Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tadaima... Okaeri por Higary

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! Ya sé, algunos dirán que debería haber terminado el final de Romeo v/s Romeo (Kyuu: Está en ello u.u), pero para conmemorar el cumpleaños de cierto teme que cada vez siento más deseos de ahorcar (Sasu: ¡Oye! >.<) decidí escribir este oneshot que había desarrollado en una de esas noches de insomnio y tenía muchas ganas de acabar porque trae un poco de mi vena dramática, espero que les guste. Perdonen si hay horrores ortográficos, no me dio tiempo de volver a revisarlo (Kyuu: ¬¬). Esperaré sus comentarios con saludos, golpes, pedradas, felicitaciones, cebollazos, flores, amenazas, jitomatazos y demás. Pronto les traeré el final de mis dos historias pendientes, no se me desesperen, y también recuerden revisar en mi blog las actualizaciones que vaya subiendo. Sin más por el momento: ¡¡a leer!!

 

Disclaimer: Los personajes le pertenecen Kishimoto. La idea es totalmente mía surgida en una de esas noches de insomnio.

~~ TADAIMA… OKAERI~~

 

Dos años habían transcurrido desde la última guerra ninja. Todo el mundo trabajaba arduamente para reforzar los lazos que se crearon durante ese tiempo y superar el dolor por los seres queridos que se perdieron.

 

En Konoha esto no era la excepción y la Hokage enviaba a sus mejores ninjas para acabar con los últimos vestigios de peligro que quedaban. Por esta razón Uzumaki Naruto, el gran héroe de la aldea y de la guerra, se alistaba para partir. Le habían asignado una misión rango S donde debía rescatar toda una aldea y él accedió de inmediato sin importar lo riesgoso del trabajo.

-No iré contigo, así que no lo arruines, usuratonkachi.

-Eso debería decírtelo yo a ti, teme. No provoques alboroto en la aldea mientras no estoy.

Giró la cabeza para encontrarse con Uchiha Sasuke, quien sonreía de medio lado. Desde que regresó a Konoha, el moreno quedó bajo su custodia hasta ganarse nuevamente la confianza de los demás. Todavía quedaban personas que no se fiaban del Uchiha, pero trataban de esforzarse debido a la influencia de su preciado Naruto.

-Hablando en serio, idiota, no te arriesgues innecesariamente.

-Te preocupas demasiado, Sasuke. Recuerda que hablas con el futuro Hokage. ¡Ni loco dejaré que me ganes el puesto!

Sin perder su mirada seria, Sasuke llevó una mano a su rostro y lo acarició suavemente, provocando que el rubio sonriera de manera radiante ante tal gesto. Desde hacía un tiempo que ellos dejaron de ser sólo mejores amigos casi hermanos. Su cariño fraternal se había transformado en amor, quizá siempre lo fue, sólo que ellos no se dieron cuenta. Y ahora llevaban en secreto una relación de pareja.

-Descuida, Sasuke. Te prometo que regresaré.

-Más te vale –se acercó a su rostro casi pegando sus labios-. Voy a estarte esperando –y cerró la distancia con un beso

 

La misión se complicó mucho más de lo previsto. Los sujetos que invadieron la aldea poseían técnicas muy peligrosas. La mayoría de los compañeros de Naruto habían resultado bastante heridos, por eso él trataba de buscar la manera de detener todo aquello.

-Oye, Naruto –escuchó el rubio una siniestra aunque conocida voz

-¿Qué sucede, Kurama?

-El tipo de allá está haciendo unos sellos muy extraños.

El Uzumaki enfocó la vista y comprobó lo dicho por su compañero bijuu: uno de los ninjas había dibujado muchos símbolos en el suelo. Era algo jamás visto por Naruto, sin embargo le dio un mal presentimiento.

-¡Puede que perdamos esta batalla! –gritó el hombro- ¡Pero ustedes tampoco saldrán vivos de aquí, ninjas de Konoha!

-¡Detente!

 

Poco a poco Naruto fue abriendo los ojos, se sentía desorientado. Lo primero que pudo ver fue el cielo azul debido a que estaba tirado en el suelo. Despacio se incorporó, estaba entumido. Vagamente podía recordar que había estado peleando con unos ninjas, hubo una cegadora luz y después todo se volvió oscuro.

-Kurama, ¿qué ocurrió?

-… No tengo la menor idea. ¿Puedes caminar? Lo mejor será irnos de aquí.

-Sí.

 

Naruto no encontró señales de sus compañeros. Regresó a la aldea que debían proteger y la encontró abandonada. ¿Acaso habían fallado?, ¿entonces por qué el lugar lucía como si nadie lo hubiera habitado durante muchos años?

-No entiendo qué pasó aquí.

 

Se sentía desorientado, sin embargo sus pies se movieron por sí solos. Cuando pudo reflexionar sobre su rumbo, se dio cuenta que estaba en camino a Konoha. Lo que más quería era regresar a casa y que alguien le explicara qué estaba ocurriendo. Además le prometió a cierto teme que regresaría.

