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Amor incomprendido por Etsuko Kagayaku

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Notas del capitulo:

XD, primero que nada, Feliz navidad, esperio que la hayan pasado muy bonito, y que hayan podio brindar felizmente con toda su familia, segundo. Hice esto, la misma noche de navidad, creo que me pase con la sidra ( a penas y tiene alcohol), soy muy débil jajaja. Así que salió este capítulos, aclaro sus dudas desde antes. No, no fume marihuana ni inhale cocaína mientras lo escribía xD. Tan solo salió al recordar una película de un matrimonio donde los ponían a prueba y bla bla bla. Disfruten del cap.

Faltaban pocos días para navidad, estaba emocionado, sería la primera vez que la pasaría con su nueva familia, pero…también sería la primera vez que la pasaría sin su madre. Iba a extrañar adornar el árbol sin ella, no brindar a las doce en punto de la noche, y muchas cosas más. A pesar de todo, se sentía melancólico. Y eso, era algo que Sebastian notaba. Se entristecía mucho al ver como su niño sufría, siendo navidad el día más esperado por todos. Lo único que podía hacer, era animarlo y distraerlo.

-Ciel, ven, ayúdame a armar el árbol.- le dijo Sebastian al niño que se encontraba en la computadora.

-Wow, el señor amargado tiene árbol de navidad, no me lo imagine de ti.- le dijo con una sonrisa burlona.

-Cállate mocoso.-le dijo enojado.

-¡No me digas mocoso!.-le replicó enfadado Ciel.

-Eres un mocoso.-afilo la mirada.-mi mocoso.-sonrió.

-Cá-cállate.-dijo Ciel sonrojado.

-Bueno, si no me ayudas por las buenas, lo harás por las malas.-mientras iba hacia él y lo levantaba en el aire.

-Oye bájame, bájame, maniático homosexual.-le replicó el niño.

-oye, oye, oye, no soy el único homosexual aquí.-mientras se reía del sonrojo del menor.

-¡Que te calles!.-dijo Ciel mas que sonrojado.

-Ok, no te enojes, Cielito.-rió.-ahora, armemos el árbol y luego, decorémoslo.-finalizo mientras dejaba al menor en el suelo.

Ciel vio varias cajas en el salón, entre ellas había un árbol artificial que se ensamblaba.

-¿Sabes cómo se arma esto?.-preguntó desconcertado Ciel.

-Hay una primera vez para todo.-mientras sonreía y comenzaba a ensamblar el árbol.

Había sido un gran problema, el árbol se resistía a quedarse de pie, estiraba sus ramas artificiales golpeando al moreno en la cara, quien en cualquier momento lo tiraría al suelo y lo estrangularía.

-¡Quédate quieto!.-le decía un psicótico Sebastian al árbol.-¡Ciel ayúdame!.-le grito Sebastian.

-Espera, estoy buscando una cámara.-dijo divertido.

-¿Para qué?.-preguntó el moreno desconcertado.

-Quiero grabar esta gran lucha que estas llevando a cabo con el arbolito de navidad.-dijo entre risas.

-Agh, deja de burlarte y ayúdame.

-Bien, bien.-dijo con un pequeño puchero, que a ojos del moreno se vio terriblemente encantador.

Ciel se acercó a Sebastian y le ayudo a mantener en pie el malvado árbol. En unos segundos lograron que se quedara parado.

-Bien, parece que el señor perfección, no es tan perfecto.-dijo divertido el ojiazul.

-Puedes decir lo que quieras, pero hay algo en lo que siempre voy a ser bueno.-le dijo con una sonrisa prepotente.

-¿ah sí? ,¿En qué?.

-En darte más duro cuando me lo pides.-dijo divertido el moreno.

-¡Sebastian!.-gritó el menor híper-mega-sonrojado.

Sebastian comenzó a reír a carcajadas por la reacción del menor. Ciel más que enojado, se acercó a él y comenzó a ‘golpearlo con fuerza’. Sebastian enternecido lo tomo y lo hizo caer al suelo junto con él, cuando el menor volvió a abrir la boca para replicarle, Sebastian lo tomo en un beso apasionado.

Ciel a pesar de todo le correspondió gustoso. Esta vez fue Ciel, quien le pidió permiso a Sebastian con su lengua para entrar, cosa que excito al mayor en sobre manera.

Sebastian cortó el beso, y comenzó a repartir besos por el cuello del menor.

-Se-sebastian, debemos adornar el árbol.-dijo entre suspiros el menor.

Sebastian esta vez, lo dio vuelta, recorrió con sus manos la espalda del menor y beso su nuca, uno de los lugares débiles de Ciel, el lugar donde Ciel mandaba todo al diablo. Como lo imagino, el menor dejo de pensar en el malvado árbol de navidad que conspiraba contra él y se dio la vuelta para volver a besarlo y comenzar a desabrochar su camisa.

Después de dos horas de disfrutar plenamente de su amor. Aún desnudos y con tan solo unas sábanas comenzaron a decorar el árbol con todo tipo de objetos. Cuando llegó el momento de poner la estrella en la punta, Sebastian cargo a Ciel para que este la pusiera. Pero entonces Sebastian tuvo una perfecta vista del trasero del menor. Sonrió de la manera más pervertida, lujuriosa, pervertida, degenerada, ¿Ya dije pervertida?.

-Ya puedes bajarme Sebastian.-dijo el menor al ver que Sebastian no lo bajaba.

-Quédate un rato mas así.-dijo el mayor ‘hipnotizado por el hermoso cuadro familiar’.

-¿Porqué?.-pregunto el menor confundido.

-Tengo una muy buena vista.-dijo el mayor riendo de manera pervertida.

