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Kisetsu por Aomame

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Notas del capitulo:

Fuyu no owari= Fin del invierno

Kisetsu

Fuyu no owari

—¡Abuelito, mira! —Kei corrió  y arrastró de la mano a su abuelo paterno hasta el otro lado de la tienda.

Los padres de Ze chan vinieron a Tokio para conocer a su nieto y,  claro, estar con su hijo y limar aún más las asperezas en su relación. Había pasado un año desde la última vez que se habían visto, pero a partir de entonces la comunicación se había restablecido. 

Pienso que la reconciliación es un largo camino. No se trata sólo de decir: “te perdono” “sigamos adelante”. No. Conlleva mucho trabajo, frustraciones y también, alegrías. Ze chan y sus padres han trabajado muy duro para poder entenderse de nuevo, para recuperar la confianza y reconciliarse con el amor que se tienen. Así que, me sentí contento por esa visita. En especial porque entre más se acercaba la fecha, Ze chan lucía más ansioso, pero era una ansiedad que estaba pintada de entusiasmo. Tal vez él no lo reconozca nunca, pero estoy seguro que deseaba mucho ese momento.

En fin, navidad estaba por llegar y hacíamos compras de última hora. Esa sería la primera navidad que Ze chan y yo pasaríamos en familia. Parecía que todo podía apuntar para ir bien, o para ser un completo desastre.

—¿Crees que Santa me lo traiga? —preguntó Kei a su abuelo, mientras señalaba un enorme barco de juguete.

—¿Te has portado bien? —preguntó su abuelo.

—¡Sí! ¿Verdad papá, que me he portado bien?

Ze chan asintió al tiempo que esbozaba una enorme sonrisa.

—Entonces, es muy probable que te lo traiga, Kei chan —le dijo su abuela.

—¡Lo anotaré en mi carta!

Kei y sus abuelos dejaron el escaparate, y tomados de las manos continuaron el camino. Iban un par de pasos delante de Ze chan y de mí. Nosotros cargábamos las bolsas, que contenían no sólo regalos, si no también comida y bebidas.

—Oye, Ze chan.

—¿mmh?

—¿Tú que pedirás a Santa, ah?

Ze chan me miró y rió. —A mi edad, Santa ya no me trae ningún regalo. Pero a ti sí, Kaname kun, ¿qué le pedirás?

Le devolví la sonrisa y  pasé mi brazo libre por sus hombros—Me encantaría un Ze chan con moño rojo —murmuré a su oído.

—¿ Y sólo eso? —volteó a verme y levantó las cejas pícaramente.

—Sí, sólo eso.

—Bueno, no lo sé… eso es cosa de Santa.

—Ja, ja, ja

+++

Esa Nochebuena, mi casa se pintó de colores. Mientras Kei, el papá de Ze chan y el mío ponían el arbolito de navidad; y  mi madre y la de Ze chan preparaban la cena,  nosotros dos envolvíamos regalos en la sala.

—Ya huele rico —dije husmeando el aire—,¿tu mamá cocina rico, Ze chan? Porque la mía es un desastre.

—Sí… hace mucho tiempo que no pruebo nada de su cocina, pero por lo que puedo recordar, sí, es muy buena.

—Entonces, ese aroma se lo debemos a ella.

—Ja, ja, ja No te creo, Kaname kun. Seguramente tu mamá también cocina delicioso.

—No, en serio, Ze chan. Una vez confundió el azúcar con la sal. Y no te digo que pasó cuando confundió el azúcar glas con harina.

Ze chan echó a reír. —Vamos, no digas eso. Mejor terminemos esto.

 Lo cierto era que nosotros teníamos un desastre en la sala. Papel para envolver con motivos navideños desperdigados en el piso, pedazos de los recortes y moños de colores esparcidos por la pequeña mesa de centro.

Ze chan era muy hábil para envolver regalos, tenía una idea muy natural y limpia para hacerlo. En mi caso, todo el papel me quedaba arrugado de un lado o chueco del otro. Supongo que tiene que ver con la habilidad manual del artista que él es.

