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No me olvides por Likachu

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Notas del fanfic:

Un One shot que escribí hace meses pero que no subí y ahora por curiosidad de comparar mi narrativa de entonces con la actual lo volví a leer y para mi total decepción sigo igual XD. Como dato curioso nunca le pusé título y lo acabo de mal improvisar. 

Notas del capitulo:

Sekaiichi Hatsukoi y sus personajes pertenecen a Shungiku Nakamura. Este es un fanfiction hecho por diversión y sin finalidad de lucro.

 

No me olvides

 

-Dónde estoy -fue lo primero que Takano Masamune pensó cuando despertó en una habitación que no reconoció como la de su apartamento y aun así el lugar no le era desconocido, pero…. 

-Es imposible -dijo, finalmente hablando en voz alta, todavía dirigiendo la mirada a cada rincón de aquel sitio sin poder dar crédito a sus ojos. En un impulso y ya sintiendo que todo debía ser un sueño se levanto y abrió la puerta de la alcoba, sería una mentira decir que a  esas alturas le sorprendió lo que vio una vez  fuera de esas cuatro paredes, sabiendo perfectamente a donde debía dirigirse, fue directo al cuarto de baño, al entrar no pudo evitar cerrar los ojos, le aterraba lo que sabía estaba en la misma entrada, aquello que irónicamente era lo mismo que fue a buscar. No recordaba la última vez que había sentido semejante miedo, pero reprendiéndose a sí mismo por semejante cobardía e infundiéndose el valor que necesitaba a base de su propio orgullo, abrió los ojos, sintiendo al instante como si un balde de agua fría hubiese sido arrojado sobre su cabeza.

-Jajajajajajaja -estalló en frenéticas y sonoras carcajadas.

–Bueno ahora si todo está claro -añadió sosteniéndose la frente con la mano derecha, sin perder esa extraña sonrisa que se había formado en su rostro segundos antes.  

-Me volví loco -habló de nuevo mientras levantaba la vista y por segunda vez la posaba en la imagen que tal desazón recién le había causado. Sin embargo, en esta ocasión su rostro adquirió un semblante totalmente serio, e indudablemente ambas reacciones eran en todo comprensibles ante aquello que observaba  atónito en el espejo, pues ese reflejo así como aquel cuarto en el que despertó y esa casa que tan bien conocía, ninguno de ellos pertenecían al editor en jefe Takano Masamune. Aquel reflejo y todo lo que había visto desde el momento de su despertar pertenecían al aún adolescente Saga Masamune. 

      No fue capaz en esta ocasión de apartar la vista de ese traicionero espejo que no podía más que estarle mintiendo, porque aquello era real, ningún sueño podría jamás hacer hervir sus emociones con semejante intensidad y el no era un loco, el espejo mentía, no, sus ojos… quizá eran aquellos orbes castaños los que después de una noche de desmedido alcohol ahora calumniaban la realidad, su realidad, si eso debía ser, solo necesitaba cerrar los ojos y respirar profundamente, eso era todo, al abrirlos estaría en su departamento y comenzaría a preparase para un día más de trabajo. Pero entonces una voz se apoderó de sus sentidos sin importar cuán desesperadamente intento ignorarla.

-Masamune, hoy llegará una entrega importante que estoy esperando pero tengo demasiado trabajo como para llegar temprano, necesito que apenas salgas de clases vengas directo casa,  ya que como bien sabes tu padre tampoco estará- pronunció la voz con prisa y al parecer algo de fastidio después de referir lo último. 

      La persona a la cual iban dirigidas esas palabras, escuchó, comprendió e inclusive reconoció la voz, que pese a no haber hecho ninguna pregunta parecía esperar una respuesta. De manera que haciendo uso de todo el auto-control que le quedaba, abrió los ojos encontrándose con la figura dueña de aquella voz.

-Muy bien -fue todo lo que dijo, esta vez ocultando perfectamente la sorpresa que en su interior causo la vista de su madre, sin importar que por dentro estuviera gritando lo inverosímil de esa juvenil apariencia. Habían pasado años desde su último encuentro  y en lugar de reflejar con mayor acentuación las cicatrices del tiempo que hacían justicia al intervalo transcurrido, la mujer en su presencia no alcanzaba siquiera la edad de cuarenta años.

 -Te lo encargo entonces, me voy que estoy retrasada -dicho esto se marcho, dejando a un aparente adolescente en una profunda reflexión, esta no duró mucho sin embargo, acostumbrado a sobre llevar cada situación según se presentaba, dio paso a lo impensable para una persona "normal" en medio de tan bizarro escenario. Entro a la ducha y comenzó  asearse cual si no ocurriese absolutamente nada.

