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Donde Menos Se Espera Salta La Liebre por Nessa Yaoi Uno

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Donde Menos Se Espera Salta La Liebre

 

 

      Esta historia se desarrolla tiempo antes de que el Akatsuki se pusiera serio con el asunto de Naruto, y poco después de que el ojiazul regresara de sus largas vacaciones con Ero-sennin, y debido a la poca colaboración, fuera de las misiones, entre el grupo de ninjas más prometedor de la aldea de Konoha, la rubia mandamás decidió tomar cartas en el asunto.

- ¿Cree que eso surtirá efecto? Digo, todos ellos tienen distintos temperamentos y… - opinaba el peligris.

- Sera mejor que así sea o me veré obligada hacerles entender por la fuerza, esos tercos mocosos… - cerrando el puño en el aire.

- Todo eso está muy bien, pero, ¿Cómo haremos para ponerlos a todos juntos sin que sepan el propósito real del asunto? – preguntaba el Hatake.

- Eso déjenmelo a mí – sugirió el capitán Yamato parado junto al peligris – Puedo construir un refugio con las comodidades básicas en lo profundo del bosque, y ellos que se encarguen de buscar su propia comida.

- Es una excelente idea, aunque eso no responde mi anterior pregunta – recalco el peligris.

- Se me acaba de ocurrir… qué les parece si llamamos a esto “la semana de la confraternización” – dijo la rubia con una sonrisa triunfal.

- Mmh… podría funcionar – estuvo de acuerdo el Hatake.

- Entonces yo comenzare con los preparativos – dijo Yamato al dejar el despacho.

- Esto se pondrá interesante – comento Kakashi con una sonrisa ladina.

      Todos los involucrados en el proyecto fueron convocados al siguiente día ante la Godaime, y después de que les fueron informadas las reglas, bajo protesta de solo uno de los integrantes, o sea el ojiazul, fueron trasladados al sitio en cuestión. El refugio de dos pisos se situaba en un claro cerca de la cascada, lugar que sería el único medio para que los chicos se asearan, aunque la edificación contaba con una tina de madera tipo jacuzzi en la parte trasera del refugio, el que quisiera usarla solo tendría que calentar agua y trasladarla desde la cocina hasta allí.

      La parte alta estaba destinada a las habitaciones, una para cada par de chicos, lo que quería decir que tendrían que compartirla les gustara o no, la privacidad no tenía nada que ver con lo que se intentaba lograr con dicho experimento, por decirlo de algún modo, la cooperación era el objetivo principal de dicha reunión, lo demás que pudiera surgir estaba de mano de los jóvenes y sus habilidades para hacer de esa semana algo que pudiera ser amistosa y placenteramente provechosa para todos.

- No está nada mal – comento Neji refiriéndose a la edificación.

- La lista de las habitaciones asignadas para cada quien está colocada atrás de la puerta de entrada, está prohibido cambiar de compañero, y también regresar a la aldea, si lo hacen… lo sabré – dijo Yamato poniendo cara de ogro, ahí los dejo, diviértanse – alzando su mano en despedida.

- A ver, a ver… - dijo el ojiazul entrando primero y fijándose en dicha lista - ¿Qué diablos…? ¿Shino? ¿Por qué? Yo quería estar con… demonios – mirando de reojo al que sería su compañero de habitación.

- Vaya pareja extraña – murmuro Shikamaru.

- ¿De qué pareja hablas, baka? – pregunto disgustado el ojiazul.

- ¿Cuál es el escándalo? Has dormido con él antes, ¿O no? – puntualizo el ojiblanco.

- En las misiones, y porque no tenía otro remedio, y créeme que fue muy aburrido – cruzando sus brazos y haciendo boquita de pescado.

- No te quejes, a mi me toco con Neji… que viene siendo prácticamente lo mismo – se quejaba Kiba por su suerte, el ojiblanco le echo una mirada aterradora – Hubiera preferido dormir contigo, Naruto – sonriéndole al Uzumaki – En cambio… - dirigiendo su mirada esta vez al Hyuuga.

- Si están haciendo un lio nada más empezar… vaya que vamos listos – ajustándose la mochila echó un vistazo al papel tras la puerta – Al parecer te toca conmigo, Lee – dirigiéndose a las escaleras que daban al piso superior.

- ¿En serio? Espérame, guardare mis cosas también – subiendo tras el Nara.

- Me toca contigo – dijo Sai al gordito de las frituras.

- Así parece – sonriendo.

- ¿Estas conforme con eso? Ya que no podemos cambiar… - dijo el moreno.

- En realidad no me importa con quien tenga que compartir habitación, ya que los considero a todos como mis amigos – dijo con una sonrisa el gordito - ¿Gustas? Tengo muchas más de estas – ofreciendo de la bolsa de papas fritas.

- Gracias – dijo Sai de forma sincera, luego ambos subieron a su habitación a dejar sus mochilas con todo lo que creían necesitar para esa semana.

- ¿Vas a seguir parado ahí? Por mucho que lo leas no va a cambiar lo que está escrito en el papel – dijo el Aburame refiriéndose al contenido del letrero pegado a la puerta.

- ¡No molestes! – subiendo a regañadientes la escalera.

- Haaa… va ser una semana muy larga, y también… mi oportunidad – suspiro  el chico de los insectos ajustándose sus lentes, después siguió al ojiazul tras  cerrar la puerta de entrada.

- ¡¿Qué demonios significa esto?!  - grito el rubio corriendo a las otras habitaciones para comprobar lo que le había molestado en la suya.

- ¿Qué sucede, Naruto? ¿Por qué gritas así? – pregunto el Nara.

- ¿Qué porque grito? Ven conmigo – jalando del brazo al moreno - ¿Lo ves? ¿Porque esta es la única habitación que tiene un futon doble? – ya que había constatado de que las demás contaban con futones individuales, no muy lejos de allí sobre la rama de un árbol…

- ¿Mph? Eso sonó a Naruto, ¿Qué fue lo que hiciste Yamato? – pregunto el peligris recostado con sus brazos cruzados contra el árbol.

- Debe ser por el futon… fue poco el tiempo que tuve para prepararlo todo – explico Yamato.

- Lo dicho, esto va ser muy interesante en verdad – con una risita sardónica, de vuelta al avispero, quiero decir el refugio…

- ¡Esto es injusto! ¿Por qué tengo que ser obligado a dormir junto a este sujeto? – señalando al Aburame parado aun con su mochila al hombro junto al lecho matrimonial.

- Shino, ¿Tienes alguna objeción acerca de eso? – pregunto Shikamaru.

- Ninguna, no me molesta en lo absoluto – poniendo su mochila en un rincón.

- Ahí tienes, trata de no ocasionarle problemas a los demás, Naruto – dijo el moreno antes de cerrar la puerta tras él.

- ¡Oe! Espera… – dándose de narices contra la puerta – ¡Ahh… eso dolió, maldición! – sentando el trasero en el piso.

- Y dime, ¿Eres tan alborotado durmiendo como lo eres estando despierto? Porque si es así… - mirándolo fijamente.

- ¿Y que si lo soy? – el rubio no podía ver sus ojos, pero aun así podía sentir lo penetrante de la mirada del Aburame tras sus anteojos oscuros, por un momento su cuerpo se estremeció con escalofríos.

- Pues que vas a dormir en el suelo – comenzando a quitarse su abrigo.

- Oye tú… - dejando su mirada fija en las acciones del otro.

- ¿Qué sucede? Si quieres decir algo, hazlo – colgando la prenda en uno de varios ganchos en la pared.

- Solo pensaba en cómo te verías sin ropa – cruzando sus brazos aun sentado en el suelo.

- ¿Ah?

- Quiero decir… - poniéndose rojo de repente – No me malinterpretes, yo… me refiero a… - poniéndose aun más rojo sin saber porque.

- ¿Por qué te malinterpretaría? O es que… quieres saber algo de lo que generalmente no hablarías con alguien que no fuera cercano a ti – agachándose a la altura del rubio y muy cerca de su cara.

- “Esta muy cerca”  ¡Claro que no! Cielos… - empujando al otro al suelo – Perdón,  no quería… lo siento – saliendo de la habitación a toda prisa.

- ¿Naruto se disculpo conmigo? Esa sí que es una grata sorpresa – sonriendo al pensar que muchas cosas gratas más podían suceder en el transcurso de esa semana.

