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¿Quieres mi paleta o quieres serla? por Risu

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Notas del fanfic:

¡Gente! Vas happening?

Aquí Risu llegando como sinvergüenza que es, luego de haber desaparecido (nuevamente) por un tiempo. Y viene con una idea que para algunos puede parecer enfermiza y, tal vez, tengan...

Sara: ¡Epa! ¿Por qué estás hablando en tercera persona?

De esta manera le da más emoción, ¿no crees?

Sara: No.

Está bien, no lo haré más *suspiro*.

Y como decía, es algo enfermiza la idea, y como siempre, el porqué de la creación del fanfic, pues está abajo para los curiosos ;)

P.D: Advertencia extra, tal vez haya excesivo OoC, juro que yo no lo quería, salió así. Prometo mejor en ello.

Notas del capitulo:

Ahm... este... ¡ah, sí! Los personajes no me pertenecen, pues son exclusivamente de Masashi Kishimoto.

P.D: Si ven algún error, me lo dicen, ¿si? *ojitos brillantes*.

 

¡Disfruten de la lectura!

 

Uzumaki Naruto es alto y con músculos definidos —él prefiere que lo describan como fornido, pero la flojera y mala alimentación son los culpables de que su cuerpo no sea escultural como desea—, su piel es bronceada debido a las largas horas expuesto al Sol cuando quedaba dormido en la azotea de su escuela. Con la cabeza en alto sacude cada vez que puede su rebelde cabellera dorada, recordando a su madre decir que el rey de la selva la agita para captar la atención de sus súbditos, lo cual aclaraba también el porqué de las tres misteriosas líneas que tiene en cada mejilla. Orgulloso poseedor de dos hermosos zafiros como ojos, sus aliados a la hora de conquistar corazones, al igual de su brillante dentadura que muestra para sacar más de un suspiro.

En pocas palabras, el físico de un verdadero don Juan que trae a las chicas locas por él.

Además, Naruto es el tipo de persona que uno puede confiar plenamente en él, siempre dispuesto a ayudar y con una sonrisa amable que transmite confianza. Pero eso sí, crédulo no es y mucho menos tonto, aunque la mayoría confunde su corazón lleno de bondad con ingenuidad. Nunca sobra algún idiota que intenta aprovecharse del buen rubio, y agradece que su padre que lo haya puesto en esas clases de karate a los cuatro años y de haber llegado a cinturón negro.

En resumen, una buena persona detrás de un carismático rostro.

No obstante, a pesar de sus cualidades que lo convierten en un buen partido, su vida amorosa es un asco, un completo fiasco. A sus veinte años ha sufrido lo que él considera lo más doloroso que un hombre puede sufrir: engaños, rechazos, ser el amante, estafas amorosas, entre otros males. Pero ninguno como el que está padeciendo en estos instantes.

Todo comenzó años atrás, el primer día de primavera, bajo los románticos árboles de cerezos, cuando se declaró ante la —según el enamorado— muchacha más linda del colegio. La belleza de la estudiante no era desorbitante, pero para Naruto los mechones rosados que marcaban su amargada expresión y sus grandes ojos esmeraldas hacían que su femenino rostro se iluminara. ¿Su nombre? Haruno Sakura, la colegiala ejemplar de su salón, aunque ese carácter explosivo y agresivo suyo dejaba mucho que desear de una señorita.

Y fue ante esta jovencita quien Naruto confesó sus sentimientos gritándolos a los cuatros vientos con su cara encendida. Lastimosamente, ella lo rechazó, alegando estar en una relación con un alumno de grado superior a ellos; y en lugar de deprimirse, se prometió esperarla hasta que terminara con aquel chico conocido como Rock Lee. La esperó después de que se graduaran, entraron a la Universidad, consiguieron trabajo, ella se casó y tuvo una hija con el susodicho. Y él esperó hasta el día que Sakura y su actual esposo le pidieron que lleve a Yui a un paseo, mientras ellos trabajaban en darle un hermanito.

Y por eso, en medio de madres sobreprotectoras con sus chillones infantes, se encuentra observando a la niña que cuida divertirse con sus amigos temporales. En su aburrimiento, alza la vista y se topa con la criatura más bella de la Tierra sentada en un columpio comiendo una paleta roja, al mismo tiempo que su mirada está perdida en la imagen de una madre llamando la atención a su hijo.

—Yui —llama sin dejar de mirar al pequeño, al tener cerca a la niña, pregunta—: ¿quién es ese?

—¿Ese? —voltea de inmediato con un leve rubor al reconocer al mencionado—. Es Uchiha Sasuke, tiene siete años, es lindo pero muy callado.

—¿Y por qué no juegas con él?

—Porque dice que no cuando le decimos para jugar —responde antes de irse con los demás, dejando pensativo al blondo.

Decide no preocuparse por él, pero justo cuando planea desviar su mirada, éste se percata de unos añiles iris que lo apuntan sin pudor, y es ahí que Naruto siente morirse: ¡es un ángel caído del cielo! Está completamente sorprendido por su hermosura, su piel de porcelana, su rostro delicado, su pelo sedoso, su boca juguetona, su lengua traviesa y sus ojos... Dos profundos luceros color ónix que, a diferencia de los grandes ojos infantiles, muestran sensualidad y nula candidez. Lo siente, siente que lo están llamando a acercársele, duda momentáneamente, pero no resiste la tentación y se aproxima al pequeño.

