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Bajo tus alas... ¿o garras? por sombra_larga

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Notas del capitulo:

En verdad perdonenme, juro que no me di cuenta, les dije que iba asubir dos capitulos y asi iba a ser, pero no se que me paso, como que se me olvido subir el otro capitulo, no importa aqui se los traigo.

Perdon T-T

Que lo disfruten.

-¡aah!- ese fue el grito agónico del doncel, bueno de uno de los donceles de ese lugar, retumbo por las antiguas paredes hasta combinarse con otro gritos y gimoteos.

-¡aahhh ya no puedo!-  grito el doncel pelinegro que se recargaba contra el pecho de un hombre.

-un poco más, ya casi esta fuera- alentaba el médico entre las piernas del doncel- un empujón más mi señor-

-¡¡aaaahhh!!- Mikel puso toda su fuerza en pujar, hasta que sintió el cuerpo de su bebé salir-¿Qué es?- pregunto entre jadeos.

-una niña mi señor- el médico entre sus piernas le mostro el rojo cuerpecito que se retorcía entre sus manos, dando chillidos- es muy hermosa- dijo con una sonrisa, pero esta se desvaneció al ver la seria cara del doncel pelinegro.

-dásela a alguien más- ordeno fríamente sin ver ni hacer ningún amago por tomar a la criatura que aclamaba a su madre.

-pero mi señor…-

-¡ahora!- el grito resonó por todo el lugar, atrayendo las miradas.

El médico se alejó rápidamente, asustado de recibir algún castigo.

-llévame a mi cama- ordeno al hombre que seguía tras él. Este no dijo nada y  lo cargo en brazos para transportarlo a una tienda amplia y bien acomodada, puso al doncel en la cama del piso y se fue en silencio.

El pelinegro miro la luna llena que se asomaba por la apertura de la tienda.

-hermano, te extraño tanto-

 

 

Cador esperaba ansioso en la cocina, aunque claro, para no perder el estilo se sentó en el borde de la ventana y observaba la luna llena mientras fumaba.

Su mente y su “amiguito” no dejaban de pensar en cierto doncel rubio.

Oyó los ligeros pasos en el pasillo, pero no se volteo.

-¿enserio, fumando a la luz de la luna?-la voz del doncel resonó como eco en la vacía cocina- eres el cliché personificado del viajero guapo solitario-

Una sonrisa surco en la cara del hombre, aventó el cigarrillo y bajo de la ventana.

-¿entonces soy guapo?- soltó una carcajada al ver el rubor subir por la cara del rubio- ¿y quién ha dicho que soy solitario?-

-pues me dices que pasas los inviernos en un palacio abandonado, es una pequeña sospecha- muchas veces Cador quería contarle de su gente, hablarle de sus costumbres y decirle que no eran los monstruos avariciosos que contaban las leyendas, pero simplemente no pudo.

-bueno pues para que lo sepas soy muy popular, en especial con las damas-presumió con galantería, guiñándole un ojo.

-sabes no cuenta pasar una noche en la cama de alguien para volverse amigos del alma- el doncel camino hasta el con los brazos en jarra- ¿y mi té?-

El hombre no le escucho ya que se encontraba muy ocupando admirando al doncel, no lo había visto muy bien debido a la oscuridad de la cocina, pero ahora a la luz de la luna se veía hermoso. El cabello cayéndole en lindos bucles por la espalda y vestido con una bata, cruzo los dedos para que estuviera desnudo bajo esta.

-ah sí, toma perdón se me estaba olvidando- le paso la linda taza de porcelana blanca- solo le puse miel y un poco de menta para darle sabor-

-gracias- dijo suave el doncel, sintiendo una corriente por el cuerpo cuando sus dedos se tocaron al tomar la taza.

Los dos tomaron asiento en las bancas de la barra, en silencio Cador observo al rubio tomar despacio su te disfrutando lo caliente de este. Vio por una de las ventanas los primeros copos de nieve de la noche, pronto no podrían salir del castillo, el aguantaba bien el frio por pura costumbre, pero tendría que prender la chimenea para Alexander, aunque, había mejores maneras de calentarlo.

