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El pianista por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

Pues es algo pequeño que me llego de pronto a la cabeza y que no pude resisitirme a escribir.

Los personajes no me pertenecen, todo es propiedad del Dios Stan lee. Y de los actores que se encargaron en darle vida en las películas.

Notas del capitulo:

Pues esto, sin lugar a dudas es lo mas cursi que he escrito hasta ahora, algo romantico que derrama miel. 

Espero les guste pese a eso. :D

 

link imagen----> ELPIANISTA

Link canción----> Man Like me

Por una o miles de razones, los vengadores habían terminado viviendo juntos, en una enorme mansión cortesía de cierto millonario egocéntrico, cada uno con su propia habitación y hasta con lugares especiales para su entrenamiento. Amplios jardines, laboratorios, comedores y salas comunes.

Era raro que se encontraran entre ellos, pues el lugar era inmenso, esto claro a menos que buscaran verse, él cual era el caso de dos vengadores  en específico.

Tony y Steve sabían los horarios del otro, sabían cuándo y donde estarían, para tener encuentros “accidentales”, que les daban el tiempo de platicar con el otro, o a veces solo de observarse.

Como lo hacía Steve los Jueves por la tarde de vez en cuando,  pues estas no eran horas de consulta como le había dicho Tony en su tiempo a Coulson, era una hora antes de las seis en la que él de la manera más sigilosa se sentaba en un enorme sillón  en una de las salas más privadas de la casa, el sitio que ocupaba le impedía ser visto por cualquiera que diera un vistazo a la habitación, sin embargo, el espejo que estaba encima de la chimenea del lugar le permitía observar de una manera periférica toda el cuarto, especialmente ese piano negro junto al enorme ventanal, en el que su amigo de armadura iba a sentarse, acariciando las teclas con lentitud antes de comenzar a tocar.

Interpretaba una melodía que le parecía extremadamente conocida, pero nunca llegaba a adivinar de donde provenía esta, solo se quedaba allí, observándolo tocar el piano, escuchándolo cantar una que otra vez al acompañar las notas, mostrando un gesto nostálgico en el rostro que le hacía sentir un nudo en el estómago.

La canción le causaba un revolotear en su interior pero por más que la oyera, no lograba atinar a saber de dónde provenía aquel sentimiento de familiaridad y calidez.

 

Sin embargo todos los más grandes secretos, tarde que temprano llegan a develarse, aquel Jueves Steve entró a sentarse como lo hacía siempre, no es que le gustase espiar, pero sospechaba que Tony no se comportaría igual si sabía de su presencia.

Espero con tranquilidad a escuchar el “click” de la perilla al girarse y el rechinar de la puerta de madera, la cual le daba un toque aún más rustico a esa habitación que desentonaba de cierta manera con el diseño modernista del resto de la casa.

Sin embargo ninguno de los dos sonidos llegó, reviso su reloj de bolsillo, notando en él las ocho de la noche, ya habían pasado tres horas de la hora común en la que el genio iba a tocar el instrumento. Se volvió a guardar el reloj en el bolsillo, pensando que era uno de esos días extraños en los que Stark por algún evento no podía visitar aquella íntima sala.

Aún sabiendo que quizá lo esperaban a cenar, no se movió de su lugar, en vez de eso levantó la vista al espejo, imaginando a Tony allí, reproduciendo en su mente la melodía que tan bien conocía, siguiendo con la tarea de adivinar donde es que había escuchado esta antes, pero nada llegaba.

Con lentitud y el recuerdo de la música en su mente, sus ojos se fueron cerrando cayendo en un sueño profundo que le hizo recordar.

______

Bucky acababa de morir, y estaba en ese bar intentando embriagarse, cosa inútil debido al suero del súper soldado, Peggy llegó para darle animo, para hacerle ver lo que él se negaba a aceptar, sin embargo, aunque pareciera que la había escuchado en su mente lo único que resonaba era la venganza hacia Shmith.

 Le pidió a la teniente que le dejara de nuevo solo, logrando que accediera después de un rato. Aventó con rencor la botella contra la pared, causando un estruendo que siguió de un profundo silencio en aquella destartalada cantina.