      Una vez terminado regreso al punto de inicio, su habitación, no la que resguardaba su sueño desde que abandono la universidad convirtiéndose en hombre de trabajo, si no aquella que compartió con Saga innumerables decepciones a lo largo de su infancia y aún así no emanaba resentimiento proveniente de él hacia aquellos muros, todo lo contrario, la nostalgia y añoranza invadían su ser al recordar todos los encuentros con su primer y único amor que ese reducido espacio había presenciado.

      Súbitamente, una idea lo suficientemente obvia como para hacerlo sentir avergonzado por no haberla considerado desde un principio lo llevo a encender el televisor, sintonizando el noticiario matutino, aunque no consiguió este hecho devolverlo a la realidad y si hundirlo más en la frustración  al confirmar que el día anunciado significaban para el once años atrás de la fecha a la que correspondían sus recuerdos.

      En tal caso no había duda alguna de lo que en esos momentos experimentaba, fuera posible o no, estaba ocurriendo y tal vez dejándose llevar, lo que él conocía en cualquier instante retomaría el orden natural de las cosas, sonaba absurdo sí, pero no más que todo lo que le había acontecido ya. De manera que apagó el aparato cuyo ruido ya encontraba ensordecedor y después de haberse puesto una ropa que creyó jamás volvería a usar, salió de la casa con rumbo aquel lugar que le dio tanto buenas como malas experiencias.

      Al llegar y observar el centro donde llevo a cabo toda su enseñanza previa a la universidad, quedose inmóvil un par de minutos hasta que alguien logro hacerlo despertar de sus cavilaciones.

-Saga-kun, muy buenos días -le saludo una chica a lado suyo de forma alegre. El chico solo respondió con un movimiento de cabeza aún perturbado por la interrupción de la joven.

-Te veo cuando empiecen las clases -dijo la chica levantando una mano y alejándose rápidamente sin dejar de sonreír.

      Takano Masamune, que ya no estaba muy seguro de pensar en sí mismo como tal, siguió su camino a clases, jactándose quizá demasiado de su excelente memoria al notar que recordaba perfectamente a que aula  debía presentarse.  

      Al terminar sus estudios, si podía llamársele de esa forma al haber estado perdido en sus pensamientos durante todo el transcurso del día hasta que el momento de retirarse llego, estaba por regresar a su casa tal y como su madre se lo había pedido, pero repentinamente quiso ir a ese lugar que recordaba en aquellos días había sido su segundo hogar y así antes de darse cuenta ya estaba frente a la puerta, no dudo en entrar pero al hacerlo como ya había sido costumbre ese extraño día quedo petrificado, no por el lugar, la biblioteca de la escuela que tanto ansiaba ver hasta hace tan corto lapso, era la persona que había llegado antes que él y que se levanto de su asiento a penas lo vio.

-Sempai, el libro que me recomm waaah pero… ¿qué? -el muchacho no pudo terminar de hablar ya que el mayor de cabello oscuro se abalanzo sobre él, en un repentino y efusivo abrazo que causo al más joven dejar caer el libro que momentos antes sujetaba tan celosamente en sus manos   permaneciendo perplejo ante una demostración de afecto que muy escasamente recibía de la persona que amaba.

-Ritsu… te amo -susurró el joven al cual el nombrado reconocía como Saga Masamune, esas palabras fueron tenues pero aún lo suficientemente fuertes como para ser audibles por el castaño que sostenía entre sus brazos.

      De repente Takano sintió como el chico que mantenía sujeto se tambaleaba aún en el agarre, parecía no poder sostenerse en pie por si mismo, lo sostuvo entonces con mayor firmeza dirigiéndolo al asiento más cercano, logrando por fin encararlo por primera vez desde su declaración, encontrando el rostro de su amado con una expresión de dolor y bañado totalmente en lágrimas.

      Nunca pensó sentir tal desgarro en su alma con la visión de una persona llorando, más en solo un momento alejo ese pensamiento recordando que era imposible referirse a ese chico como una persona más, se trataba de Onodera Ritsu, a quien había amado por más de diez años sin siquiera conocer su verdadero nombre, eso le molesto sí, pero era realmente indiferente al hecho de amarlo, claro le había quedado desde su reencuentro que no importaba como se hiciera llamar o  la actitud que mostrará, así pasarán diez, veinte o cien años igual se enamoraría de esa persona sin serle jamás posible amar a  nadie más y mientras este estuviese cerca nada podría hacerle más feliz.

-Onodera -habló mientras colocaba ambas manos en el rostro del mencionado, observándolo fijamente mostrando una expresión de suma ternura, acercándose a él lentamente hasta posar sus labios sobre los del dueño de su corazón y fundiéndose ambos en un dulce y profundo beso que pareció detener el tiempo hasta que finalmente separaron el contacto.

-Te amo -repitió al fin, esta vez con toda la claridad que la situación le permitió, tomando al tiempo las manos del chico de mirada esmeralda cuyo brillo era solo superado por el del sonrojo en sus mejillas.