Ciel se dio cuenta a donde veía el moreno y se sonrojo al extremo.

-Aghhh, pervertido, bájame, bájame.- pataleaba el menor.

-Lo siento, pero ahora no te dejare dormir.-dijo el mayor mientras lo bajaba y lo besaba con pasión

-ngh, ¡acabamos de hacerlo por dos horas, maldita bestia ninfómana!.-le gritó Ciel enojado.

-Oh, jajaja, si crees que soy una bestia sexual, entonces te lo demostrare.-mientras lo llevaba a la habitación.

Iba a ser una noche muy larga para Ciel.

Como se lo espero, despertó adolorido, a la noche se había descontrolado bastante con Sebastian, lo habían hecho por más de cuatro horas, apenas había dormido, abrió los ojos y se dio cuenta que estaba todo desparramado sobre Sebastian , tenía suerte de poder mover sus músculos. Esa noche habían estado en el baño, en el suelo, en la cama, en la cocina, en la pared, y por poco también en el pasillo del edificio, si seguía así, terminaría de nuevo en el hospital.

Se dio la vuelta y vio al moreno, ahí, con los brazos abiertos, las piernas también, su escultural pecho al descubierto, su boca estaba entre abierta y largaba pequeños ronquidos, que lo enternecían como lo enojaban.

-Claro, duerme tranquilo, maldita bestia, tu puedes faltar a tu empresa, yo debo ir al colegio o me ponen amonestaciones, tu puedes llegar tarde, si yo llego tarde me ponen de florero en medio del salón. Tú puedes faltar todo el año, si yo falto todo el año lo desapruebo. Espero ya estés contento, no puedo ni moverme, ojala cuando despiertes y bajes, se te caiga el arbolito de navidad encima, maldito sexópata insaciable-le replico en susurros el pequeño.

Ciel salió de encima del moreno y comenzó a vestirse, esperando que el moreno no se despertara, porque seguramente no lo dejaría ir al colegio y lo tomaría nuevamente. Una vez vestido, fue al baño, cepillo sus dientes, y se peino. Entro nuevamente a la habitación a buscar su mochila, le dio un pequeño beso en los labios a su padre, y estaba por emprender su marcha, ya tenía la puerta abierta. Cuando esta fue cerrada por una mano.

-¿A dónde vas Ciel?.-preguntó el moreno cubierto por tan solo una sábana, y una sonrisa en su rostro.

-Al colegio, señor flojera.-le dijo Ciel con cansancio.

-Mmm, colegio, que fea palabra, mejor quédate, jugaremos a que soy tu profesor de anatomía.-dijo el moreno divertido mientras besaba su cuello.

-Se-sebastian, por favor, debo irme, la semana pasada falte tres días por quedarme contigo ah…jugar.-dijo sonrojado el pequeño.

-Un día más no hará la diferencia.- dijo el mayor con una sonrisa.

-Claro que sí, estamos a fin de año, las notas cerrarán pronto, y no puedo tener bajas calificaciones, o deberé ir a compensar a fines de diciembre o quién sabe, febrero.-dijo Ciel imaginándose en la horripilante situación.

-No te preocupes, yo soborno a tu profesor.-dijo divertido el moreno.

-¡Así no funciona!.-grito el pequeño enfadado.

Ciel forcejeo con Sebastian y logro salir corriendo de la habitación, seguido por un moreno enardecido

-Vamos Ciel, ¡Quédate conmigo!.-dijo el mayor mientras lo corría por toda la casa, con tan solo una sábana.

-¡Que no!.-grito el menor ya en la puerta del departamento a punto de salir.

-Vamos lo disfrutar…¡Ah!.-grito el moreno al tropezar con el árbol de navidad.

El árbol cayó sobre él, dejándolo en el suelo, desparramado, con cientos de adornos. La estrellita estaba en la cabeza de un Sebastian casi inconsciente.

-¡No te quedes parado ahí Ciel, ayúdame!.-gritó el moreno.

Ciel solo atino a reírse de él a carcajadas, ¿Dónde había una cámara cuando se la necesitaba?.

-Te jodes, ya se me hace tarde, me voy, al parecer en el cielo escuchan mis súplicas.-dijo divertido mientras salía de ahí.

-Ahora debo armar esta porquería de nuevo, agh maldito árbol.-maldijo Sebastian.

Llego al colegio, la más grande hazaña de su vida, correr diez cuadras sin parar, claro que se olvido que tenía asma, eso sí era de valientes. Pero aunque llego, eso no significaba haberlo hecho temprano, la puerta se estaba cerrando, corrió de nuevo lo más rápido que pudo, y logro meterse.

Corrió a su salón y el profesor todavía no había llegado. Se sentó al lado de su mejor amigo Undertaker y suspiro de manera profunda.

-Veo que alguien está cansado.-dijo el peliplata con burla.

-Cállate si no quieres salir volando por la ventana.-dijo Ciel mirándolo con enfado.

-Jijiji, alguien se levanto de malhumor, o acaso…¿se levanto adolorido?.-dijo en burla el raro niño.

-¡Que te calles!.-le grito enfadado.

-Ya, ya, tranquilízate, no es para tanto. Oye, escuche que nos darán un nuevo proyecto para fin de año, varios niños dicen que este año, al profesor Grell le toco elegir el proyecto. ¿Qué crees que nos dará?.-preguntó curioso.

-Viniendo de ese loco, cualquier cosa.-dijo con cansancio el azulino.

-¡Alumnos!, ¿Cómo están?, no me digan, no me importa. He traído el proyecto de fin de año, como sabrán me ha tocado a mi elegir, y tengo el proyecto perfecto.-dijo con corazones en los ojos.

Todos se esperaban algo raro, pero no tanto.

