Su mirada ámbar iba apagándose a medida de los segundos, ya no tenía las fuerzas suficientes para seguir el combate en contra de Ventus, sin embargo pareciese que el rubio tenía todas las de ganar pues denotaba aquel brillo de esperanza sobresalir de sus orbes azules. No quería herirlo, desde el principio había rechazado ser el aliado de Xehanorth y tratar de destruir al maestro de Ventus, incluyendo a sus aprendices, pero este le convenció de hacerlo pues si no lo hacía terminaría desapareciendo de la faz de la tierra; ese fue motivo suficiente para aceptar las condiciones dadas. Pero las preguntas que habían estado carcomiendo su mente desde el principio: ¿Qué fue lo que le impulso a no desaparecer? ¿Qué motivo tendría la suficiente fuerza como hacerlo acceder ante las órdenes dadas del viejo decrepito? Aun no hallaba la solución a sus enigmas y no pretendía hacerlo en ese instante.
Con fuerza se impulso hacia adelante, el aire brindado en aquel oscuro agujero alborotaba su pelo azabache y su traje, levanto su llave espada y arremetió contra Ventus, quien, en un rápido movimiento le esquivo y contraataco. Los choques de la espada causaban chispas y provocaban leves entumecimientos en sus brazos. Gotas de sudor recorrían su frente al dar todo de sí en el combate.
- Date por vencido, Ventus. He ganado – el rubio le miro de reojo, frustrado, al momento en que sus miradas chocaron le recorrió un escalofríos volviendo su mirada más suave. Vanitas tuvo el mismo sentimiento pero no lo demostró.
- Sé que trabajas con Xehanorth – le dijo acercándose. El pelinegro retrocedió como reflejo –. Eres mi lado oscuro, y lo entiendo.
- Mentira. No sabes lo que es sentirte solo en un mundo poblado de humanos estúpidos que no conocen tu verdadero yo – le escupió con rabia - . No sabes lo duro que trabaje para llegar hasta aquí. No sabes cuánto sufrí para controlar mis propios poderes… tú, siendo mi lado opuesto, deberías saberlo pues mi mente y tu corazón están conectados.
- Vanitas…
Fue en ese momento en que se dio cuenta de todo lo que había pasado. No tendría corazón, no tendría su lado de luz, no sabría lo que era sentir, pero conocía al amor. Amaba a Ventus, lo amaba con todo su ser, tanto que se resigno a sufrir aquellas cosas por él. Jamás se lo admitiría, jamás diría que lo apreciaba. Se hizo daño a sí mismo para que al final terminara luchando con él.
- Te voy a destruir – volvió a lanzarse hacia aquel juego en donde sabia que uno de ellos terminaría muerto. Ya no le importaba nada, solo quería terminar con aquel dolor.
Su mente estaba confusa, sus sentimientos le estaban jugando en contra en esos segundos que luchaba por sobrevivir. Ambos se separaron de un golpe brusco y se alejaron lo suficiente como para poder lanzarse rayos de luz y oscuridad, Vanitas no soporto aquel resplandor y se alejo, rompiendo el lazo. Cuando pudo acercarse más a Ventus noto en el rubio algo en particular, sus ojos estaban un tanto rojizos y pequeñas gotas salían de sus ojo azulados; estaba llorando.
- ¿Y ahora qué? ¿Acaso te has dado por vencido? – el tono en que pronuncio las palabras hizo que las lagrimas fluyeran con más libertad. No dijo eso porque quiso, simplemente cumplía su papel en aquel caos. Algo dentro de él se comprimió provocándole un intenso dolor, todo lo que sintiese Ventus él podía sentirlo. Imágenes fugases le pasaron la mente, eran recuerdos de su lado de luz. Abrió los ojos sorprendido y le miro incrédulo. Todos los recuerdos que tenía el rubio eran sobre él, desde que nació del lado oscuro, los sueños en que ambos se encontraban y se miraban sin pronunciar una palabra, uno curioso y el otro deseoso.
