(…) Cuando sus ojos por primera vez se encuentran, ambos tienen esa extraña sensación de ya antes conocerse.
No saben cuándo.
Ni saben dónde.
Pero lo sienten.
Ese calor familiar viajan por su estómago, contrayéndoles, tensándoles mas, no incomodandoles; la sensación es abrumantemente familiar que les produce el reflejarse en la pupila del otro, en un abismo único que los envuelve, una burbuja, solo donde ellos dos existen. Y se pierden el uno en el otro con una sonrisa aunque no entiendan porque hay que sonreír, pero ambos lo hacen con vergüenza y timidez del primer encuentro, de la primera mirada, el primer contacto, y a excusas de un café.
***
El olor a cappuccino suave le inunda el cuerpo, le relaja, le tranquiliza y le obliga a olvidarse de todo, de cómo se llama, de que está lloviendo con un frío que le cala hasta los huesos y de tantos otros problemas que le agobian día a día, a él y a sus nervios; pero no se olvida de quien le ha entregado el café y no duda que sus preciosas y suaves manos –Imagina – lo han hecho para él, a su gusto y placer, y eso lo vuelve el doble de delicioso, porque para no hay nada más exquisito que saber - o creer – que él lo ha preparado de aquella forma para ZiTao, y a ZiTao le gusta ese privilegio, por eso no duda en agradecer con sinceridad el gesto con la mejor de sus sonrisas y procura guardar minuciosamente en su memoria la sonrisa que le es devuelta y por la cual se ha ruborizado, con el pulso acelerado.
Definitivamente el cappuccino era su preferido.
***
Frecuenta el lugar más veces de las que le gustaría contar, pero no puede evitarlo, -Y no es por el café – su sonrisa le atrapa, le hechiza y lo quema por dentro, en el estómago como efecto de mariposas, y le gusta. Se siente débil y vacío cuando no le ve, estúpido piensa per no hace nada por evitar apartarse del lugar, porque imagina –O eso quiere creer – que esa sonrisa es única para él y se siente importante a sus 19 años, y no quiere defraudarle, no lo piensa pero se da cuenta a la ves de que se está aferrando a nada, no se conocen, no saben sus nombres pero no necesitan eso, se sienten unidos por sus sonrisas, por esas miradas no traducidas, no interpretadas pero frecuentes, mínimos gestos y roces que a ZiTao le alientan a creer que hay una esperanza, una mínima posibilidad que no está tácita pero está y no piensa en desperdiciarla.
Una sola.
El primer paso.
Y sin saber cómo.
***
Tarda varios días, no sabe con exactitud cuántos, pero crea un plan en su mente, uno que no suena tan descabellado cuando lo piensa, ni tampoco tan extremista. Es simple y sencillo.
Como él.
La ansiedad le ataca y golpea al instante en que sus dedos empujaron la puerta de la cafetería. Está dentro y tiene la sensación de querer huir lo más lejos posible, avergonzado.
Y aún no ha hecho nada.
Su miedo y vergüenza crece al verse de pie frente a él, con la barra separándoles a menos de un metro, y agradece, interiormente, que la voz no le temblase al pedir su orden por los nervios crispados. Retira de su bolsillo el billete previamente seleccionado y se lo extiende, nervioso, tembloroso pero sobre todo ansioso.
Oh…
Admira su rostro -una vez más- y percibe el asombro, la sorpresa e incluso la incredibilidad pasar por cada una de sus facciones casi perfectas -Según ZiTao- y su sonrisa. ¿Sonrisa? No sabe muy bien pero prefiere creer que es eso y no una mueca de asco, la sola idea le entristece mas, no lo suficiente para declinar su postura, amenazada repentinamente.
Esperó ansioso por una respuesta que nunca llegó.
Se entristece con notoriedad pero intenta disimularlo desastrosamente en lo que camina al tumulto de gente aglomerada por su pedido. Siente los ánimos abandonar su cuerpo en un suspiro y piensa que hoy no se quedará en el lugar de siempre.
Su café tarda varios minutos, más de lo normal o eso cree, porque ZiTao cree muchas cosas que a veces no son ciertas, pero no quiere pensar en eso, prefiere pensar en otras cosas como la paz mundial y repentinamente recuerda los post-its que hay en su refrigerador sin leer, recuerda el desorden en el que se encuentra su hogar, recuerda un sinfín y se ve una vez más envuelto en su mundo del que fue abruptamente sacado. No reconoce quien le entrega el café pero no quiere quedarse a averiguar quién es, ni socializar porque no tiene ánimos ni ganas, pero se queda de todos modos porque no comprende las palabras silenciosas y moduladas que ha visto en los labios de empleado, ni tampoco las miradas que le envía al café y a él.
Oh.
“Soy YiFan, me dirás Kris y salgo a las 6. “
Aquello estaba pulcramente escrito junto a la tapa del café, y no puede evitar que sus labios se curven en una sonrisa, con ánimos y ganas renovadas, más fresco que nunca, casi nuevo como una mañana de primavera.
Obtuvo más de lo que había pedido.
Y a ZiTao le gustaba.
Meditó los minutos que le separaban de la hora indicada mientras sus pasos pausados y calmos le dirigían hacia su lugar de siempre, junto a la ventana. Tengo tiempo se dijo instantes antes de beber un sorbo del líquido caliente y levemente amargo, admirando a la gente a través del vidrio con calma, aguardando y ansioso a la vez.
Si, ya quería que fuesen las 6.