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Dust por Yoshita

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Notas del capitulo:

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Disfruten

Yukimura despertó en el momento en que una llovizna mañanera le comenzó a caer encima, se había quedado dormido en medio del claro, sin abrigo ni resguardo y lo mas posible era que pescara un resfriado con la misma facilidad que el Dragón pescaba los peces de sus comidas anteriores. 

Buscó resguardo en un tronco hueco y esperó a que amainara, pero la intensidad de la lluvia lo que hizo fue aumentar, eso dio a Yukimura una idea: bañarse. Estaba lleno de barro y tierra, necesitaba limpiarse y la lluvia cayendo era un buen medio para hacerlo. También podía entrar al río, pero temía que la corriente fuera mas rápida por la lluvia y lo llevara lejos así que simplemente salió al encuentro de la lluvia luego de quitarse la capa, el chaleco rojo, los zapatos, las medias y lo poco de armadura que llevaba. Se dejó la banda de la cabeza sin razón alguna, el Cachorro quería mucho esa banda y no le gustaba quitársela si no era necesario. Junto con la lluvia había llegado un poco de sol, Yukimura se bañó con los rayos del astro rey incidiendo en su cuerpo, brindándole calor. Dejó la lluvia y se secó dentro del tronco, volviendo a ponerse sus ropas y cubriéndose para no enfermar, estaba solo y lo conveniente era estar en el mejor estado posible. 

Sacó comida de la que Keiji le había proporcionado en el saco y comió, evitando pasarse y desperdiciarla. La lluvia no paraba y Yukimura se iba enfriando poco a poco con la descendente temperatura del ambiente. A veces salía vaho de su boca y tiritaba constantemente, pero nada lograba que volviera a Kai, quería encontrar al Dragón y pedirle que le ayudara a buscar a Masamune, el Cachorro no había hecho las deducciones posibles al igual que Keiji y él seguía creyendo que el Dragón y Masamune eran dos personas completamente distintas. 

La lluvia caía torrencial y Yukimura abrazaba sus piernas pegadas a su pecho, lloraba de vez en cuando por el dolor provocado por el olvido de su amado. El día pasaba y no notaba el sol en el cielo ni el pasar del tiempo, él sólo estaba ahí, sentado, solo, culpable. 




Mouri entraba por tercera vez a la habitación de Kojuuro, buscando las llaves de la habitación de Masamune en la torre y la de la bodega de los polvos de transporte. Mientras él probaba en la cerradura de la bodega, Motochika probaba en la cerradura de la torre para poder sacar a Masamune, quien dormía dentro, ajeno al ajetreo que estaban haciendo esos dos fuera. 

-Mouri- susurró mientras bajaban las escaleras- Masamune no ha comido nada, debemos encargarnos de eso también. 

-Pero está dormido, además no se ha quejado aun. 

-Debe estar en buen estado cuando se encuentre con el chico Yukimura- añadió, deteniendo su andar unos escalones mas abajo que Mouri. 

-¿Es eso amor? ¿Es lo mismo que sentimos nosotros?

-No lo se... No se que sientas tu por mi- añadió Motochika en broma. 

-¡Motochika!- sonrojado, Mouri gritó al Demonio- lo sabes...

-¿Qué?- preguntó inocente. 

-Pues eso...

-¿Qué cosa?

-¡Maldita sea, me las pagarás!

-No oigo. 

-Si... Te amo- masculló para si mismo. 

-¿Tanto te cuesta decirlo?- ahora serio, encaró al que estaba dos escalones mas alto. 

-Me da pena. 

-¿Por qué?- levantó la mano y la posó sobre la roja mejilla de Mouri- sabes que siento lo mismo, ¿pena de qué?

-No lo se- posó su mano sobre la de Motochika y la pegó mas a su rostro, aspirando su olor- la verdad que no lo se. 

-Idiota- se acercó mas y lo abrazó por la cintura, jalándolo hacia él y dejándolo apenas en el borde del escalón, uniendo sus frentes- de verdad que si. 

