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Bajo tus alas... ¿o garras? por sombra_larga

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Notas del capitulo:

Lo siento en verdad, sé que no tengo perdón de dios, lo sé, no tengo excusa. Pero ya prometo que a partir de aquí subiré una vez por semana, lo juro por mi vida. SUBIRE TODOS LOS MARTES. Hasta que termine la serie.

¡Ahora así a leer!

 

Cador entro corriendo al castillo sin importarle su desnudes, sus alas todavía se ocultaban en su espalda humana cuando ya estaba esquivando a los sirvientes para llegar al cuarto de su hermano.

Estaba a la mitad del pasillo cuando lo oyó ¡jodido humano! Acelero más el paso hasta llegar a las puertas que derribo con sus manos.

-¡Mikel!- grito al ver a su hermanito zarandeando del pelo a Alexander-¡suéltalo!-

Corrió hasta el rubio que lloraba asustado en el suelo, lo tomo en brazos alejándolo del pelinegro que lo fulminaba con la mirada.

-tranquilo- susurro en la oreja del doncel mientras le acariciaba la espalda. El menor enrollo sus brazos en el cuello del otro escondiendo su rostro en el desnudo pecho.

-¿Qué significa esto Cador?- Mikel se acercó a su hermano, la ira salía por cada poro de su piel, más viendo  tal escena delante suyo-¡contéstame!-

El hombre no supo que decir ante tal pregunta, ya que el mismo se lo preguntaba ¿Qué significaba esto? ¿Qué significaba Alexander para él?

-¡¿Por qué el maldito humano sigue vivo?!- chillo el doncel, el enojo subía cada vez más al ver al humano colgado en los brazos de su hermano.

-eso no te incumbe Mikel- Cador se levantó con Alex aun escondido en sus brazos.

-¡por supuesto que me incumbe, eres mi hermano, eres el jodido rey de los dragones!-

Ante eso ultimo Alex dio un brinco en los fuertes brazos, no había querido intervenir, su cabeza estaba dando vueltas por la nauseas que le causo el sorpresivo jalón de pelo, pero ahora veía lo raro de la situación.

Dando golpecitos se alejó del pecho del mayor.

-¿rey de los dragones?- pregunto con trabajo, intentando retener el vómito que amenazaba con salir.

-¿oh que no se lo dijiste a tu putito?- el pelinegro sonrió ante la cara pálida de su hermano.

-Mikel cállate…-

-deja que te presente al adorado rey de los Dragones, seguro has oído hablar de él-

Trastabillando se alejó del hombre en cual había llegado a confiar. Asustado cayó al suelo, protegiendo con sus manos a su bultito, ahora entendiendo el enojo hacia su bebé.

Lágrimas de miedo comenzaron a caer por sus mejillas, sintió su cabeza dar vueltas hasta que todo se volvió negro.

De un rápido movimiento Cador atrapo al delgado cuerpo que cayó desmayado. La mirada del doncel le había perforado el corazón, por esa misma razón decidió mentirle todo ese tiempo, sabia cuál sería su reacción.

Sin decir nada, aun sintiendo la insistente mirada de su hermanito en su espalda, salió  del cuarto para dirigirse al suyo.

-¿A dónde vas?- ignoro al doncel, sabiendo que si le dirigía palabra perdería todo el autocontrol.

Entro a su cuarto dejando en la cama al rubio, con cuidado le quito la ropa, se detuvo un minuto en el estómago, bajo hasta el nivel de esta.

Ahí estaba, esa insipiente curvita, tan solo un bultito. Tal vez imperceptible para cualquier otro, pero no para el que había recorrido ese cuerpo tantas veces.

Termino de desnudarlo, se vistió despacio para luego salir sigiloso, asegurándose de poner seguro a su puerta.

 

Un pelinegro se encontraba recostado en suelo con una botella de licor a su lado. Lágrimas de rabia caían por sus mejillas, miraba la poca nieve caer por la ventana, sin poder quitarse de la mente la mirada de su hermano hacia ese doncel.

Esa mirada, hace años que no la veía, dio largo sorbo a la botella.

Dio un suspiro cuando su mano pellizco su regordete pezón, un chorrito de leche salió de este. Su otra mano bajo hasta su entrepierna, acariciando su miembro suavemente, imaginando la masculina boca de su hermano tomando de sus pezones.

El rubor subió por sus pálidas mejillas mientras sentía su miembro endurecerse.

Acelero el ritmo en su duro pene, sin dejar de masajear sus ahora mojadas tetillas.

-aaah Cador- sus suspiros se volvieron erráticos cuando llego al orgasmo manchando su mano con su caliente semen.

Limpio su mano con su lengua, dio otro sorbo a la botella.