- “¿Pues qué le pasa? Ese no es el Shino que conozco, vaya que me asusto, ¿Él era así de abierto? No puedo decirlo puesto que verdaderamente no sé nada de él, solo espero que no salga con alguna otra cosa extraña” – entrando en la cocina y sentándose en una de las sillas ante la mesa, ese era todo el mobiliario que existía en el refugio – Tengo hambre, ya es media mañana y aun no pruebo bocado – sobándose el estomago al escuchar sus tripas protestar por falta de alimento.

- También tengo hambre – dijo el Inuzuka entrando a la cocina.

- Pues aquí no hay nada – contesto el rubio agitando su mano.

- La única solución que nos queda es…

- ¡Pescar! – dijeron al unísono.

- Mirare por los alrededores a ver si encuentro frutas silvestres – se ofreció el Hyuuga uniéndoseles en la cocina.

- Están organizándose, eso me parece bien – irrumpió Shikamaru en la conversación – Si cada quien se ocupa en una tarea diferente, todo saldrá a las mil maravillas – ocupando una de las sillas junto al rubio.

- ¿Y tú que harás, Shikamaru? – quiso saber el ojiazul poniendo cara de suspicacia.

- Buscare la leña – guiñándole un ojo al rubio, acto que no agrado demasiado al Aburame cuando entro al lugar.

- ¡Eso es lo más fácil, demonios! – reprocho el rubio.

- Detalles, a diferencia de ti, soy mejor con mi cerebro que con mis músculos…  - y antes de que el rubio dijera algo – Es broma, no te enfades, tu ingenuidad es solo superada por tu gran corazón – expreso el Nara con una sonrisa dulce en su rostro. 

- No… no tienes que decir esas cosas, no soy una chica – dijo ruborizado el ojiazul.

- A pesar de hacerte el duro, eres bastante sensible, Naruto – rio Kiba, haciéndolo sonrojar aun más.

- ¡Mira quien lo dice! Y ya muévete o serás mi desayuno, maldición – jalando del brazo al Inuzuka.

- Uuuy… eso sonó sexi – comento Kiba aguantando las ganas de reír.

- ¡Ya cállate, baka! – empujándolo fuera de la cocina.

- ¿Trajiste tu traje de baño? – insistió el Inuzuka.

- ¡¿Quién lo necesita?! ¡Muévete! A este paso desayunare en la cena – se escucho antes de cerrar la puerta.

- Al parecer, esos dos se llevan muy bien – murmuro Shikamaru, no lo suficientemente bajo,  antes de salir con las manos en sus bolsillos.

- Yo diría que demasiado – murmuro a su vez el Hyuuga no muy contento con el comentario del Nara.

- ¿Dónde está Naruto? – pregunto Shino entrando en la cocina.

- Vaya, que diferencia, créeme que si te viera por la calle no te reconocería – comento Neji al recién llegado.

- Ya que la situación se sale de lo común, se amerita un cambio de estrategia – del todo convencido el Aburame.

- Cualquiera diría que planeas algo… ¿Fuera de lo común?

- Quien sabe – sin más explicaciones -  ¿Naruto?

- Salió a pescar con Kiba.

- Ya veo, ¿Y tú que harás?

- Pretendo traer algo para endulzarme la vida.

- ¿Ahora eres tú el que bromea? – extrañado de las palabras del Hyuuga.

- Al igual que tú, también tengo mi propia estrategia – y sin más salió del refugio.

      El moreno se encogió de hombros al no entender el trasfondo de las palabras del ojiblanco, ambos chicos deseaban conseguir en esa semana lo que no habían conseguido en años. Las hormonas en sus cuerpos adolecentes bullían a todo vapor necesitadas de algo refrescante que las aliviara, y para eso, que mejor que dos vibrantes cuerpos para apagar el fuego que los consumía, con eso en mente, el Aburame se dirigió al rio, a unos cien metros del refugio, donde su prospecto trataba de conseguir los alimentos del día.

- Oye Naruto, ¿Por qué gritaste hace rato? Pareciera que hubieras visto algo desagradable – colocando los peces, que el rubio lanzaba a la orilla, en un cubo.

- Y no era para menos, ¿Puedes creer que en la habitación que me asignaron junto con Shino solo tiene un futon para los dos? ¡Ni que fuéramos matrimonio, maldición!  - saliendo del agua con un pez en cada mano.

- Ah, era eso, pero no tienes que preocuparte, Shino cuando duerme parece un muerto, casi ni se mueve.

- Que alivio… ¡Oe, ese no es el problema aquí! Jamás he dormido con nadie en mi vida,  quiero decir… en la misma cama – colocándose su ropa al hombro.

- ¿No piensas vestirte? – cargando el cubo con los peces.

- Aun no se seca mi ropa interior, y francamente me muero de hambre – caminando descalzo de regreso al refugio.

- Te apuesto que algo bueno va pasar – decía Kakashi sentado en una de las ramas de la copa de un árbol cercano a la rivera del río.

- Que entusiasmo, se diría que eres tú el que quiere que algo pase – asevero Yamato – Todo esto parece divertirte bastante, Kakashi – cruzando sus brazos y mirando de reojo al peligris.

- ¿Acaso no te parece emocionante lo que pudiera surgir entre un grupo de jóvenes en pleno desarrollo hormonal y gustos sexuales? Oh, sí, ya quiero verlo – riendo por lo bajo.

- Eres un pervertido, ¿Sabias? – echándole una mirada reprobadora al peligris.

- Pero te gusta este pervertido, ¿Cierto? Yamato – jalándolo del brazo  y sentándolo entre sus piernas – No lo niegues, te gusta lo que te hago – agarrando su mentón.

- Cállate – con rubor en sus mejillas mientras era besado por el Hatake.

     Mientras tanto a medio camino del refugio, y de ropa por parte del rubio, el Aburame se encontraba a una pareja de chicos en amena conversación, la cual se vio interrumpida al topárselos de frente, sin duda que la mirada de Shino los hubiera asustado de no ser por los espejos negros que retenían su intención, el Aburame aun no se decidía si seguir de largo o interponerse entre ambos con la escusa de ayudar con el cubo de los peces… se decidió por lo segundo, obviamente.

- Yo los limpiare – agarrando el cubo de la mano del Inuzuka y colocándose entre los dos chicos – Y tú será mejor que te vistas o pescaras… aparte de los peces, un resfriado – no queriendo que el cuerpo del ojiazul fuera visto por los demás aparte de los ojos tras los espejuelos.

- ¿A qué viene tanta preocupación de tu parte? Nunca antes te había importado como se vieran los demás – recalco Kiba.

- Si se enferma seré yo el que salga perjudicado… ya que dormiremos juntos – volteando su cara hacia el rubio.

- ¿Por qué sigues parado aquí? Se supone que el mejor lugar para limpiarlos es el río, ¿No? – dijo el Uzumaki con las manos en la cintura y cara de haber dicho una gran verdad.

- Gracias por recalcar lo obvio…

- ¡Hey, Kiba! ¿Qué te parece si hacemos una fogata cerca de la casa y asamos allí los pescados? No creo que los otros se opongan – ignorando completamente al chico de los insectos.

- Buena idea, la comida al aire libre siempre sabe mejor – secundo el cachorro.

- Entonces yo voy… - como si fuera invisible – Atacarte cuando estés dormido, Naruto.

- ¿Ahhh? – se escuchó el grito del rubio mientras Kiba ponía cara de asombro.

- Ahora sí que me pones atención – ajustándose los anteojos.

- ¡Déjate de esas bromas! ¡¿Quieres que te de una paliza?! Antes en la habitación y ahora esto, creo que esos bichos te están comiendo el cerebro, baka – resoplando  al recordar dicho evento, y lo dicho en ese momento por el Aburame.

- En la habitación… que, ¿Qué cosa paso… que? – intrigado el Inuzuka mientras su cara se ponía roja.

- ¿Por qué tu cara esta…? ¡Oye! ¡¿Y tú en que estas pensando, idiota?! – enseñándole los puños a Kiba.

- Cálmate ya o se te reventara una vena, vamos a por lo de la fogata que tú cuando tienes hambre te pones erótico, digo errático – dijo Kiba agarrándolo del brazo para seguir hasta el refugio.