—Mira, Ze chan —le dije y él levantó la vista para fijarse en mí. Levante en mi mano derecha un moño que recién había hecho, no es necesario decir de qué color era —, estoy seguro que  te quedaría de maravilla.

—Eres un bobo —dijo y me mostró un moño grande y dorado —. Este te queda a ti —sin darme tiempo a nada, lo colocó en mi cuello y lo ató  a él con los lazos sobrantes. Luego,  tomó una delas tarjetas y escribió “De: Santa Para: Zero” y la pegó en mi suéter.

—¡Hey! ¡No se vale! —dije mientras mi novio reía realmente divertido—.Yo también…—Agarré mi moño dispuesto  imitarlo. Y justo entonces, mi hermana  entró a la habitación, se detuvo y nos miró a ambos. Es increíble, pero el ambiente se congelo en ese instante.

—Qué asco —dijo y después de lanzarnos una horrible mirada, siguió su camino.

Aquello me enfureció. Todo ese día estaba resultando perfecto, excepto por ella. Si ella no estuviera, ¡que bella víspera de navidad tendríamos! Me levanté para seguirla y Ze chan me tomó de la muñeca.

—¿Qué vas a hacer?

—Déjame, Ze chan, le diré un par de cosas.

—¿Para qué? Déjalo así, que no te afecte.

—Pero no puedo soportarlo, déjame, Ze chan. Nada más puede pasar.

Ze chan suspiró y negó con la cabeza, pero me soltó. Supongo que ya sabía que no podía detenerme. Y  además, si no lo hacía, me pasaría toda la noche con sabor a bilis en la garganta.

 

Encontré a Yuki sentada en el porche del patio trasero. Estaba nevando ya, aunque aún no muy fuerte. Me puse el abrigo y me planté a su lado. Ella torció la boca y giró los ojos hacía mí, estaba claramente fastidiada.

—¿Qué? ¿Te cansaste de jugar a la familia feliz?

—Sería una familia feliz,  si no estuvieras aquí, rondando con tu cara de huele mierd…

—¡Eres un estúpido! —se puso de pie y me miró furiosa. No era para nada intimidante, empezando porque es mucho más pequeña que yo—¡ Y un usurpador!

—¿Ah? —la miré confuso —Ya no veas novelas, Yuuki, se te ha frito el cerebro.

—¡No! —dio un paso y me golpeó el pecho con la punta de su dedo índice—. ¡Esa debía ser mi familia! ¡Pero no! Eres tú quién envuelve regalos con Zero, tú quién les dice suegros a sus padres, tú quién va y toma la mano de mi hijo. ¡Tú! ¡Y ese debería ser mi lugar!

—La estúpida aquí eres tú— le dije con calma. Mi intención, por supuesto, era hacerla enojar más—. Ese lugar pudiste tenerlo, pero tú lo perdiste sola. No me culpes por ello. Y digas lo que digas, el día de hoy, la que sobra eres tú.

—Te odio—lo dijo con enojo pero, pude ver como sus ojos se rasaban en lágrimas.

—Puff… ¿ahora vas a llorar? Deberías ya haber aprendido que tus lagrimitas no tienen poder alguno. Y menos conmigo.

Me clavó la mirada con dureza y antes de que pudiera hacer algo, arrancó el moño que aún estaba atado a mi cuello—Ya veras, recuperaré lo que me corresponde —dijo, tiró el moño a la nieve y echó a caminar rumbo a la reja de la entrada, con las manos metidas en los bolsillos del abrigo.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo? —pregunté irónicamente, sobándome el cuello  y  siguiendola por el camino blanco y congelado.

—Le recordaré a Ze chan lo que es tener a una mujer —me sonrió con cinismo. Alcanzó la reja y la abrió para salir del predio. Yo le tomé del hombro y le obligué a mirarme.

—No te atrevas si quiera a…

—¡Suéltame!

