Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kisetsu por Aomame

[Reviews - 105]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Fuyu-gomori = Hibernación.

=)

Kisetsu


Fuyu-gomori

El invierno llegó con lluvia, o más bien, agua-nieve. La vi caer detrás del vidrio de la ventana del departamento de Ze chan. Pensé que era un día perfecto para no salir, y quedarnos a holgazanear tranquilamente. Pero mis planes, hasta entonces agradables, se vieron truncados.

Eran cerca de las ocho de la mañana cuando sonó el timbre. Acabábamos de levantarnos y aún estábamos en pijama. Ze chan estaba a punto de preparar el desayuno, así que fui yo quien abrió la puerta. Me lleve una sorpresa al ver ahí al marido de mi hermana.

—Buenos días —dijo Noboru con una sonrisa cortés y una media inclinación como saludo.

—Buenos…

—¡Tío Kaname! —Kei apareció en el marco de la puerta con su rostro iluminado por la alegría.

—¡Hey! ¿No vas a ir a la escuela?

—No va a haber —Noboru asintió y murmuró que por causa de la lluvia habían cancelado las clases. Fue entonces cuando Ze chan apareció detrás de mí, seguramente había escuchado la voz de su hijo.  Kei, al verlo, se zafó del agarre de Noboru y corrió a sus brazos.

—Buenos días, Kiryuu san —Noboru repitió su saludo.

—Buenos días…Kaname kun, déjalo pasar —Ze chan bajó a Kei al piso y apretó la mano que Noboru le tendió al entrar.

—Supongo que le sorprende mi visita, Kiryuu san —Ze chan asintió —. Quisiera hablar con usted, si no le molesta.

—Para nada.

—Papá, quiero hot cakes —Kei tiró de los bajos del pantalón de su padre, reclamando su atención.

—¿No has desayunado aún?

—Sí, pero ya me dio hambre.

Ze chan sonrió y le revolvió el cabello. —Bien, vamos a la cocina.

En comitiva todos nos dirigimos a la cocina. Ze chan sentó a Kei en la isla de la habitación y sacó los ingredientes.

—Ze chan, yo lo hago —me ofrecí a hacer los hot cakes para que él hablara con Noboru e insté a Kei a ayudarme. Mi idea no sólo era simplificar las cosas, sino también, poder escuchar la conversación.

—Le dije a Kei que me guiara hasta aquí —comenzó mi cuñado—. Es bastante listo, realmente sabía el camino.

—Lo es —Ze chan asintió y tomó asiento en uno de los bancos, justo como hiciera Noboru segundos antes — ¿De qué deseas hablar conmigo?

Mi cuñado suspiró y luego, tomó aire, como sí aquello no fuera nada sencillo. —He tomado una decisión respecto a Kei, aún no sé qué hacer con mi propia vida, pero creo que él estará bien con esto. Hablé con Kaname kun, y con Kei. Evidentemente, con Yuuki también. Y debo decir que por un momento me sentí dubitativo, pero llegué a la misma conclusión que cuando hable contigo aun estando en Europa. Creo firmemente que Kei estará mejor contigo, así que, tienes mi apoyo para el cambio de apellido.

—Gracias, Noboru san —Ze chan se escuchaba aliviado —. Me haces las cosas un poco más fáciles.

—No hay de qué. Basta verlo ahora, para saber qué es lo mejor para él. Pero no es todo lo que quería hablar contigo. Quisiera hablar sobre Yuuki.

—¿De qué puedo hablar yo contigo sobre Yuuki? Ya no tengo nada (a parte de Kei) que me una a ella.

—Bueno… me siento un tanto perdido, quisiera tu opinión porque, bueno… digamos… tú sabes lo que es amarla.

Hubo un silencio incomodo, donde sólo se escuchaba como yo preparaba la mezcla de hot cakes y a Kei canturreando alguna canción del kínder despreocupado y ajeno a lo que pasaba, después, Ze chan contestó.