- Bien, creo que he sentado un precedente, eso hará ni tarea más fácil – murmuro Shino mientras balanceaba el cubo de los peces camino al río.

     Luego de comunicar su idea a los demás, con la que todos estuvieron de acuerdo, el ojiazul y Kiba colocaron la leña, que Shikamaru había recogido, a uno de los costados del refugio desde donde se podía ver el sendero que llevaba al río. Con el fuego encendido, unas cuantas frutas silvestres, un refrescante té de hojas de Sakura, más el hambriento estomago de todos… lo único que faltaba eran los pescados.

- ¡¿Pero qué rayos está haciendo Shino?! A este paso no comeré hasta mi próxima vida, demonios – se quejaba el rubio.

- ¿Le habrá pasado algo? – pregunto el gordito.

- Es el río, por dios santo, no la guarida de Akatsuki – decía con paciencia Shikamaru.

- Shino es muy metódico, aun así, ¿Cuánto tiempo puede tomarle limpiar unos cuantos peces? – comento el Inuzuka.

- ¡Seguro lo está haciendo a propósito! Ese tonto cabeza de… - exploto el rubio.

- ¿Decías? – apareciendo tras el kitsune.

- ¡Shino! – se espanto el rubio, todos los demás ojos miraron al sendero que llevaba al río.

- Di un rodeo – contestando a la pregunta no hecha.

- ¿Y se puede saber por qué? – pregunto el alborotado ojiazul.

- Conseguí un insecto de lo más interesante y me puse a observarlo – mirando intensamente al rubio.

- ¿Y por eso nos tienes esperando el desayuno que más bien ya parece cena? Es así como quieres hacerte notar, ¿Cierto? Dame eso – grito el kitsune arrebatándole el cubo de la mano del Aburame

- Ni modo, olvide que se trata del friki de los insectos – apunto el Inuzuka.

- Esta conversación no tiene ningún sentido, ¿Quieres por favor poner asar los benditos pescados de una vez? Naruto – pedía el gordito.

      Rápidamente el rubio insertó las ramas en cada pez y las enterró cerca del fuego, ahora lo único por hacer era esperar, entre comentarios, risas, y algún que otro chiste de parte del cachorro pasaron el rato de la comida. Ya que el desayuna había terminado cerca de la hora del almuerzo los muchachos se dedicaron a vagar por el bosque casi hasta media tarde, no tener nada que hacer en ocasiones resulta bastante aburrido, algo de lo que se dieron cuenta llegada la noche.

     La cena estuvo compuesta de distintas golosinas, traídas por cada uno de ellos, y un poco de té para pasarlas, algo de lo más cómodo si se tiene en cuenta que no hay trastos que limpiar ni llegar al piedra, papel o tijeras para ver a quien le tocaba esa tarea, ¿Y qué hacer luego de eso? Ocho mentes en acción y ni una sola idea, dentro de lo normal quiero decir.

- Haaa, que aburrido es esto – rezongaba el rubio tendido en el suelo mientras miraba el techo del salón donde todos estaban esparramados aquí y allá, cada quien metido en sus propios pensamientos y elaboración de planes de acuerdo con sus objetivos.

- Pero que poca imaginación tienen estos chicos – comentaba el Hatake tumbado, con los brazos bajo su cabeza, sobre el tejado.

- Y tú tienes demasiada – le reprocho Yamato.

- Si fuera yo estaría haciendo cosas… pervertidas – echándole el ojo al otro.

- Por eso lo digo, ¿Esperas que unos adolescentes tengan los mismos impulsos que tú? Demonios, a tu lado Jiraiya-sama se queda corto – cruzando sus brazos y haciendo un gesto de paciencia.

- Al menos no puedes quejarte de que soy frío contigo, mi amor – jalándolo y obligándolo acostarse a su lado.

- Baka – en ese momento se escucho el ruido de una puerta cerrándose.

- Lo sabia – dijo Kakashi mirando hacia abajo – Siempre es él el que inicia todo lo interesante – viendo al ojiazul caminar con las manos en sus bolsillos por el sendero hacia el río.

- A donde irá a estas horas – observándolo también.

- Mira, comienza el espectáculo – notando a otro sujeto dejar la casa.

- ¿Ese es Shino? Sigámoslos – sugirió Yamato y ambos dejaron el tejado.

- Ahh, creí que el estar todos juntos sería divertido como cuando éramos niños, pero tal parece que ya nada es lo mismo, ¿O seré yo el único que no ha cambiado? Si es así eso no habla mucho a mi favor…Jajaja, quiere decir que aun sigo siendo un niño con respecto a los demás – murmurando para sí mismo mientras llegaba a la rivera del río – Es duro madurar – sentado sobre una roca y lanzando piedras al agua, luego de unos minutos… - ¿Quién anda ahí? – poniéndose alerta.

- Lo que estás haciendo puede perturbar el equilibrio del río – dijo una sombra salida de detrás de un árbol.

- Shino – poniendo cara de desagrado - ¿Qué estás haciendo aquí? No me dirás que saliste a ver estrellas – dándole la espalda y sentándose de nuevo en la roca.

- Insectos, insectos nocturnos para ser exacto – colocándose justo detrás del rubio.

- ¿Qué no te cansas de eso? En este mundo hay cosas más interesantes, ¿Sabias?

- Solía pensar que los insectos son mi vida, pero últimamente otro tipo de espécimen llama poderosamente mi atención – echando hacia atrás la capucha que cubría su cabeza.

- Me maravilla que puedas ver algo con esas cosas en tu cara… sobre todo de noche – refiriéndose a los lentes oscuros.

- Tengo muy buena visión nocturna.

- Jajajaja… suena como si tus ojos fueran iguales a los traseros de las libélulas – acompañando con risas la comparación.

- No eres nada romántico.

- ¿Y eso que tiene que ver? Rayos – levantándose de un salto – Además mira quien lo dice, tú que solo sabes de bichos y demás, apuesto que por eso nunca has tenido novia ni perro que te ladre – saliéndose de sus casillas.

- Eso no me interesa – de lo más serio – En cambio tú quieres una pero no puedes, entonces… ¿Quién de los dos está más desesperado? – justo en el punto.

- ¡Vete al diablo! – pisando fuerte de regreso al refugio.

- Quizás me pase un poco, creo que aun sigue colado por Sakura, pero yo te hare cambiar de opinión, pequeño – siguiendo tranquilamente al otro.

- ¡Que te sucede, Naruto! – pregunto Shikamaru al ver aparecer al rubio después de escuchar azotar la puerta.

- ¡Nada! Me voy a dormir – subiendo de cuatro en cuatro los escalones.

- Estará en esos días, digo yo – comento el gordis.

- Baka, eso solo le da a las mujeres – puntualizo el Nara.

- Tal vez a nosotros también… a nuestra manera – opino Lee

- Claro, y después hasta podríamos tener hijos y esas cosas, no te digo – bromeo Shikamaru.

- Interesante – murmuro Sai desde un rincón donde, apoyado en la pared, dibujaba en su libreta.

- ¿No sería lindo? – secundo el come frituras.

- Y desastroso también – opino Neji.

- Aguafiestas – dijo por lo bajo el gordo.

- ¿Quieres tirar ya? Es tu turno – apremiaba Shikamaru al ojiblanco – Oye, ¿En serio no quieres jugar con nosotros, Sai? Echándole una mirada al moreno en el rincón.

- Las cartas no se me dan muy bien – sintiendo sus mejillas arder ante la mirada del Nara.

- Entonces no insistiré – guiñándole un ojo, el anbu cerro de golpe su libreta y salió escaleras arriba – Hey, ¿Ya te vas?

- De pronto me entro sueño – se escucho al final de la escalera.

- Vaya que es lindo – susurro el Nara.

- ¿Qué dijiste? – pregunto el gordis.

- Que te toca – mirando de reojo al piso superior.

- Sera mejor que lo dejemos para mañana, también me está entrando sueño – sugirió el ojiblanco dejando sus cartas en el suelo.

- Justo ahora que tengo una buena mano, además aun quiero seguir jugando – se lamentaba el gordito.

- También yo – lo secundo el de las cejas grandes.

- “Mi oportunidad”  ¿Entonces qué les parece si nos cambiamos de habitación? Así podrán jugar cada vez que quieran – sugirió el Nara.

