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Dust por Yoshita

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Notas del capitulo:

Hasta aqui ha llegado mi inspiración, me demoraré un poco en subir el resto, ya falta poco

-¿Estás bien?- le preguntó Masamune al chico que yacía acostado entre cojines y mantas. No sabía si este le podía escuchar. 


-¿Estás bien?- inquirió una voz desconocida para el chico. Alzó la vista y se encontró con una mano extendida.


Yukimura comenzaba a volver de su inconsciencia, concentrándose lentamente en lo que lo rodeaba. No había vuelto en si aun, pero sentía débilmente una voz y una persona a su lado. Azulado. 
Quería darle las gracias por haberlo ayudado, pero algo le faltaba saber...


-Masamune, Date Masamune- le respondió un chico, aproximadamente tres años mayor, con cabello castaño y ojos azules, azul el que se podía apreciar, el derecho tenía un parche. 


"Ah, si. Masamune", se dijo sin entender el significado de aquellas palabras que acababa de aceptarse a si mismo. Su cuerpo estaba entumecido y quería responder a la pregunta formulada, pero no encontraba los labios...
-Yukimura, are you ok?


-¿Qué has dicho?- asustado, se separó de Masamune, pensando que era un monstruo o un brujo que venía por él. Masamune lo miró extrañado. 


El impacto de la segunda lengua del Dragón lo impulsó un poco para volver a la realidad, pero aun estaba sumido en pensamientos y sueños confusos. En recuerdos y actos pasados. En sus sentimientos olvidados. Quiso responder, él de verdad quería, pero había olvidado hablar, había olvidado su boca, para que era, ese conocimiento se hallaba enterrado en su mente atormentada y confusa. Le recorrió un escalofrío que Masamune malinterpretó. 

-Lo siento- pidió arrepentido- no volveré a usar el inglés. 


-Hazlo- le pidió desde el suelo, donde le sonreía- es que... Me asusté, pero no me molesta, sólo... Es que no entiendo.


El rostro de Yukimura se contrajo. Él no quería que Masamune dejara de hablarle en inglés. Poco a poco fue recuperándose y su memoria dejaba de jugarle malas pasadas, aunque recordar aquello no era malo, vestigios de hace 10 años pasaban lentamente por su cabeza, como si le dijeran que los mirara, que los analizara, que los entendiera y dejara de sufrir, que recordara y volviera al lado de Masamune. 

-Sigues siendo perfecto, no importa cuanto tiempo pase- le confesó Masamune al Cachorro, que intentaba volver a la realidad. 


-Masamune... Dono, ¿qué es perfecto?
-Tu... Posición- apartó la mirada del chico, se hizo a su lado y se acomodó al igual que Yukimura, sosteniendo la espada- ahora mira- lanzó un golpe al frente- hazlo- Yukimura lo imitó- good!


Ahora entendía. En aquella ocasión, Masamune estaba hablando de él y no de su posición con la espada. Sonrió. 

-Vaya que has estado entrenando, me gusta que seas apasionado, pero deberías tener mas cuidado- le pidió Masamune. 


-Ja, tienes que tener mas cuidado- limpió uno por uno los granos de arroz de la cara roja de Yukimura y los llevó a su boca- abre- el chico obedeció y Masamune depositó suavemente los granos en la lengua del chico, causándole un mayor sonrojo.
 


Se preocupaba por él. ¡Se preocupaba! Igual que antes, pero esta vez tenía la razón, había sido imprudente al no evitar ser descubierto en el torneo. Pero, si no hubiera sido descubierto, jamás habría tenido que escapar y no se habría encontrado con el Dragón Tuerto, Date Masamune. 

-¿Te vas a ir de mi vida?- preocupado porque el chico respiraba lento, Masamune se acercó y le preguntó a Yukimura esperando una respuesta y que no dejara de respirar ni su corazón de latir. 


-¿¡Qué?!- el rostro del chico se contrajo de tristeza- ¡no!- pequeñas lagrimillas se escapaban de sus ojos avellana- ¿por qué me vas a dejar?- susurró, apretando el brazo de Masamune.


No, él no iba a morir. Él iba a volver al lado de Masamune, le iba a pedir perdón. Tenía que hacerlo. Intentó nadar hacia arriba, saltar, llegar a la salida de ese pesado manto que lo mantenía sumido en la inconsciencia, quería ver el rostro de Masamune, quería decirle la verdad. Quería decirle que lo amaba. 

-Vuelve, por favor- entrecortado, Masamune pedía al cuerpo del chico, lloraba y acariciaba la mejilla derecha de Yukimura. 
Claro que volvería, se lo prometió. 