 —Sí, lo sé. ¿Pero qué…?

—Ella te amó, es más, puedo asegurar que te amó más que a mí. Hasta me puedo atrever a decir que aún te ama —en ese punto, estuve de acuerdo—. Es capaz de renunciar a todo si tú se lo pidieras.

—Eso no es así, nosotros comenzamos a salir cuando tú y ella ya tenían tiempo juntos.

—El tiempo  no importa. Pero ese no es el punto tampoco, lo que yo quiero saber es si: ¿aún la amas? ¿Si la has perdonado? —era evidente que Noboru había olvidado que yo estaba ahí, que yo era la pareja actual de Ze chan, la conversación, sus preguntas, no me estaban gustando nada.

—¿Por qué? —tampoco  era la respuesta que yo habría querido escuchar.

—Porque…porque yo no sé qué hacer. Ella me pide el divorcio un día y al otro no, me dice que me quiere un día y al otro no. No sé qué hacer, no sé qué pretende. Yo…aún la amo. Hay algo en ella a lo que no puedo renunciar, ¿sabes lo que es, verdad? Fuiste seducido por ello también. Si ella viene, si ella te habla, te pide perdón ¿qué harías?

Ze chan guardó silencio un momento. Era obvio, hasta para mí, que Noboru estaba demasiado conflictuado, ni siquiera sus preguntas eran del todo claras.

—Ella lo ha hecho —dijo Ze chan con voz cansada—. Le he dicho que no voy a volver con ella. Eso es lo que he hecho. Pero entiendo lo que dices, porque sí, tienes razón, fui seducido por ese algo que tiene Yuuki. Ese algo que parece droga. Así que entiendo que sigas atrapado en ello.

—Pero ¿por qué, Kiryuu san? Ni siquiera hemos intimado en un largo tiempo, quiero decir, podría pensar que sería eso, pero no lo es ¿Por qué no puedo escapar de ella?

Ze chan guardó otro silencio, que fue cortado por la infantil voz de Kei.

—¡Quiero hot cake de Pikachú! —se refería a los moldes con los que a veces le dábamos forma a los hot cakes. Así que Ze chan, atento a ello, se levantó buscó los moldes y me los tendió antes de regresar con Noboru.

—Ven —le dijo y ambos se retiraron hacia la sala. En ese momento, perdí el hilo de la conversación.

Cuando volvieron Noboru parecía más tranquilo, pero su cara aún reflejaba contrariedad. Desayunamos todos juntos hot cakes y al finalizar, mi cuñado se despidió dejando a Kei con nosotros.

 No pregunté, tampoco di indicios de curiosidad, pero por dentro me moría por saber que palabras había intercambiado Ze chan con mi cuñado. De alguna manera, los silencios y el tono confidente que Ze chan mostró me habían inquietado. Sentía que algo me ocultaba, y ese algo era peor porque se trataba de Yuuki. Mi eterna enemiga con  respecto al amor de Ze chan.  Contra ella siempre de los siempres debía andar con cuidado.

Pero a pesar de mis temores, de mis dudas, no hice nada por aclararlos. Pasamos una tarde, como la había previsto, agradable. Junto a Kei el tiempo pasó volando. Cuando me di cuenta ya estaba anocheciendo.

—¿Qué quieres cenar, Kaname kun?

Estábamos tirados de panza en la alfombra, los tres intentábamos armar un esqueleto de dinosaurio, un T-rex. Kei era el más entusiasmado, pero también el más impaciente y a veces, no nos dejaba trabajar. La pregunta de Ze chan me hizo sonreír, no sólo porque ya tenía hambre, sino porque de alguna manera me sentí mimado por él.

—Mmh, no sé, veamos —tonteé, mi amante levantó la vista y al igual que yo, esbozó una sonrisa —, quizás un poco de curry, me gusta el curry con arroz.