 

No supo cuánto tiempo caminó, se internó en un espeso bosque que no recordaba a pesar de que estaba seguro de haber tomado el camino correcto. Pero a decir verdad, y aunque odiara admitirlo, no sería la primera vez que se extraviaba.

 

-¡Alto ahí!

Había avanzado algunos kilómetros de bosque cuando dos ninjas le salieron al paso. Uno tenía cabello castaño claro y el otro era pelinegro, por los chalecos que portaban y sus protectores en la frente se dio cuenta que eran de su aldea.

-¡Identifícate, extraño!

El rubio arqueó una ceja. ¿Extraño? No era por presumir, pero estaba seguro de que no había ninja en la aldea de la Hoja que no supiera su nombre.

-Hey, tranquilos –dijo y buscó dentro del bolsillo de su pantalón-. Miren, yo también soy de Konoha –les mostró su protector

-¿De dónde sacaste eso, chico? Nunca te hemos visto en la aldea.

El rubio estaba cada vez más extrañado por la situación. Quizá se había golpeado muy fuerte y todo se trataba de un sueño.

-Di tu nombre –exigió uno de los ninjas

-Uzumaki Naruto de Konoha.

Los dos hombres abrieron los ojos de sobremanera, reflejando sorpresa e incredulidad en sus rostros. Naruto sonrió, seguro eso aclararía la situación, sin embargo el ninja pelinegro le lanzó un kunai.

-¡Tienes que estar mintiendo! ¡¿Quién rayos te crees para decir ese nombre?!

-Quedas bajo arresto, extraño –habló el otro-. Hokage-sama decidirá qué hacer con un impostor como tú.

-¿Eh?

-Deja que te arresten, Naruto –dijo Kyuubi-. Algo demasiado extraño está ocurriendo y necesitamos descubrir qué es.

-Mmm… Si tú lo dices.

El Uzumaki suspiró y alzó los brazos en señal de rendición. Dejó que aquellos dos amarraran sus manos con cuerdas que neutralizaban el chakra. A decir verdad podría librarse de ellas fácilmente, pero el zorro tenía razón. Necesitaba saber qué pasaba en ese lugar.

 

Conforme se acercaban a la aldea, Naruto se daba cuenta de que los alrededores parecían distintos. Apenas cruzó las enormes puertas de la entrada se quedó de pie y con los ojos desorbitados.

-¿Pero qué…?

Aquella reacción se debía a que en la montaña no eran cinco los rostros de los Hokages que se apreciaban, sino nueve, aunque el que se encontraba después de Tsunade le parecía familiar.

-Camina –le ordenaron

 

Fue llevado hasta una solitaria celda en el sótano de la Torre Hokage. Continuaba esposado, pero se dejó caer en el suelo de sentón para tratar de analizar la situación.

-Kurama, ¿tienes idea de lo que está pasando?

-Creo que tengo una ligera sospecha, pero necesito algo que termine por confirmármelo. Y la verdad, espero equivocarme.

 

Pasaron varias horas hasta que frente a su celda llegaron dos personas. La primera era una mujer de corto cabello castaño y ojos blancos usando una gabardina blanca, aparentaba unos cuarenta años, quizá un poco más. Ella iba acompañada por un alto joven de cabello azabache sujetado en una pequeña coleta, vestía como un jounin, traía un pergamino desenrollado y aparentaba la misma edad que el rubio.

-Eh… ¿Hola? –saludó no muy seguro

-¿Es él? –preguntó la mujer

-Los rasgos coinciden con los aquí descritos, pero voy a verificarlo.

Se acercó a la celda mirando fijamente al prisionero, quien parecía bastante desconcertado.

-¿Tu nombre?

-Uzumaki Naruto.

-Pensé que dirías eso. Por favor, mírame a los ojos.

No supo por qué razón lo obedeció, pero a Naruto casi le daba un ataque cuando vio cómo ese chico activaba el Sharingan. Lo siguiente que pudo notar es que se encontraba dentro de su propia mente, con Kurama a sus espaldas y el desconocido enfrente.

-Así que este es el famoso y poderoso Kyuubi –habló el azabache-. Entonces no puede haber equivocación alguna, realmente eres Uzumaki Naruto-san –sonrió

-¿Q-Quién eres tú?

-Es obvio que se trata de un Uchiha –gruñó el zorro

-Sí –contestó, poniéndose serio-. Mi nombre es Uchiha Sanosuke, soy tátara nieto de Uchiha Sasuke.

Al ver la cara que puso el rubio, algo en el pecho de Sanosuke se removió y lo hizo abandonar su mente de inmediato. Una vez fuera, el chico lo seguía mirando fijamente sin reaccionar.

-¿Qué descubriste? –preguntó la mujer

-Realmente es él, Hokage-sama.

-¿Hokage-sama? –esas palabras hicieron despertar al rubio

-Así es –se acercó a la celda y sonrió amablemente-. Soy Hyuuga Miyabi, Naruto-san. Mucho gusto.

-Debe estar totalmente desconcertado –comentó el más joven-. ¿Puedo hablar a solas con él, Hokage-sama? Me gustaría explicarle muchas cosas.

-Está bien. De cualquier forma tenía que ser así: este es el deber de tu familia.

