Kibum corría sin parar, pensando en todo lo que pasaba. No podía escuchar nada más que su respiración agitada y fuera de sí. Llovía, llovía terriblemente, el cielo parecía caerse, la lluvia era fría gracias al invierno cruel que azotaba la cuidad, lo único cálido que había en él en ese momento eran las lágrimas que salían de sus ojos, recorrían sus mejillas y le nublaban la visión.
Para cuando se detuvo ya no sentía sus piernas por lo cansado que estaba. Llego hasta un puente, uno bastante alto, en el borde. El viento y el frio se mezclaban, movía el agua debajo de él, la que dividía la cuidad y en verano o en los festivales era todo un espectáculo.
Le hubiera gustado fundirse con el agua, desaparecer, dejar de sentir el dolor que le partía el corazón y el alma por completo.
Cerro los ojos apretándolos con fuerza para que las lágrimas no cayeran pero ni eso las detuvo. Extendió sus brazos a cada lado, como si quisiera volar, odiaba no poder hacerlo, odiaba a su madre por morir, por dejar que el cáncer la venciera, por dejarlo solo cuando apenas tenía 16 años, odiaba todo en ese maldito mundo y más que a nada se odiaba a sí mismo.
¿Por qué se fue? ¿No podía hacer nada? No… ahora ya no podía hacer nada…
Se acercó más al borde del puente y al parecer nadie notaba su presencia, a nadie le importaba. Ahora comenzaba a sentir dolor en sus piernas, correr sin rumbo por fin le traía sus consecuencias, temblaba, pero no le importaba, incluso si caía no le preocupaba, es más, quizás así se terminarían sus problemas, dejaría de existir y estaba seguro que no le importaría a nadie, y si lo hacían, solo se lamentarían por uno momento, tal vez días y después continuarían su vida como su nada.
Tenía miedo
Sus lágrimas caían sin parar, ya no tenía fuerzas para seguir sosteniendo su cuerpo. Estaba a un paso de terminar con todo, un estúpido paso que dudo en dar. Terminar con su vida. Eso creyó, o eso esperaba lograr, pero no pasó, y no fue posible porque unos brazos se lo impidieron, esos mismos brazos que lo sostenían por que el ya no podía hacerlo. El cuerpo cálido que lo sostenía por la espalda lo mantenía ahora lejos de la orilla en un lugar a salvo. Podría ser un loco psicópata, un secuestrador o un traficante de órganos, la policía, podía ser el mismo demonio pero no le preocupaba, ya no tenía fuerzas y simplemente cerro sus ojos, lo último que sintió fue una voz que lo llamaba, no la reconocía, pero le transmitía un algo especial
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Una fiesta de mal gusto, era una horrible fiesta donde celebrarían que gano la última competencia de natación, claro… eso era estupendo, lo hacía porque desde que tenía memoria disfrutaba enormemente nadar. Solo que esa fiesta la organizo su madre y no es que no se lo agradeciera, pero odiaba poner cara de agrado frente a un montón de gente de la cual la mayor parte ni siquiera sabía quién era, pero debía tener algo de educación y quedarse al menos un rato. Su madre le felicitó, igual que muchas personas que allí habían, el solo asintió con una sonrisa que le costaba trabajo mantener en su lugar porque lo que él quería era irse lo más pronto a su departamento a descansar.
Cuando por fin pudo escaparse de aquel horrible lugar, que era la casa de sus padres tomo su auto y condujo por la cuidad, llovía como hace mucho tiempo no ocurría. Condujo atravesando el enorme puente que siempre miraba desde su departamento no muy lejos de ahí. Sonrió al ver a un niño algo loco que se mojaba en la lluvia, extendiendo sus brazos como si quisiera volar, pero, pensándolo mejor, ¿no le importaba estar al borde del puente? Disminuyo la velocidad a la que iba solo al darse cuanta de las intenciones del chico.