Ze chan iba a contestarme, pero justo antes de que lo hiciera, sonó el timbre de nuevo. Pensé por un momento que debía tratarse de Noboru de nuevo, tal vez venía por Kei.  Esta vez, fue Ze chan quién se levantó y se dirigió a la puerta.

Lo que pasó después, me causaría dolores estomacales y también que se me fuera el hambre por completo. Cuando la puerta fue abierta, vi como una sanguijuela se colgaba del cuello de mi novio y le besaba en la boca intempestivamente. La sanguijuela era mi hermana.

—Yuuki… —Ze chan se hizo hacia atrás, y la sujetó de los brazos, manteniendo la distancia —¿Qué haces aquí?

Mi hermana dejó escapar una risa estúpida, ladeó el rostro coquetamente y señaló la maleta que le acompañaba.

—Viene a quedarme —dijo con júbilo.

—¿Qué?

—Mi familia está aquí —dijo, entró y sin dirigirme una sola mirada, se acuclilló junto a Kei—. Hola, mi amor, ¿qué haces?

Kei la miró desconcertado por un momento, pero luego, sonrió — ¡Hacemos un dinosaurio, mamá! —dijo y tendió sus manitas para mostrarle las piezas —  ¿Quieres hacer dinosaurios conmigo?

—Claro que sí, mi vida —su tonó de voz dulzón y falso, me erizó el pelo de la nuca, pero Kei no se dio cuenta de ello. Para él, probablemente era una cosa maravillosa que su madre se acercara así a él.

—¿Yuuki, qué estás haciendo aquí? —Ze chan se acercó a ella y le miró con el ceño fruncido.  Mi hermana se giró y puso de pie, mientras seguía sonriendo cínicamente.

—Vengo a quedarme contigo. Tú, mi hijo y yo seremos la familia que siempre debimos ser.

—¡Estás loca! — ese era yo. Su actitud, sus palabras, todo me molestaba, incluso el simple hecho de que estuviera presente en la misma habitación —. Mejor vete de una vez.

—No voy a irme —me miró retadoramente, y yo me puse de pie también —. El único que va a irse, eres tú.

—Parece que ahora si te volviste loca. Está no es tu casa, ni tu familia. Vienes aquí y te comportas como una buena madre… ¿Cuándo se ha visto que tú seas así? ¡Deberías ser encerrada en el manicomio! ¡Maldita loca!

Yuuki torció la boca y no dudo en darme una bofetada.

—¡Hey, Yuuki, no hagas eso! —Ze chan la tomó de la muñeca, pero ella se zafó y volvió al ataque.

Yo no me di cuenta de lo que pasaba a mí alrededor, me enfrasque en una pelea verbal con ella. Nos gritamos de todo. Estoy seguro que ella también perdió el contexto dónde estaba. Para el uno sólo existía el otro, y lo único que queríamos era destrozarnos. No escuché cuando Ze chan me pidió parar, no escuché cuando Kei se puso a llorar asustado de lo que pasaba. Estaba tan fuera de mí que no fue hasta que mi amante tiró de mi hombro y me sacó de ese círculo, que volví a tener conciencia de mí alrededor.

Él me miraba extrañamente, como si no pudiera creer que yo era yo. Kei lloraba pegado a la pierna de su padre a lágrima viva. Yuuki también lloraba pero de ira, su cara estaba roja y podía ver cómo le palpitaba una vena de la sien.

—Kaname, para —Ze chan me sujetó de los hombros —. Cálmate, por favor.

—¿Por qué? —seguía  furioso. Me preguntaba por qué tenía que clamarme yo ¿Por qué era al único que Ze chan miraba así? ¿Es que, acaso, Yuuki no tenía la culpa? ¿Por qué ella tenía el privilegio de no ser reprendida? ¿Por qué Ze chan…? —Aún la quieres ¿verdad?

—¿Eh? ¿De qué…?