Grell entro al salón varias cajas, al parecer una para cada alumno. Las repartió a cada uno, dejándolos extrañados.

-Bien, el proyecto consiste en…¡La crianza de un bebé!.-dijo de manera feliz.

-¡Eh!.-dijeron todos desencajados.

-Abran sus cajas.-dijo como si nada el pelirrojo.
Todos procedieron a realizar lo que dijo el loco del profesor. Dentro de cada caja había un bebé. Parecían tan reales que daban miedo, tenían una capa de piel de goma, con ojos demasiados raros y …diabólicos, estaban vestidos con un conjunto amarillo.

-Bien, de este proyecto depende su nota final, recuerden que es la nota más importante del año, esta nota determina si ustedes pasan o no de año. El proyecto, como ya les dije, consiste en cuidar este bebé. Obviamente la tarea no va a ser fácil. Cuando lleguen a sus casas, en la espalda de cada bebé encontraran un pequeño interruptor que los activara. Quiero que lo cuiden como si fueran de verdad, deben comprarle ropa, alimentarlo, bañarlo, cambiarlo y demás, si el bebé se pierde, se rompe o lo matan, están perdidos.-declaró.

-Profesor.-levanto la mano Ronald.

-Si Ronald querido.-dijo Grell.

-El bebé me mira feo.-mientras señalaba al bebé, haciendo reír a todo el salón.

-Oh, si te da miedo ahora, entonces cuando lo enciendas no podrás ni verlo.-mientras reía diabólicamente.-Bien, hoy salen temprano, ya que al estar a finales de año no hay pruebas o tareas nuevas. Que les vaya bien con los muñecos.-dijo Grell mientras salía corriendo.

Todos levantaron sus mochilas y se fueron a sus casas.

Cuando Ciel llegó al departamento, vio que el árbol estaba nuevamente armado, sonrió con ternura y diversión. Busco por todo el lugar al moreno, pero este no estaba, al parecer se había ido a trabajar, cuando fue a la cocina para comer algo, vio una nota pegada en el refrigerador.

Ciel:

He ido a trabajar como me aconsejaste, deje la comida hecha para que no tuvieras que cocinarla.

Te quiere, papá.

Pd: cuando llegue, te daré lo que en la mañana no pude…Oh si >:D

-Este idiota, hasta dibujo una carita y todo.-dijo con diversión.

Comió y se fue a mirar t.v, estaba aburrido, mucho, pero mucho. Entonces giro su vista a una punta del departamento, donde se encontraba la caja con el bebé dentro. Con flojera ‘camino’, (se arrastro) hacia la caja. Una vez tuvo la caja en manos, la abrió dejando a la vista al bebé diabólico. Lo saco y lo miro a los ojos, el bebé tenía una rara mirada, algo tramaba. Lo dio vuelta y puso el interruptor en ‘on’.

Al bebé le dio vueltas la cabeza, y movía sus manos y piernas descontrolado. Asustado lo dejo caer al suelo, parecía que tenía convulsiones.

Después de que el bebé dijo algo raro en un idioma inentendible, que Ciel tomo como ‘estoy encendido’. Vio como este parpadeaba cada una cantidad de segundos y gateaba, observando el lugar.

-Hey, tu, cosa.-le dijo Ciel.

El bebé dio vuelta completamente su cabeza, cosa que a Ciel le recordó la película ‘el exorcista’. Lo miró y parpadeo un par de veces, para después gatear descontrolado hacia él diciendo cosas inentendibles en su idioma, que Ciel capto por la sugestión como un ‘te voy a matar’.

Ciel asustado salió hacia el baño corriendo.

-Pero que mierda.-dijo Ciel agitado una vez dentro del baño.

Sebastian se encontraba llegando del trabajo, ‘cansado’, claro, si sentarse y jugar con su Xbox en su oficina en una pantalla plasma, era trabajo. Algo choco con su pie, dio vuelta su cabeza y lo que vio, no solo lo asusto sino que lo dejo desconcertado.

Un bebé golpeaba su cabeza contra su pierna.

-¡Pero qué carajo!.- gritó el moreno agarrándose de la mesa de la entrada.

-Ya llegaste, ese es mi proyecto.- dijo Ciel mirando raro al bebé.

-¿Tu proyecto?.-pregunto extrañado.

-El profesor nos dio este proyecto que determinara la nota final.- dijo con cansancio.

-¿Pero qué tiene que ver un bebé con el colegio?.-pregunto dudoso.

-Yo que sé, pregúntaselo al loco del profesor.-dijo enojado.

Sebastian con pesar, levanto al bebé, y lo vio a los ojos, ¡Dios!, era demasiado realista.

-¿Cómo lo cuidaras?.-preguntó desconcertado el moreno.

-No sé, pero tú me ayudarás.-dijo Ciel mientras cruzaba sus brazos.

-Ni loco, yo no te voy a ayudar a cuidar a esta máquina del demonio.-dijo enojado.

-Oh sí que lo harás, no querrás quedarte nuevamente en abstinencia.-dijo Ciel con una ceja alzada.

-tsk, no se vale.-dijo enojado.

De pronto el bebé comenzó a llorar descontrolado, y emitió un olor espantoso que hizo que Ciel y Sebastian hicieran una cara de asco. -Creo que…hay que cambiarlo.-dijo Sebastian mirando con asco al bebé.

-Muy bien, todo tuyo.-dijo Ciel, tratando de salir de la sala apurado.

-Ni de coña, tu vienes aquí y me ayudas.-dijo el moreno agarrándolo rápidamente de su remera.

-Pero…-

-Pero nada, es tu proyecto, yo te ayudo, pero tú te arriesgas conmigo.-dijo con una sonrisa malvada.