- ¿Pero eso no va contra las reglas? Tú mismo dijiste que… - el gordis.

- Lo dije, pero… ¿Acaso eso no hace la vida un poco más interesante? – con las manos en la cintura.

- Muy cierto – dijeron a dúo los otros dos subiendo a toda prisa la escalera.

     Primero entraron en la habitación que compartían el Nara y Lee, y luego de que el ultimo recogiera la mochila con sus cosas pasaron a la habitación donde Sai seguía dibujando en su libreta cómodamente sentado sobre su futon, los ojos del anbu seguían desconcertados todos los movimientos del gordito mientras recogía sus pertenencias, la mochila del come fritura era la más grande de todas, y luego de disculparse con Sai salió dejando en el umbral a la figura más inteligente de toda Konoha.

- ¿Sucede algo? – mirando al Nara.

- Solo un cambio de compañero – entrando y cerrando tras de sí.

- ¿Es por mi culpa? – preocupado por ese incidente tan de repentino.

- Por supuesto que no, veras, ellos… - comenzando con su explicación – No te importa, ¿Verdad? – al concluir.

- Me da igual quien de ustedes duerma conmigo – mirando a su libreta.

- Eso sonó un poco… - rascando su cabeza - ¿Qué dibujas? – agachándose a mirar.

- Es privado – cerrando de golpe las páginas.

- Lo siento, no quise importunarte – con las manos al frente en señal de disculpa.

- Buenas noches – soplando la lamparita a la cabeza de su futon.

- Buenas noches para ti también, Sai “Rayos, esto va ser difícil” – recostándose en su propio futon mientras clavaba su vista en la espalda del otro a dos metros de distancia. Mientras tanto…

- ¿Aun despierto? – pregunto el ojiblanco al entrar a la habitación que compartía con el Inuzuka.

- ¿Ya terminaron de jugar?

- Solo lo aplazamos – acercándose al otro - ¿Qué lees? – arrebatándole la revista que sostenía el cachorro.

- ¡Oe! – tratando de recuperarla.

- ¿Estas interesado en estas cosas? – ojeando las paginas con fotos de mujeres en ropa interior y trajes de baño.

- Suelta, ¿Acaso tú no? Es normal que chicos de nuestra edad se interesen por el sexo contrario – buscando la página donde había quedado antes de ser interrumpido.

- Las chicas son muy complicadas, no termino de entenderlas – sentándose junto al cachorro.

- ¿Acaso estás diciéndome que entiendes mejor a los chicos? – mirándolo con cara rara.

- Pues sí, ¿Quién mejor que otro chico para saber lo que nos gusta o disgusta?

- Pero todos somos diferentes, ¿Entonces cómo saber…?

- No hablo sobre comida, colores o cualquier cosa mundana… hablo sobre cosas sexuales – mirando directamente a los ojos del Inuzuka.

- Oye, tú… - echándose un poco hacia atrás.

- Por ejemplo, si te toco aquí… - deslizando su mano desde la rodilla, por el muslo hasta llegar a la entrepierna del cachorro.

- ¿Q-Que estás haciendo? Detente – al sentir la presión sobre su hombría.

- ¿En serio quieres que pare? – echándose encima del cuerpo de Kiba.

- ¿P-Por qué haces esto? – aferrando sus manos al futon.

- Para demostrarte que entre chicos nos entendemos mejor, y además… porque me gustas, siempre me has gustado, Kiba – sin dejar de acariciar la entrepierna del otro - ¿Lo ves? Te estás poniendo duro, comienzas a suspirar y a desear más – introduciendo su mano en la ropa interior del Inuzuka.

- N-Neji, soy… Mmm… soy un chico – luchando contra el placer que la mano del ojiblanco le proporcionaba.

- Por eso mismo conozco exactamente lo que necesitas, así que permíteme hacerte feliz y ser feliz también, Kiba – besándolo apasionadamente.

     El Inuzuka dejo de resistirse, el placer lo inundaba dejando su mente en blanco y sin ganas de oponerse a cualquier cosa que el Hyuuga quisiera hacerle, los besos del ojiblanco se sucedían uno tras otro mientras desnudaba el cuerpo del cachorro, Kiba avergonzado al ser expuesto cerraba sus ojos fuertemente al tiempo que trataba de entender el porqué de su sumisión, jamás había sentido cosa semejante antes, ni siquiera viendo una de sus revistas de chicas semidesnudas, lo había decidido, llegaría hasta donde Neji quisiera llevarlo, ya tendría tiempo después para arrepentirse o caer en los brazos del ojiblanco definitivamente.

     Volvamos al momento que el ojiazul entraba a su habitación, se quitaba su chaqueta y pantalón y se metía bajo la manta del futon, aun estaba molesto con el Aburame y trataba de sacar de su cabeza las palabras del chico insecto “No eres nada romántico”

- ¿Qué tenía que ver el romanticismo con los bichos y los traseros de las luciérnagas? Es odioso, con razón nadie le pone atención, si estuviera con él en una isla desierta de seguro me suicidaría… ¡Ahhh, que coraje! No podre ni siquiera dormir sin que me asalten las pesadillas, él es una pesadilla – cerrando sus ojos, no pasaron tres minutos y ya dormía como tronco.

     La puerta se abrió sigilosamente, los ojos del Aburame se deslizaron por la penumbra de la habitación solo iluminada con la tenue luz de la luna, que entraba por la ventana, y dibujaba una sombra que lentamente se acercaba al cuerpo dormido en el futon, el chico de los insectos se deshizo de su ropa, menos la prenda interior, y los lentes oscuros, se arrodillo junto al rubio y muy suavemente lo despojo de la manta y clavo su mirada en la piel expuesta, le coloco las yemas de sus dedos sobre los muslo desde donde terminaba la ropa interior hasta la punta de los dedos de los pies, a todo esto el ojiazul seguía sin dar señales de vida.

     Acto seguido optó por algo atrevido y peligroso, quitar la prenda que estorbaba en su cometido, el estorbo en cuestión fue a parar suelo lejos del futon y sobre la chaqueta y pantalón del kitsune, seguidamente separo con cuidado las piernas de este y se coloco en medio, la lengua de Shino ardía por probar la suave piel de la entrepierna del dormido… lo que no tardo mucho en hacer, el moreno lamio con gula toda la superficie externa hasta que decidió ponerlo en su boca, comenzó a chuparlo con esmero sin preocuparle lo más mínimo que el dueño del chupete despertara o no.

     Por otro lado el ojiazul comenzó a moverse como si estuviera dentro de un placentero sueño, su boca comenzó abrirse lentamente dejando escapar suspiros acompañados de pequeños gemidos de placer, permaneció así por un minuto hasta que su mente despertó apartando el sueño y sumiéndose en la realidad, sus ojos azules se abrieron de golpe para encontrarse con una escena digna de película porno, pero antes de que pudiera reaccionar, el Aburame le tapo la boca con su mano.

- ¡Mmmh! – protestando en silencio.

- Shhhh… ¿Quieres gritar? ¿Seguro que quieres hacerlo? ¿Te has puesto a pensar que dirán los otros sobre esta situación? Me Atacaste, me defendí… no tenía idea de que Naruto fuera tan pervertido… eso es lo que diré – observando los desconcertados ojos azules.

- ¡Pero sí eres tú él que…! – al quitar de un manotazo la mano del otro de su boca.

- ¿Y a quién crees que creerán? ¿Al chico que pasa desapercibido y en el que nadie se fija o al de las hormonas alborotadas por un amor no correspondido? Y hay todavía más, nadie sabe a ciencia cierta sí es o no Sakura dada tu fijación por Uchiha Sasuke – escupiendo los dos nombre como si fueran veneno.

- Yo no… - mirando hacia otro lado mientras subía rápidamente su ropa interior.

- ¿Qué? ¿Aun no te decides? Ninguno de los dos importa, y aun no termino, o debería decir… no terminas – deteniendo las manos del otro y señalando con su mirada el excitado miembro del rubio.

- ¡Ya déjame! Estoy bien – con el color rojo en su rostro.

- Pero yo no, vas a dejar que te haga terminar y no pondrás ninguna queja, ¿O quieres que sea yo el que grite? – quitándose la prenda que cubría su parte baja.

- No serias capaz de… - mirando atónito la escena frente a él.

