Y entonces. Comenzó a cuestionarse si vivir tenía sentido. La vida se torna larga, monótona, carente de sentido para alguien que se ha cansado de respirar. Se cuestionó si había alguna razón más que los dolorosos recuerdos de su vida, entre lo que abarcaba su infancia hasta su adolescencia; para seguir puesto en pie en este mundo. Incluso el plantearse el suicidio se le hacía agotador. Rio con ironía la vez que pensó: Oh, diablos. Ni si quiera tengo ganas de pegarme un tiro.
Cada mañana el mirarse al espejo era un suplicio, la pregunta inicial, quién quieres ser, acabó pasando a una mucho más precisa pero a su vez más confusa: ¿Quién eres? Sin embargo, él mismo llegó a concluir que la respuesta quizás ni existía, quizás él no era nadie, o quizás nunca lo fue. Observaba su rostro y las marcadas ojeras, signo de cada noche que pasaba en vela sumido entre tantas sombras, quizás observando la pantalla sin objetivo alguno, o tal vez jodiendo a alguien por chat, simplemente porque el insomnio era cada vez más frecuentes.
Pero que insomnio ni que mierdas, en realidad, él no quería dormir. Sabía que si lo hacía, probablemente volvería a soñar cosas que creía olvidadas una vez despierto. Sería atormentado. Huiría hacia algún lado desconocido sin rumbo fijo, pero las pesadillas seguirían acechándole. Asumió pues como si fuera una carga, que nunca lograría escapar de lo mediocre que él mismo era. Nada más que escoria aburrida para los alta sangre y un juguete para todos en general. Incluso uno que tuviese la sangre roja, tendría el derecho de apartarse de él.
Y esta era una noche como esas. Estaba básicamente sentado frente a la pantalla que deslumbraba su pálido y grisáceo rostro. Ojos cansados pero la negación de conciliar el sueño latente. Había abierto una ventanita de chat que pensó que nunca volvería a abrir. Y leyó para sí mismo.
ectoBiologo
No hacía falta ni siquiera mirar las conversaciones que se mantenían con este humano tan raro, la última vez que hablaron fue hace casi un año. Y nunca más se volvió a abrir ese chat. Recordó las causas, el estúpido había logrado verle, saber cómo era. E incluso conocer su color de sangre gracias a una estúpida lame-culos, digo, Terezi. Todo se había vuelto un lio, un problema, y había querido cortarlo todo de una vez, pese a que el humano repetía sin cesar algo extraño.
CG: HOLA GILIPOLLAS.
EB: ¡karkat!
Y tecleó varias palabras más. Tras media hora discutiendo y tratando de hacerle la vida imposible, suspiró pensando que lo mejor era incluso dejarlo completamente de lado. Abandonar el chat porque no merecía la pena despertar viejas experiencias. Así que dirigió su ratón a la equis que finalizaría la conversación, después de soltar un familiar insulto ofensivo. Pero algo lo detuvo, y sin pretenderlo lo leyó.
EB: ¡espera no te vayas! no te enfades Karkat… ¿por qué no me crees? en serio, ¿sabes?
Tragó saliva.
EB: eres hermoso.