CAPITULO DOS: ¿DÓNDE ESTOY?
Oscuridad, un abismo sin fin donde la desesperación y la soledad son la peor tortura, grito con todas mis fuerzas sin embargo la voz no sale de mis labios, las lágrimas no recorren mis mejillas, solo puedo quedarme observando como aquella inmensa oscuridad devora mi corazón y mi alma.
Desde que me convertí en el Décimo Vongola, me enfrente a poderosos enemigos, lastimando mi cuerpo y mi espíritu, pero por más dolorosa que fuera la pelea siempre existía una razón por la cual luchar, levantarse y continuar, MI familia.
¿Pero si tu peor enemigo es tu propia familia, como la enfrentas? No puedo, no puedo luchar contra los seres a los que más amo, por eso tome esa decisión, huir, huir lo más lejos que pudiera de ellos, dejarlos ser felices lejos de mi triste corazón, lejos de aquellos actos tan viles que cometí para protegerlos.
Perdiéndome en la oscuridad, sintiendo como la confusión devora mi espíritu, y ahora que mis fuerzas se extinguieron, solo puedo esperar desaparecer por completo de este mundo, estoy seguro que ellos no sufrirán, sin mí su vida continuara, seguirán y me olvidaran con el paso del tiempo.
Por fin mis llamas se agotaron, pierdo la poca conciencia que me mantenía en el cielo y caigo hacia una muerte segura, todo se vuelve negro no hay nada, solo oscuridad.
Escucho susurros.
-¿Estás bien?-voces a lo lejos, no las reconozco, entonces ¿no morí?
-llévenlo dentro.-escucho una cálida voz, me recuerda a mí, trato de abrir mis ojos pero no puedo, no tengo ni fuerzas ni ganas de aferrarme a una vida sin sentido o razón. Prefiero hundirme, seguir aquí en este abismo antiguo donde nadie me encontrara.
Mi cuerpo ya no siente dolor, ni cansancio, mis fuerzas regresan poco a poco, un brillo cálido, en medio de esta oscuridad llama mi atención, trato de acercarme lo más que puedo, hasta el punto de que todo se ilumina, un blanco tan puro que mis ojos duelen.
¿Dónde estoy?
Parpadeo varias veces para acostumbrarme al nuevo ambiente que me rodea, escucho los pajarillos cantar, observo con cuidado es una hermosa habitación casi igual a la mía en la mansión Vongola, bajo la mirada y justo a un costado de la cama donde estoy acostado una sedosa cabellera rubia se deja ver, le miro con detalle, sus facciones son finas y hermosas, ¿Quién es? me parece que ya lo he visto antes, con cuidado remuevo sus delicados cabellos, es él…
-¿Primo?-susurro incrédulo el castaño observando al rubio, quien al escuchar la voz del menor empezó a removerse, abriendo lentamente sus ojos dejando ver un hermoso color azul puro igual que un cielo despejado.
-despertaste, ¿Cómo te sientes?-preguntaba el ojiazul sobándose sus ojos con el dorso de su mano.
-bien, creo, ¿Qué hago aquí Primo?-cuestionaba curioso el ojimiel, provocando una mirada de confusión en el rubio.
-no lo sé, pero ¿Cómo me conoces?
-ahh, bueno, mi nombre es Sawada Tsunayoshi Décimo Vongola, perdón por la descortesía.-se presentaba el ojimiel con corrección, si algo había aprendido durante sus espartanos entrenamientos era mantener el control en todo tipo de situaciones y nunca perder la educación, Reborn se encargó de dejárselo muy en claro, y ahora que ya había salido del shock inicial de ver a Vongola Primo frente a él, tenía que mantener la calma y encontrar lógica a lo que sucedía.
-¿Décimo? Entiendo, supongo que viajaste en el tiempo, y llegaste a mi época, tu familia debe estar preocupada.-explicaba el rubio cerrando los ojos y colocando una de sus manos en su barbilla, después de todo él tenía la súper intuición más desarrollada que la de tsuna, por lo que encontró rápidamente la lógica.
-mi familia…-susurraba el castaño cambiando su mirada curiosa por una llena de dolor y tristeza.
-dime Décimo, ¿Qué paso?-directo al grano, la mirada del castaño le indicaba que algo no andaba bien y no quería irse por las ramas con su sucesor, el menor le miro con sus ojos cristalinos, para después esconderlos bajo su flequillo y contarle absolutamente todo lo que había ocurrido, el castaño pensaba que al contarle sus problemas a su antecesor, este le comprendería y daría algún consejo. –Entiendo.-susurraba como respuesta el rubio, al tiempo que se sentaba junto al Cataño, tomando con delicadeza su cabeza y escondiéndola en su pecho, un abrazo, protector, seguro, lleno de amor y comprensión.
¿Cuándo había sido la última vez que le habían brindado amor al castaño? Con ese cálido sentimiento que le brindaba el rubio, no pudo evitar soltar todo lo que su corazón había estado oprimiendo, empezó a llorar, lloro como nunca antes, todo su cuerpo temblaba de tristeza, dolor, desesperación.