Estaba por aventar la mesa también, dejándose llevar por la ira que le consumía, fue entonces que una suave melodía llegó a sus oídos, la cual aumento periódicamente de ritmo,  siendo acompañada por una voz cansina y que le lograba embriagar los sentidos más que el inútil vodka que se desperdigaba por el suelo.

Busco el lugar de donde emanaba tal sonido, cruzo el lumbral hasta donde se suponía que estaba la pista de baile del lugar. Y allí encontró quien era el emisor de aquella canción.

En medio del destruido escenario, donde se suponían tocarían los miembros de las bandas invitadas al sitio, estaba un piano reluciente, con un hombre que lucía mucho más joven que él, tenía una apariencia poco común, desde lo que parecían unos tenis que acompañaban un ajustado pantalón de mezclilla y una chaqueta negra, hasta el abundante cabello castaño despeinado con mechones brillantes que lucían extremadamente suaves al tacto.

Parecía realmente concentrado en su trabajo, un mechón de aquellos que llamaron su atención caía por su frente moviéndose a los compases de la melodía que interpretaba.

No dijo nada, no hablo, solo camino hasta pararse enfrente del piano, lo vio levantar la vista y dedicarle la sonrisa más sincera y perfecta que había visto en su vida, sus ojos no se despegaron mientras el muchacho terminaba la canción, y los ojos chocolate de este tampoco le dejaron ir.

La melodía terminó y el chico quitó las manos del piano poniéndose de pie, apartando a un lado el banquillo en el que estaba sentado,  llevando luego sus brazos atrás, a la vez que él rubio se acercaba lentamente a él, sintiendo al extraño mirarle de arriba abajo analíticamente.

—Capitán Steve Rogers— Habló con un tono de admiración y Steve supo que su nombre no había sido jamás pronunciado de una manera tan perfecta.

— ¿Nos conocemos? ¿Eres un recluta?— Cuestionó poniendo de poco a poco los pies en la tierra.

—No, por eso estoy aquí—Le respondió el menor girando un poco, quedando entre él piano y el cuerpo del hombre, sin que el soldado notara la cercanía. Absorto como estaba en el misterio que era ese joven.

— ¿Quieres enlistarte hijo?— Volvió a preguntar creyendo que era uno de esos chicos que escuchaban de su escuadrón y hacían hasta lo imposible por luchar al lado del afamado Capitán América.

—Ni en un millón de años—Negó con una sonrisilla divertida y traviesa— No creo tener madera de soldado— Explicó. — Pero tú…- comenzó levantando las manos para acariciar con cuidado el pecho del traje, deteniéndose en los pequeños detalles del atuendo militar— Creo que comienzo a entender esa manía que tiene mi padre por ti, él si te conoce bastante bien— Pronunció levantando la vista topándose con una mirada azul, desbordante de curiosidad y expectación.

Steve admiró al muchacho, intentando averiguar quién podía ser su padre, la mayoría de sus compañeros eran demasiado jóvenes para tener un hijo de esa edad, ¿Dum dum Dugan? No, era imposible, no se parecían en nada. ¿El coronel Phillips? No, eran agua y aceite. ¿Stark? No pudo apartarse de la mente el rostro de Howard al mirarle, pero aquello era imposible Howard no era mucho mayor que él.

— ¿Quién eres tú? ¿Quién es tú padre?

—Puedes llamarme Tony, en cuanto a quien es mi padre ah— Hizo una mueca antes de chasquear la lengua— Es secreto.

— ¿Por qué estás aquí?

—Para conocerte, ya lo dije, el famoso héroe americano. Él que ayudó a desmantelar la base Hydra.

—Yo no…

—Aún no, pero lo harás— Dijo con convicción dedicándole de nuevo esa sonrisa perfecta que había visto antes. — Es mi héroe Capitán. — Le  declaró antes de elevar esas manos que  se paseaban por el traje del soldado anclándolas en el cuello ajeno, para arrastrar el rostro del rubio y besarle.

Steve no supo cómo reaccionar, aquello estaba mal en más sentidos de los que podía pensar, ese pianista desconocido que parecía decirle su futuro le estaba besando. Lo correcto era empujarlo, decirle que todo aquello era un error, que estaba confundido, que independientemente de que las relaciones del mismo sexo fueran buenas o no, a él no le gustaban los hombres.