Le entregó una llave y echó una mirada al rubio antes de abandonar el lugar a paso firme. Sanosuke abrió la celda, entró y se acercó hasta agacharse frente a Naruto quien se había dejado caer porque el cerebro le estaba jugando mal.

-¿Te encuentras bien, Naruto-san?

El mencionado quería llorar. Frente a él tenía al descendiente de Sasuke, el hombre que le juró amor eterno. ¿Qué demonios había ocurrido? Al parecer el moreno entendió sus pensamientos, ya que tomó aire y comenzó a hablar.

-Hace cerca de cien años que te fuiste a esa misión, Naruto-san, de la cual no volviste. Tus compañeros lograron sobrevivir y regresaron a la aldea diciendo que no te encontraron después de una enorme explosión de chakra de la que los protegiste. Todos te buscaron sin éxito durante mucho tiempo, Sasuke-san continuó haciéndolo hasta el día que murió, ya que jamás perdió la esperanza de que un día fueras a regresar.

-… ¿Entonces qué me pasó?

-Suponemos que el choque de aquella cantidad tan enorme de chakra creó una abertura en el espacio-tiempo que lamentablemente terminó sellándote –su voz se volvió triste-. Si hubiéramos tenido una pista de lo ocurrido, te aseguro que habríamos hecho hasta lo imposible por liberarte. Nos has hecho mucha falta –suspiró-. Konoha ha seguido adelante, pero últimamente muchos de nuestros ninjas se han vuelto desconfiados, inseguros, incluso algunos comienzan a corromperse, provocando conflictos y desconfianza. A pesar de eso los Uchiha hemos estado aguardando fielmente el regreso de Uzumaki Naruto como si fuese nuestra misión más importante.

-¿Cómo es que sabes tanto de mí y lo ocurrido?

-Sasuke-san dejó varios pergaminos con información respecto a ti y delegó a sus descendientes la instrucción de continuar esperando a que volvieras, y que cuando eso ocurriera, te diéramos la bienvenida. Él realmente se preocupó mucho por ti hasta el final, aunque es entendible.

-¿Por qué lo dices?

-Eras su mejor amigo, ¿verdad? Al menos eso me han contado los mayores y también lo leí en un pergamino.

-… Sí –dijo en un susurro-… así era.

Tal vez Naruto no se dio cuenta de que sus ojos se llenaron de lágrimas, pero nada de eso pasó desapercibido para Sanosuke, quien apretó los puños y lo jaló del brazo.

-¿Q-Qué…?

-Tú no tienes por qué estar encarcelado –habló con seguridad-. Eres uno de los ninjas de Konoha y te aseguro que todos estarán felices de verte.

 

Lo llevó una vez más con la Hokage (quien resultó ser descendiente de Hinata) para que ella autorizara su salida. La presencia del rubio permanecería en secreto hasta que Miyabi lo anunciara al resto de la aldea; causaría revuelo y por eso debían preparar muchas cosas antes de que ocurriera.

 

Todo aquello estaba sucediendo demasiado rápido, por eso Naruto se dejaba guiar tan dócilmente. Sin embargo no pudo evitar volver a sorprenderse cuando llegaron al barrio Uchiha ahora reconstruido. Varias personas andaban en la calle, por los colores de ojos y cabello se notaba que se habían casado con miembros de muy variados clanes.

-Ponte eso.

Sanosuke le cubrió la cabeza con una capucha y a paso veloz lo llevó hasta una grande y acogedora casa en la parte más alejada. Naruto la conocía bien, en varias ocasiones visitó ese lugar con cierto teme.

 

Ahí descubrió que Uchiha Ryuusuke, padre de Sanosuke, era el actual jefe del clan. Fue presentado también ante su madre, Haruka, y su hermana mayor, Kiyomi, la cual gritó emocionada y con los ojos resplandecientes.

-¡¿En serio eres tú?! ¡Es todo un honor!

-Hemos oído hablar tanto de ti –sollozó Haruka, sonriendo con felicidad

-Es un placer tenerlo por fin de vuelta, Naruto-san –dijo Ryuusuke con voz seria, pero su mirada reflejaba alegría

El Uzumaki se dio cuenta que aquél hombre, igual que su hijo, había leído esos famosos pergaminos dejados por su antepasado. De ahí que le hablara con tanto respeto.

-Yo… gracias –no sabía qué más decir

-Debemos ir a recorrer la aldea –propuso Kiyomi-. Ha cambiado tanto que…

-No –interrumpió su hermano-. Han ocurrido muchas cosas en tan sólo unas horas, Naruto-san debe estar confundido y cansado por todo esto. Lo mejor será que descanse.

-Sanosuke tiene razón –apoyó su padre

-Es cierto, hija. Ya habrá tiempo para charlar.

-Te llevaré a mi propia casa –propuso el más joven-. Está cerca de aquí. Vivo solo, así que creo podrás estar más cómodo ahí.

El ojiazul simplemente sonrió agradecido.

 

Durante el trayecto el Uchiha le explicó que no vivía en la misma casa que su familia porque le gustaba su espacio y su hermana era algo escandalosa. Eso le recordó un poco al antisocial moreno con el que solía convivir.