—Es por eso, ¿no? La idea de estar con ella ahora como una familia, te parece genial.

Ze chan frunció el ceño y sacudió la cabeza —Kanme, eso no…

—Es así. Después de todo, ella tiene algo de lo que no pueden escapar ¿no? —no le deje contestar. Di la vuelta, furioso y me dirigí a la puerta sin mirarle directamente a los ojos.

—Kaname, espera...

—No quiero ¡Déjame en paz!

La lluvia había parado, pero el aire congelaba. Yo no llevaba ni un solo suéter, y podía sentir el helado viento herirme como cuchillas la piel.  Caminé hasta la estación y volví a mi casa en metro.

+++

—Kaname, Kaname…hijo… ¡Despierta! —sentí la palmada que dio mi padre rozarme la nariz.

—¿Qué…?

—Pon atención, sino puedes, mejor vete.

—Sí, si puedo.

Teníamos una junta del consejo de la empresa esa mañana, bueno, era un invitado. Yo no había dormido bien. Mi mente volvía a lo que había pasado la noche anterior.  Pensaba en Kei llorando, en Ze chan mirándome extrañado, en Yuuki, esa maldita… recordaba mis palabras, y me arrepentía de algunas de ellas, en especial las que le dije a Ze chan. Luego, pensé en que ella se había quedado en el departamento de Ze chan. Había sido tan estúpido, hice justo lo que ella quería. Me sacó de la casa y se quedó ella. Le di la victoria sin siquiera poner resistencia.

No llamé a Ze chan, es más, apagué el celular para que él no se pusiera en contacto conmigo tampoco. Tenía miedo de lo que pudiera decirme, me sentía avergonzado y dolido al mismo tiempo. Pero sobre todo ¿y si, Ze chan, de verdad sigue sintiendo algo por Yuuki? Por mínimo que sea, ¿qué sería de mí, entonces? Tenía miedo y coraje. Y además, como si no fuera suficiente con eso, estaba a punto de resfriarme, tenía el cuerpo cortado; y todo por salir intempestivamente en una noche fría.

—Kaname —mi padre me sacudió del hombro. De nuevo, estaba quedándome dormido —, no te ves bien.  ¿Estás enfermo?

—Tal vez —dije con la garganta seca, carraspeé y noté que me estaba quedando ronco.

—¿Tal vez, dices? Es evidente. Ve a mi oficina, anda, duerme un poco. Le diré a la secretaria que te llevé un té. Cuando te sientas un poco mejor ve a casa.

Iba a negarme, pero lo pensé mejor. Asentí, me disculpe con el resto del consejo y me dirigí a la oficina de mi padre arrastrando los pies. Una vez ahí, me tumbé en uno de los sillones y cerré los ojos.  Lo siguiente que sentí fue una mano fría sobre mi frente. Se sentía tan bien que me negué a moverme y abrir los ojos.

—Qué bueno, no tiene fiebre — dijo con alivio una voz que yo conocía. Era Ze chan, y sólo por eso me obligué a abrir los ojos. Sí, era él. Me sonrió en cuanto nuestros ojos se encontraron — ¿Cómo te sientes?

Me incorporé y murmuré un “bien”, que no era verdad pero, que tampoco era del todo una mentira.

—Kaname, anoche…

—Olvídalo…

—Lo siento —lo miré sorprendido —. Entiendo que te enojaras. Se supone que debía apoyarte, y lo que hice fue reprenderte.

¿Eh? Ze chan lo sabía, sabía el porqué de mi molestia. Y yo no sabía si eso era bueno o era malo.

—Sólo estaba desesperado, Kei  lloraba, y ustedes no paraban por más que se los pedía. Te detuve a ti, porque resultaba imposible con Yuuki. Tú tienes más sentido común que ella, pensé que si te detenía a ti, entonces terminarían —suspiró y se sentó a mi lado en el sillón —No es que la quiera  aún. Eso no es así. Por favor, confía en mí.