-No lo soy... Idiota- apartó la mirada de la de Motochika. 

-Mírame a los ojos cuando voy a besarte. 

-¿Cuándo qu...?- la pregunta quedó en el aire, Motochika había acortado y hecho nula la distancia de ambos labios. Abrazó mas fuerte a Mouri y lo alzó por unos instantes para luego depositarlo suavemente de vuelta en el escalón en el que estaba él mismo. 

-¿Seguimos?- lo dejó de besar pero no separó las frentes ni las manos de su espalda, las de Mouri reposaban en el pecho semidesnudo de Motochika. 

-Si...- rojo de vergüenza por ese repentino beso, Mouri Motonari se separó de Motochika y, sin dejar la mano del Demonio libre, bajaron a la cocina para tener algo listo en el momento que pudieran liberar a Masamune. 

Mientras Mouri cocinaba miso y algo de arroz, Motochika se escabullía de nuevo en la bodega de teletransportación para recuperar las bolsitas de polvo azul que usaban Masamune y ellos para viajar. Probó las llaves del cuarto llavero que le habían robado a Kojuuro una por una, pero ninguna era la pareja de esa cerradura. La frustración de Motochika aumentaba con el desespero de liberar a Masamune para que fuera por el chico. Motochika sabía, porque Masamune le había contado, que Yukimura podía, y era lo mas probable, ser condenado a una pena de muerte por lo realizado y, si la estima que le tenía el Tigre De Kai al Cachorro era tanta como el Dragón había mencionado, Yukimura no tardaba en morir y eso era lo que querían evitar, especialmente él que conocía lo que era el miedo de perder a esa perdona amada y porque Motochika era el único en haber visto la cara de preocupación, tristeza, pesar y dolor en el rostro de Masamune en el momento en que Yukimura se rindió ante los soldados de Kai. Motochika fue el primero en ver lágrimas brotar de los ojos azules. Y había jurado en ese momento no volver a verlas jamás. 

Probó la última llave y la cerradura crujió. Era la correcta. Entró sigiloso, evitando pisar o tocar algo que pudiera alertar a Kojuuro de intrusos en la bodega de polvos de transporte. Tomó unas bolsitas vinotinto y unas verdes oscuro, para Masamune y para él. Dejó todo en su puesto y guardó las bolsitas con delicadeza. Salió y cerró la puerta tras él, volviendo a la cocina. 

-¡Las tengo!- saltaba de alegría alrededor de la cocina- ahora sólo falta...- se quedó mirando a Mouri fijamente. 

-¿Qué?

-Nada, es que... Me gusta como te ves cocinando. 

-Motochika, concéntrate. 

-Ya, ya. Lo siento... Pero de verdad me gusta...

-Calla y ve a buscar las llaves de la habitación de Masamune en la torre. 

-Si, señor- desapareció de la cocina y se introdujo, de nuevo, en la habitación de Kojuuro, quien dormía plácidamente. Sobre una mesa de madera pulida descansaban las miles de llaves de puertas, ventanas, cerrojos y demás en ese castillo abandonado. Buscó las que ya había usado y las evitó, intentando, por suerte, elegir entre las no probadas la que de verdad encajaba y desbloqueaba la puerta de Masamune. Tomó 10 llaves al azar y salió antes de despertar a Kojuuro. 

-Tengo 10- le dijo a Mouri al llegar a la cocina- falta ir a probarlas. 

-Voy a terminar de hacer la comida de Masamune, tu ve a su habitación e intenta de nuevo. 

-Si- Motochika se retiró corriendo y subió las casi infinitas escaleras que llevaban a la habitación final de la torre. 
Probó la primera llave, una muy vieja de cobre y entró a la primera, pero al Motochika intentar girarla, la llave no se movió. 

-Tsk, esta no es. 