Ciel trago saliva ruidosamente y junto con Sebastian, pusieron al bebé en una pequeña mesa, de a poco le iban sacando todo el conjunto de ropa.

-Es niño o niña.-dijo Sebastian dudoso antes de abrir su pañal, oh bomba apestosa, como quieran decirle.

-No tengo idea.

-Pero como no lo sabes.-dijo enojado.-¿No abriste su pañal cuando llegaste?..-pregunto desconcertado.

-No, no sé si lo sabes, pero cuando tengo un bebé de juguete en manos, lo primero que hago no es abrirle el pañal para espiar que es lo que tiene entre las piernas.-dijo enojado.

-Bien, entonces a continuación lo sabremos.-dijo dudoso.

Sebastian abrió el pañal del bebé diabólico y en ese momento salto directo hacia su cara un chorro, de una sustancia amarilla.

-Jajajaja, creo que es niño.-dijo Ciel entre risas mientras veía la cara de Sebastian.

-Más vale, para tu bien y el de tu profesor, que esto sea jugo de manzana.-mientras se limpiaba con la ropa del bebé.

Ciel no podía parar de reír ante esto, realmente había sido divertido.

Sebastian termino de abrir por completo el pañal del bebé del diablo y vio que estaba manchado por una especie de plastilina verde.

-Ah no, esto no lo limpio.-dijo Sebastian, resignándose mientras se paraba.

-Sebastian, ven aquí, no me dejes solo con esta cosa.- dijo Ciel enojado.

-Yo no limpiare esa porquería, es peor que un bebé de verdad.-dijo el moreno enfadado.

-Lo haremos los dos, no podemos dejarlo así o seguirá llorando.-replico Ciel.

-Bi-bien.-dijo el mayor.

Se sentaron y mientras tapaban su nariz, comenzaron la tarea de desactivar la bomba. Con cuidado, después de media hora, el bebé, ya estaba limpio.

-Ah, al fin.-dijo Ciel cansado, mientras se recostaba en el sillón.

-Bien, creo que merezco una recompensa.-dijo el moreno mientras se tiraba sobre él y lo besaba.

-ngh, ¿no te cansas o no?.-pregunto el menor, entre jadeos, al sentir la lengua de Sebastian en su cuello.

-Claro.-respondió con una sonrisa el mayor.

Estaban besándose, apasionadamente, con desenfreno. Hasta que levantaron la vista, y vieron al bebé, mirándolos, como si tramara un plan malvado para dominar el mundo.

-Ese bebé es un depravado.-le dijo Sebastian a Ciel.

-Hey, no digas eso, el hecho de que tú lo seas, no significa que el pobre bebé también.

Siguieron besándose, hasta que vieron que el bebé se encontraba más cerca que antes.

-¿Ves?, es un depravado, quiere vernos haciendo cosas sucias, mejor desactívalo, me pone nervioso.-dijo Sebastian enojado.

-Ya, ya lo desactivo.-dijo el peliazul mientras iba hacia el bebé.

Lo dio vuelta y apretó su interruptor, pero entonces, una vos, la cual reconoció como la del profesor Grell, salió de la grabadora del bebé.

‘El bebé esta hecho, para que una vez que este encendido, no pueda apagarse nuevamente. Lo siento mucho por ti, suerte con el proyecto’.

El maldito de Grell había puesto esa grabación explicativa en el bebé.

Ciel y Sebastian estaban enojados, más que enojados, ese bebé les había cortado la inspiración.

-¿Y si lo golpeamos hasta que deje de funcionar?.-pregunto como si fuera lo más obvio del mundo él pelinegro.

-Claro que no, si lo rompo seguramente el profesor me desaprueba, mejor lo cuidamos como es debido, es tan solo hasta después de navidad. No puede ser tan difícil.-dijo el menor con una sonrisa nada convencida.

Primer día, del bebé en la casa:

El bebé se portaba bien, no lloraba, comía todo lo que le daban, no debían cambiarle tantas veces el pañal, para su suerte. Pero debían comprarle ropa.

-¡Sebastian, vamos, cerrara la tienda!.- grito Ciel desde abajo con el bebé en brazos.

-No, no voy a ir.-respondió Sebastian enojado.

-¿Ah que le tienes vergüenza maldito idiota?, baja de una vez, no me hagas ir por ti.-le replicó enojado.

-Te parece poco, tener que ir con un bebé de mentira, a comprarle ropa, y encima yo debo usar esto.- reprocho el pelinegro, mientras bajaba por las escaleras con un cangurito en su pecho.

Ciel dio de todo su esfuerzo para no reírse y burlarse de él.

-Vamos, te verán como un padre mas, no creas que eres le primer hombre que usa esa cosa.-dijo dándose la vuelta y tapándose la boca para no largar una carcajada.

-Tsk, te estás riendo.-le dijo enojado el moreno.-dame a ese pequeño monstruo.-mientras intentaba sacarle al bebé.

-No le digas así, se está portando bien, no invoques su llanto.- le dijo enojado mientras le daba al bebé en brazos.

Una vez que Sebastian ya tenía al bebé colgando de su pecho, salió junto con Ciel a recorrer el centro comercial. Estaba de más decir que Sebastian quería tirarse a un pozo y no salir nuevamente. La vergüenza calaba sus huesos teniendo a ese engendro colgando de sí. Si fuera por él, ya lo hubiera tirado al río más cercano. Pero entonces, Ciel se enojaría y lo dejaría en abstinencia, por lo menos, un par de años.

Llegaron a una tienda, donde en la vidriera podía verse las miles de prendas de bebé que había. Entraron y comenzaron a buscar ropa para el bebé.