El doncel termino hasta la última gota del contenido, listo, todo estaba listo ahora a disfrutar la noche, pero antes de que pudiera decir algo Cador lo interrumpió.

-¿listo para otro cliché?-

-¿eh?- el doncel estaba confundido, por las acorraladas de los pasillos pensó que estaría más… ansioso.

-así es querido, ¿listo para una cena a la luz de la luna?-

El doncel solo pudo atinar a asentir antes de ser jalado por el pelingro.

Salieron de la cocina hasta llegar al inicio de una escalera, subieron y subieron dando vueltas aun agarrados de la mano. Alex no supo cuántos escalones subieron pero fueron muchos, hasta que por fin la escalera termino.

Ante él se ebria un circular cuarto, con enormes ventanales con cortinas doradas, el techo terminaba en punta, por lo que supuso que se encontraban en una torre. En una esquina un escritorio se atiborraba con montañas de papeles y otras cosas, en otra un librero de caoba negra en el piso un tapete de expandía y en las paredes muchos cuadros de hombres y donceles junto a niños.

Y en medio de toda una mesa con dos sillas y un mantel deleitaban las más exquisitas de las comidas junto a una botella de licor. Todo rodeado por velas.

Giro hacia el hombre que seguía junto a él esperando su reacción, se acercó a una ventana y juro que podía ver su palacio, desde ahí las estrellas y la luna parecían más cercanas, alzo la mano intentando llegar a ellas.

-¿Por qué es todo esto?- pregunto ausente.

El hombre pensó un segundo la repuesta.

-para follarte- contesto muy serio.

El doncel más sorprendido que nada volteo a verle, el pelinegro seguía impasible, el rubio empezó a reírse a carcajadas mientras se agarraba la panza y se doblaba sobre sí.

-¡oh dios! - se secó las lágrimas- muy buena respuesta- aseguro mientras pequeñas risitas espontaneas salían de su boca.

-¿enserio?-

El ojivioleta como respuesta se acercó a él y enrollo los delgados brazos en el fuerte cuello, dio un beso en la comisura de esos deliciosos labios.

-me gustan los hombres sinceros- dio otro beso en los labios- y de todos modos hoy tenía planeado atacarte- ataco los labios que enseguida le respondieron, las manos del hombre descendieron hasta las nalgas dándoles un apretón.

-entonces- ataco con su lengua la otra boca- me quieres decir- otro beso- que subí esa pesada mesa y sillas por nada- recorrió con su lengua la boca del doncel que gimió, enredaron sus lenguas en una fiera batalla, con un impulso el rubio enredo sus piernas en la cintura del hombre.

-así es querido- mordió y lamio el cuello hasta subir a la orejas- pero no te preocupes lo recompensare- susurro antes de dar una mordida.

-eso espero- estampo al doncel en una pared y comenzó a devorar su boca- me recompensaras toda la noche- descendió hasta el pecho y de un salvaje movimiento le arranco la ropa, lamio los pezones hasta dejarlos rojos y húmedos.

-¡oh si!- enredo los dedos en el negro cabello- tómame toda la noche, cuantas veces quieras- miro los intensos ojos gatunos, y estos le devolvieron la  mirada llena de deseo.

 

Horas después se encontraban en el tapete afelpado, Cador embestía al pequeño cuerpo que se convulsionaba de placer, sacaba su verga para volverla a meter hasta el fondo, del ano escurrían jugos.

Alex estaba en cuatro, aferrándose al tapete bajo el, sus mejillas rojas y de su boca escurría un pequeño hilo de saliva, sentía las grandes manos agarrar sus caderas impulsándolas de atrás hacia delante, no sabía cuántas horas habían pasado ni cuantas veces se había corrido, pero no podía parar de sentir ese placer.

