El joven y escandinavo ratón de campo Varg Vikernes (alias Conde Grishnackh) había viajado a Oslo para reunirse con el guitarrista y fundador de la banda de Black Metal Mayhem, Øystein Aarseth (alias: Euronymous). Sus ojos brillaban con sueños de fama black metalera, revoluciones Nacionales Socialistas, y quizás - quizás - amor verdadero. Llamó a la puerta y esperó afuera del apartamento de Euronymous, quien atendió a su llamado unos cuantos minutos más tarde, vistiendo sólo un par de calzoncillos de seda adornados con cráneos. Su rostro estaba surcado con restos sudorosos de pintura facial; patrones geométricos expresionistas negros y blancos, que, horas antes denotaban su demoniaca y diabólica naturaleza interna, pero que ahora sólo servían para caracterizarlo como un imitador de segunda de Kiss.
—¡Varg! —dijo Euronymous al verlo en el umbral de la puerta, sus ojos denotaban una molesta sensación de sorpresa.
—Hola, Euronymous ... —respondió Varg mirando tímidamente sus pies mientras nerviosamente movia uno de ellos en la plana superficie.
—Por favor, llamame Øystein —le corrigió Euronymous.
—Hola, Øystein ... —dijo nuevamente Varg mirando, aunque tímidamente esta vez, finalmente a los ojos a Euronymous.
—¿Qué te trae a Oslo, mi maligno compañero?
—Oh, ya sabes... quemar iglesias y cosas por el estilo —le respondió Varg.
—¡Oh si, pequeño Varg, eso es bastante malvado!
—Oh... Aunque todavía me falta mucho para llegar a ser tan malvado como tú, Euronymous —dijo Varg avergonzado, aunque un tanto halagado.
—¡Øystein! —le volvió a corregir
Durante unos minutos se hizo un silencio incómodo. Varg permanecía del otro lado del umbral de la puerta, sintiendo repentinamente su simbolismo represivo. Para él, el umbral representaba un obstáculo social y subcultural entre ambos —del amor que no se atrevía a decir su nombre.
—Estuve pensando en ti toda la semana. ¿Puedo entrar? —Armándose de valor, Varg le preguntó finalmente.
Euronymous, ligeramente sorprendido respondió:
—¿No puede esperar? Es muy tarde, viejo.
—Oh sí, sí... sé que es muy tarde. Solo me preguntaba si podríamos hablar de lo que sucedió la semana pasada.
—¿La semana pasada? —inquirió Euronymous—. Oh sí, eso... ¡Eso no tiene importancia, viejo! Los dos estábamos borrachos.
—¿Realmente crees eso? —le preguntó Varg indignado—. ¿O solo estás preocupado por lo que pueda decir Necrobutcher?*
—¡Claro que no! —espetó Euronymous—. Tú me conoces bien, viejo. Soy un libertino, un Übermensch*. Me importan un carajo las convenciones asfixiantes de la estúpida burguesía. ¡Soy Euronymous, maldita sea!
—¡Por supuesto, eso ya lo sé! Solo estoy preocupado. No me has llamado desde... bueno, desde que sucedió eso —respondió Varg.
—¡Ya te lo dije, viejo! Olvídalo! ¡Eso fue una tontería!
Varg sintió la ira crecer en su pecho.
—¿Así que todo fue una tontería? ¿Esas tres horas de amor apasionado para ti solo fueron una tontería?
—¡Baja la voz! —contestó Euronymous molesto, mirando por encima del hombro.
—¿Por qué? —preguntó Varg—. ¿Quién está ahí? ¿Me has reemplazado con algún marica glam metalero? Oh, esto es increíble, Euronymous — Quiero decir Øystein. ¿Acaso algún flacuchento fanático de Ratt se ha ganado tus afectos en esta última semana?
—¡Nada de eso! —le contestó Euronymous, sintiéndose un poco avergonzado—. Viejo, ¡tú sabes que yo soy pura maldad! ¿Crees que me importa una mierda... el amor y la ternura? ¿El mirar con afecto a tu alma gemela?
—Por supuesto que no.
—¡Entonces todo ha quedado claro! —dijo Euronynous—. Ven a verme mañana. Toma una taza de chocolate caliente y cálmate.