 

Por la noche Naruto aprovechó que el dueño de la casa dormía y subió al tejado. Había estado repasando cada uno de los eventos ocurridos desde que abrió los ojos, era como si en un instante su mundo se hubiese derrumbado: todas las personas a las que quería y le importaban se encontraban muertas, no tenía idea de qué fue de ellas y además perdió a la persona que tanto amaba. Ya no pudo reprimirse más y rompió en un llanto desgarrador.

-Estúpido teme –sollozó-… Dicen que nunca… perdiste la esperanza de que volviera… Pero eso no impidió… que formaras una nueva familia con alguien más…

Kurama sentía pena por él, su jinchuuriki y amigo no se merecía eso. De bebé se quedó huérfano y ahora una vez más lo había perdido todo.

-Nada de esto es tu culpa, Naruto. ¿Me oyes? Nadie esperaba que algo así pudiera ocurrir –gruñó-. Así que… así que sólo por hoy consentiré que llores hasta quedarte sin lágrimas, pero si vuelves a hacerlo te patearé el trasero. Uzumaki Naruto no es ningún debilucho.

-G-Gracias… Kurama…

 

Sanosuke podía escuchar los sollozos desde su habitación. Sintió cuando el rubio subió al tejado, pero justo cuando iba a abrir la ventana para correr a su lado, fue que oyó su llanto. Decidió quedarse ahí dentro porque sabía que ir con él e intentar consolarlo sólo lo lastimaría más. A pesar de eso no pudo evitar desear que esos ojos azules no volvieran a llenarse de lágrimas como los vio dentro de aquella celda.

 

La Hokage encargó a Sanosuke el cuidado y protección de Naruto, misión que el chico había asumido desde pequeño. En dos días anunciarían su regreso a toda Konoha, durante ese tiempo el rubio no salió mucho de su habitación y nadie lo presionó para que lo hiciera.

-Naruto-san –dijo el Uchiha aquella noche-, ¿estás listo para mañana? Si te sientes inseguro puedo hablar con Hokage-sama y…

-Estaré bien –interrumpió-, no puedo esconderme para siempre. Estoy vivo aquí y ahora. Además… no retractarme de mi palabra y siempre seguir adelante es mi camino ninja.

Sanosuke lo miró con algo de sorpresa y no pudo evitar sonreír con admiración. Ese chico era más increíble de lo que contaban las historias que había escuchado y leído.

 

El día del anuncio llegó. Naruto lucía algo ansioso, causando gracia en la mujer y el Uchiha que estaban con él en la habitación. Ellos dos esperaban que el resto de los aldeanos se alegraran con la noticia, pero eso no evitaba el nerviosismo del Uzumaki.

-No te preocupes, Naruto-san –dijo la ojiblanca-, nosotros estaremos a tu lado en todo momento.

-Muchas gracias, Miyabi baa-chan.

-¿Baa-chan? –repitió y sonrió- Si fuera cualquier otra persona quien me llamara de esa manera, le golpearía.

-Jejeje, lo siento, supongo que es costumbre –su mirada se ensombreció un poco-. Así solía llamar a Tsunade baa-chan.

-Ya veo –contestó ella, amablemente

-Por cierto, ¿quién fue el Hokage después de ella?

-Nara Shikamaru-sama.

-Ahh… ¿Eh?, ¿Shikamaru quien decía que todo era problemático? ¡Claro! ¡Por eso el rostro en la montaña me parecía familiar!

-Eres algo despistado, Naruto-san –señaló Sanosuke con gracia

-Claro que no. Bueno, quizá un poco –fue a la ventana y miró hacia la montaña-. Shikamaru… Siempre fue muy inteligente, debió ser un gran Hokage.

-Sí –contestó el otro en voz baja

-Vamos, Naruto-san –llamó la mujer-. Es hora.

 

Subieron a la parte más alta de la torre desde donde podían ver a todos los aldeanos. Cuando la Hyuuga les dijo que después de tantos años Uzumaki Naruto, el gran héroe de Konoha, había regresado, los murmullos de incredulidad no se hicieron esperar. Y cuando el rubio fue presentado, los gritos de emoción resonaron por todas partes, especialmente en donde estaban los Uchiha.

-Te lo dije, Naruto-san –habló Sanosuke-. A todos les emociona que estés aquí.

-… Hay un lugar al que quiero ir.

 

La gente organizó una enorme fiesta para celebrar el retorno de su héroe legendario. Pero Naruto se escabulló junto con Sanosuke al monumento a los ninjas caídos. Después de que reconstruyeron la aldea tras el ataque de Nagato, el rubio sugirió que no sólo pusieran los nombres  de los que morían en misiones o guerras, sino de todos los ninjas de Konoha cuando fallecían. Al llegar a la piedra pudo comprobar que la tradición se había mantenido, ya que uno a uno fue encontrando los nombres de todos sus seres queridos.

-Amigos… -murmuró

El moreno tuvo que reprimir las ganas de ponerle una mano en el hombro. Aquél era un momento muy delicado para el Uzumaki y él sólo podía observarlo en silencio.

