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Amor incomprendido por Etsuko Kagayaku

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Notas del capitulo:

Aquí les traigo un nuevo cap, como ya les dije, pienso terminar primero este fic, para continuar con monócromo amor. Espero les guste. Ahora verán el porque de Claude. Aunque falta mas para descubrirlo por completo y un par de 'sorpresas mas' xD si se les puede decir así.

Una de sus manos se dirigió a su corazón. Sentía como este palpitaba con fuerza, parecía querer salir de su cuerpo. Su respiración se agitó de tal manera que casi se ahoga. Trató de levantarse, pero las piernas le fallaron y cayó al suelo de rodillas. El profesor Dorian quien observaba el actuar del pelinegro. Asustado fue hacia su lado y trató de ayudarlo. Pero Sebastian sin mediar palabra alguna, salió de la ensoñación amarga en la que se encontraba, para luego salir corriendo del hogar de su ex-profesor.

No le importó absolutamente nada, cruzaba las calles a toda velocidad sin importarle los autos que pasaban. Los peatones lo miraban extrañados al verlo en tan extrema desesperación. De pronto un sonido lo volvió a la realidad. Su teléfono sonaba. Sin dejar de correr atendió.

-'Hola'.

-'Señor Michaelis, soy Undetaker nuevamente, quería preguntarle si...'

-'¡Undertaker!, necesito que me respondas algo sumamente importante. La noche que tu y Ciel se infiltraron en mi empresa, ¿En que lugar de esta encontraron el maletín de Rachel Phantomhive?'.

-'En su oficina, aunque no entiendo por...'

-'¿Recuerdas como era la oficina?.

-'No muy bien, ah si, espere, recuerdo que era espaciosa y tenía un gran piano de cola, en la tapa de ese es donde encontramos el maletín de la madre de Ciel'.

Sebastian quedó helado nuevamente. Porque el único piano que se encontraba en la empresa era en la oficina de Claude.

Cortó el teléfono sin importarle las réplicas del albino del otro lado de la linea.

Mientras corría hacia la casa de Claude pensaba en todas esas pistas que el pelinegro le había dado de manera inadvertida. Realmente todo cuadraba. Recordaba cada una de las advertencias encubiertas que su amigo le daba.

...

-Voy a vigilar un poco más a Ciel, no quisiera que nada malo le pasara. Aparte, últimamente andan pasando cosas raras, como en la empresa, recuerda que la semana pasada entraron a robar y no se llevaron absolutamente nada

-'En momentos como este solo queda no confiar en nadie, esa es la regla de supervivencia'.

...

-Recuerdas el escribano, ese tal John, quien me dio la custodia de Ciel, bueno, parece que lo asesinaron.

-¿Lo mataron?.

-Sí, ¿No te parece raro?.

-Bueno, las personas que siempre están involucradas en distintos casos en la ley, siempre van a tener enemigos, apuesto cualquier cosa que quien lo asesino quería saldar cuentas.

-Sí, pero siento pavor. Al ser el escribano quien atendió nuestro caso, temo por Ciel, no quisiera que nada le sucediera.

-'A veces el peligro está más cerca de lo que pensamos, pero tú eres su padre y sé que lo cuidaras'.

...

-No entiendo nada Claude. No entiendo que es lo que Ciel y yo tenemos que ver en esto. No creo haber hecho el mal de una manera tan desmesurada como para merecer esto.

-'Algunas cosas no son secuenciales Sebastian, el bien no lleva al bien, ni el mal al mal, hay quien roba con total impunidad, viven como reyes, otros mienten, engañan, y les votan, otros se paran para ayudar a alguien en la carretera y un camión los atropella en un descuido, no hay explicación para eso. Como juegas tus cartas es lo único que importa, mírame, ¿Comprendes lo que te digo?'.

...

Las advertencias siempre habían estado ahí, mas el nunca las había visto, era su amigo, el que conocía prácticamente desde la infancia. Realmente era difícil creer que el, justamente el, había sido quien había secuestrado a Ciel, quien había amenazado a Rachel, y quien siempre había estado detrás de todo.

Llegó a la casa de Claude nuevamente. Dispuesto a golpearlo y preguntarle por su hijo y demás explicaciones que debería dar. De pronto su celular sonó nuevamente, un mensaje de un número desconocido se vio en la pantalla.

-'Tu tiempo se agota'.