-Espera aquí, iré a buscar ropa para dormir, enseguida vengo.-le dijo Ciel al pelinegro.

-¡Es-espera, no me dejes aquí con esta cosa!.- le dijo enojado. Pero Ciel ya se había ido.

Sebastian miro al bebé, por demás enojado. Por culpa de ese muñeco de porquería hace horas que no intimaba con su amado niño, siempre aparecía ese bebé, acechando, viendo desde lo lejos, esperando que suceda algo sucio. Era un bebé degenerado.

-Te odio.- le dijo Sebastian.-por tu culpa no pudo hacer mío a Ciel, ojala, que cuando el proyecto de Ciel termine, te traiga a casa de nuevo, y juro, que te hare sufrir.- le hablaba a la maquina el moreno.

De pronto el bebé comenzó a llorar desesperado, como si hubiera entendido las palabras de Sebastian.

-Era broma, era broma.-repetía el moreno nervioso, al ver como la gente de alrededor lo miraba.

El bebé no paró, ahora gritaba, como nunca. Sebastian estaba enojado.

-¡Ya cállate!.-grito Sebastian, enojado saco al niño del canguro y comenzó a golpearlo contra un mostrador de ropa.-¡¿Cuándo te callarás?!, ¡Me enloqueces!.- le grito enojado, tratando de sacarle la cabeza.

La gente de alrededor, lo miraban, asustados, claro, porque para los ojos de los demás, Sebastian estaba golpeando a un bebé, lo que no sabían es que era de mentira.

Sebastian siguió golpeando al bebé contra el mostrador hasta que este vomito una sustancia verde sobre este. En ese momento llegó Ciel con un pijama pequeño, el cual se le cayó de las manos, al ver a Sebastian golpeando al bebé contra el vidrio

-¡¿Pero qué haces?!, estás loco dámelo.-le grito enojado Ciel mientras le sacaba al bebé de las manos.

-Ese bebé esta endemoniado, ¡no me haces caso!, mira lo que vomito, dime, ¿es normal esto? , ¿Lo es?.-le pregunto enojado.

-Con un demonio Sebastian, es un bebé de mentira, una maquina inanimada, deja de hacerte la cabeza maldito paranoico.- dijo mientras salía de la tienda.

Sebastian enojado vio como el bebé volteaba la cabeza y le miraba, con ojos de victoria, Sebastian afiló la mirada.

Ahora recorrían las tiendas, buscando una juguetería, donde poder comprar algo para el bebé.

-Mejor vamos a una juguetería mía, ahí sacaremos lo que queramos gratis.-dijo Sebastian agotado.

-No, lo compraremos en otra, tú siempre consigues todo fácil.

-Es mi empresa, sino consigo las cosas gratis debería suicidarme.-le dijo con burla.

Entraron a una juguetería enorme, no era de Sebastian, eso era lo que quería Ciel, cosa que enojo al moreno. Una vez allí, comenzaron a buscar juguetes para el bebé.

-Toma, cuídalo bien esta vez, trata de no estrellarlo contra otro mostrador.-le dijo mientras se alejaba de él en busca de juguetes.

Sebastian lo miro directo a los ojos, como queriéndolo matar con la mirada.

-Mejor te dejaré en el suelo, no quiero más problemas.-mientras dejaba al bebé.

Se dio la vuelta un momento para ver donde estaba Ciel, este se encontraba dando pequeños saltitos tratando de alcanzar un juguete de un estante bastante alto. Cosa que le enterneció, pero en ese momento, un chico se acercó a Ciel y le alcanzó lo que necesitaba. Ciel solo le sonrió falsamente en agradecimiento, pero Sebastian comenzó a hervir de los celos, pensaba ir hacia él, pero un ruido le llamo la atención.

Vio a unos metros de él, al bebé, al lado de un gran cubo lleno de pelotas, el bebé lo miraba serio, acercando una de sus manos a la manija de la puerta de ese gran cubo.

-No lo hagas.-susurro el moreno enojado.

El bebé esta vez depositó la mano en la manija de la puerta del gran cubo.

-No lo hagas.-volvió a susurrar más que enfadado.

¡Pum!.

Un tsunami de pelotas enormes iban hacia él.

-…Mierda.-susurro el pelinegro antes de ser arrasado por ese tsunami

Quedo bajo todas esas pelotas, las cuales eran pesadas, vio hacia adelante, y vio al bebé sonriendo malévolamente mientras se alejaba.

-¡Sebastian!, ¡Pero qué haces ahí!.- pregunto Ciel asustado al ver a Sebastian inundado en pelotas de goma.

-El bebé conspira contra mí.-dijo enojado.

-¡Dios!, ya pasaste mis límites, me voy al supermercado a comprar la comida del bebé.-dijo enojado mientras salía de la tienda.

Sebastian solo suspiro con pesar. ¿Tan difícil era creer que un bebé de mentira conspiraba contra él?

-Mmm, señor, debe pagar por los daños- dijo una chica extrañada al ver al pelinegro tirado en el suelo.

Volvio a suspirar.

Fue al supermercado, donde Ciel había ido, lo encontró ahí, con un carro, viendo la comida especialmente para bebés, suspiro y se acercó a él.

-Ciel.-susurró.

-Al fin apareces, pensé que te quedarías a nadar en ese mar de pelotas.-dijo desinteresado.

-¿Por qué no me crees?.-dijo enojado el mayor.

-No sé, ¿será porque estas alegando que una maquina inanimada quiere destruirte?.-pregunto sarcástico.- Ten cuidado, tal vez, por ahí también por la webcam de la computadora, nos espía el gobierno de los Estados Unidos.

-Ya, ya, tal vez estoy estresado, y por eso mi mente me está jugando una mala pasada.-mientras suspiraba cansado.

