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Monócromo amor. por Etsuko Kagayaku

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Notas del capitulo:

Quiero agradecerles a todas la paciencia que han tenido conmigo. A pesar de haber tenido varios problemas que por suerte al fin se han resuelto, ustedes me han esperado pacientemente. Desaparecí por bastante tiempo creo yo, y lo lamento enormemente. En fin, nuevamente gracias por haberme esperado y apoyado.

 

Espero les guste este nuevo capítulo.

 

AVISO: HABRÁ SPOILER DEL MANGA, SI BIEN CAMBIARÁ UN POCO LA HISTORIA, NO QUIERO DISGUSTOS. ESTAN TOTALMENTE AVISADAS

Mi querido niñito

Espero que hayas disfrutado de tus vacaciones, realmente las merecías mi pequeño. Lamento no poder haber asistido a tu boda, como sabes he estado muy ocupada con los embajadores de japón. Estoy muy feliz de que hayas encontrado el amor luego de todas las desgracias que afrontaste. En fin, no quiero hacerte perder el tiempo. Debo hablarte acerca de un caso que aflige mi corazón. En el Weston college ha habido un grave caso de desapariciones, se rumora que uno de los profesores tiene algo que ver con los alumnos desaparecidos. Espero que como mi perro guardián puedas arreglar este gran problema...

Esas habían sido las palabras de su majestad. El nuevo caso auguraba ser algo totalmente aburrido. Seguramente otro caso de trata de personas dentro del colegio. Por alguna razón últimamente se encontraba mas cansado de lo habitual. Tanto que estuvo a punto de rechazar el caso que la reina le había encomendado. Ahora solo quería comer, dormir...Y seguir comiendo.

De hecho la noche anterior había tenido una fuerte discusión con Sebastian. El problema ahora era la intimidad. Hace una semana que no dejaba que Sebastian le tocara un solo cabello. Se encontraba con nauseas constantes y un hambre atroz que no lograba controlar con nada.

La causa ya la sabía...y no se enteró de manera apropiada.

...

Luego de recibir la carta de su majestad, había ido inmediatamente hacia la tienda de Undertaker, esperando que este tuviera información para facilitar el caso y así todo fuera rápido. Lamentablemente la pereza de la luna de miel aún no se iba de su cuerpo.

Sebastian se había tenido que quedar en la mansión en una junta con unos empresarios que habían llegado desde Argentina. Lo mejor era que él se encargara de la información requerida.

Luego de estar una hora tratando de hacer reír al sepulturero, lo logró y este por fin le dio algo de información. Al parecer se había infiltrado una persona del bajo mundo al colegio, tan solo para llevarlo a la ruina.

Eso facilitaría en demasía el caso.

Pero, en uno de los felinos movimientos del sepulturero, a los cuales él ya se encontraba acostumbrado, cuando este lo abrazó por los hombros y tocó levemente su estómago. Undertaker dejó su sonrisa de lado para poner una cara totalmente desconcertada.

Este le levantó por completo la camisa y tocó su estómago con sus manos frías.

-¡Pero que haces!-Gritó mas que histérico.

-Shh, haga silencio un momento conde.

Mas enojado que desconcertado, se dejó "examinar" por el peliplata, mas le valía al shinigami no pasarse de listo porque Sebastian se encontraba atento al contrato.

-Increíble, ustedes si que no pierden el tiempo.-Le dijo el shinigami con una dulce sonrisa mientras le daba un casto beso en el estómago.

-¿Me puedes explicar que diablos haces Undertaker?

-Felicidades Conde, está embarazado.

Cualquiera que lo viera se reiría en su cara, la boca la tenía por el piso mientras sus ojos se encontraban desconcertados mirando hacia la nada.

Cuando logró recuperarse de su estupor, miró nuevamente al shinigami.

-¿Estás bromeando?

Undertaker negó con su cabeza.

-Claro que no, como sabrá no soy un ser humano, por lo tanto puedo percibir cosas que los demás no. Y dentro suyo mi pequeño conde, abunda una nueva vida.