Me empujó para soltarse de  mí, pero al hacerlo dio un paso hacia el arroyo. Todo pasó en un segundo, al menos a mí me lo pareció. Vi a un auto acercarse rápidamente y reaccioné instintivamente. Me abalance sobre mi hermana y tiré de ella para salvarla. Lo siguiente que sentí fue un fuerte dolor en mi hombro y el frío de la nieve en el suelo.  Así como las manos manos de Yuuki sobre mi cuerpo y su voz con tintes de desesperación llamándome.

—¿Kaname? Kaname ¿estás bien?

—Aaahh—me quejé.

—Kaname, no te mueras —escuché como su voz se quebraba, yo cerraba los ojos fuertemente a causa del dolor —no te mueras, Kaname.

—Yuu…ki —jadeé. Cada respiración me dolía como si me clavaran espinas  por dentro de los pulmones —…Ze chan…Ze…

Entonces, ella gritó. Pareció que algo en ella se había desbloqueado. Gritó el nombre de Ze chan, y llamó a mis padres. Gritó con todas sus fuerzas, llorando y desagarrando su garganta. Por primera vez en muchos años, tenía algo que agradecerle.

—Ya vienen, ya vienen. Kana chan aguanta, todo estará bien.

Lo último que recuerdo después de sus palabras, fue el aroma de Ze chan a mi alrededor.

+++

Desperté en el hospital con el brazo inmovilizado con un cabestrillo. Me sentí mareado, como si me hubieran drogado. Y poco después, supe que me habían dado unos analgésicos bastante fuertes.

El saldo por salvar a mi hermana de ser atropellada fue una fractura de clavícula al caer y dos costillas rotas. No tengo idea de cómo me golpeó el auto, pero al parecer no fue grave. Aunque si lo suficiente para hacerme girar y caer abruptamente sobre la acera. A decir verdad, creo que me salió barato, pude haber muerto, o ella.

—¿Cómo te sientes? —lo más bonito de despertar fue ver a Ze chan a mi lado.

—Como dormido.

Él me sonrió y acarició el cabello.

—Me diste un gran susto ¿sabes?

—Lo siento.

Él negó como diciéndome que no era necesario disculparme.

—Kei chan te manda esto —dijo y me tendió una hoja de papel. Cuando logré enfocar pude ver el dibujo de un oso con gorro de navidad y las palabras “Alíviate, tío Kaname” escritas con la caligrafía temblorosa de un niño —. Dice que se comerá un pedazo de pastel en tu honor esta noche.

—Dile que no, que mejor me lo guarde—intenté reírme pero al hacerlo me dolieron las costillas—. Ay…lo lamento Ze chan, he arruinado la navidad.

—No digas eso. Por suerte, tus heridas no son tan graves y podrás volver a casa hoy, aunque tendrás que guardar reposo.

Le sonreí y busque con mi mano sana sus dedos.

—¿Cómo está Yuuki?

—Bien…ahora. Tuvo un ataque de nervios, pero ahora está bien.

—¿Sabes, Ze chan? pasó algo raro— Ze chan ladeó el rostro interrogante —. Yuuki me llamó de nuevo “Kana chan”…bueno, eso creo. Se sintió raro. Fue como antes, quiero decir antes de que pasara todo.

—Kaname —Ze chan  sujetó mi mano entre las suyas y esbozó una sonrisa suave y tranquila —, siempre estás diciendo que odias a tu hermana, pero ¿sabes? No creo que sea así. Tú la quieres mucho, por eso la salvaste hoy y por eso, te lastiman las cosas que hace. 

—Mmh…—torcí la boca. Mi relación con Yuuki, siempre había sido difícil pero no siempre la odie, no siempre me sentí tan enojado con ella.

—Yo creo que ella necesita ayuda. Quiero creer eso—se encogió de hombros—. Pero, si yo fuera tú, Kaname, me replantaría de nuevo mis sentimientos por mi hermana. Yo daría todo, para poder hacer las paces con mi hermano, pero…ya sabes… eso es algo imposible.

El rostro de Ze chan se entristeció de pronto, y en señal de  apoyo, apreté su mano.

—No llores, Ze chan. No creo que Ichiru, esté donde esté, siga molesto contigo. Es más, no creo que lo estuviera para empezar.