Enfadado y sin darle importancia a lo que decía el mensaje. Llamó a la policía, anticipándose a lo que haría, una ves que estuvo seguro que estos llegarían en menos de cinco minutos. Entró a lo que sería el hogar de su amigo.

-¡Claude!.

-Sebastian, te estaba buscando yo...

El pelinegro no pudo terminar de hablar ya que Sebastian lo había golpeado en el rostro. Logrando tirarlo al suelo.

-Se-Sebastian.

-¡Tu!, ¡Maldito hijo de puta!, ¡Dime donde esta mi hijo!.

-Yo...

Sebastian pateó su estómago, logrando que escupiera sangre mientras se retorcía en el suelo de dolor.

-¡Habla de una ves por todas carajo!.

De pronto unas luces se vislumbraron por las ventanas de la mansión. Ambos pudieron escuchar como unas sirenas sonaban inquietantemente y como frenaban unos autos. Claude aún con dolor se levantó del piso y corrió hacia la puerta trasera. Sebastian salió corriendo a por el. Pero ya no había escapatoria.

Claude una ves que salió por la puerta trasera, creyendo que lograría librarse de todo. Chocó contra un policía cayendo nuevamente al suelo. Solo pudo percibir como lo esposaban.

-Claude Faustus, está acusado de secuestrar a Ciel Phantomhive, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que haga y diga será usado en su contra.

Fue metido en el auto, viendo por última ves a su amigo Sebastian, quien lo miraba con repudio desde la entrada de la mansión. Agachó su cabeza evitando ver ese rostro.

...

Se encontraban mas de diez policías en la mansión de Claude, buscando alguna prueba que diera con Ciel, Sebastian los ayudaba, ahora había una nueva esperanza de hallar a su hijo. Buscaron por cada lado recóndito de la mansión no hallando ni un solo indicio. Estaban a punto de abandonar la búsqueda, cuando un crujido se escuchó bajo sus pies.

-¿Que fue ese sonido?-preguntó uno de los oficiales.

Sebastian solo lo miró con extrañeza y volvió a apretar su pie contra el suelo, escuchando nuevamente el crujido. Una idea cruzó por su mente y sin pensarlo dos veces, levantó la alfombra. Encontrando unas maderas sobresalientes.

Con sus manos comenzó a forzar las maderas, lastimándose en el intento, hasta que logró sacar una. Así sucesivamente llegando a sacar mas de diez maderas ante la mirada atónita de los detectives y los policías.

Una pequeña escalera hizo aparición. Bajó por esta junto con otros policías como respaldo. Se impresionó al ver la habitación.

Esta era completamente de ladrillos, había tan solo una silla y un pequeño televisor. Había una extraña luz verde que alumbraba todo de manera fantasmal.

-¿Que es esta habitación?.-se preguntó a si mismo sin entender.

-Señor Michaelis, en esta habitación pudo haber estado su hijo.-dijo uno de los policías mientras alumbraba un poco mas la habitación con su linterna.

Sebastian la miró un poco mas, descubriendo una cámara en una de las esquinas de esta.

-Quiero que investiguen las grabaciones recientes que se encuentran en esa cámara. ¡Analicen por completo todo esto!- Dijo Sebastian mientras subía las escaleras escuchando la afirmación de los policías.

Agarró el auto que se encontraba en el garaje de la mansión, saliendo rumbo a la comisaría. Claude debía explicarle muchas cosas.

Estacionó el auto, bajó rápidamente de este y entró a la comisaría, preguntó por Claude y le dijeron que este estaba en la sala de interrogatorios. Sin siquiera pedir permiso se adentró en esta. Encontrando al pelinegro con la cabeza gacha.

Respiró profundo para no partirle la cara nuevamente, una ves mas calmado, se sentó en una silla delante de el.

-Claude, dime donde está Ciel.

El pelinegro no contestó.

-Dime porque hiciste todo esto Claude. ¿Que te hicimos Ciel y yo?

Sebastian solo logró escuchar un leve sollozo, mentiría si dijera que no le partió el corazón escuchar a su amigo llorar, pero el era culpable y debía pagar absolutamente todo, además que todavía no había encontrado a su hijo.

De pronto Claude levantó su cabeza y miró a Sebastian mientras las lágrimas salían sin permiso de sus ojos.

-Yo solo quería...Ser feliz.

...