Inconcientemente sonrió, ¿Realmente estaba embarazado?

Se acarició su estómago con dulzura sin poder borrar la tierna sonrisa de su rostro. Se encontraba demasiado feliz.

-Increíble.

El shinigami sonrió mas que enternecido con esa escena. Sin que Ciel se diera cuenta se acercó a su oído.

-¿Quiere que le diga si será niño o niña?

Ciel asintió efusivamente y el sepulturero con una sonrisa susurró el sexo del bebé en su oído.

Ciel abrió los ojos impresionado y volvió a sonreír con extrema alegría.

-Gracias Undertaker.

Prácticamente salió volando de la tienda del sepulturero, no veía la hora de llegar a la mansión y decirle la buena noticia a Sebastian. Pero...Entonces recordó lo que el demonio le había dicho, si él le contaba acerca de su embarazo, lo mas seguro es que Sebastian comenzara a preocuparse y quien sabe, tal vez se enojaría con él. El demonio mayor tenía una mente totalmente indescifrable, nunca lograría adivinar lo que pensaba o lo que haría. Lo que menos quería era hacer infeliz a su demonio, no quería arruinar todo luego de la hermosa luna de miel.

Entonces decidió que ese sería un secreto entre Undertaker y él.

...

Hasta él mismo lo admitía, se encontraba totalmente insoportable, faltaban dos días para ir a la misión encomendada por la reina y no quería seguir mal con su demonio. Ese día se sentía mas dulce de lo normal, por lo tanto llamó a Sebastian. Este se encontraba buscando unos papeles de la compañía.

-¿Me llamaste Ciel?

Nunca dejaría de sentirse extrañamente feliz y excitado al escuchar su nombre de la boca de su esposo.

Con su dedo índice, le hizo una seña para que se acercara. Sebastian, con una cara totalmente seria se acercó hacia él. En cuanto lo tuvo lo suficientemente cerca, tiró de su camisa y le plantó un beso en los labios.

El mayor quedó impresionado unos segundos, para después corresponder el delicioso beso. Hace varios días no probaba los labios del menor.

En cuanto se separaron, el menor le sonrió con dulzura.

-No quiero que sigamos peleados, te extrañé...

El demonio lo observó unos segundos para luego sonreírle enternecido.

-Ahh, Ciel, no puedo estar enojado contigo.-Le respondió el demonio mientras lo abrazaba con efusión.

El menor correspondió el abrazo, sintiéndose protegido y cálido en los brazos de su esposo.

-Sebastian.

-¿Si?

-¿Me traerías zanahorias cubiertas de chocolate?

Decir que Sebastian quedó desconcertado era poco. Debía de ser una broma.

-Enseguida...

...

Sentía que en cualquier momento le daría un ataque de asma. Corría con todas sus fuerzas, esquivando los carruajes y demás personas que deambulaban por las calles de Londres. Tan solo una galleta apresada entre sus dientes y varios libros debajo de sus brazos, era lo que complicaba su marcha. Por suerte llegó justo a tiempo antes de que cerraran la puerta.

La mejor escuela pública de Gran Bretaña, la vasta localidad contiene los complejos edificios de la escuela, una magnifica capilla estilo gótico y cuatro dormitorios, distintas fraternidades. Los estudiantes están bajo una estricta disciplina, que evoca sobre todo la tradición y la educación. Los nobles envían a sus hijos sin importarles las altas tasas financieras, solo para que sus descendientes se eduquen de manera apropiada para ser los nuevos señores de Inglaterra.

-Debo mantenerme al margen.-Susurró para si mismo.

De pronto un grito resonó en su mente, se alertó rápidamente viendo como todos los estudiantes susurraban entre si.

-¡Pisó el cesped!

Se miró a si mismo sin entender bien cual era el problema. Hasta que vio que frente a él venían caminando cuatro singulares personajes.

-Los cuatro prefectos.

Escuchó susurrar a un niño.

Un joven de al parecer diecisiete años, se acercó hacia él y lo agarró fuertemente de la corbata. Cerró los ojos esperando un golpe, pero este nunca llegó.