- Hubiese preferido estar contigo en otras circunstancias – enjuago sus lagrimas y endureció su mirada – sin embargo, algo o alguien me puso en este camino y mi único deber es solo cumplirlo. Si me destruyes al menos tendré el consuelo de haber luchado por mis amigos antes de morir.
- Eres un ingrato y estúpido. Ellos no te quieren, ni si quiera te aprecian… - la pelea volvió a comenzar y los golpes sufridos por ambos bandos denotaba el cansancio que producía. Ventus se alejo de él y utilizo su keyblade como escudo ante los seres oscuros que Vanitas convocaba.
- Puedes dejar de ser lo que eres ahora, yo te perdonaría, ellos te aceptarían, serias alguien más en nuestras vidas; alguien importante – dijo con una voz melancólica – se que si Aqua y Terra te conociesen te aceptarían.
- Jamás daría mi brazo a torcer – le citó – Me odian, puedo sentir toda esa carga negativa dirigido hacia mí y hacia Xehanorth; incluso tu me odias.
- No te odio – desapareció su keyblade y con pasos cautelosos se acerco a él. La plataforma que minutos antes se había destruido, se recomponía ante los pies de rubio – odio en lo que te convirtió, odio cuanto te hizo sufrir, y lo odio por alejarte de mí – le sonrió cálidamente y le extendió su mano – La luz y la oscuridad al estar tanto tiempo alejados forman un estrecho lazo que va aumentando con el tiempo. Nosotros fuimos separados al instante, sin conocernos el uno al otro, sin saber que propósito seguir, nos fue arrebatado una parte de nuestro ser.
- ¿Y por qué dices que formamos lazos si nunca nos conocimos? – cada palabra se le fue agregando retrocesos de su parte, mientras Ventus se acercaba él se alejaba – No tiene sentido lo que me dices… Esto es una trampa ¿no? ¡Si tanto lo deseas destrúyeme de una vez! ¡Acaba con este dolor insoportable!
Su voz se apago con la última frase. Ventus lo había atravesado con su propia keyblade en un rápido movimiento. Su cuerpo se entumeció ante los brazos de su lado opuesto y cayo rendido. El rubio lloraba, cada lágrima caía en su rostro y pareciese compartir aquel dolor al igual que las lágrimas. La oscuridad fue desapareciendo del corazón de Ventus, cada rincón oculto se vislumbro tras una capa de luz. Veía a su alrededor un mundo triste y desolado en donde lo único que le importaba eran los momentos vividos con él. Eso, por una parte, le emociono. No podía pronunciar palabra alguna, las fuerzas lo abandonaban, cerró sus ojos en un intento de descansar, sin embargo al momento en que intento abrirlos estos no cedieron.
- Lo siento… lo siento tanto… - murmuro ocultando su rostro en la cabellera negra de Vanitas. El ojiambar lanzo un suave gemido de dolor.
- Incluso si no hable me entenderás – pensó intranquilo. ¿Dónde estaban esas ganas de destruirlo de hace unos momentos? Desapareció apenas Ventus le dio otra oportunidad. Se resigno a solo ser la oscuridad de Ventus.
- Promete que te quedaras conmigo aunque no te sienta… Promételo – su voz suave le hizo estremecer, lo pensó un poco, en si podría cumplir aquella promesa. Inconscientemente sonrió al responderle.
- Lo prometo.
Fue desde entonces que Ventus cayó dormido en un profundo sueño. Su corazón se negaba a despertar pues reconocía que si volvía con sus amigos, Vanitas desaparecería de sus recuerdos y de su corazón. No quería alejarse de él, ambos se necesitaban y no se abandonarían a menos que alguien les obligase. Intuyó que en algún momento tratarían de sacarlo del sueño de su corazóny ante tales consecuencias busco algún corazón puro en el cual sobrevivir hasta entonces. Vago por el mundo de los sueños junto a Vanitas, en su estado oscuro, y encontró al alma que lo cuidaría a partir de entonces; Sora.