-Perdónenme por tardar tanto, chicos –dijo y sonrió de esa manera deslumbrante que lo caracterizaba-. Ya estoy en casa.

Sanosuke se impresionó por su actitud y no pudo evitar que una sonrisa también adornara su rostro, ya que la expresión del otro lo tenía maravillado.

 

De esa manera comenzó su nueva vida. La gran mayoría de los aldeanos lo miraban con admiración, los habitantes del barrio Uchiha lo adoraban y todos se preocupaban mucho por él. Parecía que no era broma eso de que les habían encargado esperar su regreso y cuidarlo.

-¡Miyabi baa-chan dijo que podía acompañarte a la misión, Sano! –gritó con emoción ese día

-Ya veo –sonrió levemente. Se había acostumbrado a ser llamado así-. Estoy ansioso por ver tus habilidades, Naruto-san.

-Jejeje, lo mismo digo. Aunque no dudo que seas fuerte –su sonrisa se tornó triste-… Después de todo eres un Uchiha.

-¿Naruto-san?

-Olvídalo. ¡Anda, hay que irnos!

 

Junto a Naruto las misiones se volvían más sencillas y hasta divertidas. Rápidamente todos notaron la gran combinación que formaban él y Sanosuke. Los demás ninjas los miraban con admiración y poco a poco se iban contagiando con su alegría y perseverancia.

 

También pasaba mucho tiempo con Miyabi. La Hokage le había tomado un enorme cariño, ya que al transcurrir de los días se dio cuenta de que el Uzumaki no era el héroe perfecto que muchos imaginaban, sino era un sonriente, hiperactivo y hasta torpe chico al que le daban ganas de proteger como si fuera su hijo.

 

Pero con quien Naruto mejor se llevaba, y por mucho, era Sanosuke, no en vano convivían juntos tanto en las misiones como en casa. El Uchiha era un joven tranquilo y algo serio, sin embargo le transmitía una enorme confianza y sentía que podía apoyarse en él. También era bastante protector.

-Aquí tienes tu cena, Naruto-san.

-¡Ramen! ¡Sano, eres el mejor!

-Muchas gracias por el halago.

-Conoces demasiado de mí, hasta sabes que mi comida favorita es el ramen. ¿Eso también lo leíste en uno de esos pergaminos que cuidan tú y tu padre?

-Sí.

-Vaya –sonrió con melancolía al mirar los fideos-… Parece que ese teme de verdad se preocupó por mí.

Sanosuke arrugó el ceño, pues ya había visto a Naruto poner esa expresión antes y siempre era cuando hacían comentarios sobre su antepasado. Claro que también detectaba un deje de tristeza cuando hablaba con los descendientes de sus viejos amigos y oía historias sobre las vidas que ellos tuvieron, pero no se comparaba a cuando el involucrado era Uchiha Sasuke.

-¿Qué pasa, Sano?, ¿no tienes hambre?

-Discúlpame, no es nada. Sigamos cenando.

 

Las misiones continuaban y los ninjas de Konoha adoptaban las enseñanzas de Uzumaki Naruto. Cuando las aldeas aliadas supieron de su regreso, pidieron conocerlo, pues habían escuchado sus hazañas. El rubio decidió continuar con lo que dejó pendiente muchos años atrás: lograr que las naciones vivieran en paz y no hubiera más guerras.

 

-¿Crees que sea un sueño imposible? –preguntó

Él y el moreno se encontraban en el techo de la casa. Al Uzumaki le gustaba mirar las estrellas desde ahí y recientemente Sanosuke se había atrevido a acompañarlo en esas ocasiones.

-No cabe duda de que será muy difícil de lograr, pero estoy seguro de que podrás lograrlo. Porque se trata de ti.

-¿Es algo que también escribió aquél teme de mí?

-Lo sé porque te he observado –aclaró arrugando el ceño y sintiéndose ligeramente ofendido-. He ido a misiones contigo, vivimos juntos, te he visto tanto en acción como en la vida cotidiana y por lo mismo estoy seguro de que eres la persona más perseverante que conozco, parece como si pudieras conseguir lo que te propones. Cuando te miro siento fe en que todo es posible. Y cuando vamos a las misiones sé que puedo confiarte mi vida. Además eres justo, amable y sumamente alegre –cruzó sus miradas-. Tú haces que el mundo se ilumine, Naruto-san.

-¿Eh?

-C-Creo que hablé demasiado, lo siento –agachó la cabeza porque tenía el rostro totalmente rojo

-Sano… G-Gracias –dijo desviando la mirada y con el corazón latiendo rápidamente

Por un momento aquellos intensos ojos oscuros habían logrado impactarlo. La mirada de su amigo (porque ya lo consideraba así) de pronto le recordó a la mirada que Sasuke solía dedicarle. Eso sólo lograba confundirlo y herirlo más.

 

Unas semanas después Sanosuke cumplió dieciocho años. Sus padres y hermana le organizaron una cena donde invitaron a algunos amigos y otros miembros del clan. Naruto se reía de la cara de incomodidad que ponía el Uchiha cuando las chicas querían abrazarlo, tenía varias admiradoras aunque no era para menos: resultaba ser un chico muy atractivo.