Detuvo el auto como pudo estacionándolo en un costado para emergencias, cuando el chico estaba por dar un paso que sería decisivo decidió detenerlo, bajándose de su auto, corrió hasta él y simplemente lo abrazó como pudo y lo arrastro un poco lejos de la orilla, le habló pero no obtuvo ninguna respuesta, lo movió para poder verlo y no podía creer lo hermoso que aquel muchacho era, sería un poco más joven que él, estaba sin fuerzas, se había quedado dormido.
La lluvia no cesaba y no sabía como pero en ese momento ya se encontraba en su departamento, en el último piso del edificio. Dejo al chico en su habitación, sobre su cama, lo miro más detenidamente y le parecía increíble lo pálido que era, sus labios estaban levemente azules y el contorno de sus ojos algo rojos, seguramente tenia hipotermia y solo atino a quitarle la ropa mojada que llevaba, le seco el cabello con ayuda del secador para no despertarlo usando una toalla, así le seco también la ropa interior sin quitársela, respetando su intimidad. Su piel era suave y muy blanca, era un chico muy hermoso. Le puso una de sus piyamas y lo tapo antes de salir de la habitación con su ropa en las manos, busco en ellas alguna identificación, pero no encontró nada que le indicara quien era ese niño que había intentado quitarse la vida. ¿Qué le había pasado para intentar aquello?
Agradecía a su madre por habérsele ocurrido la estúpida fiesta y por retenerlo hasta esa hora, de otra forma era seguro que ese chico habría cumplido su propósito.
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No podía reconocer el lugar donde estaba, una habitación bastante amplia, estaba algo desorganizada… algo? Ese lugar era de locos. ¿Quién podía vivir en un lugar así? Miro su ropa y claramente la que traía puesta no era suya, reviso cada parte de su cuerpo esperando encontrar algún rasguño, moretón, herida o lo que fuera que tuviera como marca de haber intentado matarse pero… no había nada, estaba intacto, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y estas a deslizarse por sus mejillas, porque aun seguía allí? Ya no sentía la misma fuerza del día anterior para volver a intentarlo, ahora solo era alguien cobarde y que tendría que vivir con su dolor por mucho tiempo, por lo que le quedara de vida.
La puerta se abrió pero no le presto ninguna atención, sintió pasos hacia él y los ignoro, pero lo que no pudo ignorar fue una mano que le acariciaba el cabello revolviéndolo como si fuera un animalito perdido. Levanto su mirada y se encontró con aquel chico que lo miraba con un rostro de preocupación.
-Estas bien?- su pregunta podía ser la más idiota del mundo, era claro que el chico no estaba bien, por algo había intentado suicidarse no? Pero, no sabía que más hacer, no quería ver a alguien en ese estado. No recibió ninguna respuesta, el chico solo lo miraba mientras más lagrimas salían de sus bellos ojos – tranquilo todo está bien ahora
Su voz era tan linda, le transmitía algo… algo que no podía entender, era algo que lo tranquilizaba, y simplemente se echó a llorar, saco todo el dolor que sentía y ahora no solo eran lagrimas era un sollozo que se escuchaba en toda la habitación y a cambio recibió un abrazo que lo contuvo en todo momento, sin preguntas, solo un simple abrazo, como si lo conociera de toda la vida aunque era la primera vez que lo veía.
Por segunda vez abría los ojos, moviendo los parpados una y otra vez para despertarse del todo. No tenía frio, al contrario estaba cómodo, no sabía por cuanto tiempo había dormido pero sin duda fue bastante, la habitación estaba oscura, la noche llego sin darse cuenta. Y el… el aún estaba con él, abrazándolo, estaba dormido… se había dormido con él. Estaba tranquilo, no tenía miedo a pesar de que era un completo extraño, pero que podía hacer? No es como si alguien fuera a salvarlo de todos modos, así que le daba lo mismo lo que pasara con él.