- Por tener un orgasmo contigo soy capaz de cualquier cosa, en parte es un castigo por no haberme tomado en cuenta hasta ahora – colocándose de rodillas a la altura de las caderas del kitsune.

- ¿Q-Qué vas hacer? – intentando arrastrarse sobre su espalda.

- Quieto, o esto no será tan placentero como espero – aprisionando con sus rodillas, cual candado, las caderas del rubio, seguidamente se sentó sobre sus muslos, y bajo de nuevo la ropa interior que continuaba a ferrada a las manos de Naruto.

- Ya basta, Shino…

- Vaya, aun en una situación como esta sigues excitado – tomando con su mano el miembro del menor – Ni siquiera el susto te ha hecho retroceder – comenzando a masturbarlo.

- “¿Por qué está haciendo esto? Así de repente… ¿Está jugando? ¿Pero porque yo? Estoy muy lejos de parecerme a una chica… maldición, esto se siente bien… ¡¿Pero que estoy diciendo?! ¡Es Shino, por dios santo! ¿Entonces porque yo estoy…? Demonios”  - mezclando su expresión de miedo con una de placer.

- Parece que lo estas disfrutando – juntando su pene con el del ojiazul y masturbando ambos a la vez.

- ¡Cállate! ¡Tú me obligaste a esto! – dejando caer su cabeza hacia atrás y apretando sus ojos.

- ¿Esa es tu excusa? Se honesto y di que te gusta, o será que… ¿Te sentirías mejor si fuera una mano distinta la que estuviera haciéndotelo? – apretando ambos miembros.

- ¡Ahh… eso duele!

- Y dolerá más si no me respondes – viéndolo directamente.

- ¡La mía! – dijo para dejar de sentir la presión en su entrepierna y las venas de su frente.

- Mientes, pero yo hare que te olvides de esos dos y pienses solo en mi – afirmando su agarre y haciendo sus movimientos más rápidamente, momentos después ambos se corrieron con un hondo suspiro – Tú rostro se me muy sexi cuando llegas al clímax -  besando por primera vez los labios del rubio.

- Ya quítate – echándolo a un lado se levanto y salió de la habitación.

- Y esto es solo el comienzo – cerrando sus ojos con deleite – Vaya, eso no bastó para sentirme satisfecho… mi Naruto – agarrando su hombría que a pesar de haberse corrido aun seguía erecta – Un poco más, un poco más y llegare al fondo de ti, y después de eso serás totalmente mío, Uzumaki Naruto – masturbándose con frenesí.

     Por el sendero hasta el río, nuestro lindo rubio ojiazul caminaba totalmente desnudo, pero vestido de rotal vergüenza mezclada con un poco de rabia y un pequeño porcentaje de satisfacción, y esa pequeña porción era lo que más le molestaba, no sabía mucho sobre sexo pero sí sobre humillación, y eso era lo que creía que Shino había hecho con él, ya que era impensable que le interesara de algún modo al Aburame, eso parecía ser lo que más dolía sin importar que Shino también es un chico. Es cierto que contaba con muchos amigos, pero nadie que lo amara de verdad, y eso era lo que nuestro querido kitsune más anhelaba.

- “¿Por qué, por qué? tal vez él… imposible, estoy malinterpretándolo, simplemente estaba caliente y agarro lo que más tenía a mano… o sea yo, ¿Tan desesperado estoy por amor que no me importa de donde venga? ¡Es una estupidez! Solo fui un desahogo para él… debió quedarse callado, maldición”  - pensaba mientras manoteaba el agua para aliviar su enojo.

     Luego de asear su cuerpo del producto del sexo, vergüenza y mala leche, regreso a la habitación y tras vestirse de nuevo observo por un momento al cuerpo dormido en una mitad del futón, mentalmente conto hasta diez para reprimir las ganas de estrangularlo allí mismo, fue hasta su mochila y saco una manta extra, que echo sobre sus hombros, y se sentó en una de las esquinas de la habitación.

- “Mírenlo, durmiendo de lo más cómodo y satisfecho… ¿Sera que Shino siempre fue así? La verdad es que no sé nada sobre él, aunque por encima luce más aburrido que Shikamaru… tal vez soy el primero que ha visto al verdadero Shino, no creo que debería sentirme especial por eso, rayos… él me toco ahí,  y también es un chico, cada vez que lo pienso me resulta más y más vergonzoso, deja de pensar y ve a dormir, Naruto” – se dijo así mismo acurrucándose en su esquina.

     La mañana llego con un día más en el refugio, con seis en la cocina y dos ausentes, los chicos decidían cual seria del desayuno del día, obviamente no había mucho de donde escoger. Pescado, frutas y té parecía lo más adecuado y rápido, con el rio a unos metros y arboles por doquier se simplificaba la comida mañanera, pero el día de hoy había un problema, los expertos pescadores estaban de baja, es decir, Kiba aun dormía por el duro trajín nocturno con el ojiblanco, y  el kitsune no había amanecido en la habitación.

- ¿En donde rayos se metió Naruto? – pregunto el Nara mirando a Shino.

- Cuando desperté ya no estaba – preocupado pero sin mostrarlo realmente.

- ¿Y Kiba? – Shikamaru.

- Dijo algo de que le dolía un poco el estomago… bajara más tarde – excusaba el ojiblanco con una mano en su cabeza.

- En fin, nosotros nos encargaremos de la pesca, ¿Me acompañas, Sai? – mirando al otro moreno.

- Tampoco soy muy bueno en eso – recordándole el juego de cartas de la noche anterior.

- Puedes hacerme compañía – mirándolo dulcemente, el anbu asintió con la cabeza.

- entonces yo me encargare de la leña esta vez – se ofreció el gordis.

- Yo las frutas de nuevo ya que me es más fácil encontrarlas – dijo el Hyuuga.

- Entonces solo queda algo por hacer, yo buscare a Naruto – era una tarea que no le dejaría a alguien más.

- Todo el mundo a moverse – dijo el Nara dando dos palmadas.

- Estos niños sí que madrugan – dijo el Hatake, sentado en la misma rama del día anterior, mientras estiraba sus brazos.

- ¿Dijiste temprano? Son casi las diez de la mañana, eres perezoso – opino Yamato.

- ¿Y de quien es la culpa? Me mantuviste bastante ocupado anoche, ¿Recuerdas? – poniendo ojito de receloso y cara de pervertido - ¡Ouch! Me caigo… - agarrándose del árbol tras el coscorrón propinado por Yamato.

- Lo tienes bien merecido… Haaa… - con paciencia de santo – Supongo que también es mi culpa, sabía lo que me esperaba al involucrarme contigo – sonriéndole al peligris.

- ¿Te arrepientes? – tocando suavemente el rostro del otro.

- Jamás – entrelazando sus dedos con los de Kakashi.

- ¿Lo encontraste? – preguntando por el chico extraviado desde la madrugada.

- Por supuesto, en el lado del bosque un poco más allá de la cascada – cruzándose de brazos y recostándose en el tronco del árbol.

- Ese baka.

- Parecía molesto por algo, lanzaba sus kunai a un árbol como si fuese un demente, pobre del que haya imaginado como blanco.

- Lo importante es que no pierda la cabeza, sabemos las consecuencias de eso.

- Por eso estoy aquí – enfatizo Yamato.

- Y yo pensando que era por mí – poniendo cara de cordero degollado.

- No te des tanta importancia – mirando hacía el otro lado.

- Que cruel eres – dramatizando.

     Volvamos al río donde el Nara trataba de atrapar peces bajo la atenta mirada del joven anbu, los ojos de Sai pasaban de tanto en tanto desde la figura con el agua a más arriba de sus rodillas, y luego al papel de la libreta que descansaba sobre sus muslos, pinceladas van y pinceladas vienen plasmando en la blanca superficie lo que su vista captaba tan nítidamente, al igual que una máquina fotográfica, y sin escatimar en los detalles.

- ¡Wouu! ¿A dónde vas…? Que mal… – intentando que el resbaladizo pez no se escapara de entre manos - ¡Te ten… maldición! – al ver al pez en el aire siendo atravesado por la espada corta del anbu.

- Tú tampoco eres muy bueno en esto, ¿Necesitas una red? – parado en la orilla.

- Lo admito, es imposible superar a Naruto en esto de pescar – recogiendo la espada con el pez ensartado – Bueno, tendrán que conformarse con estos, compensaremos lo poco a la hora del almuerzo – colocándose los zapatos.