-Gracias Yukimura- besó la mejilla derecha del chico y se levantó de la roca en la que estaban sentados- ahora, promete que no le dirás nada a nadie. 


Lo sentía, no había podido cumplir ninguna de sus promesas, lo había olvidado y le había dicho a Keiji y a Sasuke lo ocurrido. Pero ya no importaba nada. Había recordado su mejilla derecha. 

-Ya... No...- susurró, sentándose lentamente ante la mirada sorprendida del Dragón. Volteó a verlo y lo detalló. Ese cabello oscuro, color madera, que le recordaba sus encuentros, todos en los bosques. Su orbe azul, ese color característico de su Dragón, color que siempre estaba presente. El parche que ocultaba la cicatriz de Masamune. Y finalizó en los labios que habían rozado su mejilla 10 años atrás. De repente recordó para que servían. 

Lentamente, se fue acercando al rostro de Masamune, quien por su sorpresa, no lograba moverse, los ojos avellana lo tenían atrapado, imantado a ellos y no lo iban a soltar nunca, aunque tampoco fuera que Masamune quisiera irse de ellos. Yukimura apoyó sus manos en el pecho de Masamune y respiró hondo, venciendo aquel espacio entre labios, juntándolos luego de tanto tiempo. Su primer beso. Lloró. Ambos lloraron. Tan pronto los labios se tocaron, Yukimura cerró sus ojos despacio y, siguiendo la acción, Masamune los cerró, no sin antes grabarse la cara de su chico rojo en la memoria. Las manos de Yukimura sostenían firmes el yukata azul oscuro y las de Masamune abrazaban la desnuda cintura del Cachorro, acercándolo mas, saboreando los labios de Kai. Sin brusquedad ni impaciencia, los labios del Dragón comenzaron a moverse lentamente sobre los del chico. La punta de su lengua saboreaba y delineaba los labios ajenos y Yukimura sólo lo sostenía mas fuerte. Subió sus manos del pecho al cuello, enlazando sus dedos sobre este. Se sentó sobre las piernas cruzadas de Masamune y disfrutó de las caricias brindadas en sus labios sólo por los del otro. No quería que eso acabara, no lo sabía, pero en realidad había deseado eso por años, sentir la suavidad de Masamune no sólo en sus lecciones, sino en su vida, en su mente, en su corazón. Vaciló antes de comenzar también a mover sus labios, inexpertos y torpes, que hicieron que los de Masamune se curvaran en una sonrisa sin despegarse de los del Cachorro. Encontró la tímida lengua de Yukimura mientras este la intentaba esconder y se separaba un poco para respirar. Una mano de Masamune subió lento a la cabeza del chico, acarició los rebeldes cabellos y acercó los labios a los suyos de nuevo, no quería dejarlos de saborear ni un momento. Mordió suavemente el labio inferior de Yukimura y, en el momento en que este abrió su boca para dejar escapar un pequeño y suave gemido, su lengua buscó camino hacia la otra, deseada. Ningún par de ojos, ni los avellana ni los cielo, se habían abierto en todo ese tiempo, y durarían cerrados hasta que el beso se acabara, lo que no sabían cuando pasaría. Las manos de Yukimura se enredaron torpes en el pelo de Masamune y lo aferraban con fuerza, atrayéndolo y entreabriendo su boca para probar el sabor del azul. La mano que Masamune tenía en la cabeza del chico se fue moviendo a su rostro, acunando la mejilla y secando las lágrimas que caían inclementes ante la felicidad que sentía. Esa misma acción la realizó Yukimura, acariciando la mejilla del Dragón y secando la humedad que las empapaba. El Dragón pasó sus labios por las mejillas saladas de Yukimura, borrando los rastros de lágrimas, pero estas seguían cayendo. Besó los ojos avellanados y luego bajó a los labios otra vez, dando a probar a Yukimura su propio sabor. Yukimura, con torpeza, lamió una gorda lágrima desbordante del ojo azul y la degustó profundamente, disfrutando el sabor de su Dragón azul. Volvieron a juntar sus labios una vez mas. Masamune los despegó y bajó al pecho del chico, donde besó el lugar en que se encontraba su corazón. 

-Te amo- confesó en la piel del Cachorro produciéndole un estremecimiento en todo el cuerpo. Recorrió con su lengua el camino de vuelta a los labios rojos y los tomó otra vez, con paciencia y suavidad. 

-Te amo- le respondió la voz de Yukimura y los labios se movieron junto a los del Masamune. 

Sabían que tenían que hablar, pero eso luego, un beso transmite mucho y, para ellos, no verse en 10 años era una verdadera razón para devorar labios ajenos y amados por primera vez. 
Notas finales:

Espero les haya gustado


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