-Tu corbata está torcida...

Abrió los ojos viendo como ese singular chico de cabellos largos y dorados le sonreía de manera encantadora. Por alguna razón le recordaba a alguien en particular.

-¿Cual es tu nombre?

-Ciel, Ciel Phantomhive.

-Mmm, ¿Phantomhive? nunca lo había escuchado.

Ciel miró esta vez a uno de los-seguramente-prefectos, poseía cabellos platinados y su cuerpo se veía muy tonificado.

-Es cierto, escuché que hoy llegaría un nuevo alumno a la casa azul. ¿Eres tu?

-S-si.

Por alguna razón se sentía muy nervioso, esos chicos parecían ser unos tiranos de primera. Lo que menos quería era problemas. Solo quería resolver el caso de una vez por todas y largarse a la mansión. Además de que el tema del embarazo no lo llevaba muy bien. Por suerte aún faltaba para que su estómago se abultara. Pero sabía que Sebastian comenzaba a sospechar de que algo raro le sucedía.

-Una de las reglas del Weston college indica; "A los únicos que se les está permitido pisar el césped son los prefectos, o a los estudiantes con un permiso concedido por ellos" al menos recuerda las reglas antes de entrar.

Frunció el ceño y chasqueó la lengua por lo bajo ante lo que le había dicho el chico de cabellos azulados. A simple vista un obsesionado con las reglas y un perfeccionista de primera.

De pronto escuchó una vos detrás suyo.

-Apresúrense y entremos, el sol está demasiado brillante aqui afuera.

Se giró levemente y lo vio, un chico de cabellos azabaches con un extraño mechon blanco sobresaliente. Unas ojeras terriblemente grandes debajo de los ojos, su piel era totalmetente pálida, realmente extraño...Pero atractivo. Negó levemente con su cabeza ante esos pensamientos.

-Ten cuidado de ahora en adelante Phantomhive.-Le dijo el prefecto de cabellos dorados mientras tocaba levemente su frente.

En cuanto se fueron gruñó por lo bajo. ¿Quienes se creían que eran? él era mucho mas importante que ellos, ¿No podía pisar el césped? ¡Ja! controlaba a la mitad de Inglaterra. Y no era por presumir, pero esos chicos no le llegaban ni a los talones. Su poder era mucho mas que el de ellos en todo sentido.

De pronto sintió un abrazo totalmente asfixiante.

-Increíble, ¡pisaste el césped y no te reprendieron, si que tienes suerte!.

Se dio la vuelta y pudo ver a un niño, al parecer un poco mas pequeño que él pero que lamentablemente, tenía su misma estatura. De cabellos castaños y unas pintorescas pecas en su rostro, junto con unos pequeños anteojos.

-Yo soy Mcmillan, también soy de primer año de la casa azul.-Le dijo con una simpática sonrisa. Cabe decir que se notaba a leguas que no conocía el mundo exterior.

-Cla-claro...Disculpa, ¿Quienes eran ellos?

-Ellos eran los cuatro prefectos de cada casa. En pocas palabras los estudiantes con mas autoridad que nosotros. ¿Te diste cuenta de que tenían chalecos de diferentes colores? al convertirte en prefecto tienes diferentes libertades que los demás no.

Sonrió levemente, tratando de no ser descortez con la primera persona que le había hablado. Esa tarde se había enterado de bastantes cosas. Al parecer Lawrence Bluer de chaleco azul, controlaba el dormitorio "Sapphire owl" los estudiantes sobresalientes en los estudios se reunian allí.

Gregory Violet, de chaleco purpura, controlaba el dormitorio "Violet Wolf" y los estudiantes sobresalientes en distintos tipos de artes se reunian allí.

Egard Redmond, de chaleco rojo, controlaba el dormitorio "Scarlet Fox" y los estudiantes con un nacimiento excepcionalmente alto se reunian allí.

Finalmente, Herman greenhill de chaleco verde, controlaba el dormitorio "Green lion" y solamente los estudiantes sobresalientes en artes marciales y deportes, eran parte de ese dormitorio.