'St. Matthew's College'. La mejor escuela de Londres entero. Solo hijos de gente adinerada asistía a esta. Contaba de prestigio nacional y asistían las personas de la clase mas alta. Su familia no hacía la diferencia, era el hijo del empresario mas famoso en todo Londres, Gabriel Thomas Michaelis. El hombre con mas riquezas y poder en el mundo empresarial. Su madre, la hermosa Grace catherine de Michaelis. Famosa modelo, reconocida mundialmente por su despampanante belleza y carisma. Su familia era perfecta, no podía quejarse por nada. Había nacido entre lujos, siendo desde pequeño el centro de atención de sus padres. Era lo que se decía un 'niño mimado'.

Nuevamente miraba la entrada de su colegio, ese lugar era lo único que no encajaba con su categoría, y su profesor Dorian se encargaba de recordárselo cada día al ver sus estupendas notas. Sonrió al ver a su amigo de ojos ámbar sentado debajo de un árbol. Sigiloso se acercó hacia el queriendo asustarlo. Cuando pegó un grito esperando que el pelinegro saltara de su lugar, este solo bufó por lo bajo mientras abría sus ojos.

Suspiró con resignación.

-¿No hay nada que te asuste estúpido Claude?.

-Cállate imbézil.

-Alguien se levantó con el pie izquierdo hoy.

-No estoy para tus chistesitos de mierda Sebastian, ve a coger con alguna chica y déjame en paz.-Le respondió su amigo enojado mientras se levantaba del césped y entraba al hall del colegio.

Sebastian solo corrió hacia el y lo agarró del hombro.

-Ya, ya baja los humos que hoy no quiero guerra.

-¿Puedes dejarme en paz una ves en tu puta vida?, dije que no estoy de humor.-Sacó la mano de Sebastian de su hombro y se perdió entre los extensos pasillos.

-¡Ya vendrás arrastrándote!.-le gritó Sebastian enojado.

Una ves que perdió la silueta de Claude de vista, refunfuñó por lo bajo y se fue a su salón.

-Imbézil.

Pero Sebastian no era partícipe de la verdadera vida de Claude, sus ojos nunca vieron mas haya de lo que debían, a la hora de conocer verdaderamente a la gente, era realmente una persona inocente. Porque nunca imaginó, que el buen padre de Claude, el importante juez Carter Preston. El que siempre lo recibía en su casa con una sonrisa, era un traficante de personas, y que la bella madre de Claude, Emily. Era alguien de suma importancia en el 'negocio familiar'. A sus ojos, la vida de Claude era perfecta. Pero estaba equivocado.

...

Luego de entrar a su hogar, depositó las llaves en la pequeña mesa de cristal que había en la entrada, con pesar recorrió los lujosos pasillos de su mansión. Pero...una vos que se escuchaba en el estudio de su padre lo detuvo por completo. De manera sigilosa se escabulló hasta quedar detrás de la puerta entreabierta, por donde se filtraba aquella rasposa vos.

-No me importa que no tengas el dinero, o me pagas hoy mismo, o mandaré a mis hombres a hacer el trabajo sucio, te avisé con anticipación lo que sucedería si no pagabas el préstamo que te di. Lo siento mucho...

Tenía ganas de entrar a esa oficina y golpear a su padre, pero no podía, sabía que si se atrevía no viviría para contarlo. Sin quererlo perdió el equilibrio y tropezó, abriendo de un golpe la puerta dejando a su padre estático.

-Oh, Claude, ¿No te enseñé a no escuchar tras la puerta?.

Cerró los ojos, ya sabía lo que se aproximaba, su padre se acercó hacia el de manera rápida y le dio una bofetada que logró romperle el labio.

-Quiero que te prepares.

Con la cabeza gacha, se levantó del suelo mientras que con su mano derecha se limpiaba la sangre que manaba de sus labios.

-¿Para que padre?.

-Mañana llega un cargamento nuevo.-Dijo con una sonrisa.- Esta ves la hice en grande, vendrán mas de diez niños de entre diez y quince años.

Claude abrió los ojos impresionado, su padre siempre había traficado personas mayores, generalmente mujeres de entre veinte y treinta años, pero al parecer ahora vendería nueva mercancía. Indignado y perdiendo los estribos se atrevió a enfrentarlo.