—Eso espero —de nuevo, sonrió un poco —. Pero, tú tienes la oportunidad de pegar los pedazos rotos.  No lo sé, sólo reflexiónalo.

Asentí. Sabía que sus palabras tenían algo, si no es que mucha verdad. Pero no pensaría en ello de nuevo, no en ese momento. Después de esa breve charla, me quedé dormido.  

+++

Volví a casa ese mismo día, me instalaron en mi habitación y me quedé ahí, quieto y adolorido. Hasta ese momento no había hablado con Yuuki. Y no estaba muy seguro de querer hacerlo. No tenía idea de lo que había pasado. Le llamé instinto, pero en el fondo sé que no me habría perdonado que algo malo le pasara. No me gusta sentir culpa, supongo.

Mientras estaba ahí, reflexionando, la puerta se abrió para dar paso a Kei.

—Tío Kaname, te traje pastel—me dijo al tiempo que levantaba sus brazos para mostrarme el pedazo de pastel.

—Hey, gracias. Ven aquí—palmeé con mi mano sana el colchón. Mi sobrino me tendió el pedazo de pastel y luego,  trepó a la cama como pudo.

—Está rico, ¿verdad? Lo hicieron mis abuelitas.

—Sí, está bueno—le sonreí mientras me comía aquel postre— ¿Te gusta tener dos abuelitas?

—¡Sí! —Kei se sentó  aún más cómodamente en la cama y me miró el brazo inmovilizado —. ¿Te duele, tío?

—Un poquito nada más.

—¿Podrás usarlo de nuevo?

—Claro, y estará más fuerte, ya verás.

—¿De verdad?

—Ajá.

Kei se me quedó mirando y luego me sonrió. En contraste, yo me puse serio y con mi mano sana le tomé del brazo suavemente.

—Oye, Kei…—él levantó la vista y ladeó el rostro—¿recuerdas que dijiste que querías que fuera tu mamá?

—Sí—asintió también agitando la cabeza de arriba y abajo.

—¿Aún te gustaría que lo fuera?

—¡Sí!

Sonreí   y le revolví en cabello. Ahora, me sentía un poco más seguro.

—Entonces, Kei chan, ¿me das permiso para casarme con tu papá?

Kei analizó las palabras por un breve instante, y después esbozó una enorme sonrisa y asintió con la cabeza.

—¿Y habrá fiesta? —preguntó.

—Sí, la habrá.

—¿Y pastel?

—Sí, también.

—Pero tío Kaname, si vas a ser mi mamá ¿usarás vestido de novia?

—Jajaja Kei chan, no usaré un vestido de novia.

—Pero yo vi en la tele que las novias se visten con un vestido blanco, ellas son  las mamás ¿no?

—Sí, pero a mí no me gustan los vestidos, pero vestiré de blanco si eso te hace feliz.

Él volvió a asentir y se puso de pie en la cama, y comenzó a dar brinquitos en ella, al tiempo que enumeraba lo que quería para la fiesta. En realidad parecía que sería su cumpleaños en lugar de una boda. Pero, me hizo muy feliz verlo entusiasmado con la idea, tanto o más que yo.

—Pero, oye, Kei chan —le dije deteniendo sus saltos —no le puedes decir a tu papá ¿eh?

—¿Por qué?

—Porque tiene que ser sorpresa ¿ok?

—¡Ok! ¡No le diré nada!

—¿A quién no le dirás nada? —justo en ese momento, Ze chan abrió la puerta de mi habitación —. Kei chan no molestes a tu tío.

—No me molesta, Ze chan. Sólo jugábamos un poco ¿verdad, Kei chan? Es muy aburrido estar aquí solo ¿sabes?

—Entiendo —Ze chan me sonrió, se acercó a la cama y revolvió el cabello de su pequeño clon—Kei, hijo, tus abuelos quieren que bajes, quieren darte algo.

—¿Qué, papá?

—No lo sé, es sorpresa.

—Papá también sabe guardar secretos —dijo Kei, con entusiasmo y bajó de la cama de un salto —¡Nos vemos, mamá Kaname! —gritó antes de cerrar la puerta tras de sí.

