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One Shot por NamiShion

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Notas del fanfic:

Escribí esta historia basándome en una propia que experimenté a través de un rol, donde yo era Jaejoong y en la que, gracias a mi obsesión por el YunJae, las cosas no tuvieron un final feliz. Sé que la pareja es extraña pero necesitaba desahogarme y estoy satisfecha con cómo quedó la historia. Espero que le den una oportunidad y, ahora sí, prometo ponerme seriamente a acabar mi KyuMin.

Notas del capitulo:

Bueno, no tengo mucho que decir que no haya dicho antes, éste fue un fanfic escrito principalmente para descargarme. Sé que la pareja es rara, nació a base de un rol. Se me ocurrió escribir esta historia gracias a que una vez mi mejor amigo me preguntó si, ya que había roles que se basaban en historias, por qué no había historias basadas en roles. Estoy agradecida con él ya que, si no hubiese sido por ese pequeño empujoncito, probablemente no hubiese escrito nada. Y bueno, nada, espero que le den una oportunidad a mi fic.

Por cierto, en verdad KwangHee no pinta nada, a decir verdad el compañero de Jaejoong iba a ser un random pero, no sé, cuando me imaginé la escena me lo imaginé a él saliendo todo diva, yo también me sorprendí, es mi bias de ZE:A pero no sé de dónde surgió eso XD

Su sonrisa era todo lo que podía ver. La imagen era brillante, demasiado como para ser la realidad, pero no le importaba, porque lo que tenía frente a él era perfecto. Su risa, su dulce y particular voz, podía escucharlos perfectamente, fundiéndose con el cantar de los pájaros. Corría jalado por la mano de su amado, en aquel extenso y montañoso campo de césped, el cual se expandía más allá de hasta donde cualquier ojo humano podría ver. Pero él no estaba interesado en ese tipo de cosas, nada más tenía ojos para aquel hermoso ángel, solo tenía ojos para SungJong.

 

Como si de una pesadilla se hubiese tratado, estaba cubierto de sudor cuando sus ojos se abrieron repentinamente, al tiempo que una exhalación de sobresalto escapó de sus labios. Permaneció de aquella forma, recostado en la cama, dejando que su respiración se regularizara, observando el techo sin ver realmente. Las coloridas imágenes aún estaban vivas en su mente, cruel recuerdo de lo monocroma que era ahora su vida y, si se esforzaba, aún podía escuchar su risa, podía escuchar su voz llamándolo por su nombre, por más que hacía años que no la escuchaba ya. SungJong. ¿Cuánto hacía ya que lo atormentaba de aquella manera?

Con pesadez, sin real interés en saber qué hora era, miró el reloj que residía en su mesita de noche. Apenas eran las seis de la tarde, él no entraba a trabajar hasta las diez, tenía tiempo de sobra. Su mirada vagó por el vacío apartamento hasta perderse nuevamente en el techo. ¿Qué pensaría SungJong si lo viera en aquel momento? Probablemente se habría preocupado, lo habría regañado por el estilo de vida que estaba llevando. No pudo evitar que una leve sonrisa se formara en sus labios. ¿Cómo estaría él ahora? No era difícil imaginárselo casado, quizás con algún niño adoptado correteando a su alrededor. ¿Seguiría con su vieja pareja? Recordaba que durante sus años de secundaria, mientras que él había optado por un simple e irreal amor platónico, SungJong había tenido otro novio también, pero no le había prestado demasiada atención en aquel tiempo. En un comienzo se había sentido feliz por su ex pareja, consciente de que finalmente podría ser feliz como se lo merecía. Poco había tardado la realidad en golpearlo como un balde de agua helada. SungJong era feliz, feliz sin él. Los celos comenzaron a desarrollarse pero, desde luego, como chico malo que era, no podía mostrar lo que realmente sentía. Día a día vivía aquella vida; era realmente extraño, era como ver una película en la que se veía a sí mismo junto a su, en ese entonces, novio, Yunho. Yunho era realmente guapo, era dulce y amable, Jaejoong se sentía realmente agradecido por la oportunidad de caminar a su lado después de tantas dificultades como las que habían pasado en un principio… y, sin embargo, también se sentía desganado, era como estar viendo la felicidad de otra persona en lugar de la propia… y él había sido lo suficientemente estúpido como para negarlo. La verdad era simple, Yunho no era SungJong.

