“Luces de la ciudad y aquella hermosa vista opacada por aquel suceso repentino, del que soy culpable. Debería morir yo, recibir el peor de los castigos… ¿Cómo pude hacerte esto?”
Eran aproximadamente las 4 de la mañana; nadie suele estar despierto a esa hora y mucho menos en esa casa: en la de Infinite. Pero la única persona despierta era aquel chico apuesto, que mataba con una de sus sonrisas o un simple gesto e incluso, con solo estar ahí presente. Kim Myung Soo, o L, como lo conocen. Sentado en un rincón de la sala y abrazando sus piernas, una gran pena lo invadía; más no era el único, todo el grupo pasaba por aquel difícil momento…
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-¡Yah! ¡Kim Myung Soo no juegues así! ¡Quiero estar tranquilo! ¡Déjame disfrutar mis vacaciones! –se quejaba Sung Yeol empezando una pelea de manos con el chico. Sentado sobre el balcón y peleando en defensa de todos los bebedores de café.
-¡Yeol! ¡Yeol! –reía el visual ignorando completamente las quejas e intentando sujetar con fuerza los brazos del choding, pero estaba perdido en esos momentos, en ese rostro, en esa sonrisa tan hermosa para él.
Digan lo que digan a su parecer, Sung Yeol era el chico más lindo que había visto (aunque eso no lo aceptaría jamás ante cámaras). Al estar así, tan ido no notó cuando el más alto quiso bajar del balcón, su plan era soltarlo ya, pero no se dio cuenta de la acción del otro y dejó las manos impropias libres en el momento. Yeol quiso bajar pero al ser soltado su cuerpo no mantuvo el equilibrio… De un momento a otro Myung Soo vio a su amigo caer; estirando sus manos como pidiendo ayuda, sin embargo no emitió grito alguno. Su cabeza golpeó estruendosamente el suelo perdiendo la vida al instante. L, sintió el cielo caerle encima sin piedad al ver aquella escena, de la cual él era el único culpable. Abrió la puerta que separaba la habitación de aquella terraza y corrió saliendo del lugar hasta bajar a donde se encontraba el cuerpo de Sung Yeol.
En las habitaciones, los otros infinitos lograron escuchar aquel golpe sordo; salieron inmediatamente de sus habitaciones y entraron todos juntos a la que compartían Sung Yeol y Myung Soo en ese momento. Pues bien, no encontraron a nadie ahí, Sung Jong se asomó con un presentimiento al balcón mirando hacia abajo sin esperar ver lo que en ese momento sucedía. Los demás vieron la expresión del maknae, su cuerpo parecía que se desvanecería en ese momento, llegaron donde él viendo también la escena desde aquel piso. Bajaron apresurados, hasta el menor de todos que parecía haber ganado fuerzas de un momento a otro; quedaron atónitos al ver a L llorando desconsoladamente recostado sobre aquel cuerpo aún tibio de Yeol…
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Sung Kyu, como líder, despertó demasiado temprano ese día; él y Woo Hyun prepararían el desayuno, mas era temprano así que decidió hacerlo por su cuenta; tal vez así de alguna manera subiría el ánimo de sus dongsengs. Se dirigió hasta la cocina y fue ahí cuando divisó una mancha oscura en una esquina de la sala, era L; se acercó despacio al menor y se sentó a su lado dándole un suave abrazo.
-Myung Soo-ah, debes estar bien. Todos, todos estamos sintiéndonos muy mal, recuerda que no somos los únicos sufriendo, no puedes dejarte vencer así ¿Escuchaste? Eres un chico fuerte…-el líder no puedo seguir ni el mismo con sus propias palabras, su pecho oprimía su corazón con fuerza y solo atinó a levantarse para volver a sus labores…
Habían pasado 2 meses desde la muerte de Sung Yeol y a pesar de eso nadie podría reponerse completamente. L, era el más afectado, obvio está; su mejor amigo ya no estaba con él, su compañero de peleas y también alegrías…Y toda, absolutamente toda la culpa recaía en sí. O al menos, eso era lo que pensaba.
Y así transcurrían los días, Myung Soo dormía apenas, Sung Kyu en vano despertaba temprano a preparar un desayuno para sus dongsengs, Woo Hyun no se apegaba más a nadie, Ho Ya hablaba menos de lo que solía, Dong Woo dejó de reír divertidamente y el maknae, Sung Jong, lloraba por las noches abrazado a su oso de felpa.
-Dos meses y 7 días…-Se escuchó decir al visual cuando Infinite se encontraba descansando en una sala de prácticas; claro, por respeto aun no tenían ninguna presentación pero sus ensayos no debían cesar.
