubiera escapado.

-Tsk- caminó y acomodó el cuerpo desmayado de Sasuke en su hombro y le vino una idea a su ajetreada mente: intercambiar al muchacho de Kai que, probablemente, era importante para ellos por el idiota Dragón Tuerto. Miró al aún desmayado y sonrió, ese hombre era su salvación, bueno, la de Masamune. Pero todavía le daba vueltas el hecho de que viera un jardín al igual que él veía su hogar, a sabiendas de que aquella o aquel que viera lo mismo sería esa persona indicada, ¡y no había manera de que Katakura Kojuuro se enamorara de ese extraño muchacho!

Siguió andando, silbando suave junto con el viento entre los árboles, mirando siempre al suelo.

Levantó la mirada y se encontró frente a un enorme portón de madera con banderas rojas, no era tan imbécil como para no darse cuenta de que era Kai. Tocó una, dos y tres veces para que le abrieran, siendo recibido por miradas extrañadas de los soldados, que luego cambiaron a unas de miedo e ira.

-¡Suelte a Sarutobi-dono en este mismo instante!- oyó que le pedían con enojo.

-Deseo ver al líder de Kai- pidió con seriedad en voz baja, audible y demandante.

Los soldados lo miraron, no sabían quién era ese que demandaba tan urgente a Takeda, pero algo importante tenía que ser, después de todo se podía decir que venía con Sarutobi Sasuke. Un guardia entró en la enorme mansión y avisó a Takeda Shingen  que había llegado un hombre desconocido cargando a Sarutobi Sasuke. La confusión le invadió, era imposible que Sasuke hubiera salido de la prisión sin que alguien lo notara y diera aviso, después de todo él había ayudado a Yukimura a escapar. Se presentó ante Kojuuro y entrecerró los ojos: tenía a Sasuke.

-¿Para qué me solicitaste, a mí, Takeda Shingen?

-Takeda Shingen… Vengo a hacerle una propuesta- gritó decidido- la vida de su prisionero por la de él- señaló a Sasuke- Date Masamune por Sarutobi Sasuke.

Takeda apretó los dientes, no quería perder a Sasuke pero tampoco podía dejar ir a ese hombre de la prisión, seguramente volvería a meterle ideas raras a Yukimura en la cabeza, ya era suficiente con que hiciera que se enamorara. Ahora todo estaba claro, todo fue culpa de ese tal Masamune. Lo pensó dos veces, si alejaba a ese hombre de Yukimura, es posible que todo lo sucedido sólo hubiera sido un mal sueño y volviera a la normalidad, sin embargo, aún quedaba el hecho de la adoración de Yukimura por las espadas, bueno, algo tendría que hacer al respecto.

-Hecho, pero con una condición: te lo llevarás lejos, fuera del alcance de Yukimura y jamás se volverán a acercar a Kai, ni mucho menos a Yukimura.

Eso era feo, jugar sucio entre dos corazones verdaderamente enlazados, era horrible y Kojuuro lo sabía, sin embargo no podía dejar en manos humanas a alguien que guardaba uno de esos secretos raros del mundo.

-Hecho- dijo, sabiendo que se arrepentiría luego.

Siguiendo a Takeda, Kojuuro caminó hasta donde estaba Masamune tras las rejas, enfurruñado y cruzado de brazos. Tan pronto como vio a Takeda, se lanzó a los barrotes enojado.

-¿¡Dónde está?! ¿¡Qué le hiciste a Yukimura?! ¡Devuélvemelo…!- tras Takeda apareció la imagen de Kojuuro- Ko-Ko-Kojuuro…

-Vámonos Masamune- ordenó al tiempo que abrían la puerta de la prisión.

Masamune salió arrastrando sus pies, no le agradaba que fuera Kojuuro el que lo sacara de allí. Fue al lugar donde estaban sus cosas y se las acomodó, menos la bolsita vinotinto, le causó curiosidad el que estuviera abierta, además de usada. Tal vez por eso era que Kojuuro había llegado, alguien había llegado por accidente al castillo, para él, y por eso Kojuuro se había enterado de que él estaba encarcelado.

-Lo siento- le dijo Sasuke a su espalda- por separarlos de nuevo.

-¿Qué dices? No ha pasado tal cosa, iré por Yukimura y volveremos a mi hogar.

-El trato es que no puedes acercarte a Danna… Lo hizo ese hombre con el capitán.

-¡¿Kojuuro?!- su enojo surgió de lo más profundo de su ser y se lanzó a la puerta, pero la mano de Sasuke lo detuvo.

-Tengo una idea...- extendió su mano ante Masamune- dámela.

 

 

Yukimura iba despertando de manera lenta y acompasada, al igual que su respiración. La noche estaba cayendo y afuera se podían apreciar los tenues rayos del sol y, al voltear, vio la puerta cerrarse tras alguien que salía de la habitación con suma cautela propia de un ninja. Se levantó del futon y se desarropó, mirando su desnudo y curado torso de heridas que no recordaba. Se llevó la mano al cuello donde tenía otro vendaje y luego volteó su mirada a donde, hace poco que también se había levantado, había dejado el agua y se encontró con, aparte del vaso vacío, una pequeña bolsita de terciopelo vinotinto con una nota en letra elegante.

“Para volver a casa”, decía.

Notas finales:

Gracias por leer.


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