-¡¿Como se te puede cruzar por la cabeza hacer algo así?!, ¡¿Sabes lo que esos sujetos le harán a esos pobres niños?!.

Cerró los ojos, esperando una buena golpiza por atreverse a enfrentarlo, pero esta nunca llegó. Abrió los ojos viendo como su padre con una sonrisa iba y se sentaba en su silla.

-Me importa poco y nada lo que le llegue a pasar a esos niños. Hoy en día las mujeres ya no son un buen negocio lucrativo. A los pervertidos de ahora le gustan los púberes.-Dijo mientras reía.

Miró el suelo con rabia mientras apretaba sus puños.

-Ya me oíste, prepárate porque mañana tu faltarás al colegio y me ayudarás a recibir el cargamento.

Si, cargamento, porque para su padre las personas eso eran en su negocio. Simplemente no eran seres humanos, eran cosas, esclavos que podían ser vendidos a un buen precio.

Salió del estudio de su padre y fue hacia la cocina, sentía la boca seca, solo quería tomar un poco de agua e irse a dormir porque el día siguiente sería uno agitado.

No abrió los ojos con sorpresa cuando entró a esta y vio a su madre, inhalando cocaína en plena mesa de la cocina. Pasó de largo esa horrible imagen de una mujer descompensada por los años y las drogas que carcomían su cerebro y metabolismo lentamente.

-Llegaste tarde niño.-le dijo su madre mientras tanteaba levemente su nariz.

Cerró los ojos con fuerza, recordando esos momentos cuando el era feliz. Su madre nunca había sido así. Recordaba como de pequeño lo cuidaba, le cocinaba una rica cena y lo arropaba por las noches. Todo cambió en un accidente. El cual la dejó con ataques de ansiedad, los cuales comenzaron a cambiar por completo su personalidad. Ya no era la madre amorosa que depositaba un beso en su frente cada noche. Ahora era la asesina que se drogaba cada día para tranquilizarse. Era realmente difícil aceptar que su madre, se había perdido por completo.

-Tuve un pequeño retraso.

Su madre pensaba seguir hablando, pero queriendo evadirla salió de la cocina escuchando el concierto de insultos que esta profería.

Llegó a su habitación, cansado del colegio, cansado de sus padres...Cansado de su vida.

Había tenido un intento de suicidio, pero este había fallado. Ya tenía absolutamente todo preparado. Un gran frasco de pastillas para dormir y una cómoda cama que guardaría su último sueño, no dolería, ya que dormiría y no volvería a despertar. Lástima que sus padres entraron a tiempo a su habitación, llevándolo apurados al hospital.

Recordaba perfectamente la buena golpiza que le habían dado sus padres.

Cerró sus ojos, pensando que al día siguiente nada mejoraría.

...

Nuevamente se escuchaba el sonido del despertador, que a través del ruido demostraba que aún se encontraba con vida. Suspiró pesadamente, ya cansado sin siquiera haber puesto un pie fuera de la cama. Luego de cambiarse apresuradamente, salió de su habitación directo para la entrada de su hogar. Su padre se encontraba fuera de este, pudo escuchar el ruido de un camión aparcando en la entrada. Esa era la señal que significaba que el debía salir.

Salió viendo como abrían la puerta trasera del camión, con resignación y lástima pudo ver como mas de diez niños, bajaban con a penas unos harapos que tapaban sus frágiles cuerpos, la mayoría lloraban y se encontraban en términos deplorables. Todos ellos estaban unidos por una larga cadena.

-Llévalos al sótano Claude.-Le pidió su padre seriamente mientras prendía un cigarrillo.

Agarró la cadena mientras cerraba sus ojos, realmente no quería hacerlo. Comenzó a caminar por un pasillo, el cual se hacía cada ves menos lujoso conforme caminaba con los niños. Llegó a una puerta de madera, la cual abrió. Una escalera se hizo lugar mientras el bajaba escuchando los sollozos de los inocentes que llevaba a su cargo.

Una ves en el sótano. Se encargó de sacarles la cadena a los niños. Estos ni siquiera se sacaban la venda que cubrían sus ojos, tenían miedo de lo que pudieran ver. Llegó el momento de abrir la última cadena y quedó impresionado.

Frente a el, había un niño que parecía mas pequeño que los demás, con extraño cabello color vino tinto. Pudo ver como este sollozaba y su respiración se agitaba demasiado. Le sacó la venda y el niño en menos de unos segundos abrió sus ojos, mostrando dos hermosas gemas rojas que lo dejaron prendado.