- ¿Nos?

- Lo siento, contaba con que me ayudarías a cazar un par de conejos para resarcirme de la mala pesca, ¿Te molesta? Me agrada tu compañía - metiendo los peces en el cubo.

- ¿Por qué? – queriendo saber.

- No lo tomes a mal, pero tu silencio me deja pensar, no tengo que tratar de hacer conversación para que no te aburras estando conmigo, y no te molestas si no hablo para nada, todo lo contrario del parlanchín de Naruto – caminando hacia el refugio.

- Entiendo, ¿No los limpiaras?

- Paso, le dejare esa tarea a otro – sonriéndole.

     En el bosque cerca de la cascada se escuchaban los golpes que los kunai hacían al ser clavados en la corteza de algún pobre árbol, la puntería del ojiazul había mejorado notablemente, ninguno de los kunai se había desviado de su blanco que era nada más y nada menos que la cara del Aburame, en la imaginación del rubio al menos.

- ¿Te saltaras el desayuno? – apareciendo tras el ojiazul y abrazándolo por la cintura.

- ¡¿Qué haces?! No quiero que vuelvas a tocarme – deshaciéndose bruscamente de los brazos que lo aprisionaban y amenazándolo con uno de sus kunai.

- ¿Quieres matarme? ¿Estás molesto conmigo, o contigo mismo? – inmóvil delante del rubio.

- ¿P-Porque lo dices? – apretando el arma en su mano.

- Quieres negarte lo que sentiste anoche cuando te…

- ¡Cállate! No es verdad – temblando.

- Lo disfrutaste, y ahora no quieres reconocer que vibraste con mis caricias, y mis besos, tu cuerpo lo recuerda cada vez que piensas en ello, ¿No es cierto? – acercándosele un poco.

- ¡No, No, No! – dejando caer el kunai.

- Admítelo, se sintió bien ser especial y querido por otro ser humano – abrazándolo con firmeza – Permíteme ser yo exclusivamente él que te ame, Naruto – hablándole suavemente al oído - Solo yo, y quizás algún día llegues amarme también – apretándolo aun más.

- Yo…  - poco a poco los brazos, indecisos al principio, del ojiazul fueron rodeando la espalda del Aburame mientras pegaba su rostro en el hombro de éste – Tú ganas, lo voy a intentar – sollozando ante su propia debilidad.

- Ambos ganamos – besándolo en la frente – Anda, el desayuno nos espera – tomándolo de la mano y regresando al refugio – “Te tengo, quedo atrás el imaginar y soñar que serias mío algún día, esta es la realidad y no dejare que se me escape de las manos”

- Yo dije lo mismo – recordó Yamato apostado en un árbol cercano desde donde supervisaba a los chicos.

- Y no tienes ni idea de lo feliz que estaba cuando me anunciaste tu rendición, no fue nada fácil, día tras día persiguiéndote por todos lados, rompiéndome la cabeza en busca de las palabras adecuadas que decirte… pero al final mi persistencia dio sus frutos – rememoraba el peligris con una sonrisa de oreja a oreja.

- Tal vez fue que me canse – contesto irónicamente el otro.

- ¿Qué? – abriendo grandemente su ojo visible.

- Eres despreocupado, perezoso por no llegar a tiempo alguna parte… pensé que podría arreglar esa personalidad tuya – observándolo como un maestro a su alumno.

- ¿Estas describiéndome a mi o a Shikamaru? Eres cruel, ¿Acaso no soy lo mejor que te ha pasado en la vida? Y se honesto – pidiendo sinceridad con su mirada.

- No puedo vivir sin ti, ¿Estas contento ahora? Cielos, eres increíble – inclinándose para besar los labios del peligris.

- Mucho, ¿No tienes hambre? – tocándose el estomago.

- ¿Cómo puedes estropear tan fácilmente un momento romántico como este? Bien, no sé porque me quejo, así eres tú – de camino a la aldea para buscar algo de comida.

     Mientras tanto los chicos terminaban el desayuno y decidían que hacer el resto del día, no había mucho de donde elegir ya que una de las reglas era no abandonar los alrededores del refugio. Adelantar la búsqueda de la comida para la cena, pasear, nadar en el río, jugar cartas, o echarse a dormir eran las únicas alternativas a su disposición, claro que algunos preferirían pasar el día haciendo sudando la gota gorda en ejercicios físicos, digamos, de esos que te llenan de placer cuando los ejecutas con otra persona de tu gusto.

- ¿Entonces qué hacemos? – interrogo el gordis.

- Sai y yo aprovecharemos para cazar algunos conejos para la cena – el Nara mirando al anbu - ¿Lo dije bien? – esperando no ser rechazado.

- Lo que sea es igual – rehuyendo la mirada del Nara.

- “Y digo yo, ¿Por qué tenía que enamorarme de un chico tan difícil como él? Tendré que arreglármelas de alguna manera”  Haaa… - dijo Shikamaru suspirando y poniendo cara de desconcierto.

- ¿Algún problema? – interrogo el anbu al no entender la actitud del Nara.

- ¿Eh? Algunos, pero son solo míos – internándose en el bosque por la parte trasera del refugio siendo seguido del otro moreno.

- Le llevare un poco de esto a Kiba – tomando el plato con el desayuno  que previamente había apartado para su cachorro.

- ¿Pues qué le pasa? ¿Piensa quedarse en cama todo el día o qué? – pregunto el ojiazul.

- Eso es lo bueno de estar de vacaciones, puedes hacer lo que quieras sin que parezca extraño, ¿No piensas lo mismo? – objeto el Aburame clavando sus ojos en el kitsune.

- Y quien mejor que tú para decirlo… - volteando su cara avergonzado.

- Vaya, cada quien parece saber qué hacer para pasar el rato, en cambio yo… – se lamentaba el gordis.

- ¿Qué tal una caminata? Es la forma más rápida para bajar el desayuno – le sugirió Lee – Hay que mantener la sangre circulando – estirando sus brazos y doblando su cintura como quien se prepara para una carrera.

- Ahhh… eso suena a entrenamiento… aunque puede que encontremos algo sabroso por el camino – se auto animó el gordis.

- Yo también quiero ir… - dijo el rubio queriendo unírseles cuando fue detenido por la mano del Aburame.

- Nosotros haremos algo distinto – reteniendo al ojiazul.

- Pero yo… buscare a Shikamaru, tal vez necesite ayuda con los conejos – no queriendo quedarse a solas con el moreno.

- Sabrán arreglárselas solos, olvides que Sai está con él – atrayéndolo.

- Y… ¿Qué se supone que haremos? – mirando de reojo al otro.

- ¿Qué te parece si descansamos un poco en la habitación?

- No estoy cansado – zafando su brazo.

- Quiero estar a solas contigo, Naruto.

- Sé que te dije que lo intentaría, pero esto es algo nuevo para mí… ¿Podrías dejarme a mi ritmo? Por favor – pidiendo tiempo para adaptarse.

- De acuerdo, no quiero presionarte, pero entiéndeme tú también – acercándolo a su cuerpo – Me es muy difícil controlar mis ansias de tenerte por entero, ¿Comprendes que quiero decir con esto? – abrazándolo tiernamente.

- No del todo, pero supongo que te refieres a mi cuerpo – rojo como tomate hasta la punta de sus orejas.

- Tu cuerpo, tu alma, tu corazón… tu amor, todo, lo quiero todo de ti – estrechando el abrazo – Ven, caminemos hasta el río – tomándolo de la mano.

     Por otro lado mientras el ojiblanco suministraba el desayuno al cachorro, junto con otros servicios adicionales, Lee y el gordis caminaban por ahí sin más que hacer, lo que nos deja a la parejita que rondaba el bosque en busca de algo sabroso para la cena. El anbu no estaba demasiado entusiasmado con la casería en sí, no es que le molestara estar a solas con el Nara, pero a su vez era algo que lo ponía sumamente nervioso.

     El Nara miraba aquí y allá en busca de algún indicio de cualquier orejudo que anduviera por la zona, aunque eso no era su mayor prioridad dado que sus ojos paraban siempre en el mismo lugar, o sea en la humanidad del silencioso moreno que a su vez trataba de pasar desapercibido de su compañero de casería, a ese paso la cena iba a llegar bien tarde.

