¿Nunca se han preguntado porque llueve?
Pues yo tampoco me lo había preguntado hasta que una mañana sentí como todo se derrumbaba en mí...
Todo lo que había cuidado y protegido con mi vida se había esfumado, ¿Quién creería que me engañarían de esa forma?
Todo vuelve es lo que dicen...
¡¿Es qué acaso yo he hecho algo malo?!
Esa mañana, como cualquier otra, me levanté, desayuné y me fui a mi trabajo.
Tomé el bus, de camino a la oficina iba pensando en un regalo que le haría a mi enamorado por el día de San Valentín...
Lo tenía todo planeado, estaba decidido a dejar que pasara lo que tuviera que pasar, después de tanta espera y expectación dejaría que se apoderara de mí como tanto había querido...
En fin, llegué a mi empleo y lo vi, allí tan deslumbrante como de costumbre, sentí como en fuego insaciable comenzaba a quemarme por dentro.
Fui hasta mi lugar, sin hacer alboroto y con cautela para que nadie notara que había llegado, pues todos los días se tornaban irritantes cuando el jefe llegaba.
Todos se ponían nerviosos y estaban más torpes que de costumbre, yo me había acostumbrado al jefe pues por eso no me hacía problema.
Cuando ya era la hora del almuerzo me dirigí a la azotea que era donde solíamos encontrarnos con mi enamorado.
—Lamento la espera, el jefe me ha regañado...Otra vez...
—No te preocupes, si te he podido esperar dos años porque no habría de esperarte ahora un par de minutos más ¿no?
Se acercó a mi lentamente y me abrazó por detrás, yo sentía que algo me inquietaba...
—¿Te has cambiado el perfume?
—¿Eh?
—¿Si te has cambiado el perfume? Ese no es el que siempre llevas...
—¡Ah! Sí, eso es...Es una nueva colonia, ¿te molesta?
—No es eso, sólo que es muy fuerte y dulce...No me gustan esa clases de perfumes, son más del tipo para las mujeres, ¿no crees?
—¡Ah! Claro...—Me soltó, parecía inquieto, comenzó a dar vueltas como si estuviera nervioso—Sabes....Quería hablar de algo conti-
—¿Qué quieres que te regale para el día de San Valentín?
—¿Eh?
—Sí, ya sabes, las parejas suelen hacerse regalos entre ellos ¿no?
—¡Ah! Pues sí, con respecto a eso...
—¿Te gusta el chocolate?
—¡Ah! Pues...
—¿Te gustaría que te preparara uno? Después de todo solo faltan dos días...
—Sí, sobre eso...
—¿O prefieres un pastel?
Sonó mi teléfono, atendí.
—¡Ah! Sí, sí, claro, ¿tiene que ser ahora? Esta bien, de acuerdo, adiós.—Lo miré—Lo siento me ha llamado el jefe necesita que le lleve los reportes de las entrevistas...Nos vemos después...
—¡Ah! ¡Espera hay algo que necesito decirte!
—Me lo dices luego.. Adiós...
Ese día que parecía tan normal se terminó de desencadenar le día de San Valentín, los siguientes dos días no vi a mi enamorado pues estaba muy ocupado con unas entrevistas, sólo me quedaba verlo en el día tan esperado por mí.
Después de tanta indecisión, le terminé haciendo ambos, el pastel y el chocolate, sólo esperaba que le gustaran pues era la primera vez que hacía algo así.
Fui a primeras horas de la mañana a su casa para el encuentro de su rostro animado y cariñoso tras ver la sorpresa que le llevaba, pues a´si era como yo me lo imaginaba...
Él hace algún tiempo me había dado una copia de sus llaves, pues había veces en la que yo tenía más tiempo y le ayudaba con los quehaceres.
Entré casi desesperado, aún dormía, entré sigilosamente a su habitación, parecía que la noche anterior hacía dormido sin sudadera por lo cual dejé las cosas arriba de una mesa y me acurruqué en la cama para despertarlo...
Entre dormido me dijo...
—Hmmm...¿Ya te has despertado gatita?—Me acaricia el cabello, se oía otra voz proveniente del baño
—¡Oye! Espero que no te haya molestado que tomara un baño...
Definitivamente...Una voz de mujer...
Me levanté exaltado, miré a aquella mujer que cruzaba la puerta y llevaba puesta una bata y unos tacos altos...
Lo miré, él se despabiló rápidamente y me miró..
—¡Espera! Déjame que te explique...
—¡No tienes nada que explicar! La situación lo dice todo...—Comencé a caminar rumbo hacia la puerta, me detuvo sujetándome del brazo.
—¡Suéltame! ¡No creas que te escucharé! ¡No has hecho más que engañarme! ¡Yo confíe en ti y me mentiste!
—No es eso, por favor escúchame...
Cabizbajo le dije.
—Yo te quería...Te esperé...Dos años te esperé...Para nada...
—Escúchame...
—¡Eso ya no más!—tomé la bolsa donde estaba el pastel y se lo arrojé al rostro, me liberé y me fui dando un portazo.
Continuará...