Roces casi imperceptibles, efímeras caricias, labios posándose suavemente sobre la pálida piel que recubre mi frágil cuerpo.
¿Esto es lo que esperabas en tu vida Do KyungSoo?
¿Esto deseaste desde pequeño?
Tus manos…tus manos han perdido la calidez, todas esas muestras de cariño que un día nos dimos, poco a poco se convirtieron en ínfimas caricias, cada día más distantes, cada noche más apartados de nuestro amor.
Mi amor, mi vida, mi razón de existir ¿Cómo llegamos a esto?
Así como las mariposas vuelan lejos cuando la primavera acaba, lentamente nuestro amor se aleja a medida que las estaciones abandonan este bello pero melancólico lugar.
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A lo lejos en una profunda oscuridad, lo único que se podía oír eran lastimeros y desgarradores sollozos.
- N…No quiero - Se escuchaban roncos gritos.
- Te…Tengo mucho mi…miedo - Un muchacho solo en un gran departamento.
- Por fa…favor – Su voz poco a poco se apagaba, la oscura soledad de ese lugar lo abrumaba.
¿Miedo a la oscuridad?… No.
¿Miedo a la soledad?… Tal vez.
¿Miedo a lo que no puedes ver?... Exacto.
Encerrado en una de las habitaciones de su departamento, un chico de 24 años y pálida piel, se lamentaba de su vida.
- Lle…llegó - Un susurro inaudible.
Un rayo de luz avanzaba por debajo de la puerta.
Un joven de tez morena ingresaba al departamento; su caminar era irregular y sus mejillas estaban teñidas de rosa.
- 3 de la madrugada – Vio la hora en su Teléfono móvil y sin moverse de la habitación se limpió las lágrimas con la manga de su camiseta.
Se levanto del suelo y quito el pestillo de la puerta; caminando como un alma en pena, llego a su suave cama para recostarse en ella.
Ingresando a la habitación, el moreno encendió las luces y se acerco a la delicada figura que se encontraba recostada sobre aquella amplia cama.
- KyungSoo… mi amor, ya llegué a casa - susurro a su oído.
[//Pov KyungSoo//]
*Ese olor*
- Bienvenido a casa – Abrí lentamente los ojos posándolos en los suyos y ke dedique una sonrisa.
- Tienes los ojos rojos… ¿Por qué lloras? – Lamentablemente se ha dado cuenta de mi deplorable estado – Por favor, dime –
*Ese desagradable aroma a alcohol*
- No, no es nada – Rodee con mis brazos su delgada figura, atrayéndolo más a mí, logrando que su cuerpo estuviese sobre el mío, y escondí mi cabeza entre su cuello y su hombro.
*No quiero sentir ese olor*
Comencé a temblar. En verdad odio el olor a Alcohol, odio el olor a cigarrillos. El hizo que odiara esos estúpidos vicios, porque ellos son los culpables… de que él se aleje de mi.
- ¿Por qué lo haces? – Mi temblorosa voz me delata.
Un suspiro…
Esa fue la única respuesta que recibí.
Se levanto de la cama.
Lentamente se despojo de sus ropas, para luego remplazarlas por un pantalón corto y una remera sin mangas.
- Buenas noches – Besó delicadamente mi frente, se recostó a mi lado y giró su cuerpo…dándome la espalda.
Tenía miedo, pero lo necesitaba cerca…
Me aferré a su espalda y pude sentir, su respiración, algo irregular pero calmada; el latido constante de su corazón.
- Tengo tanto miedo – Susurre cuando comprobé que se encontraba dormido.
¿Puede una persona vivir así por siempre?
¿Hay algún otro camino?
*¿Mi vida acabara asi?*