- Esto no está bien, y aunque fui yo el que sugirió esta tarea… va ser bien difícil cumplirla – sonriéndole al anbu – Oe, ¿A dónde… vas? Sai… – viendo que el otro le daba la espalda y se internaba en el bosque sin decir una sola palabra – Vaya, vaya… - sentándose al pie de un árbol con las manos tras su cabeza.

     Luego de aproximadamente treinta minutos el joven anbu apareció tras el mismo árbol donde Shikamaru descansaba, o mejor dicho esperaba, con cuatro hermosos especímenes de grandes orejas que dejo caer a los pies del Nara.

- Creo que estos son suficiente.

- ¿Y quien dijo que no eras eficiente? Yo no podría hacerlo mejor – mirándolo fijamente.

- Ya podemos regresar – dando unos pasos.

- Espera – agarrándolo de la mano – Debes estar cansado después de corretear por ahí buscando estos – señalando a las víctimas.

- Estoy bien – sin mirarlo.

- No seas terco, siéntate a mi lado – jalándolo para que se sentara - ¡Cuidado! Sai – tratando de agarrarlo al caer por tropezar con una de las raíces del dichoso árbol - ¿Te lastimaste? Eso estuvo cerca -  cerca había quedado la cara del anbu de la del Nara al caer de cuerpo completo sobre él.

- L-Lo siento – volteando su rostro.

- ¿Qué es esto? – recogiendo el cuaderno abierto de dibujos que había caído de la mochila del moreno al caer - ¿Este… soy yo? – observando los trazos en el papel.

- ¡Regrésamelo! – desesperado por recuperar su secreto.

- ¿Por qué tú…? – interrogo el Nara hojeando las paginas repletas de dibujos suyos.

- Por favor… - tapando su cara con sus manos.

- ¿Esto es lo que creo que es, Sai? Dímelo – dejando el cuaderno a un lado y forzando al otro a retirar sus manos – Solo tienes que contestarme afirmativamente y entenderé – mirando a los ojos que brillaban por las lágrimas contenidas.

- ¿Soy raro?  – bajando su mirada.

- Sobre eso, quien soy yo para discutirlo – observándolo.

- Discúlpame, yo… - sin atreverse a mirarlo aún.

- ¿Por quererme? ¿Por qué es eso, no? Tú no lo sabes, pero… me has ahorrado la mitad del camino – tomando la cara del anbu entre sus manos – Así es – plantándole un beso de lo más fogoso.

     El joven anbu se dejo llevar por las nuevas sensaciones desconocidas para él, las cuales resultaban muy placenteras, y se avergonzaba al mismo tiempo que trataba de seguir el apasionado ritmo del Nara en su afán de hacerlo llegar al séptimo cielo del placer, con alguna que otra molestia claro está, pero con la convicción de mostrarle lo importante y querido que era para él.

     Con ninguna experiencia pero si mucho amor, el heredero del clan Nara se esforzaba en transmitirle todos sus sentimientos y deseos a base de caricias, besos, palabras dulces hasta llegar al acto final que los uniría en cuerpo y alma para siempre, o esa era su intención,  sin importarle los problemas que podrían surgir después, el amor lo puede todo, pensaba, y si no era así él lucharía hasta las últimas consecuencias para conservar lo más querido para él.

- ¿No te parece de lo más dulce esta situación? Me recuerda cuando te tome por primera vez – comentaba el Hatake desde un árbol próximo a la joven pareja.

- No deberíamos estar aquí, es un poco… vergonzoso – contestaba Yamato enrojecido hasta las orejas.

- Puedes parecer rudo, pero en el fondo eres muy sensible – abrazándolo por detrás y mordisqueándole una oreja.

- Basta, este no es momento para eso – apartándolo y dirigiéndose hacia el refugio.

- Tan lindo, y es solo mío – poniendo ojos soñadores y siguiendo al otro.

     El agua del río corría mansa acariciando la espuma en su superficie que producía la cascada, más parecía un juego erótico entre dos amantes que dos elementos convergiendo en uno solo. Allí, sentados a la sombra de un árbol se encontraban nuestros personajes principales disfrutando de la brisa veraniega y de su mutua compañía, todo era calma y sosiego, al menos en la superficie, mientras internamente se desataba un remolino de deseos contenidos que pugnaban por emerger y desatar una gran tormenta.

- ¿En qué piensas? – viendo al kitsune con la mirada perdida en las aguas del río.

- ¿Eh? En nada en particular – siendo sacado de su distracción - ¿Y tú? – sin mirarlo.

- En ti y de que debería hacer para que me ames – observándolo intensamente.

- Waah…  soy una persona simple, o eso me han hecho pensar siempre, así que… no necesitas esforzarte mucho jejeje… - riendo nerviosamente mientras rascaba su cabeza.

- Tú mereces todo el esfuerzo que se pueda hacer, todas esas personas que alguna vez se negaron a reconocerte y que ahora te ven como un héroe… tú las cambiaste, pasaste por un montón de dificultades, que no cualquiera habría resistido para ser lo que eres hoy, así que no vuelvas a decir que eres una persona simple, Naruto – con total convencimiento.

- Shino… gracias – con sus ojitos brillantes.

- Naruto… - acercando la cara del rubio – volvamos a la habitación, quiero amarte – abrazándolo con deseo – Ya no puedo aguantar más las ganas de hacerte mío – susurrándole al oído.

     De regreso al refugio el Aburame apretaba con impaciencia la mano del ojiazul, en consecuencia el rubio sentía un sudor frio recorrer su cuerpo junto con la inquietud de denotaba los nervios que lo consumían a cada paso que los acercaba a una situación nueva para ambos,  los dos pares de ojos que los seguían desde un árbol cercano al camino, como dos pajaritos en rama, disfrutaban de lo obvio e imaginaban el resto de lo que vendría a continuación.

- Van hacerlo – decía el peligris con una sonrisita sardónica.

- Y estoy seguro que te gustaría estar ahí para verlo – con un tinte de reproche.

- ¿Vas a decirme que a ti no?

- El voyerismo no es una de mis aficiones.

- ¿Estás seguro?  No me lo pareció cuando te lo hice frente al espejo.

- ¡Cállate!  Tú me obligaste – dándole un coscorrón mientras sus mejillas se teñían de un rojo intenso.

- Oh, dios, me excitas cuando te pones así – sobando su cabeza y siguiendo al otro entre los árboles.

     El refugio parecía desierto, por un lado el ojiblanco retozaba junto a su cachorro luego de practicar muchas cosas pervertidas, mientras tanto Shikamaru y Sai seguían haciendo las propias en el bosque, y para concluir Lee y el gordis seguían en su paseo con las consiguientes quejas de este último. El Aburame cerró lentamente la puerta apoyando su espalda mientras observaba al rubio en el centro de la habitación, Naruto movía nerviosamente sus manos mientras escondía sus ojos de la penetrante mirada del moreno, paso a paso el chico insecto acortaba distancia con el firme propósito de abrir el cofre de su ansiado tesoro.

- S-Shino… - con voz entrecortada.

- Estas temblando – poniendo sus manos sobre los hombros del rubio.

-  ¿Y que querías? Jamás en mi vida hice algo como esto – tratando de tranquilizar su cuerpo – Ni siquiera sé que debería hacer…

- Tampoco yo, pero me hago una idea  – bajando lentamente sus manos por los brazos del otro – Debería empezar por… quitar lo que me estorba – sacando la franelilla de malla del ojiazul.

     Entre los temblores del cuerpo del rubio, Shino lo desvestía al tiempo que besaba cada parte expuesta dejando su marca, pensando que de esa forma se acercaba un paso más para hacer completamente suyo al rubio ojiazul, poco a poco la inquietud del rubio cedió bajo las caricias y mimos del Aburame, la forma de tratarlo era muy distinta de la primera vez, lo tocaba como si fuera una pieza de fino cristal que podría romperse al más duro agarre, luego de tenerlo desnudo frente a él lo observo con ojos deseosos y codicia en cada mirada, después procedió a quitarse su propia ropa hasta que el rubio lo detuvo.

- ¿Puedo? – acercando su esbelto cuerpo al moreno.

- Por favor – dejándose desvestir mientras no apartaba sus labios del cuello del rubio.

