Era un día muy frio, cuando un hombre entro a hurtadillas a una iglesia en Atenas, Grecia. Con la respiración agitada, busco refugio, un lugar donde poder esconderse, la policía le pisaba los talones, y entonces su mirada se fijo en el confesionario, era perfecto pues era un espacio cerrado, con rapidez se coló allí y contuvo con fuerza la respiración, dejo pasar los minutos… si los polis le veían, podía despedirse de su libertad; allí, escondido, saco de la desgastada mochila una hermosa y reluciente copa de oro con incrustaciones de diamantes, la había robado de uno de los monasterios, matando, de paso a algunos curas, ahora que lo pensaba, era curioso que se resguardara precisamente en una iglesia, el.. Kanon Geminis… que no tenia ningún tipo de fe ni afecto por la religión. Al pasar varios minutos, decidió que era mejor salir de allí…
-Bendígame padre porque he pecado
La voz le habia tomado desprevenido y trajo saliva al notar que era una persona al otro lado del confesionario… ¿habria creído que el, la persona oculta, era un cura?
-¿Padre?...- susurro de nuevo la voz intentando ver a través de la espesa ventanilla*
-Eh… si… dime hijo mío- término por decir el ladronzuelo, era mejor fingir que levantar sospechas, la persona al otro lado pareció titubear, por un momento se asusto
- Bendígame padre porque he pecado. Han pasado tres días de mi última confesión…
-No puedes haber pecado mucho- contesto, aunque intentaba sonar como un cura, su voz sonó burlona
-Padre… mi fe flaquea… amo a mi Dios… pero padre… mi fe ante la iglesia… es cada vez mas débil… ¿ que debo hacer? Jure mi vida a la religión… padre… por favor… aconséjeme- suplico la voz, intrigando a Kanon que quiso verle… pero era imposible, precisamente porque para proteger el secreto de la confesión, estaba esa tela oscura que apenas le permitir vislumbrar a su interlocutor.
-¿Dices que era un hombre de Dios y en cambio tu fe duda?- pregunto exceptivo - ¿Por qué?- quiso saber curioso.
-Padre… amo a mi señor, a Cristo redentor pero… la iglesia, no resulto lo que yo creí… no es por el soportar el celibato y demás… es la hipocresía… ¿cómo puedo amar a la iglesia cuando veo los malos actos que esta realiza? Discrimina al prójimo, nos divide, Jesucristo enseño a amar a todos por igual… ¿ no es esa su principal enseñanza Padre?... ¿su principal valor?... aconséjeme Padre…
-Es una estupidez, deja la iglesia entonces y ponte a hacer otra cosa- contesto Kanon comenzando a reír, dejando a la persona al otro lado, Muda por unos instantes
-Usted…tu…no eres el padre Shaka…- aseguro ahora- ¿ quién eres?- quiso saber, acrecentando la sonrisa de Kanon
-¿es usted un sacerdote no es así?... ¿quiere oír mi confesión?- pregunto expectante
-Si… soy uno de los sacerdotes de esta congregación…
- Bien.. padrecito… tengo que confesar que acabo de apuñalar y degollar a varios curas y monjas, que les he robado y que lo he hecho durante varios días, confieso que desprecio a su Dios, desprecio a la vida y que probablemente, vuelva a matar…- confeso con rapidez, escuchando levemente como el padre contenía la respiración unos instantes.
-El padre Andrei y la hermana Marin…- murmuro el padre con voz ahogada- Arrepiente hijo mío… Dios en su divina misericordia, perdonara tus pecados si te arrepientes de corazón, Dios jamás hace a un lado a la oveja perdida, te recibirá con los brazos abiertos…
-Guárdese el discurso padre- dijo soltando una risotada y salió con rapidez de allí; confundiéndose entra las personas que entraban en tumulto a la iglesia para la misa, al menos no se había aburrido mientras hacia tiempo, y estaba seguro que los policías debían haberse alejado un poco de esa zona, ahora solo debía llegar pronto a su guarida y todo estaría bien.
Por supuesto que el no era un vulgar ladron, y que sus “trabajos” solian salir un poco mejor que este ultimo, había tenido mucha mala suerte de que hubiesen policías cerca y que esa maldita monja hubiese logrado gritar antes de que con un cuchillo,Kanon acabara con su vida.
Se dedicaba a realizar trabajos, y sus servicios eran bastante costosos de hecho, iban desde asesinatos hasta robo de objetos valiosos, como la ostentosa copa que llevaba escondida, aunque esto le proporcionaba grandes ganacias, no se daba una vida de grandes lujos, vivía en una zona algo fea de la ciudad, en un galpón que en tiempos pasados, había sido un taller mecánico, solo había un lujo en su vida, y eran sus motos. Una vez allí, se sintió seguro, se dio un rápido baño y se hecho semidesnudo en la cama mientras tomaba el teléfono y llamaba a su contacto.
-Tengo la copa -…- No, no quedo ningún testigo-… -Digale a su jefe que ya puede depositar el dinero en el numero de cuenta acordado y entonces les dare la copa…¿el punto de encuentro?, la estatua del angel, la grande que esta en el cementerio principal - dijo con una sonrisa y con la mano libre, busco en su mochila para tomar la copa y mirarle, reluciente de oro y brillantes, colgó el teléfono y suspiro
-¡Nada como un trabajo bien hecho!...- dijo orgulloso para si mismo en voz alta.
El trabajo si había sido casi perfecto, “casi” era la palabra clave, Kanon no se había percatado de que mas personas estaba a la caza de la valiosa copa y al momento de entregarla, estos habían aparecido para robársela, y Kanon había logrado huir por poco del tiroteo, aunque no sabia si su contacto había salido ileso, pues no se había detenido a averiguarlo, menos aun con esos sujetos pisándole los tobillos, había corrido toda la noche, dejándose caer algo debil, preso del cansancio y el frio, en una plaza, bajo la sombra que le proporcionaba un árbol. Cayo en un duermevela por la misma debilidad.
-Por Dios…- susurro una voz -¿está usted bien?...
La voz le espabilo un poco, y abrió los ojos a la vez que tomaba con fuerza por la muñeca, a esa persona que con su mano había estado por tocarle el rostro
-¿Qué cree que hace?- dijo tosco clavando su mirada en su interlocutor, quedándose sorprendido unos instantes, ese color de cabello, esos ojos y esas curiosas marcas en vez de cejas…¿podia ser posible?
- Lo lamento...queria saber si estaba bien- dijo suavemente, Kanon le miro de arriba abajo, el hombre llevaba una sotana negra y entonces se dio cuenta de que era el cura, el del confesionario del dia anterior, y pudo ver en los ojos verdes de el, que también había reconocido su voz
-Estoy perfectamente bien- dijo únicamente con prepotencia el peli azul, haciendo que que Mu sonriera un poco
-Claro… se nota que si…- dijo Mu sonriendo un poco mientras sacaba un pañuelo y se lo entregaba- límpiese la cara hijo mío…
-Estoy muy viejo como para ser hijo suyo- dijo con sorna Kanon, y Mu no pudo evitar sonreír aun cuando otros curas podrían decir que eso era grosero. Sin permiso de Kanon, el padre toco la frente de Kanon
-Esta usted enfermo…- murmuro preocupado, acercándose un poco mas a Kanon para tomarle del brazo- venga conmigo…- susurro intentando ponerle depie y Kanon se dejo llevar mientras comenzaba a marearse