Entonces, Ze chan rió y se sentó en el borde del colchón.

—¿Mamá Kaname? —repitió burlonamente.

—Parece que no va a dejar de decirlo —me encogí de hombros y busqué su mano con la mía—Ze chan, recuéstate conmigo un ratito ¿sí?

Ze chan levantó las cejas, mientras escapaba una sonrisa de sus labios. Luego, despacio levantó las cobijas y se recostó a mi lado.

—¿Cómo te sientes?

—Me duele, pero muy poco, en cuanto pase el efecto de los analgésicos, seguro necesitaré morfina.

—No es para tanto —dijo y me golpeó la nariz con uno de sus dedos —Por cierto, hay algo que quiero comentarte.

Al parecer, ese día, todos teníamos algo que decir. Asentí mientras me acomodaba  en la cama cuidando no mover mi brazo herido ni mis costillas. 

—Quiero mudarme—me anunció con toda la calma del mundo.

—¿Otra vez? —el asintió, y las preguntas que vinieron a mi mente fueron muchas,  como por ejemplo, ¿por qué? ¿A dónde? Me preocupaba que cambiara de prefectura o incluso de país, después de todo un pintor como él, puede ser un trotamundos sin ningún problema. Y aunque yo supiera que regresaría,  su ausencia me mataría lentamente.

—Sí, quiero comprar una casa. Creo que es mejor para Kei crecer en una,  que pueda jugar y tener, incluso, una mascota. Claro, él vendrá a vivir conmigo cuando el problema de custodia esté resuelto, pero quiero adelantar el trabajo.

—Ya veo…pero, Ze chan ¿no te irás muy lejos, verdad?

Ze chan sonrió y negó con la cabeza —Es algo que ya habíamos hablado, Kaname kun, pero con tantas cosas, parece que lo hemos olvidado. Así, que me preguntaba si aún quieres ir a vivir con nosotros.

¡Claro! Lo había olvidado, hace meses habíamos decidido vivir juntos pero por una u otra razón lo habíamos pospuesto. Saber que Ze chan lo recordaba me hizo feliz y también me lleno de emoción. Se sentía casi, como si él se me hubiera adelantado y me hubiera propuesto matrimonio.

—Sí, sí quiero. Pero, oye, Ze chan, ¿sabes? La primavera que viene me graduaré.

—Lo sé.

—Y comenzaré a trabajar con mi padre, ahora sí en serio. Tendré verdaderas responsabilidades, y seré entrenado para ser su sucesor. Y también recibiré un sueldo.

—Sí, lo sé, Kaname kun. ¿Pero eso a qué viene?

—Es qué, quiero que me dejes pagar la mitad de la casa.

Ze chan frunció el ceño y negó lentamente con la cabeza —Kaname, no es necesario. Además, no sería justo para ti gastar tus primeras pagas así…

—Será mi dinero después de todo.  Ze chan, déjame hacerlo. Incluso si la compras toda tú, déjame pagarte poco a poco mi parte.

—Kaname, en serio no es…

—Es que yo quiero compartirlo todo contigo. Y eso incluye formar un hogar, y un patrimonio para Kei chan ¿o no?

Ze chan dejó escapar una risita y luego, asintió —Está bien. Me tomaré esas palabras como mi regalo de navidad.

—Claro que sí, pero…

—Te daré el mío, entonces.

—¿Ah?

Ze chan se incorporó de la cama y apartó las cobijas. No entendí que pasaba, hasta que se desabrochó la camisa y la dejo caer en el piso; y a ésta le siguieron los pantalones y la ropa interior. Contuve el aliento cuando trepó a la cama de nuevo y sus dedos  bajaron mi pantalón pijama hasta mis rodillas. Una punzada de excitación me recorrió la columna vertebral cuando se sentó a horcajadas en mi cadera y me sonrió desde ahí con cierta superioridad.

Sonreír cuando un moño rojo se balanceo frente a mis ojos. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Nos acercamos al final!

 

Hasta la proxima!

 continuará...


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