-¿Donde está mi mamá?.-preguntó el niño entre hipidos.

Saliendo de su ligera ensoñación se atrevió a preguntar por su nombre.

-¿Como te llamas?.

-...Thompson.

Sin saber el porque, con sus manos agarró el rostro del niño y limpió con sus pulgares las lágrimas que manaban de sus ojos.

-Descuida, yo no te haré daño, confía en mi, ¿Quieres?.

Vio como el niño asentía rápidamente para luego sentir unos pequeños brazos débiles que se posaban al rededor de su espalda, abrazándolo con fuerza.

Abrió los ojos con impresión, pero...Correspondió el abrazo que le daba el asustado niño.

Escuchó un grito de su padre, el cual le pedía que subiera nuevamente. Con pesar sacó los brazos del niño de su alrededor y trató de irse.

-¡No te vayas por favor!.

Vio nuevamente el rostro del niño y vio nuevas lágrimas.

-Regresaré, te lo prometo.

Luego de eso salió apurado, cerrando la puerta donde se encontraban todos los niños, y en especial, uno que había llamado por completo su atención.

Nuevamente fue hacia el estudio de su padre, el cual se encontraba fumando un cigarrillo. Luego de entrar se quedó callado a la espera de las órdenes de su padre.

-Hoy vendrán nuevos compradores a la subasta. Tu te encargarás de limpiar a todos esos mocosos, quiero que les pongas las mejores prendas.

Asintió levemente mientras salía del estudio.

Luego de pasar toda la tarde encargándose de los niños, bañándolos y demás, llegó el momento de alistar a Thompson. Bajó nuevamente al sótano, pudo ver al pequeño niño con la cabeza entre sus piernas. Movió su hombro levemente, el niño al instante levantó su cabeza, pudo ver como sus ojos se iluminaban, no entendía el sentimiento que recientemente lo había invadido.

El niño comenzó a realizarle preguntas, sin escucharlas realmente, se dirigió al baño. Una ves allí trató de sacarle la ropa para bañarlo, pero el niño se resistió.

-¡Por favor, no me hagas daño!.-le gritó el niño mientras se tapaba su cuerpo aún vestido.

-Nunca te haría daño.-Le dijo Claude mientras acariciaba su cabello.

Thompson lentamente tomó confianza y se dejó desnudar.

Claude veía fascinado el menudo cuerpo que tenía en brazos, nívea, delgado, sin siquiera una marca, la piel mas hermosa y suave que nunca había visto en su vida, que competía con la seda misma. Acarició levemente su torso, no con lujuria, sino con benevolencia, sintiendo el hermoso tacto en su mano. Pudo sentir como el niño temblaba levemente, prefirió detenerse, no quería asustarlo.

Lo metió en la bañera donde se encontraba la tibia agua cristalina. Pudo escuchar un leve suspiro de satisfacción de parte del niño. Sonrió enternecido.

Tomó un poco de shampoo y lo puso en su cabello, contemplando como este resbalaba por el cabello tan sedoso del niño. Levemente comenzó acariciar su cabello a medida que lo enjabonaba.

-To-todavía no me has dicho tu nombre.-dijo el niño en un susurro.

-Mi nombre es Claude.-le respondió con una sonrisa, raro gesto en el.

-¿Cuantos años tienes Claude?

-Yo tengo quince, tu tampoco me has dicho tu edad Thompson.

-Yo tengo así.-Dijo el niño mostrando siete de sus dedos. Acto que lo dejo enternecido a medida que abría los ojos sorprendido.

Al final era verdad, el niño era mucho mas pequeño que los demás.

Negó levemente con la cabeza, no quería imaginarse la cantidad de pervertidos que ofertarían por el, no solamente por ser tan menor sino por su increíble belleza.

Terminó de bañarlo y lo vistió con las ropas que ya traía, por la mañana debería vestirlo con buenas prendas.

Lo llevó nuevamente al sótano, donde le juró que al día siguiente regresaría.

Regresó a su habitación, pensando con tristeza que al día siguiente debería despedirse del niño que había captado su atención completamente.

...