Ciel lo vio con lástima y ternura, miro a ambos lados asegurándose de que nadie veía y le dio un beso apasionado. Sebastian impresionado le correspondió. Luego de unos segundos se separaron.

-Te prometo que cuando lleguemos a casa, hare algo para sacarte ese estrés.- le susurro en su oído sensualmente.

-Mmm, ya quiero llegar a casa.-dijo divertido.

-Oye, necesito ir a buscar unas cosas que faltan, toma al bebé y esta vez, trata de que no te mate.- dijo con burla, mientras iba con el carro a otra góndola.

-Tsk.-chasqueo el pelinegro.

Miró al bebé, por más que Ciel dijera lo contrario, sabía que el bebé algo tramaba, la máquina, la tenía contra él.

En un momento Sebastian vio en un estante, en donde se encontraban distintos libros con recetas de cocina. Interesado se acercó. Dejando al bebé, sin darse cuenta, sentado sobre otro estante.

Después de darle una ojeada al libro y decidir que lo llevaría. Se acordó del bebé. Apurado miro hacia atrás, y este ya no estaba.

-Hay no, hay no.-susurraba el pelinegro para sí mismo.

Comenzó a buscarlo por todos lados, y lo hayo. ¿En dónde?, parado sobre una pirámide de botellas de coca cola, el bebe había armado al parecer, un dominó de pastillas de menta, que amenazaban con caer dentro de las botellas de coca cola.

Vio como el bebé acercaba su dedo a una menta a punto de tirarla.

-No lo hagas.-susurro.

El bebé acercaba cada vez más su dedo.

-No lo hagas- susurró de nuevo.

El bebé en un movimiento rápido, tiro la pastilla, haciendo que esta, justamente, en efecto dominó, tirara las demás, cayendo todas dentro de las botellas. Estas fermentaron y …

3…2…1 ¡Pum!, maremoto de coca cola.

Sebastian vio como todo ese líquido se acercaba hacia él, a toda velocidad.

-…Mierda.-susurró

Fue arrasado, pero ahora por gaseosa, ¡Agh!, mataría al bebé

La gente alrededor, miraba impresionado todo este escenario. Ciel se acercó a ver porque tanto bullicio, y vio a Sebastian tirado, empapado en gaseosa. Estrangulando al bebé.

Se acercó a él, le quito al bebé de los brazos, y se fue caminando enojado, con una bolsa en mano.

Llegaron al departamento, un moreno, mojado, golpeado y asqueado, entro, pisando fuerte. Seguido de un Ciel cargando un bebé con sonrisa satisfactoria.

Sebastian fue hacia el baño, se ducho, se tallaba la piel con la esponja de manera fuerte, estaba en demasía enojado. Quería matar a todo el que se le acercara. Salió del baño, con tan solo una toalla en su cintura. Y vio algo que lo dejo atónito; Ciel arrodillado en la cama, desnudo, con un lazo rojo alrededor de todo su cuerpo, y unas orejas de neko en la cabeza.

-Creí que merecías una recompensa por todo lo que sufriste hoy.- dijo el menor con vos inocente.

Bien, su enojo se fue al diablo, si después de un día como ese, podía tener a un Ciel así, entonces valía la pena.

Sin pensarlo dos veces, se abalanzo sobre el menor. Esa noche, no pararon hasta ver el amanecer.

Segundo día, del bebé en la casa:

Era el día del baño, Ciel se encontraba desnudando al bebé para meterlo en la bañera. Hasta que el timbre del departamento sonó.

-¡Sebastian!, prepara el baño del bebé.-gritó Ciel mientras salía a atender a quien había llegado.

Sebastian salió de su oficina, donde se encontraba viendo unos papeles, para ir a preparar el baño. Cuando llego a este, abrió la canilla de agua caliente y la regulo con la de agua fría, para luego, echar una esencia que perfumaba el agua y provocaba burbujas.

Salió y fue de nuevo a su oficina.

Ciel entro de nuevo al departamento, Undertaker había venido para entregarle unos papeles de la escuela. Porque ese día había faltado ya que, la noche anterior no había dormido mucho por la sorpresita que le dio a su padre.

¡Sebastian!, ¿ya preparaste el baño?.-le pregunto Ciel desde abajo.

-Si ya lo hice, ahora baña al monstruito.-le grito desde arriba.

-Tsk.

Ciel agarró al bebé en brazos y fue al baño.

Media hora después…

Salía un Ciel, lleno de espuma, mojado, resbalando debes en cuando. Con un bebé en brazos, justo en ese momento pasaba Sebastian, quien al verlo así se impresiono.

-¡Que te paso!.-pregunto asustado.

-¿Cuánta esencia de burbujas le pusiste al agua?.-pregunto enojado.

-Yo-yo le eche lo justo y necesario, lo juro.-dijo nervioso.

En ese instante, vio como el bebé, sacaba una mano de atrás suyo y le mostraba el frasco de esencia de burbujas vacío.

-¡Tú!.-dijo enojado señalando al bebé.

-Tsk, maldición Sebastian, no culpes al bebé de tu incompetencia.-dijo enojado mientras se iba a la habitación.

Sebastian solo afilo su mirada al ver la sonrisa malvada del bebé.

A pesar de que la tarde había sido bastante…abrumadora, llego el momento de tranquilidad, donde el bebé dormía, y él podía hostigar a Ciel hasta lograr que se acostaran.

Fue hacia la habitación. Y vio al niño viendo un álbum de fotos, curioso se acercó a él.

-¿Qué haces Ciel?.-pregunto con una sonrisa.

-Estoy viendo estas fotos viejas.-dijo también con una sonrisa.