En el poco tiempo que habló con Mcmillan, pudo darse cuenta de que este admiraba muchísimo a los cuatro prefectos. A él sinceramente le parecía totalmente estúpido.

Tuvo que mentir de buena manera cuando este le preguntó de su repentina llegada. Ya que todos estaban al tanto de los alumnos que habían empezado a desaparecer constantemente en el colegio. Su llegada se le hacía extraña a todos. Por eso debía ir con cautela. El mínimo error podía arruinarlo todo.

En cuanto llegó a la habitación, sus compañeros le dieron la bienvenida de manera no muy grata, al parecer era una costumbre muy normal para ellos el elevar a un alumno en el aire. Entre eso, y las nauseas por su embarazo, sentía que terminaría desmayándose.

-¡Qué es todo este ruido!, ¡Quedarán absolutamente todos amonestados!

Esa vos...

En cuanto al fin tocó el suelo sintió que su alma volvía a su cuerpo. Unos pasos se dirigieron hacia él, en cuanto levantó la vista pudo observarlo mejor.

-Bienvenido al dormitorio "Sapphire owl" yo soy el supervisor de dormitorio Sebastian Michaelis.

En cuanto lo miró a los ojos no pudo hacer mas que sonreírle con complicidad. Sería realmente divertido...

...

Al día siguiente, luego de leerse por completo las reglas del colegio, asistió a la ceremonia de bienvenida de parte del director. Al parecer este se encontraba ocupado y no podía darle la bienvenida por cuenta propia. Por lo tanto el subdirector Johan Agares, fue quien lo recibió. Un hombre de cabellos azabaches y ojos de un extraño dorado combinado con oliva.

El director decide todos los asuntos dentro del colegio, y los prefectos eran alumnos predilectos, elegidos solamente para gobernar el colegio. Las decisiones del director eran absolutas. Era su tradición desde la fundación de la escuela.

-¿Juras seguir nuestras reglas y obedecer la tradición y disciplina?

-Lo juro.

El subdirector lo miró seriamente para luego sacar un gran libro.

-Entonces, firma aquí por favor.

Pero cuando el subdirector bajo del podio...Se cayó por las escaleras.

-¡Señor Agares!

-¡Lo siento!

Aún con sangre saliendo de su frente le dio el libro para que firmara...Eso había sido aterrador.

-Bienvenido a Weston College Phantomhive.

Estrechó su mano con la del subdirector y luego este se retiró, dejándolo solo con los prefectos.

-¿Cuando podré conocer al director?-Preguntó tratando de recaudar mas información.

-Los únicos que pueden reunirse con el director somos nosotros, los prefectos.

En pocas palabras el director era como un monarca absoluto en el colegio.

...

Una escuela pública es un lugar donde los chicos de trece a diecinueve años viven juntos en dormitorios mientras se centran en los estudios. Las vidas de los estudiantes son controladas por el sonar de la campana y así nuevamente comienza un nuevo día en la escuela.

Seis y media en punto suena la primer campanada, anunciando el amanecer a lo que inmediatamente todos deben levantarse. A las siete se da el té junto con un pequeño aperitivo para comenzar el día. De siete y media a nueve y media clases de latín, para luego a las nueve y media tomar el desayuno.

-¿Sirviente?

Esperaba haber escuchado mal a su ahora amigo Mcmillan, se encontraban desayunando luego de una extensa clase de latín con el también profesor Michaelis. No pudo evitar lanzarle miradas coquetas a su esposo mientras este le observaba desde el escritorio. Sebastian solo le sonreía en respuesta y cuando pasaba a su lado tocaba levemente su brazo mientras se mordia los labios. Ciertamente, el hecho de tener a Sebastian de profesor, era totalmente excitante. Mucho mas que cuando este era su mayordomo.

-Exacto, un sirviente es un estudiante que ayuda completamente a los prefectos. Cada prefecto tiene uno, y estos le ayudan en tareas irrelevantes como limpiar la vajilla luego del desayuno, servirles el té, planchar su ropa y demás. Ya que como sabrás los prefectos son una autoridad máxima en el colegio y también se encuentran muy ocupados con tareas semejantes a las del director.