Era realmente repugnante, hasta sus fosas nasales llegaba el olor a Whisky y a tabaco que desprendían los compradores. Una gran habitación, completamente oscura, asientos aterciopelados con un pequeño botón a su derecha, un pequeño escenario donde los niños se mostraban como pedazos de carne y a esos sujetos como los carnívoros que los devorarían una ves bajo sus garras.

Uno a uno se mostraba el desfile de inocentes que ese día serían vendidos, veía con tristeza como los niños estaban drogados para que no hicieran una escena en plena venta. La mayoría estaban desorientados y con una venda negra que cubría sus ojos, trajes provocativos nada acordes a su edad.

Pasó al vestidor principal, donde lo esperaba Thompson, vio como el niño tenía una mueca de verdadero terror en su rostro. Desvió la mirada mientras se acercaba a el y comenzaba a vestirlo. El niño temblaba irremediablemente.

Antes de terminar de vestirlo sintió unas manos que se agarraban a su camisa fuertemente.

-Por favor Cla-Claude, no de-dejes que me hagan daño.-Dijo el niño mientras lloraba fuertemente.

Sintió su corazón estrujarse, realmente no quería dejarlo ir, ese niño sería utilizado de la peor manera. El no tenía la culpa.

Sintió la puerta abrirse mientras que por ella pasaba su padre.

-Te tardaste demasiado, los compradores están esperando al niño.-Dijo su padre enojado mientras se acercaba amenazante.

En ese momento tuvo una idea.

-Padre, no te parece que por este niño pueden pagar aún mas de lo que están ofreciendo, míralo.-Dijo mientras señalaba a Thompson.- Por el pueden pagar el triple, lo vale cada centavo.-Dijo de manera fría mientras veía a su padre.

El hombre se quedó pensando unos largos minutos para luego asentir.

-Increíble, me enorgulleces hijo, estás aprendiendo muy bien.-Dijo su padre con una sonrisa prepotente mientras agarraba a Thompson del brazo y se lo llevaba a rastras del vestidor, mientras el niño lloraba y estiraba sus brazos para que Claude lo tomara.

Este solo se enojó con si mismo y siguió a su padre. Pudo ver perfectamente como tiraban fuertemente al niño contra el escenario y lo mostraban frente a la manada de animales.

La subasta comenzaba por los cinco millones, pero ninguno demostró interés en subir.

Pasaban las horas y era una nimiedad lo que habían ofrecido por Thompson. El plan de Claude había salido a la perfección, nadie tenia suficiente dinero para comprarlo, y se quedaría al menos unos días mas con el.

Ya sabía lo que se avecinaba.

Una puerta cerrándose fuertemente y los gritos de su padre enojado por no poder haber vendido al niño. El único que se había quedado en la mansión.

Luego de soportar las quejas de su padre. Fue hacia la cocina donde preparo un sándwich para llevarle a Thompson, el cual nuevamente se encontraba encadenado en el sótano. Luego de prepararlo fue hacia este, una ves allí dio de comer al niño, el cual demostraba tener demasiada hambre, no era de esperar, llevaba tal vez mas de dos días sin probar bocado.

Una ves que el niño terminó de comer, lo abrazó protectoramente, tratando de que se durmiera. Antes de que el niño cerrara los ojos le susurró por lo bajo.

-Te prometo que te quedarás aquí conmigo, no dejaré que te hagan daño.

Sintió el agarre del niño hacerse mas fuerte y luego una respiración pausada dio la prueba de que el niño se había dormido.

...

Ya llevaba faltando tres días al colegio, igual eso era algo que a sus padres no les importaba lo mas mínimo. Mientras se quedara en casa sin molestar era suficiente.

Pero esa tranquilidad se esfumó cuando su padre entró precipitado al sótano, diciendo que había un comprador interesado en pagar mas de diez millones por su niño. Porque en eso se había convertido desde que se había quedado con el. Lo había alimentado y cuidado como si fuera su propio hijo.

Sin poder soportarlo jugó sus últimas cartas.

-¡Por favor padre!, ¡No te lo lleves!.

-¿Te has encariñado con este mocoso Claude?, ¿Es eso?, ¡Contéstame!.

-No puedes llevártelo, es mío.-dijo en un susurro.

-Ja, ¿Tuyo?, estás equivocado, este niño tendría que haberse ido hace un buen tiempo de aquí, ya fue bastante misericordioso.

Sin pensarlo, dijo lo primero que se le vino a la cabeza.