—Esta bien, está bien. Tienes razón. Pero, ¿puedo al menos entrar un minuto? —dijo Varg sin resignarse a marcharse—. Tengo que cagar. Me comí un burrito en mal estado en la parada de descanso y puedo sentir la diarrea burbujeando entre mis nalgas.
De repente, interrumpiendo su plática, desde el interior del apartamento una extraña voz se dejó oír. Tenía una distintiva cadencia afro-germánica.
—¿Øystein, cariño? Regresa a la cama.
—¿Y qué demonios fue eso? —dijo Varg sospechosamente.
—¡Nada! ¡Fue un demonio! Ahora mismo estoy realizando una sesión espiritista negra. Ya sabes, tratando de resucitar a Hitler.
—¿Una sesión espiritista negra? Ya veo y ¿también estás resucitando los espíritus de Amos y Andy*?
—Bueno, no, eso sería imposible. Amos y Andy eran personajes ficticios
—¡Ya lo sé, pedazo de mierda! —le gritó Varg—. Estaba insinuando que ... ¡que algo "apesta" en este apartamento!
Y con esta observación racial, repentinamente el misterioso dueño de la voz apareció —un atractivo moreno. Fab Morvan, el vocalista del deshonrado grupo pop Milli Vanilli.
—¿Y quién es este... este negrito? —preguntó Varg ofendido.
—¿A quién carajos estás llamando negrito? ¡Voz de muerto! Apestas al sótano mohoso de tus padres.
—¡Es un semi-sótano, no un sótano!
—Fab, por favor —intervino Euronymous—. Deja que yo me encargue de esto.
—Muy bien, cariño. Llámame si ocurre algo —le contestó Fab, quien después besó a Euronymous en los labios y, al salir, le dedicó a Varg una mirada feroz.
—¿Qué demonios es esto? —dijo Varg sin poder creerlo—. ¿Conseguiste un poco de fama y ahora te estas revolcando con Milli?
—Vanilli, a decir verdad. Déjame explicarte, viejo. Nos conocimos en una reunión de la industria, y una cosa llevó a la otra. Lo quiero, viejo. Lo siento.
Al escucharlo Varg le empujó violentamente en el interior del apartamento. Al adentrarse en él, en la mesa de café divisó un montículo de cocaína que igualaba en tamaño a la del mismísimo Tony Montana; además, en la plana y desgastada superficie, tapones de culo y consoladores de todos los colores y tamaños estaban esparcidos junto a varios Lp's de Rick James y una caja de ritmos.
—¿Qué es todo esto? ¿Qué tipo de basura hedonista te ha estado metiendo Milli —digo Vanilli— mi amado Euronymous, Mi dulce, Øystein Aarseth?
—Bueno, Fab me ha estado mostrando la música negra. ¡Vamos, viejo! No es tan malo. ¡Hemos estado frecuentando discotecas todas las noches y metiéndonos unas cuantas líneas! Por fin estoy viviendo, Varg. Fab me ha abierto los ojos a un mundo nuevo. Un mundo más allá del mal.
—¿Un mundo más allá del mal? ¿Dejaste de ser malvado?
—¡Vamos, viejo! —le contestó Euronymous, despreocupado—. ¡Relájate! ¡Ya está todo decidido! Nuestro próximo LP será un álbum dance. Utilizaremos una caja de ritmos. ¡Mayhem se volverá Funky!
—Si es así, ¡entonces tienes que morir! —dijo Varg e inmediatamente comenzó a perseguir a Euronymous con un cuchillo en cámara rápida, mientras el tema musical de "Benny Hill*", sonaba de fondo. Varg apuñaló a Euronymous unas 30 y pico veces*. Con cada herida que le causaba, Euronymous levantaba los brazos al mejor estilo comico-dramático de Oliva Olivo, hasta que finalmente cayó al suelo. Al verlo tendido bañado en sangre, Varg se inclinó sobre su cuerpo moribundo.
—¿Qué ruido es ése?... —dijo Varg—. ¿No estás muerto?... ¿No estás del todo muerto?...
»¡Aunque cruel, soy, sin embargo, compasivo!... ¡No quiero prolongar tu sufrimiento! ¡Así, que , así que…!*
Besó a Euronymous y, tiernamente, cerró sus párpados.
FIN