11 de octubre, 2012
Ya esto se le hacía...casi familiar.
Ahí estaba Loki, pegado a la puerta, con la oreja sobre la madera pintada de blanco, tratando de escuchar algo.
Tenía en la mano un manojo de llaves, tintineando entre sus dedos ansiosos, la respiración agitada, el corazón revoloteándole en el pecho, una sonrisa tonta ensanchada en la cara, los ojos entrecerrados como si así pudiera darle más poder a sus otros sentidos.
Había leído algo sobre eso.
Escuchó uno, dos pasos.
Luego seis, cuatro acompasados y dos más lentos, con diferentes pesos.
Y un ladrido.
Eso era lo que le faltaba, era su señal, sin embargo esperó unos segundos prudentemente y luego abrió la puerta, con la cara más normal del mundo, como si se dirigiera a echar la basura por la escotilla: Esa era su rutina de todos los días.
Estaba profundamente enamorado de Tyr, el Corgi de la señora Heindrich, una ancianita adorable que vivía justo al lado, en ese piso particular del edificio.
Cuando abrió la reja de su departamento, el perrito corrió hasta donde estaba él, parándose en dos patas para olfatear la pequeña y más que falsa bolsa de basura. Loki la alzó para que este no la alcanzara y le sonrió, como si el perro supiera que significaba aquel gesto humano.
-Hola señora Heindrich...Hola Tyr...-Loki siempre saludaba a la su vecina de piso con amabilidad y se esforzaba por sonreír para ella.
Simplemente le tenía mucha estima y era una de las pocas personas que conocía que no cuestionaba su intenso amor por los perros, dato que para muchos parecía fuera de carácter en Loki.
La anciana asintió, moviendo la mano de lado a lado para contestar el saludo y luego, abriendo rápidamente la puerta de la escotilla y poniendo la basura en donde tenía que ir, se giró para cargar al perro.
Ese día el sistema de saludos cambió, porque ella le dijo algo más que el acostumbrado "Buenas Tardes":
-¿Sabes una cosa, hijo? Cada día, siempre que vuelvo a casa, sacas la basura justo cuando vengo...
Loki no pudo evitar sonreír incómodamente, su truco descubierto. Pero ni la mirada ni la expresión de la anciana eran severas...todo era muy suave en su rostro a decir verdad y cuando la mujer soltó una risita, el moreno se sintió tanto aliviado como extrañamente nostálgico.
-Hagamos algo...voy a estar en mi departamento, cocinando el postre de la tarde...en un rato, si no estoy muy cansada, te llevo un poco...-y dándole una mirada leve a su perro, que no paraba de jadear adorablemente en sus brazos, dictó con voz solemne, como si se tratara de una nueva ley- ...y podrás jugar con mi perro...
Loki compartió con ella una de esas expresiones de relajo suyas y luego inclinó su cabeza, para despedirla mientras la veía entrar definitivamente en su departamento y cerrar la puerta tras de sí.
Escuchó dos pasos, acompasados, luego un ladrido, luego seis y luego uno. Y finalmente silencio.
Entonces pudo ser brevemente un niño de 8 años y saltó sobre un pie, mientras se tragaba un chillido de emoción, cosas que se permitía a sí mismo en soledad, sin sentir vergüenza de su propia emoción. Todo por un perro.
Corrió como un lunático de vuelta al interior de su pequeño departamento y comenzó a arreglar todo.
Esas cuatro paredes habían sido su nido personal durante bastante tiempo y cada rincón era oscuro pero a la vez claro, no era insípido pero tampoco colorido, era totalmente íntimo y aun así tenía ese extraño aire de honestidad que uno podía respirar, como si fuese la esencia viva de quien habitaba el lugar.
Mas libreros de los necesarios, con volúmenes de todo tipo, desde geografía del mundo hasta la novela más rosada y ridícula de una autora portuguesa que no escribía desde los 50's.
Esas eran las dos paredes opuestas de la sala, hacia la izquierda al entrar estaba una gran ventana y un mueble largo pegado justo de la pared, bajo esta, donde fácilmente podría haber un balcón pero la pared era muy sólida y demasiado bonita para tirarla. Las cortinas eran blancas, burlándose de las paredes, dos de ellas azul pálido y dos de ellas delicadamente perladas, como si en vez de pintura hubieran usado esmalte de uñas para esa pared que se suponía, era blanca.
Las paredes tenían puertas, a la derecha estaba la cocina, que era más bien un marco libre, porque la puerta se la habían comido las termitas dos años atrás, junto a la entrada de la cocina había una puerta cerrada que era un baño, en la pared contigua (la que mirabas de frente al entrar al depto. ) habían dos puertas, un closet y la habitación personal de Loki y de resto el lugar era una mesa de vidrio central, muebles de concepto moderno, un estéreo cómodamente colocado en una mesita junto con un colección de CD's y un hombre ansioso que movía cosas de acá para allá de forma que el recinto estuviera presentable para su vecina lo cual era ridículo, porque la casa de Loki nunca estaba en condiciones menos que perfectas, respecto al orden.
No sabía cuánto había tardado en la tarea, quizás unos minutos, a lo mejor media hora, cuando escuchó el timbre.
Dejó de saltar por toda la casa y dio un último trote decente hacia la puerta, para poder recibir a sus invitados, pero cuando había preparado su mejor sonrisa e iba a decir algo, la visión de cabello rubio y ojos azules lo dejó sin palabras.
Hacía 5 años que no había visto a Thor y ahora resultaba estar de pie, en el umbral de su puerta, con una maleta que no era para nada casual a sus espaldas y una sonrisita nerviosa vacilando en su cara perfecta.
Antes de poder decir algo, Loki se vio sumido en un abrazo profundo y fraternal, envuelto en calor y ese aroma a perfume de hombre que creyó haber olvidado pero ese trancazo a la realidad se lo recordó, como si hubiera huido de Noruega ayer.
- Por fin te he encontrado -Fue lo que dijo la voz de su hermano, después de un momento
Y pueden contar ese día como el momento en que los dos decidieron joder su vida espectacularmente.
Aún a estas alturas, Loki piensa que todo lo que paso a partir de aquí fue, es y siempre será, sin lugar a dudas ni cabida a los peros, culpa de Thor.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español