Eso habría sido lo correcto… Pero por una vez en su vida Steve dejo el moralismo de lado, pues ese beso era sencillamente exquisito, sus manos cobraron vida propia afianzándose a la estrecha cintura del  jovencito, devolviendo la caricia, permitiendo que se hiciera más profunda, dejando a su lengua entrar en juego, empujándole contra él piano, escuchando vagamente el sonido de las teclas al presionarse.

Las manos de Tony viajaron al cabello rubio, abriendo la boca, invitando al mayor a que la explorara a sus ansias, suspirando entre el beso al sentir su invitación correspondida. El beso era apasionado, lleno de un cúmulo de sensaciones, sus bocas se devoraron hasta que necesitaron aire, allí se separaron un poco, solo para tomar pequeñas bocanadas de aire, pero sin dejar de rozar sus labios en delicados toques.

—Es una lástima que no vayas a recordar esto Steve—Le dijo el muchacho.

— ¿Qué dices? Nunca lo olvidaré— Negó Rogers sin saber de dónde venía esa promesa, pues aquel incidente, analizándolo a la larga, es algo que un soldado con sus valores desearía enterrar en lo más profundo de su conciencia.

—Adorable, enserio adorable Capitán—Murmuro Tony acariciando con delicadeza una mejilla del rubio— Pero no lo recordaras, yo en cambio, te prometo nunca olvidarlo— Le dijo antes de darle otro pequeño beso. Después de eso Steve escucho un agudo sonido, y luego, todo era oscuridad….

 

_______

Despertó algo sobresaltado por el sueño, respirando intranquilamente, preguntándose si aquello era verdad, en eso, escuchó de nuevo la melodía, levantó la vista y vio a Tony tocando el piano a través del espejo. Debía ser verdaderamente tarde, el ventanal de fondo mostraba los jardines en una semi oscuridad, rota solamente por la luz de una fuente, y la luna delgada que se podía apreciar. Todo contrario al ocaso dorado y naranja al que estaba acostumbrado que iluminara el semblante de su compañero. 

De cualquier manera, a la mirada de Steve Tony lucía perfecto, lo vio por el espejo,  el castaño le sonreía a la nada, con la sonrisa más luminosa y nostálgica que alguien se pueda imaginar. Y fue en ese momento que su sueño dejo de ser un sueño, y paso a ser un recuerdo tan vivido que lo podía tocar.

Miles de preguntas se agolparon en su mente, sabiendo que la única persona capaz de responderlas estaba allí, produciendo una melodía que iluminaba su corazón y mente.

Se puso en pie, para avanzar hacia donde estaba el instrumento.

Tony al escuchar el ruido se giró, parando la música, viendo al Capitán dirigirse a él con una gran determinación.

— ¿Insomnio Capi?—Preguntó en su tono habitual, sin entender que hacia el rubio allí.

— ¿Cuándo ibas a decírmelo Stark?— Devolvió la pregunta parándose al lado del piano. A lo que él aludido le miro sin terminar de entender.

—Anciano, lo siento pero creo que la edad ya te está pasando factura.

—Todas las tardes sentado en ese sillón, escuchando la misma melodía…- comenzó a relatar Steve.

— ¿Qué? ¿Me espías? Capi, eso no es digno del gran Capitán América, digo sé que soy maravilloso….

—…. Siempre escuchando la misma melodía…— Siguió Steve sin dejarle terminar—… No sé como lo hiciste Stark, pero ahora lo recuerdo— Le informó haciendo que Tony pusiera una cara como la de un chiquillo que fue pescado por su padre haciendo travesuras. Cambiando luego esta por una pequeña sonrisa al agachar la vista.

—Así que lo recuerdas—Pronunció sin levantar la cara, jugando con sus manos— La verdad pensé que nunca lo harías, aunque claro en cierto momento también pensé que estabas muerto.

— ¿Cuándo hiciste eso? ¿Cómo?— Siguió con las interrogantes, Stark se levantó metiéndose las manos en los bolsillos, recargándose en el piano a su lado.