     En medio de la habitación y sin nada que los cubriera ambos paseaban sus manos por el cuerpo contrario explorándose mutuamente al tiempo que sus bocas se juntaban en un largo y apasionado beso, lentamente se dejaron caer en el futon y continuaron en ese juego por un rato más hasta que sus respectivos miembros entraron en acción.

- Estas muy duro – susurro el Aburame acariciando el bulto del otro.

- No podía evitarse, tú tienes la culpa… Ahh – cerrando sus ojos con deleite.

- No sabes cuánto me alegra escuchar eso – mordisqueando la oreja del rubio – Que sea yo el único que puede ponerte así – observando la cara de placer del otro.

- I-Idiota… - no queriendo admitir su derrota.

- Exactamente, así me has tenido por un largo tiempo… idiotizado, enloquecido, celoso, desesperado… por eso fue que hice lo que hice – refiriéndose a su primer ataque – Y aunque eso no lo justifica… Te pido perdón – descansando su mejilla en el pecho del ojiazul.

- Sí puedo llegar hacer que una persona se sienta así por mí, todo está perdonado, creí que lo único que inspiraba era total ignorancia… lo otro suena mejor – sonriendo mientras enredaba sus dedos en el cabello negro.

- Eso suena cruel, pero lo acepto como todo lo demás que venga de ti – de vuelta a los labios del rubio – “Dios, creí que jamás podría volver a tocarlo otra vez, esos ojos, esta piel, este cuerpo que ahora está bajo el mío por su propia voluntad, que está dispuesto a ser mío sin ninguna condición, hare que no necesites de nadie excepto yo… mi Naruto” – abrazándolo al tiempo que no dejaba de besarlo.

- “Estos brazos que me abrazan gentilmente, esta boca que me regala el dulce néctar que me recuerda que estoy vivo y que soy querido por mí mismo,  ¿Cuánto tiempo he ansiado esta sensación de pertenecer a alguien? No como un arma, no como una conveniencia, si no como un ser humano que deseo lo que la mayoría, ser amado sin restricciones y sin ninguna condición que seguir… esto es amor” – jadeando mientras su miembro era succionado por el Aburame.

     Momentos después el rubio se corría en una explosión de placer indescriptible, y mientras se sumía en el sopor de esa sensación, el moreno mojaba sus dedos con la esencia del rubio y procedía a introducirlos en el lugar que era su codiciada meta, con mucha paciencia, aunque no la tenía, fue metiendo uno a uno hasta que consideró que era suficiente para hacerle sitio a su deseoso y ansioso miembro.

- Quiero que te relajes, iré despacio – introduciendo la punta en la entrada.

- T-Tratare, nunca he sido bueno concentrándome – apretando sus ojos.

     Lentamente y aduras penas, pues deseaba ya estar dentro, fue metiéndose sin apartar la mirada del rostro del rubio pues quería ver cada pequeña reacción a su avance, en principio fue molestia, luego y poco a poco su rostro fue cambiando a uno más relajado y placentero, ya estando dentro al completo el moreno sujeto el rostro del ojiazul entre sus manos.

- Enamórate de mí, Naruto – con mirada suplicante.

- Es tarde… ya lo hice – sonriéndole al moreno.

- Oh, dios, te amo tanto – abrazándose al rubio y comenzando a moverse.

     Movimientos lentos al principio que luego dieron paso a un descontrolado frenesí, ambos jadeaban por el esfuerzo mientras sus sombres se escuchaban en los oídos del otro, las palabras “te amo” resonaron innumerables veces en el  ambiente mientras las gotas de sudor se juntaban en sus ardientes cuerpos, muchas fueron las formas en las que se amaron esa día y su consecuente noche, como muchas fueron las palabras que se dijeron junto con las muchas promesas que se hicieron, algunas de ellas casi imposibles de cumplir por parte del rubio ya que eran un tanto restrictivas por parte del Aburame, pues la mayoría hacían referencia a los celos de Shino hacia cualquiera que pusiera un dedo sobre el lindo rubio ojiazul, y el moreno lo sabía bien pero no estaba demás intentarlo.

- Despierta dormilón – besando la mejilla de su rubio dorado - ¿Tienes hambre? Te traje un poco de fruta fresca – sentándose y colocando los manjares junto al rubio.

- ¿Fruta? Tengo tanta hambre que me comería un cerdo entero – dejándose caer de nuevo sobre el futon.

- ¿Exceso de ejercicio tal vez?  - sonriendo pícaramente.

- Eso es tu culpa – mirando hacia otro lado.

- ¿Y quién era el que pedía más, eh?

- Eso… ¡También es tu culpa! – tapándose la cabeza con la manta totalmente avergonzado.

- ¿En serio? Eso significa que te gusto todo lo que hice – abrazándolo por encima de la manta.

- No me hagas hablar… es vergonzoso – agarrando fuertemente la manta.

- ¿No crees que es tarde para eso? Mientras lo hacíamos no dejabas de decir…

- ¡Cállate idiota!

- No, era “quiero más, o más fuerte” la verdad es que sabes cómo excitar a las personas… eso me preocupa – tocando su barbilla.

- Por favor no sigas… ¿En serio dije eso? – sorprendido de sí mismo.

- Vaya que sí, tus palabras provocaban el que no quisiera correrme tan rápidamente – haciendo a un lado la manta que le impedía ver al ojiazul.

- Como sea, no lo recuerdo, todo lo que me quedo de eso es un trasero adolorido… - mirando fijamente al moreno – Y un corazón rebosante de amor y esperanza – sonriéndole.

- Entiendo, ¿Y mi beso de buenos días? – inclinándose.

- Dejémoslo para después, se de sobra en que va a terminar si dejo que me beses – buscando alrededor su ropa.

- ¿Solo yo?

- Lo digo por mi también, baka – comenzando a vestirse – Debo admitir que besas delicioso… aparte de otras cosas también – confirmando su derrota - ¿Qué haremos de ahora en adelante? Después de esto…

- ¿Acaso importa? Lo único que es seguro es que no dejare que te apartes de mi nunca más, lo demás lo solucionaremos paso a paso, ¿No estás de acuerdo? – abrazando al ojiazul.

- Totalmente – respondiendo el abrazo – Comida, comida – hiendo hacia la puerta.

- Pero la fruta… - siguiéndolo.

- La fruta está bien para los pájaros, ¿Qué tal unos peces? Muchos, muchos de ellos – encaminándose rumbo al río.

     Los peces eran la única alternativa ya que los conejos nunca llegaron, la pareja encargada del asunto ocuparon su tiempo en otras actividades que no incluían despellejar a unos tiernos peludos para la satisfacción de los demás, por otro lado el cachorro y el Hyuuga se conformaban con la fruta junto con el dulce néctar de su amor mientras Lee y el gordis seguían enfrascados en su pelea de cartas y de frituras.

     Seguramente muchas cosas cambiarían al termino de esa semana de convivencia, aunque cada uno andaba en lo suyo sin duda podríamos decir que su amistad había pasado a otro nivel más alto, para la mayoría de ellos al menos, que los cambiaria definitiva e irremediablemente en personas mucho más amigables y abiertas hacia los demás… hay que ver lo que hace el amor.

- Creo que toda esta situación ha sido muy fructífera, ¿No lo crees? – decía el Hatake abrazando a Yamato.

- Al menos puedo decir que valió la pena para que los chicos encontraran lo que verdaderamente ansiaban.

- Que romántico eres, ¿Qué te parece si tu y yo, en este momento…? – acercando su rostro al otro.

- ¿Aquí, ahora? Por supuesto que no – tratando de apartarlo.

- Oh, vamos, es excitante hacerlo lejos de la cama de vez en cuando – apretándolo contra el tronco del árbol.

- Tal vez para ti, a mí es a quien le saldrán los moretones – sintiéndose presionado.

- Tengamos un hijo

- ¡¿Quéeeeeeee?!

 

                                                                                                       Fin.

                                                                               Nessa Yaoi.

Notas finales:

Ha sido mucha la tardanza pero e tenido roblemas os cuales no me voy a poner a enumerar, lo cierto es que los extrañaba y de nuevo quiero contribuir con otra de mis hitorias, tal vez es suave en comparacion con las anteriores pero la escribi de todo corazón, como siempre espero sus comentarios al respecto, cuidense mucho y hasta siempre.

besos para todos y chaito

                                                              Nessa Yaoi


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