-En pocas palabras tienen su mayordomo personal.-Le dijo con ironía.

-Así es, he oído que los sirvientes de los prefectos también son muy especiales. Ya que ellos pueden llevar en su pecho la flor de su dormitorio y también pueden asistir a la fiesta de té de medianoche que realizan los prefectos con el director.

¿Fiesta de té de medianoche? eso sonaba extremadamente raro, pero al parecer era la única salida para conocer al director. Mejor decidió cambiar de tema.

-¿Tú sabes algo acerca de...el problema con los niños desaparecidos?

De manera inmediata Mcmillan se encogió en su asiento y lo miró con preocupación. Todos los estudiantes a su alrededor comenzaron a susurrar entre si mirándolo de manera grotesca.

-Yo no se nada, pero lo mejor será que no metas tu nariz en esos asuntos Phantohive.-Le dijo cuidadosamente Mcmillan para luego retirarse del comedor.

Realmente había algo extraño en ese colegio.

-Phantomhive, hasta que seas asignado a un año superior, tu estás a cargo de la limpieza del comedor.-Le dijo un chico de cabellos azulados.

-¿To-todo esto?-Preguntó viendo a su alrededor, lleno de platos y cubiertos por doquier.

-Correcto, no te tardes.-Le dijo el muchacho para luego retirarse.

¿¡Que no se tardara!? había al menos unos cien platos por mesa. Cansado de por si, prefirió llamar a quien podría ayudarlo.

-Sebastian, ven aquí.

El demonio mayor se apareció detrás suyo con una sonrisa mientras lo miraba con diversión. El menor solo lo miró con mala cara y le sacó la lengua en un acto infantil, logrando que el mayor largara una carcajada.

-Al parecer el director de este colegio es un completo desconocido, nunca se ha dejado ver entre los estudiantes. El último chico desaparecido se llama Derek Arden. Según he escuchado, era un estudiante del dormitorio "Scarlet fox" pero fue transferido a la casa púrpura por una extraña excepción. Iré a revisar el dormitorio "Violet Wolf" y tu...Puedes encargarte de la limpieza aquí.-Le dijo mientras salía rápidamente del comedor, no sin antes tomar un panecillo de frambuesa...Aún tenía hambre.

El demonio solo lo vio salir de allí y sonrió.

-Yes My lord.-Respondió para luego tomar impulso y comenzar con su trabajo.

...

En cuanto salió nuevamente al patio, se dirigió de manera inmediata al dormitorio púrpura, en cuanto llegó a este vio lo que se imaginaba. Era totalmente aterrador y parecía totalmente abandonado. En cuanto puso un pie en la entrada de este, varios alumnos lo vieron de mala manera y casi comenzaron a golpearlo. Tenía que admitirlo, eso había sido aún mas aterrador por lo cual salió despavorido. Al parecer había demasiada rivalidad entre los dormitorios.

Mas que resignado volvió a su habitación.

-Eso fue horrible...No podré reunirme con Derek y tampoco con el director. El estatus y el dinero no sirven de nada mientras sea un estudiante regular y no podré recaudar información. Por lo tanto, la única forma que queda es...Consiguiendo la aprobación de los cuatro prefectos.-Susurró para si.

De pronto unos brazos lo tomaron fuertemente.

-¡Phantomhive!

El mismo chico que le había encomendado limpiar la vajilla del colegio lo tenía retenido fuertemente. Ya podía sentir el castigo que le darían, al parecer se habían dado cuenta de que se había escapado y obviamente él no había limpiado ni un solo cubierto.

-Yo no elogio facilmente a nadie. ¡Pero eres increíble! nuestro comedor a quedado aún mejor que antes.

Sebastian quien veía todo con una sonrisa divertida se acercó al menor.

-Increíble Phantomhive, gracias por su arduo trabajo.-Le dijo de forma un poco cínica el demonio.

Ciel solo chasqueó la lengua enojado.

-No, gracias señor Michaelis.

...