-A ver, préstamelo.-dijo divertido mientras se lo sacaba de las manos.

-Oye, no, hay fotos privadas.-dijo enojado tratando de sacarle el álbum.

Sebastian pasaba página tras página viendo al amor de su vida, desde más pequeño. Cosa que le enterneció, hasta que vio una foto que lo dejo paralizado, y después se echo a reír estrepitosamente, tanto que le dolía el estómago.

-¡Que te causa tanta gracia!.-pregunto enojado el menor.

-Jajaja, es que, jajaja, mira esta foto, esta la voy a imprimir, te aseguro quiero varias copias de esta.- dijo divertido mientras le mostraba la foto.

En la foto, se encontraba un Ciel desnudo, haciendo un puchero. Con tan solo, tres años de edad, señalando el suelo, donde había un helado todo lleno de hormigas.

-¡Sebastian!, ¡Dame esa foto!.- dijo sonrojado hasta las orejas.

-Jajajaja, no, la adoro, esta es mía.- mientras salía corriendo de la habitación.

-¡Ven aquí!.- grito el menor persiguiéndolo.

Paso toda la tarde tratando de recuperar la foto, pero su padre ya había sacado suficientes copias para guardar, que vergüenza, porque le pasaba eso a él, ahora tendría a su padre, todo el santo día burlándose de él.

Ah pero no se iba a quedar así, el también podía jugar sucio. Llamo a Claude, y le conto lo ocurrido. Y le pidió algo que lo ayudara.

-Claude, por favor, necesito que me des una foto de Sebastian, la más vergonzosa que tengas.-dijo desesperado.

-Ah es que no se, Sebastian me va a matar.

-Por favor tío Claude.-dijo con vos inocente.

-Rayos, siempre me puedes con eso. De acuerdo, te enviare una que guardo personalmente, ya que fue cuando le gane una apuesta y tuvo que hacer algo realmente vergonzoso, te la envío por fax, hablamos luego.-mientras cortaba el teléfono.

Ciel espero toda la tarde en su computadora, hasta que recibió una foto, y que foto era, sus risas llenaron todo el phenthouse, tanto que despertó al bebé, se había caído de la silla de tanto reír.

Sebastian que justo pasaba por ahí, se impresiono al ver a Ciel riendo tan encantadora pero escandalosamente.

-Ciel, ¿porqué te ríes tanto?.-pregunto con una sonrisa dudosa.

Ciel como pudo se levanto del suelo, y le mostro la foto que tenía en manos.

Esta mostraba a un Sebastian, también con un puchero, con unos veinte años, vestido de cereza gigante.

Sebastian borro su sonrisa y palideció.

-¿De dónde sacaste esto?.-preguntó enojado.

-Jajaja, no, no importa, ahora yo también tengo una foto favorita, esta me la quedo.-dijo arrebatándosela, y corriendo a encerrarse en la habitación.

Sebastian estaba enojado, esa foto no podía poder ser vista por nadie. Oh seguramente quedaría en ridículo.

Tercer día, del bebé en la casa:

Ciel se había dormido, y el bebé, aprovecho para ir a la sala, donde se encontraba la computadora. Con una sonrisa malvada, apretó un botón de la máquina de fax. Volvió junto a Ciel, fingiendo que no había pasado nada.

Sebastian vio a su Ciel, vio como dormía respirando lentamente. Sonrió con ternura, se levanto con cuidado, tratando de no despertarlo, para ir a trabajar.

Se preparó un café como de costumbre y salió rumbo hacia su empresa. Pero algo andaba mal, la gente pasaba a su alrededor, y se reía de él. Entonces, lo vio, la empresa estaba empapelada, de su foto, la foto que Ciel tenía, el vestido de cerecita gigante. Fue hacia su oficina, de manera rápida, dispuesto a llamar a Ciel, pero entonces, vio una foto que lo dejo desconcertado, la foto del bebé. Entonces lo supo, supo quien fue.

El bebé, la tenía contra él.

Así transcurrió el resto de la semana, hasta que llego el anteúltimo día, y el bebé había sufrido un golpe que…lo desarreglo un poco.

Había pasado una semana, dentro de unas horas sería noche buena, todas las casas estaban decoradas con luces de colores, la nieve cubría la ciudad, creando un ambiente romántico.

Y bueno…Sebastian y Ciel estaban que no daban más. Ambos estaban despeinados, mal vestidos, con ojeras. Cuidando al estúpido bebé, que no había dejado de llorar hace tres días.

-Agh, ¡lo voy a matar!-grito el mayor desesperado.

-No podemos, es más, es hora de darle de comer.-dijo adormilado.

Sebastian trato de ayudar a Ciel, puso un plato de comida para el bebé, y otro para que Ciel comiera.

Ciel con una cuchara. Trataba de darle la papilla, pero el bebé negaba con la cabeza una y otra y otra vez. Es más, el bebé agarro la cuchara con papilla y se la tiro en la cara a Sebastian.

-Ahhh, hijo de…

-Ya Sebastian, deja al estúpido bebé.- dijo Ciel de nuevo adormilado.

Si el bebé no comía, Ciel lo haría, agarro su tenedor, e iba a llevárselo a la boca, pero del sueño qué tenía, su cabeza cayó dentro del plato de comida. Se había quedado dormido.

Sebastian lo miro con diversión, pero también con tristeza. El no quería pasar así noche buena, se suponía que debían cenar algo preparado por ambos, brindar y mirar los fuegos artificiales. No tenían que estar al borde del colapso, cuidando un bebé de mentira y encima con mirada aterradora y un Ciel descansando su cabeza entre los macarrones con queso.