Una extraña humedad que corría por su mejilla lo hizo volver a la realidad. Pestañeó un par de veces, sorprendido y extrañado a la vez, antes de frotarse la mejilla, limpiando aquella lágrima. ¿Estaba llorando? Una risa sin una pizca de gracia escapó de sus labios. Se sentó en la revuelta cama y se llevó la mano a los ojos. No podía creerlo. ¿Por qué ahora? Jaejoong siempre había extrañado a SungJong y, sin embargo, habían sido pocas las ocasiones en las que había llorado por él. Sin embargo, lo extrañaba tanto. Una mezcla de sollozo con risa se escuchó esta vez, su nariz comenzaba a gotear y sus lágrimas a caer cada vez con mayor rapidez. Se vio de pronto abrazando sus piernas, resguardándose en sí mismo como un niño pequeño solo, triste y abandonado. Así era como se sentía en aquel momento y sabía que cualquiera que lo hubiera visto en ese momento no hubiese sentido más que pena por él, pena y lástima.

 

Ya había oscurecido cuando salió del baño con nada más que una toalla envolviendo su cintura. Jamás se molestaba en cubrirse, al fin y al cabo vivía solo y pasearse desnudo por la casa era uno de los pocos placeres que le quedaban en la vida. Abrió el armario, contemplando las distintas posibilidades para aquel día. No sabía para qué se arreglaba tanto si, al fin y al cabo, en su lugar de trabajo le darían ropas totalmente distintas. Acabó optando por unos bóxers grises, un jean oscuro que marcaba sus largas piernas y una camiseta blanca que se apretaba contra su cuerpo, resaltando sus músculos, y es que el tener un buen cuerpo formaba parte de su trabajo, de hecho era una de las cosas más importantes.

Con la noche había venido el frío por lo que tomó su campera de cuero negra antes de salir. Luego, tras cerrar con llave el departamento, se internó en las solitarias calles. No vivía en la mejor zona pero tampoco le daba muchas vueltas a ello, había aprendido a vivir con pocos gastos, en un principio le había pedido algo de ayuda a su amigo Baekhyun, quien no había dudado de intentar llevarlo por el camino correcto, pero luego las cosas habían ido para mal, Jaejoong había vuelto a sus viejas andadas, de un día a otro, el hermoso chico había perdido total interés en la vida y las personas, tan solo se concentraba en dar un paso tras otro, dejando todo atrás y entre aquellas cosas, a Baekhyun. Desde luego, el hecho de dejarlo atrás no implicaba que lo había olvidado, a veces, por más que intentaba no hacerlo, pensaba en él.

Llegó a la parada del colectivo y minutos después ya estaba camino a aquel lugar que tanto repudiaba pero que, a su vez, era su fuente de vida. Se apoyó contra una de aquellas ventanas, observando cómo los autos pasaban en sentido contrario. Ni siquiera notó la forma en la que otras personas lo miraban, codiciándolo por su belleza, deseándolo en silencio. Nada de eso importaba para Jaejoong, su mente estaba vacía, al igual que su corazón.

SungJong.

¿Por qué seguía resonando aquel nombre en su cabeza? Se obligó a sí mismo a blanquear su mente, a no pensar. No podía permitirse el lujo de perder el control de nuevo, no ahora, cuando lo más importante era mantener su rostro perfecto. Quizás si no hubiese estado tan sumido en sí mismo, habría escuchado que alguien lo llamaba. En lugar de eso, se percató de que el transporte se acercaba a la calle en la que debía bajar. Hizo sonar la pequeña alarma y, momentos después, bajó a la concurrida calle. Durante unos segundos sintió que alguien lo agarraba de la manga pero, sencillamente, jaló su brazo, deshaciéndose de aquel contacto al cual estaba tan acostumbrado. A veces las personas creían que era una especie de muñeco, que tan solo por ser bello todos podían tocarlo a su antojo. Se alejó sin mirar atrás, de ser así, quizás todo hubiese sido diferente, quizás habría vuelto a sonreír al ver que era su amado SungJong quien lo llamaba.

 

La enloquecedora música que resonaba en el piso de arriba se atenuaba bastante en el nivel inferior, escuchándose lo suficiente para saber cuándo sería su turno. Jaejoong llevaba aquella noche un traje de vampiro. Ahora, sentado delante del espejo, su pálido reflejo, más blanco de lo normal debido al maquillaje que llevaba puesto, le devolvía la mirada. Daba igual lo que llevara puesto, la ropa no duraba mucho tiempo sobre su cuerpo en ese negocio, porque de eso se trataba, precisamente, de exhibirse, de dar un gran espectáculo, llevarse los aplausos de la noche.