—Hola —saluda tímidamente, maldice por lo bajo aquello, aunque la sonrisa que recibe detrás del caramelo le devuelve la confianza—, soy Uzumaki Naruto, pero puedes llamarme...

—Dobe —interrumpe de manera burlona sin parar de lamer la golosina.

—Soy mayor que tú, niño, tienes que tenerme respeto, teme.

—¿Quieres mi paleta o quieres serla, do-be?

—¿Disculpa? —luego de unos segundos de silencio intentando analizar sus palabras, pregunta.

—Escuchaste bien —no se había percatado, pero la lengua del menor no sólo disfruta del sabor del dulce, sino que danza con el caramelo.

—No entiendo qué es lo que quieres decir —traga saliva.

—He visto que me observabas, así que me imagino que quieres mi paleta, ¿no es así, dobe? ¿O... será que quieres su lugar? —el gesto pícaro que hace le produce una punzada en su entrepierna.

Lo coge del brazo y lo guía hasta los baños públicos del parque, no lo suelta hasta encerrarse en una cabina. Suspira cansado, se desploma en la tapa cerrada del inodoro y mira nuevamente al chico que ha "raptado", quien en lugar de estar asustado, parece disfrutar las acciones del trigueño. No sabe lo que ha hecho, sólo fue un instinto que le pedía tiempo a solas con el niño que sigue sonriendo mientras lame sin cesar.

—Cógelo —ordena entregándole su dulce.

¿Qué es lo piensas ha...? —las palabras mueren en su boca al sentir las manos del menor separarle las piernas—. No, esto no está bien.

¿Qué no está bien? ¿Que se cumpla tu deseo?

No, tú eres un niño... —clic—, y yo un adulto —zip—. No es bien visto.

—¿Y la envidia sí? —baja los pantalones blancos, ante la muda duda, agrega—: Envidia de la paleta —con su delgado dedo recorre la erección que tiene delante suyo. Naruto ha perdido, no puede protestar ni reclamar, no con esos ojos seductores observándolo.

Cierra sus párpados y suelta un quejido, gracias a las frías manos del menor que masturban su miembro con vehemencia. Un estremecimiento recorre por su cuerpo al sentir la primera lamida; ya antes había recibido sexo oral de sus ex-parejas, pero ninguna había sido de un niño, lo que incrementa el morbo y sus ganas de continuar. Coge la parte trasera del cabello contrario, alejándolo de su pene que está bañado de saliva, Sasuke comprende lo que quiere su amante, y él también lo quiere. Abre lo más que puede su infantil boca e introduce el falo ajeno hasta el fondo, por un momento se queda sin aire, así que retrocede para recuperarlo, mientras sus orbes examinan la expresión que el rostro de Naruto ha adquirido, una de verdadero placer. Sonríe complacido iniciando un vaivén tortuoso para su acompañante, jugando con la velocidad a su gusto, pellizcando y estimulando los testículos del rubio, disfrutando de los gemidos mal aguantados, en especial del último, que huye ronco junto al orgasmo que Sasuke se esmera en beber.

—Lo siento —avergonzado limpia los restos de semen que escaparon y mancharon la cara del menor.

—Está bien, dobe —su lengua pasa provocativamente por sus rosáceos labios.

Salen juntos de los baños públicos con una sonrisa cómplice, pero cuando llegan a la zona de juegos se separan como si nunca se hubieran visto. No obstante, Naruto está feliz...

 

***

 

Al día siguiente regresa con la pequeña Yui a la espera de encontrarse nuevamente con Sasuke, no ha podido dejar de pensar en él toda noche, y necesita con urgencia verlo. Lo busca con su azulina mirada desesperadamente, suspira aliviado cuando lo ve en el mismo lugar, con la misma pose, con la misma expresión, con la misma paleta... Piensa ir con él, estrecharlo entre sus brazos, pero antes de poder dar un paso, un pelirrojo se le adelanta, intercambian unas palabras y se pierden juntos a los baños.

Está sin palabras, un niño de siete años lo ha utilizado y desechado. Es la primera vez, y espera que sea la última.

 

Notas finales:

Mis valientes personas, felicitaciones por haber leído todo y haber llegado hasta aquí. Congratulations, guys, you did it!

Sara: Sólo da la explicación.

Está bien, no desesperéis. Aquí va:

Un día de insomnio, me imaginé a Sasuke♥ todo hermoso, con una paleta (mmm... dato curioso: en todo el maldito one-shot he querido poner chupetín, porque así le decimos en Perú♥, pero me he aguantado) en la boca, todo sexy. Luego pensé en Sasuke de pequeño, porque así se ve más adorable, cuando repentinamente me pregunté por qué a los niños —en los animes y mangas— los ponen con ojos gigantes y acuosos. Y ¡puff! apareció de la nada la imagen de un Sasukito con una paleta en la boca y ojos seductores.

Y esa es mi historia, how about you? *guiño*.

Es todo, creo yo, así que cuídense, ya sabem, cualquier duda o queja me lo hacen saber.

P.D: Si es que tienen la noción y amabilidad, me gustaría mucho que alguien me aclarara cuándo un fanfic es trágico o dramático, o sea, cuándo se usan las categorías "Tragedia" y "Drama". Gracias (:


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