—Fue hace muchos años, yo tenía 24 años y me preguntaba porque mi padre había dedicado más tiempo a una persona muerta que a mí. Mi curiosidad llegó a tanta que me empeñe en conocerte. En ese empeño me tope  a este doctor que hablaba sobre alteraciones en él tiempo… como sea, me dio un aparatito pequeño —Señaló haciendo un gesto con la mano— Estaba en mi casa, tocando el piano, mirando ese objeto, en el que había trabajado toda la mañana en activarlo pero no había logrado hacerlo funcionar, había logrado incluso conseguir coordenadas de un punto en la historia en que estuvieras a solas sin nadie a la redonda, pero nada. —  Narraba ante la profunda extrañez de Steve— Entonces decidí accionarlo una vez más… nada perdía, y funcionó, funcionó, pero solo tenía poco tiempo. Y no sabía qué hacer, estaba allí, en medio de un lugar destruido, solo yo y mi piano, hice lo primero que pensé, comencé a tocar, y tu apareciste… — cerró los ojos reproduciendo aquel momento en su mente— te sonreí sabiendo quien eras, y toque el piano como nunca  lo había hecho porque era consciente de que me escuchabas… Al terminar tuvimos aquella pequeña charla, y luego— abrió los ojos girándose a ver al mayor.

—Luego me besaste— Finalizó Steve.

—Si— Aceptó Tony— Que puedo decir, eras my atractivo capitán, más con aquel traje.

— ¿Por qué no lo recordé?

—Porque no debías hacerlo—respondió enseguida— era una alteración en la historia que no debió suceder, use un aparato, parecido al paralizador que el gobierno nos prohibió poner a la venta, lo llevaba siempre en mi bolsillo en aquel entonces, travesuras de niño… Como sea, no estaba seguro de que funcionara en ti, digo, estaba consciente de que no eras un humano normal, no sabía si el efecto sería completo y… No lo fue. — Tomó una pausa para luego hacer una mueca con el rostro— Luego de eso al volver el aparato ese explotó.

—Y cuando me trajeron de vuelta, ¿Por qué no me lo contaste entonces?

—Ni si quiera me agradabas— habló Tony con su tono de superioridad, para luego dar un suspiro ante los ojos azules que le indicaban no le creían nada— Y yo no te agradaba a ti, pensabas no se qué tantas horribles cosas de mi no quería darte más para molestarte. Además, ¿Para qué querría habértelo dicho?— Interrogó parándose de manera firme enfrente del soldado— ¿Para qué recordad algo así? Dime, ¿De qué te está sirviendo ahora?

—De ánimo Stark, las cosas que sirven para dar ánimo y confianza, para dar esperanza, son de las más importantes.

— ¿Animo y confianza para qué?

—Para decidirme a hacer esto— respondió Steve antes de tomarle de la cintura y la nuca dejando sus bocas a milímetros—Para saber que cumpliste tu promesa de no olvidarlo, haciéndome pensar que soy algo importante en tu vida Tony— Le hizo saber mientras el menor le miraba con esos enormes ojos brillantes sabiendo que de seguro su reactor brillaba igual pues no podía ser de otra forma al sentir todos sus sentidos alterados, relamiéndose los labios, sabiendo lo que venía a continuación.

Su boca fue cubierta, y su cuerpo pegado completamente al del militar, sus manos se afianzaron a la chaqueta negra que el otro llevaba, fue un beso que tenía implicado demasiados sentimientos, que habían estado dormidos por años, y que ahora despertaban juntos y más fuertes que nuca.

Respondió al beso, dejó a su boca ser conquistada y exploro la ajena, sus lenguas se enredaron, y sus labios se saciaron tanto de los otros hasta que empezaron a dolerles, sus manos subieron a enmarcar la cara de Steve, sintiendo las manos de este agarrando su cintura con fuerza.

Se alejaron con lentitud, dejaron juntas sus frentes y sus ojos mirándose profundamente.

—Este beso ninguno lo olvidaremos Tony. — Declaró Steve en un susurro.

—Me parece bien— Sonrió Stark antes de juntar de nuevo sus bocas.

En efecto nunca olvidarían esos besos, por que se repetirían tan seguido que sería imposible para los dos no tenerlos en su mente.

Y todos los jueves, de vez en cuando, Steve se sentaría esta vez frente al piano, a escuchar su melodía favorita, viendo directamente a los ojos azabaches, esta vez sin ningún espejo de promedio, pudiendo apreciar a su misterioso pianista tocando solo y exclusivamente para él.

 

 

 

Notas finales:

Ojala les haya gustado, ya saben comentarios, sugerencias, todo es bien recibido. 

Gracias por leer.


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