-Naruto-sama, ¿cómo está?

Frente a él tenía a una linda joven de cabello oscuro y ojos verdes. Su nombre era Tsubaki y resultaba ser descendiente de Haruno Sakura, por eso la estimaba.

-Muy bien, Tsubaki-chan. Aunque te he dicho que no me llames así.

-Lo siento, pero es difícil –soltó una risita-. Me sentiría incómoda tratando a Naruto-sama como alguien cualquiera.

-Pues tu tátara abuela solía golpearme seguido. Y nunca aceptó tener una cita conmigo, jejeje.

-Pero ella lo quiso mucho, Naruto-sama. Les contó muchas historias de usted a mis bisabuelos y abuelos, ellos a mis padres y luego a mí. Quizá nosotros no teníamos tan arraigado el deber de esperar su regreso como los Uchiha, sin embargo yo me sentí muy contenta cuando le conocí. Desde que nací es mi gran héroe.

-¿De verdad? –sonrió con cariño y le acarició la cabeza- Muchas gracias, Tsubaki-chan. Me haces muy feliz.

 

A unos metros de distancia eran observados por Sanosuke, quien se quedó perplejo. Sí, Naruto era alguien sumamente alegre y amistoso, pero en el tiempo que llevaban juntos no lo había visto comportarse de esa manera con nadie más. Sintió que se le crispaban los nervios al verlo sonreír a Tsubaki (quien era su amiga desde la infancia) y no pudo soportarlo cuando lo vio acariciarle el cabello.

-¡Naruto-san!

-Ah, Sano –le sonrió-. ¿Qué sucede?

-E-Es que te perdí de vista y ya vamos a cortar el pastel.

-Genial, me muero de hambre.

-Pero si acaba de comer, Naruto-sama.

-No me limites, Tsubaki-chan.

-Naruto-san –llamó Ryuusuke-, Hokage-sama acaba de llegar.

-Qué bien, iré a saludarla. Regreso enseguida, chicos.

Una vez se quedaron solos, la joven volteó con el pelinegro.

-¿Y eso? Creo que nunca te había visto comportarte así, Sanosuke-san. Y ni en sueños dejarías que alguien te llamara de esa manera.

-Olvídalo, no es nada.

 

En medio de la celebración, Naruto se rezagó un poco. Observaba a Sanosuke siendo abrazado por su familia pese a sus quejas de que ya no era un niño. Sonrió. A veces ese chico le recordaba mucho a Sasuke, pero en ocasiones como aquella podía notar las diferencias. Sano era más expresivo y amable, a veces hasta tímido. Pero también era alguien muy fuerte y valiente.

-Heredaste lo mejor de él.

Ver a todos los Uchiha riendo alegremente le provocaba un nudo en la garganta. Seguramente así era ese lugar antes de la masacre, lleno de calor y alegría. En el fondo Naruto se sentía como un maldito egoísta al guardar rencor hacia Sasuke por haber renacido su clan a pesar de que le prometió esperarlo.

-Te dejé solo y eso no fue justo para ti, teme. Pero yo… yo…

 

Unas  semanas después Kiyomi le avisó que la Hokage quería verlo en su oficina. Naruto se encaminó a ver de qué se trataba, pues apenas el día anterior él, Sanosuke y un equipo de jounins regresaron victoriosos de una misión que los tuvo lejos varios días.

-Hola, Miyabi baa-chan –le sonrió con alegría

-Buenos días, Naruto-san –correspondió al gesto-. Lamento molestarte en tu día de descanso, pero quería que habláramos.

-Claro, soy todo oídos.

-Naruto-san, antes de irte a esa misión me dijiste que estabas tomando decisiones muy importantes para el futuro, lo que incluía tu permanencia en la aldea. Quisiera saber si ya tienes pensado qué hacer.

-La verdad no estoy seguro –agachó la cabeza-. Konoha sigue siendo mi hogar, pero a veces duele demasiado estar aquí. He conocido a personas estupendas, sin embargo no puedo olvidar a esos amigos tan importantes a los que jamás volveré a ver.

-Comprendo. Me gustaría decirte que no puedes abandonar la aldea, que perteneces aquí y eres el candidato número uno a sucederme como Hokage.

-¿Qué? –la interrumpió, sorprendido- ¡Pero si llegué hace poco! Dudo que los demás estén de acuerdo contigo, Miyabi baa-chan.

-Te equivocas, Naruto-san. Nadie ama Konoha más que tú, cambiaste la mentalidad de nuestros ninjas en el pasado e incluso en el presente, les regresaste su orgullo y dignidad. Eres el más adecuado para tomar el cargo, pero si eso sólo te causará mayor dolor, no soy nadie para atarte a este lugar. Permanecer en Konoha o marcharte es una decisión que únicamente tú puedes tomar.

 

Naruto salió de la oficina tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia de Sanosuke hasta que tropezó con él.

-Ah, Sano, también andas por aquí.

-Ven conmigo, Naruto-san.

Sin darle tiempo a replicar jaló al joven del brazo. Naruto intentó zafarse sin éxito, aunque tampoco hizo mucho esfuerzo porque no quería lastimarlo y hasta ahora nunca había visto al moreno tan furioso.