-Sung Yeol hyung… A Sung Yeol no le gustaría vernos así…-Habló apenas el maknae.
-Es cierto, chicos, levanten esos ánimos. Yeollie debe estar aburrido de vernos así… ¿No lo creen? –Opinó el líder sin recibir respuesta positiva de nadie.
-Hyung ¿Podemos ir a verlo hoy?...
-No Myung Soo, no creo que sea lo mejor. Fuimos hace dos días y no fue bueno para ti…-Dio como respuesta Sung Kyu.
Los 7 se levantaron, se dirigieron a sus habitaciones sin decir nada más.
-Sung Yeol…Sung Yeol…-Dijo Myung Soo encerrado en el baño y sentado en el frío piso- Sung Yeol, Sung Yeol…-Repitió
Suspiró tras suspiro Myung Soo se fue apagando cada minuto, hora, y días que pasaban. Su rostro estaba oscurecido raramente y todos alrededor señalaban que podría ser síntoma de su depresión. A pesar de ello él nunca quiso decir ni hablar con nadie que no fueran sus otros compañeros; ignoró a doctores, a los managers e incluso su familia. Era comprensible, nadie aceptaría una culpa así, mucho menos si guardaba ese secreto para sí mismo y seguía sintiendo el error como suyo, pero Myung Soo estaba al borde de la resistencia.
El reloj marcaba la una y quince de la madrugada, todos dormían incluso L.
“Myung Soo…Myung Soo…”
-Mhhh…
“Myung Soo…Myung Soo…”
-No quiero…despertar…
“Myung Soo…Despierta Myung Soo, despierta MyungGie…”
-Sung… ¿Sung Yeol?
Myung Soo despertó inmediatamente, tenía que ser él; esa voz, jamás la imaginaría. Era Sung Yeol y estaba llamándolo. Tallándose los ojos terminó por abrirlos definitivamente, muy a pesar de que tenía el sueño pesado ¿Quién podría dormir estando en una situación así?
Miró a todos los lados y hasta ese momento no se había percatado pero esa no era su habitación. Se levantó y apenas puso sus pies sobre lo que sería el suelo, se sobresaltó. La textura extraña, estaba húmedo y un aroma a flores comenzaba a asomarse en el ambiente, inundando todos sus sentidos, haciendo que se estremeciera.
-Sung Yeol…-Atinó a decir, aquella voz de hace unos instantes, era preciso escucharla de nuevo.
Comenzó a caminar pausadamente, era césped lo que pisaba, estaba seguro. El miedo lo invadió por momentos pero extrañamente algo lo impulsaba a seguir, no gritó.
Un halo de luz a lo lejos hizo que fijara su mirada en el. Esa imagen, aunque alumbrada por la luz, era tan borrosa como ver la calle a través de una ventana cuando afuera llovía. Poco a poco se fue aclarando e inevitablemente una sonrisa surcó su rostro luego de tanto tiempo…
-Yeollie…-
“Myung Soo…Myung Soo…”
La voz de Sung Yeol se oía débil, triste y contenía algo, Myung Soo lo sabía.
Sin dudarlo corrió hasta Sung Yeol pero cuando intentó abrazarlo no pudo nada más que atravesarlo con las manos. Lo intentó una y otra vez mientras por la frustración comenzaba a llorar, emitir sollozos desesperados como si lo desgarraran por dentro; eso pasaba con su corazón.
En todo ese tiempo Sung Yeol no dijo nada, no se inmutó. Levantó la vista solo para mirar a Myung Soo con ternura y sonrió, sonrió con calidez.
“Myung Soo… ¿Quieres venir conmigo?”
No había duda, afirmativa sería su respuesta.
-Y quedarme contigo para siempre…
“¿Estás seguro de eso? No volverás a regresar…No verás a nadie, solo…Solo me tendrás a mí…”
-Tú eres lo que más quiero…
Ni una sola palabra más. Myung Soo adquirió un aura similar a la que Sung Yeol tenía, su cuerpo se tornó casi transparente. Se tomaron de las manos, sonrieron entre ellos, una sonrisa llena de amor y alegría.
Ambos, giraron mirando hacia atrás intuitivamente, ahí se veía al que fue Myung Soo dormido pero con una verdadera sonrisa en sus labios. Entonces la puerta de la habitación se abrió de pronto ¿Tal vez algún presentimiento? Figuras familiares rodearon aquel cuerpo que descansaba. Esas personas derramaban lágrimas, se notaba el dolor en su rostro.
Perdieron a Sung Yeol, perdieron a Myung Soo, pero ahora ellos dos se encontraban sabe quién donde, mas estaban felices. Tendrían que acostumbrarse a su ausencia, no volverían jamás.
Ahora los dos estarían juntos infinitamente.