-aaahh aahh Cador- como si fuera un muñeco fue volteado, sintió una corriente recorrerle antes de correrse por el culo- ya no puedo ahhh- sintió ese punto ser tocado y como el pene dentro de él se hinchaba cada vez más.

-ah yo tampoco- el hombre veía hipnotizado al doncel bajo el, lleno de fluidos y sin parar de gemir- ¡ah Alexander!- con una última estocada se corrió en ese estrecho agujero mientras sentía en su estómago salir la semilla del otro.

Ambos cayeron rendidos, con la poca fuerza que les quedaba  se acomodaron quedando Alex entre los brazos de Cador y recargado en el fuerte pecho.

 

Alex se encontraba observando atentamente el rostro impasible de Cador, hace solo unos minutos había despertado y no pudo hacer otra cosa que verle, recargado en el pecho casi encima de él, además de que el hombre lo tenía agarrado tan fuerte que apenas si se podía mover.

Trazo con sus dedos las cicatrices del masculino pecho, tenía muchas, de pequeñas manchas blancas hasta grandes surcos que sobresalían por su tono más oscuro.

Contrario a desagradarle le gustaban mucho, cada una contaba su propia aventura, su padre era muy protector por lo que nunca había salido del palacio, menos del reino. En cambio, Cador debía de haber visto mucho mundo, tierras que nunca llegaría a imaginar.

-¿Qué haces?- la voz de Cador le hizo pegar un pequeño brinco.

-viendo tus cicatrices- contesto terminando de subirse en sus caderas.

-lo siento, ¿te incomodan?-

-no, en realidad me gustan- dio un beso a cada una, recibiendo un gruñido.

-no es por nada cariño, pero estoy muy cansado- el doncel soltó una risita antes de pararse totalmente desnudo con el semen escurriendo entre sus piernas.

-no estoy tan cansado- agrego el hombre.

-lo siento Cador ya perdiste tu oportunidad- dijo con un tono juguetón  meneo el trasero antes de ponerse la bata.

Camino hasta la ventana, una capa blanca había cubierto todo, ya no quedaba nada verde, solo blanco, fue entonces que tomo en cuenta el frio que hacía, se sobo los brazos para tomar un poco de calor, pero no se alejó de la ventana.

Sintió el calor del cuerpo tras suyo, se recargo en el pecho.

-hace mucho frio-

-así estará por tres meses-

-mnhg, no me gusta el frio- dijo quejumbroso.

-no te preocupes yo te puedo mantener caliente- paso las manos por la cinturita.

-mmm, también funciona un baño- soltó una risita, antes de que una fuerte brisa le diera en la cara, causándole un escalofrió.

Alex asomo la cabeza por la ventana, era mucha altura la que le separaba del suelo, saco medio cuerpo con la seguridad de sentir las grandes manos en sus cadera, la brisa no dejaba de soplar revolviéndole el cabello, se quedó un ahí, antes de volverse a meter, sintiendo sus nariz helada.

-¿Qué se supone que hacías?- indago el pelinegro mientras le frotaba el rostro, la naricita y moflete estaban rojos.

-sentía el viento- agarro las manos del hombre, como siempre calientes, y les dio un beso.

-¿sintiendo el viento?- le dio un beso en la frente para luego encerrarlo en sus brazos- que raro eres-

-¡gracias!- dijo con sarcasmo- ¿no te gusta sentir el viento?- recargo la cabeza su pecho- es como si volaras- sintió la tensión del cuerpo, miro hacia arriba para poder observar la cara del hombre-¿Qué, no te gustaría volar?-

-sí, supongo que sí- las palabras salieron algo trabadas.

-tengo hambre-informo el menor con un puchero- aliméntame-

-solo si me das una recompensa- las traviesas manos bajaron hasta sus nalgas.

-mm lo pensare-

-piénsalo bien- le dio un beso en la boca, antes de salir del cuarto.

Dejando tras de sí a un rubio con mariposas en el estómago.

Notas finales:

Gracias por leer


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