-Tres minutos, Jaejoong-dijo una voz femenina a su espalda. Pudo ver reflejada en el espejo a Xia, quien se encargaba de que todo saliera como se lo había estipulado previamente. Era una chica seria, con la apariencia que solo una contable tendría pero, aún así, joven y atractiva. Probablemente, de no ser por el hecho de que era la hija mayor del dueño, jamás habría trabajado en un lugar como aquel. Solo por ser ella, le brindó una pequeña sonrisa para tranquilizarla y se puso de pie. Xia no sonrió-. Es tu último día, esfuérzate.
-Ne, ne- contestó, restándole importancia con la mano. Su último día, su último espectáculo, había olvidado eso. El tiempo corría deprisa cuando uno no era realmente consciente de las cosas que sucedían a su alrededor. Bien, mejor aún, podría ser libre de una vez.

Salió de aquella sala en donde se encontraba y, al pasar junto a la morocha, acarició sus cabellos, despeinándola suavemente; ella tan solo frunció sus labios en un mohín para luego alejarse caminando en dirección contraria. Jaejoong siguió su camino y subió las escaleras, llegando a un lugar detrás del escenario. La música allí arriba era sensualmente atronadora. Justo cuando llegó a su lugar, un joven un poco menor que él salió detrás de la cortina roja con un buen fajo de dinero. Estaba totalmente desnudo y, al pasar junto a él, no se contuvo de darle una fuerte y juguetona nalgada, así era KwangHee, no tan bueno como él pero un plato fuerte dentro de todo, sobre todo para los hombres que allí concurrían, decían que daba un mejor rendimiento cuando se acostaba con ellos, aunque la batalla principal por quién se lo quedaba la noche entera siempre se daba entre un chico llamado SiWan y una mujer que lucía adinerada y siempre estaba pasada en copas que, según sabía, se llamaba SunHwa. Pero él no tenía que pensar en aquello esa noche, a él nadie lo compraría ese día, simplemente tenía que bailar. Escuchó que la música cambiaba por una un poco más lenta pero igualmente sexy, era su turno de entrar. Le dedicó una desganada sonrisa a quien había sido su compañero hasta ese día, más no dijo nada, y atravesó la cortina como momentos antes lo había hecho el otro.

Había un caño en el centro del escenario sobre el que estaba, allí todo el mundo podía verlo. Su entrada fue grande y llamativa. Entró corriendo y, de un salto, se prendió del palo, comenzando a bajar a medida que daba vueltas en torno a ésta y con su mano libre sostenía su capa. La gente gritó y los aplausos no se tardaron en escuchar, Jaejoong era uno de los favoritos y mucha gente iba allí a verlo bailar. No todos sabían que aquella era su última presentación y, sin embargo, allí estaban. Distinguió incluso alguna que otra estudiante allí. Sin embargo, estaba completamente metido en su personaje, totalmente abstraído: era un príncipe de las tinieblas, estaba en su territorio. Su cerebro se desconectó y su cuerpo comenzó a moverse por sí solo, sentía como sus partes íntimas, aún protegidas por el pantalón que llevaba puesto, se frotaban contra aquel frío tubo. Los gritos se fueron intensificando y se percató de que las personas poco a poco se levantaban de las mesas y se acercaban más al escenario. Una de todas aquellas manos que luchaba por tocarlo logró prenderse de su capa y tiró de ella. El bailarín la desenganchó fácilmente con un movimiento y comenzó con su erótica danza.

El ambiente se estaba caldeando y la temperatura no hacía más que subir. Lentamente fue desnudándose, aprovechando los momentos más oportunos para quitarse las prendas, no olvidando jamás de hacerse desear. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía olvidarse de él a pesar de tener a todas esas personas prácticamente rogando por un poco de su atención? Allí estaba nuevamente él ocupando sus pensamientos, SungJong. Lo hizo a un lado con brusquedad al tiempo que lanzaba su última prenda al público. Estaba ahora completamente desnudo, sin vergüenza alguna. Sentía como sus piernas rodeaban al travesaño mientras daba vueltas, para luego moverse contra él. Su cuerpo, perlado de sudor, y sus labios, entreabiertos y jadeantes, eran todo un festín para quienes lo observaban. Pero la música acabó y, con ella, la magia, y, por más que la gente suplicó por más, Jaejoong tan solo les dio la espalda y desapareció entre aquellas cortinas de terciopelo rojo; su última función había acabado.