Luego de pasar todo el día con arduas tareas de parte de los estudiantes mayores. Que obviamente realizaba Sebastian, se dirigió a su habitación. Tenía en cuenta que su esposo se encontraba mas que enfadado con él, le había encomendado demasiadas tareas aún sabiendo que tenía las propias dedicándole demasiado tiempo a las clases y a los alumnos en particular.

Por suerte las nauseas habían pasado, y ya no sentía un hambre atroz como hace una semana. Esperaba contenerse así al menos por un mes. Luego le daría la noticia a su demonio, no podría retenerlo mucho mas tiempo. En cualquier momento su estómago comenzaría a abultarse y sus cambios de humor y nuevamente apetito comenzarían a levantar sospechas en su marido.

Por mas que pasó horas en su cama, no logró dormir. Mas que cansado se levantó dispuesto a ir a la biblioteca. Sabía que se arriesgaba, ya que a partir de las nueve treinta no se podía andar por los corredores del dormitorio.

Con pereza se levantó de la cama y salió de la habitación, riendo por lo bajo al ver a su amigo mcmillan roncando, con una pierna colgando fuera de la cama y babeando su almohada.

Caminó por los pasillos, solamente tenía un pantaloncillo largo y una camisa blanca, el "pijama" de todos.

De pronto unas manos lo apresaron contra la pared. Con impresión y diversión descubrió a Sebastian. Este le destapó la boca y le sonrió para luego besarlo ferozmente. Gimió entre el beso al sentir la lengua del demonio recorrer por completo su boca. Extrañaba tener ese tipo de contactos con su amado demonio.

En cuanto se separaron por falta de aire, Sebastian lo miró con una sonrisa divertida.

-Tenías razón, sería totalmente excitante esta misión.-Susurró su demonio y él solo sonrió.

-Profesor Michaelis, se ve extremadamente bien con ese atuendo.-Le dijo con una sonrisa.

Y no era para menos, el demonio se encontraba con ajustada ropa negra a su cuerpo, una capa negra que le llegaba casi a los talones, e irónicamente un crucifijo de plata en una cadena dorada.

-Digo lo mismo de usted Señorito Phantomhive.

Volvieron a besarse con pasión, sintiéndose mas que excitados con ese nuevo juego de rol. Ahora las misiones serían cada vez mejores al hacerlas con su amante.

La adrenalina de ser descubiertos aceleraba ambos corazones. Ambos jadeaban entre besos, sintiéndose extremadamente bien.

Ciel tocó el pecho de su demonio, sintiendo la acelerada respiración de esta. Sonriendo al sentir su corazón palpitar con fuerza. De un solo tirón rompió su chaleco negro, dejando desacomodada su camisa blanca. La cual con algunos botones rotos dejaba ver el torso de Sebastian.

El demonio lo cargó por sus gluteos y lo apoyó contra la pared, sus piernas rodearon la cintura del Sebastian, comenzando a rozar en un lento vaivén de arriba hacia abajo, sacándole un gemido y al mayor un gruñido feroz.

La boca de Sebastian fue directo hacia su cuello, donde con sus dientes apretó en pedazo de piel y lo succionó fuertemente, dejando una marca muy vistosa.

-Mmm profesor...

El apelativo solo lo excitó mas y movió contra él fuertemente su cadera, frotando aún mas fuerte sus miembros, sacándole al niño un gran gemido que tuvo que ser retenido por su mano. Sebastian lo miró fijo a los ojos, era mas que claro que quería escuchar los gemidos de Ciel, pero alguien podía escucharlos y eso determinaba un problema muy grande para ambos.

Ciel lo retó con la mirada para luego tomar su mano y lamer cada uno de sus dedos, succionándolos con fuerza.

-Ngh.-Sebastian lo miró seriamente para luego apretar fuertemente su pezón derecho, teniendo como resultado una mordida del niño a su mano nuevamente.