-También te amo, Saga Sempai -dijo en respuesta el castaño logrando lo que para cualquiera hubiese parecido imposible, al teñir su piel involuntariamente de un rojo aún más intenso que el anterior.

      Ahora era el azabache el que no logro evitar que incontenibles lágrimas surcaran sin piedad su rostro y de nuevo aferrarse a ese pequeño cuerpo delante suyo fue lo único que pudo hacer, siendo en esta ocasión un abrazo recíproco en el que ambos intentaban trasmitir sin palabras lo mucho que se necesitaban el uno al otro.  

Takano Masamune se sintió entonces listo para dejar ir aquellos recuerdos que conllevaban incluso ese nombre, su vida ya era perfecta en esos momentos, no necesitaba regresar a donde pertenecía porque ya lo había hecho.

      Al lado de su eterno amor ahora Saga experimentaba todo lo que una vez vivió tan fugazmente que apenas y había logrado disfrutarlo todo era mejor que como pudo haberlo soñado nunca y sabía que continuaría siéndolo por siempre, solo existía algo que de vez en cuando opacaba levemente su maravillosa utopía, a lo lejos como si el mismo viento murmurara  escuchaba apenas audible cual si alguien lo llamase, por breves instantes el deseo de prestar mayor atención lo invade sin embargo este desaparece con tan solo ver a la persona a su lado y olvida todo lo referente a aquellos murmullos en un suspiro, en un pensamiento, en su amado… Onodera Ritsu.

      No imagina que aquel murmullo lleva el mismo nombre del centro de ese utópico mundo, encontrándose no tan lejos como piensa de donde este tiene lugar.

-Takano-san -deja escapar un hombre joven al parecer aún en sus veintes, este permanece sentado al lado de una cama dónde un hombre aproximadamente de la misma edad, tal vez un par de años más, duerme plácidamente sin inmutarse en absoluto de lo que le rodea en aquella habitación.

-Buenos días Onodera-san -aparece saludando un hombre mayor de al menos cincuenta años.

-Buenos días doctor Minade -reacciona el joven castaño poniéndose de pie, para regresar el saludo.

-Veo que no hay ningún cambio hoy tampoco -habla el recién llegado al tiempo que revisa lo que parece ser un expediente y posteriormente dirigirse a un aparato que tiene varias extensiones monitoreando los signos vitales del durmiente.

-No, creo que no -responde el castaño cabizbajo y con voz apagada.

-Bien, todo parece en orden regresaré más tarde -habló el mayor antes de retirarse.

      El  más joven se despidió con una inclinación, para después volver a tomar asiento en aquella silla como ya tantas veces antes. Era ya parte de su rutina estar ahí desde temprano sus días libres y el resto llegar apenas salía del trabajo hasta que la hora de visitas terminaba. Sí, esa era su rutina desde ese día cuando su jefe y ex amor no regresó al trabajo después de lo que debía ser una rápida entrega de algunos manuscritos tan urgentes que fue en su propio auto.

       Sin embargo al regresar, la repentina lluvia poco dejaba ver a los que transitaban aquella noche y así, basto un leve descuido en que una joven madre desvió su atención mientras levantaba el biberón que dejo caer su bebé.

       La hermana mayor del infante también dejó caer algo importante, su temari se encontraba rodando rumbo a la calle y al tratar de darle alcance antes de que llegará a esa área peligrosa, corriendo en la lluvia fuera del lugar en que se protegían del agua, resbalo justo en el momento que la luz cambió, por fortuna no había autos en ese momento esperando el pase, con excepción de uno que se aproximaba.

      Siendo de noche y con una fuerte lluvia no visualizó el piloto a la pequeña hasta que era tarde para detenerse, alcanzaban a escucharse los gritos frenéticos de la madre y de otras personas cercanas.

      El conductor del auto, Takano Masamune giro el volante desesperadamente sabiendo se impactaría, así fue, con el vehículo estacionado a su costado que carecía de pasajeros, no tardo mucho su mundo en oscurecerse después de eso.

      Logro esquivar el editor a la niña que ahora lloraba corriendo de regreso al lado de su madre, el sonido de sirenas se hizo presente en el lugar.

      Un mes había transcurrido desde esa noche en que la persona que amaba quedo en coma y cada día Onodera Ritsu velaba ese eterno sueño, sin dejar de llamarlo con la esperanza de que ese amor que tanto decía profesarle el azabache lo trajera de vuelta, algún día…

-Te amo Takano-san -pronunció con voz quebradiza y con una mano en su rostro.

 

FIN

 

 

Notas finales:

No lo había subido porque me pareció muy aburrido pero hoy con la curiosidad se me ocurrió, así que si no se durmieron antes de terminar, gracias por leer y comentar.


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