 

Ambos llegaron hasta una zona solitaria y el Uchiha lo empujó hacia un callejón para encararlo sin que nadie los molestara.

-¡¿Por qué no me dijiste que estabas pensando en la posibilidad de marcharte de la aldea?!

-¿Nos escuchaste? –se rascó la nuca con vergüenza

-¡Contéstame! –exigió

-No iba a hacerlo hasta que tomara una decisión.

-¡Pues no puedes irte! ¡¿Tienes idea de cuánto hemos esperado tu regreso?! ¡Sobre todo yo!

-¿A qué te refieres, Sano?

-He crecido con la idea de que debía esperar a que Uzumaki Naruto estuviera de nuevo en Konoha. Me han hablado de ti prácticamente desde que nací –agachó la cabeza y el flequillo le cubrió los ojos-. Te amo, Naruto-san, siempre lo he hecho. Me di cuenta de ello cuando al fin pude conocerte y miré tus brillantes ojos llenarse de lágrimas –cruzó sus miradas-. ¡Por eso no puedo permitir que te vayas!

-S-Sano, yo…

-No me importa nada –interrumpió en voz baja-, ni siquiera que sigas pensando en él, porque sé cuánto lo quieres y de qué forma –le acarició la mejilla-. Yo sólo quiero hacerte feliz.

-Tú… ¿sabías que yo a Sasuke…?

-No fue difícil darse cuenta –pronunció con más rencor de lo esperado-. Discúlpame –lo soltó de improviso y dio media vuelta-, esta vez me excedí, pero hablo en serio. Al menos tenlo presente.

Dicho eso desapareció. Naruto se llevó una mano a la mejilla que el chico tocó y la sintió caliente. Seguro tenía el rostro sonrojado.

-Ese mocoso está estúpidamente enamorado de ti –escuchó la voz de Kurama

-Tiene que ser una broma –apretó los labios

-Pues para él no lo es.

El rubio no era tan despistado como todos pensaban ni se engañaba. En esos meses de convivencia había llegado a sentirse sumamente atraído hacia Sanosuke al ver cómo era realmente, sus virtudes y defectos. Aunque tenían sus diferencias de verdad se parecía mucho a Sasuke, tanto en el carácter como en el físico, lo que hacía las cosas más complicadas.

-Sano es un gran chico –murmuró para sí mismo-, pero ¿cómo puedo saber si realmente me gusta por quien es o porque me recuerda a ti? Por eso desear quedarme con él sería demasiado egoísta, ¿verdad? Aunque siquiera pensar en esa posibilidad es como si te traicionara, Sasuke…

-No olvides que fue él quien hasta tuvo hijos, así que tú también tienes derecho a estar con este mocoso.

-Pero ni así puedo dejar de amarlo, Kurama. Y creo que será de esa manera para siempre.

 

Esa noche Naruto no volvió a casa, tenía muchas cosas en la cabeza y estar cerca del Uchiha no ayudaría. Miyabi le dio asilo y muy temprano en la mañana fue al monumento a los caídos. De alguna manera en ese lugar se sentía más cerca de sus seres queridos. Cómo deseaba tener a Iruka para que lo aconsejara en esa situación.

-¡Naruto-san!

Kiyomi había llegado y le sonreía. Era una chica encantadora, al rubio le caía muy bien.

-Buenos días, Kiyomi-chan, ¿sucedió algo?

-Te he estado buscando. Toma –le extendió un sobre y una nota adicional pegada en él-, te los envía mi hermano. ¿Acaso pelearon?

-Mmm… No exactamente –tomó los objetos-. Muchas gracias, Kiyomi-chan.

-Fue un placer. ¡Y anímate, Naruto-san! No me gusta verte así de deprimido. Nos vemos luego.

 

Una vez solo, el rubio observó los objetos con curiosidad. Decidió leer primero la nota porque era mucho más corta.

Naruto san,

Perdóname por todo lo que dije ayer sin haberte dado esto antes. Te juro que pensaba hacerlo, pero cuando empezamos a vivir juntos entendí de qué se trataba la carta en tus manos. Fue escrita por Sasuke-san hace muchísimos años y está dirigida a ti. Nadie la ha leído antes y sospecho su contenido, por eso tardé tanto en decidir entregártela. Pero es tuya por derecho y llegó el momento de que la leas. Iré a buscarte más tarde porque todavía no me rindo contigo.

Sano

 

Naruto se guardó la nota y abrió la carta. Al instante reconoció la pulcra letra de Sasuke a pesar de que tanto el papel como la tinta lucían desgastados. Casi podía escuchar la voz de ese teme cuando empezó a leer.