-bueno, ya me he desecho de uno- se animó a sí mismo-¿Cuánto trabajo puede dar este?-

 

Cador camino por los pasillos, recibiendo los animosos saludos de todos. Llego hasta su destino, abriendo las puertas sin miramientos.

Sentando en el escritorio, estaba su amigo de toda la vida. Devorando a su esposo sentado en sus piernas.

Carraspeo su garganta hasta que por fin notaron su presencia.

-¿es enserio?- se acercó hasta ellos, el doncel sonrojado hasta las orejas-  acaban de tener dos niños-

-no es nuestra culpa- se defendió Cristian, hombre rubio de ojos verdes- tu hermanito estuvo echando humos todo el camino por tu culpa-

-¿echando humo?-

-así es- afirmo Akiba, doncel pelinegro de ojos azules- y felicidades tuviste una sobrina- dijo con cierto tono triste- si la quieres visitar debe estar con la nodriza junto a sus hermanitas-

El peso que sentía Cador se multiplico al saber la noticia. Hace años que su hermano intentaba tener al heredero, pero para su suerte solo tenía niñas, hasta ahora llevaba tres; tres inocentes criaturas abandonadas por su madre.

-mañana visitare a mi sobrina- suspiro sentándose en la silla de madera frente al escritorio- primero tengo que pedirte un favor-su rostro serio dijo mucho, por lo que Cristian bajo de su regazo a su esposo, poniendo toda su atención en su cansado amigo.

-¿quieres que los deje solos?- dijo suave Akiba.

-no, esto también va para ti-tomo aire antes de empezar- necesito que revisen a un doncel-

-¿Qué hiciste Cador?-pregunto angustiado el doncel.

-yo… esta embarazado-dijo ya sin más, pasándose las manos por la cabeza nerviosamente.

Los dos sanadores quedaron mudos ante la noticia, no sabían que decir. Ambos decidieron que más tarde interrogarían a su amigo, primero era confirmar ese embarazo.

-¿Quién es el doncel?-pregunto el  castaño.

-es un humano- si antes se habían quedado sorprendidos ahora estaban atónitos- si lose, yo…es que…no sé cómo explicarlo, más tarde les contare toda la historia- suspiro una vez más viendo la cara de sus amigos-por ahora solo quiero que lo revisen y me digan cuanto tiempo tiene-

-si sabes que las posibilidades de que ese bebé sea tuyo son nulas- dijo serio el hombre.

-sí, pero aun así quiero verificarlo-

-bueno-interrumpió el doncel-lo mejor será que nos lleves con el- apuro mientras caminaba hacia la puerta.

 

Los hombres y el doncel caminaron en un tenso silencio a la habitación del rey, al llegar Cador se detuvo antes de abrir la puerta.

-solo sean un poco cuidadosos- pidió en un susurro-se acaba de enterar sobre nuestra…naturaleza-

-Cador, antes de abrir esa puerta- dijo el doncel agarrando el brazo del hombre-¿quieres decirnos algo más?-

-no…no eso es todo-aseguro el rey antes de abrir suavemente la puerta.

Los tres entraron silenciosamente en el cuarto, se acercaron a la cama, encontrándola vacía.

 

Adentro del baño Alex se escondía en un rincón, completamente aterrado. Las piernas pegadas al pecho y sus brazos rodeando estas, dio un pequeño brinquito al oír los intentos de abrir la puerta.

-¡Alexander!- afuera Cador intentaba con desespero abrir la puerta- ¡ALEXANDER ABRE LA PUERTA!- preocupado por cualquier locura que pudiera cometer el doncel, derribo la puerta de una sola patada.

Alex oyó varios pasos acercarse a él, reusándose a mirar a Cador  escondió la cara entre sus rodillas.

-¡vete rey de los dragones!- rumio con furia.

Cador ya arto de la situación, cargo el ligero cuerpo, ignorando las patadas y manotazos. Los esposos decidieron quedarse a un lado, viendo un poco divertida situación.

Con trabajo lo llevo hasta la cama, como pudo lo acostó agarrándole de las muñecas.

-¡listo!-dijo con ánimo- ahora revísenlo- ordeno viendo a sus amigos, Cristian se acercó al humano para agarrarlo de los tobillos, facilitándole el trabajo a su esposo.

Alex quedo de piedra cuando el doncel pelinegro se acerco.

-qu-que van a hacer-tartamudeo en un susurro asustadizo.

-tranquilo, solo voy a revisarlo- aclaro Akiba, posicionando sus manos en el vientre desnudo del chico.

Alex se quedó muy quieto, como un animal arisco al toque de un humano.

Akiba pasó sus delgadas manos a los costados recorriéndolos, causándole escalofríos al menor; con cuidado presiono un poco el pequeño bulto.

-¿has tenido algún síntoma?- pregunto en tono profesional.