El chico se removió un poco, lo miro con ternura, tenía los ojos rojos e hinchados, había llorado aun cuando se había quedado dormido y el no tuvo corazón para dejarlo solo, sintió que tenía que ayudarlo y se quedó con él, también se quedó dormido pero no le molestaba, ahora que el otro lo miraba serio, al menos no estaba llorando y eso era algo positivo.
-me alegra que estas mejor, tienes hambre? – pregunto completamente ansioso de escucharle, pero no dijo nada, solo se limitó a observar en donde estaba, analizando cada detalle y no pudo sino sentirse avergonzado por el desastre que era su habitación, el orden quizás no era lo suyo.
-Ayer… te encontré y te traja hasta mi casa… no pretendo hacerte daño, quise avisarle a alguien pero… no traías identificación, si quieres puedo llamar a alguien
Kibum bajo la mirada, estaba incómodo con lo que el otro había dicho… el ya no tenía a nadie que lo fuera a buscar, ahora estaba solo y tendría que cuidarse de el mismo como pudiese, pero no iba a dar explicaciones de su vida a un extraño, aunque éste fuera muy atractivo.
-vamos - No esperó una respuesta, quizás nunca llegaría así que lo tomo de la mano y lo guio hasta la cocina, lo hizo con cuidado, pensó que quizás se negaría pero solo lo miro con algo de enfado. Le sentó en la mesa y le preparo algo rápido para que comiera, luego de un rato solo comio la mitad del sándwich apenas había tocado la leche y la fruta estaba intacta.
- No comerás nada más? Debes alimentarte…
- tu… no debiste entrometerte ayer – le corto frio, no esperaba recibir las gracias, era claro que no se las daría
- claro que si tenía que hacerlo… querías que te dejara morir así como así? – estaba molesto, él no podía ser tan insensible de solo ver como alguien se lanzaba de un puente y seguir manejando como si nada.
- como sea
- le avisaras a alguien – eso pudo ser una pregunta pero por su tono fue más una orden, tenía que asegurarse que iba a estar bien, podría intentar otra tontería
- puedes… traerme mi ropa primero? No estoy cómodo así
- claro amm... enseguida te la traigo – jonghyun camino hasta el cuarto donde lavaba la ropa, ésta ya estaba seca y doblada, el no solía hacer eso pero esta vez se tomó su tiempo en hacerlo bien
Kibum aprovecho el descuido del mayor y decidió salir de ese lugar, ya era tarde pero no importaba, no podía quedarse más tiempo allí, tenía algo que hacer, algo que no podía seguir esperando. En una mesita al lado del teléfono de la casa había una libretita, después se fue hasta la entrada y tomo unas zapatillas que habían, no eran suyas, le quedaban un poco… bastante grandes pero aun así las tomo, rogo porque la puerta no tuviera seguro y así fue, abrió sin hacer mucho ruido y cerro igualmente con cuidado.
Cuando regreso rápido con las prendas en sus manos se quedó helado, el chico no estaba, fue hasta el baño pero no… no estaba, el niño lo había engañado y el cómo idiota callo redondito, fue hasta la entrada y no estaban sus zapatillas, salió descalzo a buscarlo rápidamente, incluso le pregunto al portero del edificio si había visto al chico con el que había llegado anoche pero le negó, salió y lo busco, espero encontrarlo en algún lado, incluso fue hasta el puente pero no había rastro de él. Se sentía tan idiota pero no podía hacer más por él. Tenía un mal presentimiento, no quería que algo malo le pasara, que cometiera una estupidez. El chico era tan lindo que sentía pena de que sufriera tanto hasta el puno de querer acabar con su vida, él podría haberlo ayudado si lo dejaba… lo hubiera hecho encantado.
Llego al departamento cansado, cerró la puerta como pudo y se afirmó en ella. Respiro profundo y volvió a caminar hacia su dormitorio, vio un papelito en la mesa de la sala “tomare prestada tu ropa, gracias y adiós” se le revolvió el estómago con la última palabra, ¿realmente no lo volvería a ver? O es que pensaba hacer otra cosa? se afirmó en el mueble y se quedó ahí intentando no pensar.