—Yo confió en ti.

—Mentira —dijo duramente y yo me encogí en mi lugar —. No me crees. Estás dudando como esa vez en la playa. ¿Qué debo hacer para que me creas? Es lo que me he estado preguntando toda la noche. Pero supongo que no puedo más que seguir a tu lado y convencerte de ello ¿verdad?

No tenía palabras para nada de lo que él decía. Era así, sólo así. Tenía miedo de perderlo constantemente, sí, soy inseguro. Y sí, sólo si está a mi lado, si se queda y es más y más amable, más dulce, podré ganar confianza.

—Ze chan —me giré y tomé sus manos con las mías —, tú… ¿me necesitas? Porque yo a ti sí, mucho. No quiero sonar como un loco aprensivo y sin vida. Pero, me desespera no saber qué piensas, me da miedo que te vayas de nuevo. Me da miedo que ella siga siendo importante para ti. Si tan sólo me lo dijeras, no sé… quizás…no me sentiría tan inseguro.

—Entiendo —asintió—, pero necesito que me ayudes, ¿qué es lo que quieres que te diga?

—¿Qué le dijiste a Noboru? ¿Por qué te lo llevaste y no me dejaste escuchar la conversación, había algo que no querías que oyera?

—Sí —dijo, y me sobresalté por lo directo que fue —, pero no tú. No quería que Kei escuchara a su padre hablar mal de su madre —se encogió de hombros —. Sólo le dije que era una mujer manipuladora, que necesitaba salirse con la suya y cuando no era así, entonces, hacía que la tierra temblara. Le dije que no es amor, que no se puede ser feliz sintiéndose amenazado todo el tiempo. Le recomendé el divorcio, que fuera fuerte y rehiciera su vida. Sólo eso.

Bajé la cabeza y suspiré. Sólo eso. Pero era un gran alivio. —Ella… anoche — esa pregunta era lo que más me costaba y era tan simple —… ¿se quedó a dormir contigo?

—Yuuki se quedó a dormir en mi habitación, sí. Pero yo dormí con Kei. Está mañana lo llevé al jardín de niños y vine a buscarte. Como no me contestabas el teléfono, llamé a tu padre, me dijo que estabas aquí — dijo —. Por si quieres saber, no quiero que se quede, así que le diré que se vaya. Sólo me pareció un poco cruel sacarla en medio de la noche, además, Kei se habría puesto a llorar más.

—Ya veo —bajé la vista —. Lo siento, Ze chan, eso fue mi culpa —él sacudió la cabeza a manera de negación— Tendré que quemar las sabanas de nuestra cama—agregué para liberar la tensión.

Ze chan me miró y lentamente esbozo una sonrisa. —En verdad, lo siento, Kaname. No quería que te marcharas, no quiero que te marches. Por favor, quédate. Te necesito.

Sus palabras me hicieron sonreír, prácticamente, de oreja a oreja. Estiré los brazos y lo atraje en un abrazo. Hacer tormentas en vasos de agua, no siempre es tan malo.

—Iremos a casa —le dije —, hablaremos con ella, juntos, y la sacaremos de nuestras vidas.

—¿Juntos?

—Sí, como debe ser.

Ze chan me sonrió, cubrió mis mejillas con sus manos y me besó en los labios con ternura.

—Ahora, si tienes fiebre —dijo —, tus mejillas están calientes.

—Sí, pero estoy seguro que no tiene que ver con la enfermedad.

No dijo nada, me besó de nuevo y me abrazó con fuerza. Afuera, el viento anunciaba que no había a dónde refugiarse ya, el invierno estaba aquí. Y no se iría hasta congelar hasta el mismo tiempo. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

Me dije "Caray, termina está historia, no te hagas pato" Bien, voy a terminarla antes de seguir con otros proyectos. Lo cual no significa que no actualice los demás esporadicamente. Después de todo, nos acercamos al final. 

              continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).