Sacó la llave de la cerradura y la guardó en el bolsillo izquierdo, contrario a donde tenía el resto de llaves. Sacó una segunda, oxidada por el tiempo y las inclemencias del clima y la probó en la cerradura. No entró y Motochika la guardó en su bolsillo. La siguiente no era una llave sino un pequeño puñal de bronce que el Demonio había confundido. Continuó con sus intentos desesperados de sacar a Masamune y le sorprendió que el Dragón no hubiera notado el forcejeo. A punto de darse por vencido, usó la llave que le quedaba, esperando que no funcionara y tener que bajar y repetir la misma acción que había venido realizando desde la madrugada en la que encerraron a Masamune. Metió la llave y la giró. La cerradura crujió y la puerta se abrió lentamente, chirriando a medida que dejaba a Motochika ver al Dragón dormido entre lágrimas. 

-Oye, Masamune, despierta- tocó suavemente el hombro del dormido intentando hacerlo reaccionar- despierta, ¡Yukimura!

Gritando el nombre del Cachorro, Masamune despertó con una sonrisa y ojos de esperanza. 

-¿Yukimura?

-Hasta que despertaste. 

-¿Y Yukimura?- preguntó confundido. 

-Si no te apuras lo encontrarás muerto en las tierras de Kai. 

Los ojos de Masamune se anegaron de lágrimas ante la imagen mental del su chico rojo muerto. Motochika se arrepintió de inmediato por su imprudente comentario. 

-Salgamos de aquí, tenemos todo preparado. 
-¿Tenemos?- dudó, recogiendo su capa negra. 

-Mouri y yo. 

-Gracias. 

Bajaron las escaleras eternas de la torre y llegaron a la cocina en el momento en que el sol estaba indicando la llegada inminente de la noche. 

-Mouri, ¿todo listo?

-Si- sirvió el miso y el arroz- come, traeré las garras. 

-¿Pero...?

-¡Que comas grandísimo tarado idiota bueno para nada, pedazo de dragón en descomposición, tu, vestigio de...!

-Ok! Ok! Got it! Shut up Motochika!

-Jeje, siempre funciona- Mouri y Motochika se retiraron a buscar las garras mientras Masamune comía. Al terminar, salió al patio donde los otros dos lo esperaban. 

-Ten- entregó las seis espadas. 

-¿Y cómo me voy a ir?

-No nos olvidamos de nada si es lo que piensas- le dijo Mouri molesto como siempre- toma, úsalos bien- entregó la bolsa vinotinto al Dragón- ve por tu chico y vuelve antes de que Kojuuro se de cuenta 

-Gracias Mouri, Chika...- y esparció el polvo azul para desaparecer en humo antes de que la luz desapareciera por completo y llegara la noche oscura. 



La tarde caía y haber estado sentado tanto tiempo había cansado a Yukimura. Decidió ponerse de pie e ir a caminar por el bosque, igual nadie lo iba a encontrar, el bosque era grande y la vegetación densa, por no decir que era todo muy confuso. Escondió el saco en el tronco y lo cubrió con hojas y ramas para protegerlo de algún ladrón y se fue a caminar para estirar sus piernas y respirar. Pensaba en la manera mas fácil de hallar al Dragón y en como pedirle el favor de buscar a su amado Masamune, estaba seguro que el Dragón entendería si le dejaba explicar. 

Dejó el claro y se fue con la capa y su espada nada mas para no llamar la atención. Caminó sin rumbo alguno por la densa vegetación y esperó que no volviera a llover. Se abrigó un poco mas y suspiró, de verdad quería saber mas de lo que había olvidado de Masamune, quería encontrarlo, pero no sabía donde, Masamune simplemente había ¿desaparecido frente a él? ¡Desaparecido! ¡Aquel humo extraño! Yukimura comenzaba a hacer memoria de aquel día, aun le faltaban detalles del rostro de su amado, pero recordaba aquella orbe que lo miraba... ¡Aquella! ¡El parche! ¡Masamune! ¡Drag...!