Alex dudo un segundo, pero luego vio los gatunos ojos de todos, se dio una patada mental por no haber sospechado más sobre ese hecho.

-vómitos- respondió bajito- hace algunas semanas… ¿está bien?-

Akiba alzo la vista, viendo esos enormes ojos violetas, tenía que hablar seriamente con Cador. Frente al tenía solo a un niño asustado.

-perfectamente- tranquilizo el ojiazul- por el tamaño, tienes unos dos meses y medio-

Un gran alivio inundo el pecho de Alex, aunque una duda bailaba en su mente, ¿Qué no había tomado él te?

Mientras que el pánico llego a Cador, junto con un montón de preguntas.

-nos podrían dejar a solas- pidió duramente, la tensión de su voz y la seriedad de su cara hizo obedecer a sus amigos sin chistar.

Una vez libre, el menor se volvió a encoger sobre si, envolviéndose en la sabana.

Cador dio varias vueltas por el cuarto, revolviéndose el pelo nerviosamente. Tomando aire se acercó al doncel que no dejaba de vigilar cada uno de sus movimientos, ignorando su resistencia, tomo su cara entre sus dos manos.

-dime la verdad Alexander- el menor trago saliva, desacostumbrado de ver tanta seriedad en el mayor- ¿te acostaste con alguien mas estos meses que estuvimos juntos?-

La cara de Alex fue un poema, de la incredulidad paso al enojo.

-¿enserio Cador?- alzo la voz, quitando esa grandes manos de un manotazo-si, siento decirte que me acosté con alguien estos meses- confeso serio, la cara del hombre se torno de furia, pero antes de que pudiera decir algo el doncel continuo- con el guapísimo muñeco de nieve, no pude resistirme ante sus encantos- termino sarcástico.

-¡esto es serio Alexander!- el enojo en la voz del hombre hizo que el menor se envolviera mejor en la sabana, usándola como un escudo ante la furia del otro.

-¡yo también Cador!- grito el rubio- ¿con quién carajo me iba a revolcar en medio de una montaña abandonada?-

El pelinegro no pudo responder a eso, no era tonto, él sabía que no había otro candidato al padre de la criatura. Pero simplemente era imposible, si antes tenía curiosidad por los antecedentes de ese rubio ahora era vital saber sobre su familia.

-es que…es simplemente imposible-se dijo más así mismo el hombre.

-¡sé que no quieres al bebé!- chillo con lágrimas amenazando con caer de sus ojos-así que solo llévame con los humanos, yo me haré cargo de todo-

En un abrir y cerrar de ojos el ojiamarillo tenía agarrado de los brazos al menor.

-¡no te atrevas a dañar a nuestro hijo!- grito sacudiéndolo.

Alex miro la cara del hombre, un rico calorcito se instaló en su pecho al oír eso. Antes de poder decir algo, las sacudidas sacaron su consecuencia. Dando manotazos al hombre, se levantó corriendo al baño, donde vomito estrepitosamente.

Una gran mano se posó en su espalda baja dándole suaves masajes, intento tomar aire, pero otra arcada lo obligo a encorvarse violentamente. Intento detenerse, pero no podía, le avergonzaba que el hombre lo viera en esa situación.

-déjalo salir- Cador vio preocupado al menor, estaba demasiado pálido y el sudor le recorría la frente junto con pequeños temblores. Cogió una toalla que humedeció con agua, una vez el chico hubo terminado lo ayudo a recostarse en su pecho mientras le secaba el sudor.

Un tembloroso suspiro salió del doncel, con cuidado lo alzo en sus brazos sintiendo aun los temblores, lo recostó nuevamente en la cama asegurándose de taparlo bien.

-Cador- llamo en suave susurro, el hombre se voltio hacia el encontrándose con una ansiosa mirada-¿Qué nos van a hacer?-

-nada cariño-tranquilizo el pelinegro dándole un suave beso en la frente- yo me encargaré de eso-aseguro, prendió la chimenea antes de salir silenciosamente por la puerta.

 

Con pesadez, Cador fue hasta su despecho hasta el otro lado del castillo, donde al abrir la puerta sus amigos lo esperaban con una clara mirada de determinación por encontrar respuestas.

-¿no me van a dejar ir hasta saber todo verdad?- los otro asintieron energéticamente, agotado fue hasta su silla donde encendió un cigarrillo antes de empezar.

 

Después de un largo rato termino de decir todo, junto con sus dudas y preocupaciones. Los otros más que acostumbrados a escuchar las dudas del rey escucharon atentamente.

-no puede ser humano- fue lo primero que dijo Cristian, su esposo coincidió con el- simplemente es imposible que sea humano, así que lo más probable es que mienta sobre su origen-

-eso ya losé- replico Cador encendiendo el tercer cigarrillo- pero, ¿Qué más puede ser? No tiene ninguna marca o algo que me diga de su origen-

-pues la única manera es preguntárselo- indico el hombre rubio.