-Deja que se quede y prometo hacer lo que me propusiste.

Pudo ver como su padre paró en seco y lo miraba medianamente sorprendido.

-Prometo dejar el colegio y...comenzar a ayudarte en tu 'negocio'. Solo deja que se quede, yo me haré cargo de el, no notaran que está en la casa.

Su padre vaciló unos segundos para luego soltar el agarre del niño, el cual estaba completamente asustado.

-Bien, pero mas vale que todo esto valga la pena, estoy perdiendo mucho dinero por tu culpa Claude.

Su padre salió del sótano dejándolo solo con el niño. Ese había sido el primer gesto amable que su padre le había dado por primera ves en su existencia.

Abrazó al niño con fuerza mientras lo veía a los ojos.

-Gracias Claude.-Escuchó susurrar al niño mientras el agarre se hacía mas fuerte.

-No tienes que agradecerme pequeño.

-¿Pe-pero ahora que haremos?.

-Ya no tienes porque seguir aquí, te prepararé una cama mas en mi habitación. Vamos.

Subió los escalones del sótano junto a Thompson. Pudo ver con una pequeña sonrisa como el niño veía todo el lugar impresionado. No era para menos, el lugar donde vivía estaba rodeado de lujos.

Llegó a su habitación la cual el niño veía con asombro. Era muy espaciosa, de un hermoso azul noche. Una gran ventana que mostraba los hermosos jardines, aunque no había muchos muebles era muy hermosa.

El niño fue rápido hacia la cama y dio unos pequeño saltos en esta aún sentado.

-¡Wau, que cama mas cómoda!.-Exclamó con una sonrisa mientras saltaba feliz.

Claude solo desvió la mirada para no sonreír nuevamente.

-Mañana me acompañarás a comprar un par de muebles, además de que debo comprarte ropa y demás cosas.-Dijo mientras se sentaba a su lado.

El niño solo lo observó con una sonrisa.

Luego de mostrarle por completo su habitación. Sin darse cuenta había llegado la noche. En ese momento Thompson se encontraba viendo las televisión sentado en la cama, mientras que el, pensaba que iba a decir en el colegio para justificar su salida.

Luego de meditar profundamente, llegó a una conclusión. Se giró sobre su silla y observó en silencio como el niño se había quedado dormido. Una sonrisa surcó su rostro.

Se acercó a la televisión, la apagó y luego apagó la luces. Con cuidado se metió en la cama y arrastró levemente el cuerpo de Thompson hacia el. Lo abrazó fuertemente mientras se perdía en el delicioso aroma infantil que emanaba del niño.

...

Abrió los ojos perezosamente, por alguna razón se encontraba mas cansado de lo habitual. De pronto se sobresaltó al sentir un pequeño bulto a su lado. Y entonces recordó completamente todo.

Destapó el bulto descubriendo a un hermoso niño, solo que la imagen lo cautivó aún mas. El niño se encontraba durmiendo con el dedo pulgar en su boca, en posición fetal y contra su pecho.

Podía jurar, que por primera ves en la vida. Se sintió feliz de despertar.

Movió despacio a su niño mientras seguía sonriendo, simplemente no podía parar de hacerlo. No era de sonreír, siempre se encontraba serio. Pero el hecho de que esa personita estuviera a su lado, alegraba por completo su ser.

El niño sacó su dedo de su boca mientras bostezaba y se tallaba con sus manos sus ojos. Sin abrir sus ojos por completo, se aferró a Claude no queriendo despertar, acción que logró ensanchar mas la sonrisa del pelinegro.

-Thompson. Recuerda que debemos ir a comprar varias cosas el día de hoy. Pienso comprarte un par de juguetes. Pero como veo que estas muy cansado lo dejamos para otro día.-dijo de manera maliciosa.

El niño se levantó de sopetón y fue en busca de sus ropas.

-Ya estoy listo.-dijo apresuradamente. Tanto que la remera se la había puesto al revés y los zapatos en el pie equivocado.

Claude rió divertido.

-Vamos Thompson, ven aquí, yo te ayudaré.

El niño se acercó a el y Claude lentamente comenzó a sacarle la ropa.

Thompson se sonrojó un poco ante la cercanía de Claude. No era para menos. Era quien lo había ayudado a que la 'gente mala' según el, no le hicieran daño, además de que lo cuidaba mucho y eso lograba que unas cosquillas en su estómago lo dejaran desconcertado.