 

Se sorprendió al distinguir a su jefe detrás de él, podía verlo perfectamente reflejado en el espejo. No dijo nada en absoluto y continuó quitándose el maquillaje, no porque le molestara, sino por pura costumbre. Estaba ya vestido y listo para irse. No dijo nada, no tenía nada para decir ni tampoco esperaba escuchar nada por parte de aquel hombre, al fin y al cabo tan solo tenían una relación meramente comercial, nada más allá de la típica relación entre jefe y trabajador.

-Debería haberte vestido de ángel caído-comentó entonces el mayor, acercándose a él. Depositó un fajo de dinero un poco mayor al que KwangHee había tenido minutos antes. Al ver que su obra maestra, su mejor trabajador, no hacía comentario alguno, colocó otro montículo el doble de grande sobre el primero-. Esto es lo que te ofrezco por una última noche-el joven de cabellos oscuros observó el dinero con una aburrida expresión en su rostro.
-Hoy fue mi última noche-fue todo lo que dijo. Se puso de pie entonces y, sin siquiera tomar sus ganancias, se alejó de allí con las manos en los bolsillos y una vaga sonrisa en su rostro. Ya casi podía saborear la libertad, estaba tan cerca…
-¡Jaejoong!-escuchó que alguien lo llamaba. Su cuerpo se paralizó por completo durante unos instantes. Era tan real… SungJong…

Una leve sonrisa se formó en sus labios y alejó a aquella voz de su mente al tiempo que reanudaba el paso y comenzaba a subir las escaleras sin mirar atrás. Aún así, al parecer no sería tan sencillo esta vez. La voz comenzó a seguirlo, no se escuchaba ni más cerca ni más lejos, simplemente se escuchaba allí, detrás de él, lo llamaba. Comenzó a correr más rápido y, al salir a la calle, el frío lo asaltó nuevamente, al igual que el ruido de los autos que pasaban por la calle frente a él.

La vida de Jaejoong siempre había sido difícil. Desde un primer momento todo había salido mal. Había sido abusado por una incontable cantidad de personas, se había acostado con otra buena cantidad por propio placer e incluso había vendido su cuerpo a cambio de dinero. Pocos eran los amigos que había poseído, Baekhyun durante su infancia, Lay durante la secundaria… quizás alguno que otro más, pero ellos principalmente. Tal desorden tenía que no fue hasta años después de haberlo hecho que se dio cuenta de que había experimentado el verdadero amor. ¡Jaejoong! No había día en el que no lamentase haber hecho lo que hizo, la forma en la que se había deshecho de SungJong, guiado por un simple deseo carnal. Sí, había querido a Yunho, pero ese cariño había sido producto de un capricho, de una obsesión, sabía que, no importase lo que le dijeran, SungJong era único. ¡Jaejoong! Y lo había arruinado, lo había arruinado y no había tenido el coraje para volver atrás, para admitir el grave error que había cometido, para ir por él, tomarlo entre sus brazos y decirle lo mucho que lo amaba, no, en lugar de eso le había pedido que fuera su amante, se había hundido aún más en aquel pozo que él mismo había comenzado a cavar. ¡Jaejoong! Pero ya todo estaba en el pasado. ¡Jaejoong! Sintió las húmedas lágrimas rodar por sus mejillas y no pudo evitar reír. Otra vez estaba llorando… pero ya no le importaba, nunca le había importado, nada le importaba, ¿qué le iba a importar a alguien como Jaejoong quien nada tenía?

Por eso, ignorando la rojiza luz que le advirtiera que se detuviese, atravesó la calle con decisión.

You only have last chance, you know?

FIN

Notas finales:

Agradezco inmensamente a la persona que haya llegado hasta aquí, sé que es complicado leer fanfics de parejas random, pero gracias. Agradecería también que me dejaran algún review (no necesitan estar registrados para ello) diciendo qué les pareció la historia, más allá de lo idiota que fue Jae o, más bien, yo manejando a Jae~

A decir verdad una de las cosas que más desearía en este momento es que Jae tuviera una nueva oportunidad, mismos personajes, misma historia, quizás Jae un poco más maduro ahora que mi obsesión YunJae no está acosando por detrás. Ésta fue una gran lección para mí, por eso quise compartirla con ustedes.

En fin~ no me queda más por decír así que, sin más, me despido. Gracias nuevamente por leer~ hasta la próxima!!


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