Ciel bajó su mano y abrió lentamente el pantalón de Sebastian, dejando al descubierto su gran miembro el cual clamaba algo de atención. Su pulgar recorrió el glande cubierto por preseminal, bajando lentamente su mano hacia la base, sintiendo la piel un poco mas rasposa. Comenzando a subir y bajar por el largo miembro. Su mano apenas podía apresar el miembro del mayor.

Sebastian gimió sensualmente en su oído. Eso solo lo excitó aún mas.

El mayor lo bajó y lo apresó de espaldas, su cara quedó contra la fría pared de mármol. Con una sonrisa seductora, movió sus caderas contra la erección del demonio. Gimiendo al sentir a través de la ropa el miembro muy mojado del mayor. Sebastian bajó sus pantalones, dejándolo totalmente expuesto a él. Tomó su miembro y comenzó a masturbarlo con fuerza. Bajando el prepucio y dejando descubierto su glande mojado y rosado. Todo un manjar para el mayor.

-Ahh mmm Sebastian.-Gimió extasiado ante el ritmo de la mano de su amante.

Sebastian comenzó a besar su espalda, bajando lentamente hasta llegar a sus gluteos, los cuales besó para luego estrujar con sus manos. Luego los abrió levemente y lamió su pequeña entrada rosada, escuchando el gran gemido de su niño.

-Ahh...Rico.-Gimió el menor extasiado mientras sus caderas se iban hacia atrás.

El mayor sonrió e introdujo su lengua por completo, succionado y moviéndola por completo en su interior. Podía escuchar los gemidos de su niño que solo lograban encenderlo aún mas.

Cuando sintió que estaba lo suficientemente lubricado, con su miembro totalmente empapado tanteó su entrada, restregándolo entre sus gluteos, tentando al menor.

-Ngh Sebastian...Por favor, ahh.

Eso bastó para que el mayor perdiera la cordura y se metiera de una sola vez dentro del menor.

Ciel mordió fuertemente sus labios, luego de tanto tiempo se sentía delicioso. La gran polla del demonio lo desgarraba de manera exquisita. Sebastian comenzó a moverse sin esperar su permiso.

Sebastian pasaba su mano por todo el cuerpo descubierto del menor, disfrutando de su suave y ahora caliente piel. Estrujó sus muslos con fuerza mientras mordía su cuello. Sintiendo su miembro apretujado de manera asfixiante.

-Sigues tan estrecho.-Gruñó en su oído, para luego darle una nalgada sacándole un leve grito al menor.

-Si ahh, se siente bien, nghh no pares Sebastian, ahh.-Gimió desesperado Ciel mientras giraba levemente y con su mano atraía el rostro del mayor, para encajar de manera inmediata sus labios con los de su amante.

Sebastian relentizó los movimientos, haciéndole sentir su miembro en todo su esplender al menor. Que gimió con fuerza y necesidad entre los besos húmedos que le daba a su demonio.

Volvieron a retomar un ritmo candente y totalmente desenfrenado, el mayor volvía a sacar su lado demoníaco embistiéndolo hasta lastimarlo. La sangre comenzaba a caer por sus piernas. Pero a ninguno de los dos les importó, es mas, los excitó de sobremanera.

Los movimientos eran totalmente erráticos, ambos podían sentir un fuerte cosquilleo dentro suyo. Ya se acercaba el final.

-Ya...Ya casi.-Lloriqueó Ciel, las lágrimas caían por su rostro, simplemente el placer era demasiado, y no le importaba el hecho de que para el día siguiente estaría totalmente adolorido.

Ambos gruñeron fuertemente al correrse. Aún así tratando de que nadie los escuchara en pleno pasillo.

Ciel mas que cansado se dio la vuelta y miró a Sebastian con una sonrisa. Este lo abrazó correspondiéndole el gesto con dulzura.

-Mi hermoso Ciel.-Susurró el demonio para luego depositar un beso en su frente.

Se miraron y no pudieron evitarlo.

-Te amo.

Ambos sonrieron dulcemente, sintiéndose los mas dichosos al tener a quien mas amaban a su lado.






Notas finales:

Hace un tiempo actualizé "El pecado original" espero hayan podido leer el capítulo.

 

Besos mis lectoras :3


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