-no te preocupes Décimo, tu familia entenderá pronto que no puede vivir sin su cielo, mientras tanto tu recupera tus fuerzas en esta época, después de todo no podrás regresar a tu tiempo, hasta que encontremos una forma.-explicaba con calma el rubio, mirando a los ojos de su heredero, limpiando con delicadeza sus suaves mejillas.
-¿crees que mi familia realmente se dé cuenta que desaparecí?-cuestionaba dudoso el castaño aun con sus dulces ojos cristalinos
-mm, estoy seguro, recuerda que sin el cielo no existirían ninguno de ellos, así como el cielo no existe sin ellos, se necesitan, y pronto se darán cuenta de que perdieron su gran tesoro, no te sorprendas si aparecen por aquí para llevarte con ellos.-le mencionaba el rubio con una cálida sonrisa. –ahora, ven debes tener hambre dormiste por tres días.
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Mansión Vongola actualidad.
Un azabache de patillas rizadas observaba el cielo con el ceño fruncido ¿Cómo no me di cuenta? Pensaba con inmensa ira contra sí mismo, “se supone que yo fui su tutor, le enseñe todo lo que sabe, me lleno de orgullo que llevara a la familia a tal esplendor, entonces ¿Cuándo perdió la alegría en su mirada?, tsk maldición”, se regañaba mentalmente el Hitman lanzando una fuerte pata contra uno de los pilares que se encontraban en la azotea, pero su patada nunca llego ya que un fuerte estruendo llamo su atención, camino al borde de la azotea mirando debajo de donde provenía el fuerte ruido, y solo pudo ver al guardián de la nube derramado arboles con sus tunfas, estaba igual de furioso como el Hitman, pero no podía morderse así mismo hasta la muerte, así que solo se concentraba en destrozar el bosque frente a él.
No tan solo era el guardián de la nube o el Hitman, eran todos, habían comprendido muy tarde lo solo que se encontraba aquel quien más los amaba y a quien debían amar más.
El mejor Hitman del mundo guardo toda la ira que tenía, y convoco a una junta urgente con toda la familia Vongola y aliados, con un solo objetivo, recuperar su cielo.
-tsk, ¿no han encontrado más pistas de donde pudo haber ido?-preguntaba molesto el Hitman.
-no Reborn-san, la tormenta de anoche borro cualquier rastro.-hablaba la mano derecha.
-hm, ese herbívoro, en cuanto lo encuentre lo morderé hasta la muerte por huir.-amenazaba el ex prefecto sin importarle que su rostro mostrara lo preocupado que se encontraba.
-ahh Kyoya, no te enojes, te hará daño.-pedía el potro mientras cargaba a una linda niña de cabello rubio y ojos metálicos que observaba a su papi enojado.
-tsk, entonces te morderé a ti hasta la muerte por haberme embarazado de nuevo.-sacando sus tunfas y lanzándose en contra de su esposo, pero este en un ágil movimiento uso a su pequeña hija como escudo y detuvo el ataque del ex prefecto.
-Kufufufu, ave-kun solo tiene dos debilidades, sus hijos y Tsuna, lo siento por ti potro.-reía el ilusionista ocultando lo frustrado que se encontraba viendo la afilada mirada de la nube mientras sostenía a su bebe, quintándosela al haneuma.
-tsk, escorias no es momento para esas estupideces.-gritaba el ojicarmin.
-el jefe tiene razón, en lugar de estar peleando, deberían pensar en que por su inutilidad como guardianes ahuyentaron a su jefe.-decía con voz monótona el peli rana.
-¿y cómo lo encontraremos? Kora.-decía de la nada el arcobaleno de la lluvia ignorando, las peleas y comentarios sin sentido de los demás.
-cof, cof.-llamaba la atención la líder de los arcobalenos.-yo sé dónde se encuentra.-susurraba tímidamente provocando que todos quedaran completamente callados.
-voiii ¿y porque no lo dijiste antes?-regañaba el tiburón.
-no me dejaban hablar.-defendiéndose mientras se escondía atrás de su fiel Gamma.
-habla Yuni ¿Dónde está ese dame?-exigía el Hitman.
-bueno, es, es algo difícil de explicar…. Él se encuentra en el pasado, lo vi, pero ya no se más.-trataba de explicar la arcobaleno del cielo.
-tsk, ¿quieres decir que Juundaime, viajo al pasado?
-sí.
-¿y cómo llegamos a Tsu-chan?-hablaba el alvino colgándose del cuello del ilusionista.
-es, imposible, la única forma de viajar tantos años al pasado, es con ayuda del Trinitti sett, y no contamos con el anillo del cielo Vongola.-dejando a todos perplejos, su jefe se había llevado su anillo con él, siendo esa la única llave para poder regresarlo y enmendar todos sus errores.
-hm, no tan imposible, pequeña Yuni.-mencionaba el científico loco de los arcobalenos reclamando con esas palabras la atención de todos. –con mi máquina y las ilusiones podemos crear un anillo del cielo igual al original incluso podemos duplicar a Tsunayoshi.-explicaba el peli verde.
CONTINUARA…