-ahora con trabajo me mira a la cara, no creo que pueda interrogarlo- se lamento el rey.

-primero lo primero tienes que disculparte con el- dicto el doncel.

-¡pero si él también me mintió!-reclamo como niño chiquito.

-¡Cador!- corto el malhumorado el doncel- los dos tienen que asentar las cosas en la mesa, basta de mentiras, ahora viene una criatura en camino, ¿lo amas?-

-yo…yo n-no se- tartamudeo por la sorpresiva pregunta.

-¿si él se fuera de aquí?- intervino Cristian al ver las intenciones de su esposo-se está yendo ahora mismo con otro hombre, te está dejando a tu hijo para irse con otro ¿lo dejarías?-

-no, yo…no quiero separarme de él-admitió con cierta sorpresa. Vio con agradecimiento a sus amigos, lo bueno es que siempre los tendría ahí para decirle hasta lo más obvio.

-bueno, ahí está-dijo Cristian.

-te estabas rompiendo la cabeza por nada- Akiba tomo la mano de su marido llevándolo a la salida-ahora te dejamos, supongo que tienes muchas cosas que hacer- aseguro antes de salir.

Con el cigarrillo colgando de su labio empezó a revisar papeles, ahora que estaban todos de vuelta tenía mucho trabajo que hacer, después de todo era el rey.

Vio el aun estrellado cielo por la ventana, un revoltijo ansioso invadió su estómago, tendría que esperar para hablar con él menor.

Por ahora lo mejor era dejarlo descansar.

 

Unos ojitos violetas se abrían y cerraban pesadamente, con cuidado se levantó de entre el revoltijo de sabanas, un repentino malestar lo invadió, se llevó una mano a la boca.

Un nervioso Cador entraba por la puerta, antes de siquiera decir algo, vio una rápida mancha rubia correr hasta el baño, su hijo estaba causando muchos problemas. Camino rápido detrás del otro, corrió hasta el, al verlo vomitar, otra vez.

Repitió el mismo proceso de ayer, masaje, palabras tranquilizadoras y una suave toalla en su frente.

Una vez pasadas la nauseas el hombre tomo al doncel en brazos para llevarlo de nuevo a la cama.

El hombre tomo asiento junto al menor.

-Alexander-llamo el pelinegro- quiero hablar contigo, necesito que me digas la verdad- tomo la delicada barbilla para alzar el hermoso rostro, una punzada de dolor lo atravesó al encontrar una chispa de miedo en esos ojos violetas- es por nuestro hijo-

El rubio asintió un poco nervioso.

-¿Qué quieres saber?- el rubio se felicitó por la seguridad de su voz.

-¿Quién eres?-

El doncel miro los ojos gatunos, enfrente de la tenía una nueva oportunidad de comenzar de nuevo, olvidar todas las mentiras. Pero ¿lo aceptaría sabiendo quien era?

-si te contesto- tanteo el menor-¿tú  me contaras igualmente la verdad?-

El hombre lo miro atentamente.

-lo prometo, diré toda la verdad, lo haré por nuestro hijo-juro posando su mano encima del desnudo vientre.

-mi nombre es Alexander Cromwell,  tengo diecinueve años soy hijo de Christopher Cromwell, rey de Creta, país enemigo de los dragones- Cador sintió su corazón brincar, no podía ser, era mentira.

-¿Qué hacías a mitad del bosque herido?- el hombre intentaba con todas sus fuerzas controlarse, pero su acelerada respiración lo delataba antes el rubio que retrocedía poco a poco-

-yo…iba con mi prometido en el carruaje-explico un poco exaltado- el m-me violo y yo n-no quería así qu-que salí huyendo pe-pero- lagrimas caían de sus mejillas al recordar esa horrible noche.

Aun tenso el hombre lo atrajo contra su pecho, la furia lo invadía al solo pensar en otro hombre tocando lo que era suyo.

-lo siento, no quería que recordaras un mal momento-

-no te preocupes estamos bien- una pequeña sonrisita salió de los labios del hombre- y bien ¿Quién eres tú?-

-yo soy Cador rey del clan de los dragones, tengo treinta años según el ciclo de los dragones, hombre guapísimo que disfruta de cautivar a rubios con clichés- Alex soltó una risita-Alexander, ¿Quién era tu papi?-  pregunto muy serio.

-¿eh?- el súbito cambio de tema confundió al menor-¿Cómo...lo sabes?-

-solo, contesta por favor- una mala sensación inundo el pecho de Cador-

-mi papi se llamaba André- respondió nervioso viendo la cara tensa del otro-murió cuando me dio a luz-

Notas finales:

curiosamente esto coincidio conmi otra historia, pero en el proximo capitulo veremos el pasado de Cador.


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