           

Naruto:

No tengo idea de cuándo leerás esto, pero no importa. Te he escrito una carta cada año precisamente porque no sé cuándo vaya a morir, de hecho al momento de escribir la que tienes en las manos me encuentro cerca de mi final, lo cual no es raro teniendo en cuenta la clase de vida que tuve. Si ya no estoy ahí para cuando regreses a la aldea, entonces quiero dejarte muchas cosas en claro. La primera y más importante es que te amo, te amo como a nadie en el mundo. Jamás dejé de buscaste ni de esperarte. Si ya conociste a alguno de mis descendientes quizá lo dudes y te sientas traicionado, pero tuve que hacerlo, no podía permitir que la sangre Uchiha desapareciera. Investigué y me dijeron que mientras mi línea familiar continuara, yo podría renacer un día. Por eso tomé esa decisión, ya que aún ahora estoy convencido de que volveré a verte. Espero que algún día puedas perdonarme y comprendas mis acciones, sobre todo porque no formé la familia feliz que seguro pensaste. La única razón por la que engendré un hijo fue pensando en ti y el día en que estarías de nuevo entre mis brazos. Soy un bastardo egoísta, lo sabes mejor que nadie, pero lo que sí te aseguro es que he tratado de criar a mi hijo lo mejor posible.

 

Esto me recuerda la segunda cuestión. Seguro te sorprendiste porque instruyera a mis descendientes a también esperar por ti, eso fue porque no quería que cuando volvieras a Konoha te sintieras solo y perdido, sino que tuvieras gente que supiera la extraordinaria persona que eres y por lo mismo te respaldaran de forma incondicional.

 

¿Sabes? Me ofrecieron el cargo de Hokage, pero lo rechacé. Ya casi puedo oír tus reclamos por lo que hice, sin embargo ese era tu sueño, no el mío a pesar de lo que dije aquél día en el campo de batalla. Mi sueño eras tú. Al final el cargo lo asumió Shikamaru quien al inicio se enojó conmigo y renegó hasta el cansancio, aunque al final tuvo que resignarse ante la insistencia de todos. El día de la ceremonia oficial él me confesó que estuvo tan renuente a aceptar porque había un líder a quien deseaba seguir. Adivina, se trataba de ti.

 

Todos te han extrañado tanto, yo no tengo día en que no piense en tus ojos, tu risa escandalosa, tu cabello rubio y ese parloteo sin sentido que te caracteriza. Es curioso, ahora los papeles se han invertido. Tú eres el perseguido y yo el persecutor. Maldita sea, me haces tanta falta, Naruto. Quiero verte como no tienes idea. Ojalá pudiera saber cuánto tiempo me tomará el reencontrarnos. Hay tantas cosas que quisiera decirte, pero sólo plasmarlas en papel es tan doloroso.

 

Nunca te des por vencido, usuratonkachi, y jamás retires tu palabra. Ese es tu camino ninja y antes de marcharte a esa misión me prometiste volver a casa. Así que tienes que regresar a mí y más te vale no desaparecer de nuevo. Cuídate mucho hasta el día que nos veamos otra vez. Quizá yo tenga otro nombre y apariencia, pero ten por seguro que mi alma y corazón seguirán siendo los mismos que te pertenecen sólo a ti. Y te advierto que en esta ocasión no pienso volver a soltarte.

Sasuke

 

Los ojos de Naruto estaban llenos de lágrimas que no podía contener. Había llorado bastante desde que volvió a despertar, pero todo era culpa de ese bastardo que nunca dejó de pensar en él. Sasuke continuó desarrollando su vida alrededor del rubio y su regreso, no pensó en que fácilmente podría dedicarse a su familia, olvidarlo y seguir adelante.

-Siempre fuiste muy terco, imbécil.

 

Justo en ese momento escuchó unos pasos acercándose y giró la cabeza para encontrarse con Sanosuke, quien caminaba hacia él con una expresión entre seria y nerviosa. Al verlo así ciertas líneas de la carta hicieron eco en el cerebro del Uzumaki.

“Quizá yo tenga otro nombre y apariencia, pero ten por seguro que mi alma y corazón seguirán siendo los mismos que te pertenecen sólo a ti”

-Entonces… eres tú –dedujo con las lágrimas cayendo de nuevo

Segundos después abrazaba con fuerza a un sorprendido e impactado moreno y lloró sobre su hombro sin soltarlo en ningún momento.

-¿Naruto-san?

-Déjame estar así… por favor.

Sanosuke simplemente asintió y correspondió al gesto estrechándolo con todo el cariño y ternura posibles. Se sentía tan bien tener al rubio entre sus brazos, era como si por fin estuviera completo.

-Oye, Sano –llamó-, ¿recuerdas lo que dije la primera vez que vinimos a este lugar?

-Sí.

-¿Podrías tú contestarme?

-Claro –se apartó un poco para mirarlo a los ojos y sonreírle como sólo podía hacerlo ante él-. Bienvenido a casa, Naruto-san.

-Gracias –limpió sus ojos y sonrió también-… Estoy de vuelta.

 

Ahora comprendía los sentimientos que Sanosuke le despertaba, pues si bien era cierto que Sasuke y él no eran exactamente iguales, esa alma definitivamente seguía siendo la misma. Eran distintos tipos de amor los que sentía por ambos, pero al final el deseo que ellos dos le despertaban era el mismo: permanecer para siempre junto a su persona amada. Y ahora que tenía una nueva vida por delante en Konoha, se aseguraría de que así ocurriera.

 

FIN

THE END

OWARI


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).