Sebastian, mas que enojado, agarró al bebé que seguía llorando, y se lo llevo con él, en ese instante, como si fuera instinto paternal, Ciel se levanto de la silla, persiguiendo al moreno.

-¿Qué haces?, deja al bebé en el suelo.-dijo enfadado.

-No, lo encerrare en el balcón por hoy.-dijo enojado.

-No puedes, debo cuidarlo.-dijo desesperado.

-Al balcón dije.

Cuando se encontraban en el preciado balcón, Ciel comenzó a forcejear con Sebastian por el bebé, el lo agarraba de las piernitas mientras Sebastian de sus brazos.

-Dame al bebé Sebastian.-dijo Ciel enojado.

-Que no, se quedará en el balcón.-le dijo Sebastian en el mismo estado.

Ambos forcejearon tanto, que en un momento, lo soltaron sin querer, y el bebé cayó al vacío.



-Mierda.-dijeron los dos al mismo tiempo.

Era noche buena, en el departamento, se encontraban Ciel, Sebastian, Claude y Undertaker. Ciel había invitado a su amigo para que pasara la navidad con él, no por nada era su mejor amigo.

Habían cocinado entre todos, se encontraban todos comiendo. Extrañamente, el bebé de Undertaker estaba callado, Undertaker lo había vestido totalmente de negro, con dibujos de ataúdes.

Todos, terminaron de cenar, y comenzaron la cuenta regresiva para navidad. A las doce en punto, todos con una sonrisa brindaron.

Ciel salió al balcón del departamento, y vio junto con Sebastian, el cielo oscuro, con tan solo una estrella muy brillante.

-Feliz navidad, mi Ciel.-le susurró un pelinegro por detrás, mientras le abrazaba.

-Feliz navidad, papá.- dijo Ciel con una sonrisa mientras lo abrazaba, como podía, ya que tenía la copa en su mano.

-Esta es la primera vez, que paso una navidad tan feliz.-declaro Sebastian con una sonrisa.

-¿Por qué?.-preguntó Ciel desconcertado.

-Porque te tengo a ti a mi lado, eres todo lo que quiero y necesito, mi amor.-le dijo el pelinegro mientras le besaba.

Ciel le correspondió gustoso, y en ese mismo momento unos fuegos artificiales iluminaron toda la ciudad de Londres, creando una escena de puro romanticismo.

Ambos se separaron a penas del beso y se sonrieron.

-He preparado el postre, ¿vamos adentro?.-pregunto Sebastian.

-Adelántate, en un momento voy.-le dijo Ciel mientras le daba un pequeño beso en la mejilla.

-De acuerdo, pero no tardes.-dijo el moreno mientras entraba.

Ciel miro el cielo y vio la estrella brillante, la única que ahí había, entre los fuegos artificiales, alzo su copa y en vos alta exclamó.

-Feliz navidad, mamá.-dijo mientras sonreía con nostalgia.

A pesar de que su madre no estaba en su lado, ahora tenía una nueva familia, que el amaba, tal vez su vida era rara, pero era lo único que necesitaba para ser feliz. Su madre siempre estaría en su corazón. Sería por siempre, su ángel de la guarda. Y sabía, que ella estaría contenta de verlo tan feliz al lado de Sebastian.

Esa noche, no durmió en la cama con Sebastian como siempre, esa noche no se entregaron mutuamente como hacían día tras día. Tan solo, ambos se acostaron contra el sillón, sentados en el suelo, y se durmieron mirando las luces del árbol de navidad. Ese día, solo necesitaban palabras mudas.



Iba nuevamente apurado, llegaba tarde al colegio, porque a su padre, le había dado ganas de tener un ‘rapidito’ antes de irse a trabajar, con dolor en su espalda baja, ya que todavía no se acostumbraba, salto la reja del colegio, llegando al salón de clases con la lengua afuera.

-Phantomhive, llega tarde, espero que traiga su proyecto, mire que todos los bebés tienen un control donde puedo ver si lo cuidaron como es debido o no.-dijo Grell enojado por el retraso del menor.

-Mmm, si aquí…aquí tengo a mi bebé.- dijo Ciel mostrándole la caja.

-Supongo que lo abra sacado de ahí, ¿Oh no?.-pregunto grell con duda.

-Sí, tome.-dijo dándole la caja y quedándose al lado del profesor.

Grell abrió la caja, y con lo que se encontró. Sacó al bebé, o mejor dicho, ahora, deformidad. El ’bebé’, estaba cubierto por cinta aislante, con una pierna en la cabeza, un brazo en el estómago, y le faltaba un ojo.

Todo el salón se echo a reír al ver el bebé de Ciel.

-¡Pero que le hizo al bebé!.-gritó Grell de forma escandalosa.

-Bueno, digamos que se cayó de unos, veinte pisos, pero si lo nota, su cámara de grabación sigue intacta.-dijo con nerviosismo, mientras señalaba la supuesta espalda del bebé deforme.

-¡Que!, ¡Pero qué hubiera pasado si el bebé fuera de verdad!.-le grito enojado.

-Creo que no me encontraría dentro del país profesor.- dijo Ciel.

Después de estar un par de horas insistiéndole al profesor, este, con suerte, le aprobó el año, cosa que Ciel agradeció como nunca. Pero antes de irse del salón, vio como el bebé ahora deforme, le miraba con un solo ojo de manera diabólica. Salió cuanto antes tratando de no ver atrás nuevamente. Tal vez, y solo tal vez, Sebastian tenía razón. Y ese bebé, no era solo una máquina.
Notas finales:

Puse algo que hiciera reír un poco, ya que se acercan momentods difíciles en la trama de la historia, y créanme, van a extrañar capítulos como este. Sin mas, me despido.

 

Besos mis lectoras :3


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