Yukimura cayó al suelo de rodillas agarrando su cabeza fuertemente, el recordar tanto de golpe le había dado una migraña impresionante y, sin poder aguantar mas ni pensar coherente, soltó un grito ahogado al cielo, grito que escucharon los soldados de Kai al borde del bosque mientras buscaban al fugitivo. Siguiendo el sonido de los constantes gritos de dolor del Cachorro, los soldados se hicieron su camino hacia él. 

Yukimura se fue levantando lentamente, su cabeza aun dolía, pero no era tan fuerte. Se puso de pie y se apoyó en el tronco de un árbol que tenía cerca. Desconociendo el inminente encuentro con sus anteriores tropas de batalla, siguió caminando, un poco mas lento, para poder despejar su mente. 

Llegó a un pequeño redondete de tierra con una piedra enorme pero baja en la mitad y se sentó en la parte mas alta a casi un metro del suelo. Juntó sus piernas y las recogió, enterrando su cabeza en sus rodillas y respirando profunda y agitadamente. Se concentró en los ruidos del bosque para distraerse: los pájaros cantando, el viento susurrante entre las ramas, el croar de las ranas, el llanto lastimero de las cigarras. Pero uno no pertenecía al bosque, aquellos pasos acelerados en verdad que no eran parte del bosque. Se levantó rápido y dispuesto a defenderse de quienes fuera que vinieran. Sus enormes ojos avellana se hicieron mas grandes al verse rodeado del ejército de Kai. 

-Saludos, Sanada Genjirou Yukimura- dijo el nuevo general luego de que Yukimura perdiera ese puesto- un gusto encontrarte. Supongo que sabes que hago aquí, ¿no?

-Lo entiendo perfectamente- afirmó con la mano en el mango de la espada que yacía colgada en su cintura, no dudaría en desenvainar y atacar si pensaban llevarlo de vuelta a Kai. 
-Entonces, para evitarnos problemas, ¿por qué no vienes con nosotros?

-Debo declinar su petición- afirmó decidido- hay algo que debo hacer. 

-¿Y qué es mas importante que cumplir con tu responsabilidad?

-Cumplir con mis sentimientos. 

-¡Que ridículo!- el nuevo general se rió y echó su caballo para atrás- ¡atáquenlo! ¡Captúrenlo!- dio la orden y los soldados avanzaron. Yukimura, de nuevo, estaba en desventaja, pero no había perdido su tiempo con Masamune y Keiji. Blandía su espada frente a él para defenderse de aquellos que lo querían regresar para matarlo, eso definitivamente no lo iba a permitir. Algunos soldados se subieron en la amplia piedra para enfrentar al chico mas fácil. Yukimura iba perdiendo. 

-¿No les da vergüenza atacar todos a una sola persona?- esa voz azul irrumpió en los oídos de Yukimura, quien volteó a la dirección del sonido y vio al Dragón de pie, sonriente, expectante. 

-¿Quién eres tu?- preguntó el nuevo general al recién llegado. 

-No te interesa, a menos que te moleste morir y no saber el nombre de tu asesino. 

-¡Insolente!

-Me? Eres tu quien osa ir contra de este chico. 

-Sanada Yukimura es culpable de un crimen contra la ideología del Tigre de Kai, debe volver y pagar el precio. 

-Pues antes de llevarse al chico- dijo desenvainando y colocándose en posición de ataque- mátenme a mi. 

-¡No, Masamune-dono!- Yukimura relacionó todo de repente. Los ojos del Dragón se abrieron de sorpresa. Un sinfín de imágenes del rostro de Masamune cuando era niño cruzaron su mente y cayó al suelo de nuevo. Lo había recordado, a él, gracias a su inconfundible posición de ataque. 

-¡Yukimura!- Masamune corrió al centro de la batalla y se abrió camino entre los soldados, dejándolos uno a uno inconscientes o incapacitados para pelear. Llegó al centro donde yacía Yukimura al borde de la inconsciencia y, ante las atónitas miradas del nuevo general y los soldados restante, esparció el polvo azul y agarró a su chico en brazos, escapando de la muerte entre humo azul y el morir de la tarde. 

Notas finales:

Y que tal?

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