En cuanto terminó de vestirlo, prosiguió a vestirse el mismo. Se sacó su ropa y una ves en unos bóxers negros prosiguió a buscar la ropa en su armario. Se puso una modesta camisa azul y unos jeans negros que se ajustaban a sus piernas. Una ves que terminó de vestirse. Pudo vislumbrar un sonrojo en el menor. Que le preocupó en sobremanera. Se acercó a este y puso una mano en su frente.

-¿Te sientes bien Thompson?, estás muy rojo.

De pronto apoyó sus labios sobre su frente, para verificar su temperatura.

El niño solo atinó a sonrojarse aún mas. Se separó levemente de Claude y le sonrió cálidamente.

-Estoy bien Claude.-Dijo con su sonrisa característica.

De pronto su estómago rugió fuertemente, acción que le arrancó otro sonrojo y una risa divertida a Claude.

-Vamos, te prepararé el desayuno.-le dijo Claude con una sonrisa.

Lo tomó de la mano y se dirigió a la cocina. Una ves que ambos habían desayunado lo preparado por Claude. Salieron de la casa. Caminaron por las calles de Londres tomados de la mano. La gente no los miraba de manera extraña ya que parecían hermanos. Claude se encargó de comprar la cama para Thompson, junto con un escritorio y una pequeña biblioteca.

Lo que seguía era comprar su ropa. Entraron a un local de ropa infantil. Obviamente Claude debió pedir ayuda, no tenía ni idea acerca de comprar ropa. Una amable empleada, encantada por la hermosura de Thompson, se dispuso a ayudarlos.

Luego de armar un 'Pequeño desfile de moda', Claude se llevó mas diez conjuntos distintos de ropa para su niño. Le había encantado ver a Thompson con ropas tan hermosas y justas para su edad.

Iban a volver a la mansión, cuando Thompson jaló de su manga.

-Claude, tu me dijiste que ibas a comprarme juguetes.-Dijo con un pequeño puchero.

Claude abrió los ojos impresionado. Era la primera ves que veía al niño en faceta 'caprichosa' y realmente...Le encantaba.

Sonrió y se dejó arrastrar por el niño hasta una tienda gigante de juguetes. Pudo reconocerla, esa era una de las sucursales del padre de su amigo Sebastian.

Veía con satisfacción como el niño recorría toda la tienda emocionado. Esperó en la caja y se sorprendió al ver llegar al niño. Este traía una montaña de juguetes que tapaban por completo su cuerpo. Sin poder evitarlo volvió a reír divertido.

Luego de una ves por todas regresaron a la casa. Luego de esperar el camión que traería los muebles comprados. Se dirigieron a la habitación a acomodar todo.

Mientras Claude acomodaba todo, tenía una perfecta vista de Thompson, el cual se encontraba jugando con un hermoso oso de peluche.

Terminó de acomodar todo y se dirigió hacia Thompson, se sentó en la alfombra junto a el.

-Mira Claude, ¡¿No es bonito?!-preguntó emocionado su niño mientras le ponía el oso en la cara.

-Si es muy hermoso, ¿Como se llama?.

El niño se sonrojó.

-Claude junior.-Susurró.

Claude largó una carcajada por demás enternecido.

-¡No te rías!.-le dijo Thompson 'enojado'.

Claude sin poder evitarlo lo abrazó fuertemente. Se sentía demasiado feliz.

...

Los días pasaban y su relación con Thompson se hacía cada ves mas cercana. El único problema que había, es que no le gustaba mantenerlo encerrado. Si bien su niño era muy feliz, casi no salía de la habitación. Cosa que estaba en demasía bien, lo que menos quería era que su niño descubriera a su madre drogándose en plena cocina o a su padre en sus 'negocios'.

Entonces luego de replanteárselo, se decidió y lo anotó en un pequeño colegio.

El problema realmente había sido decírselo. Thompson no quería alejarse de el ni un poco.

-¡No Claude, no quiero!.-Gritó el niño mientras se abrazaba fuertemente a el.

-Thompson, no puedes quedarte por siempre aquí. Yo estoy a tu cargo y debo elegir lo mejor para ti.-Dijo mientras lo abrazaba.-Solo serán un par de horas por día.

-¡No!.

Esta ves el niño hizo algo que Claude no se esperaba. Unió sus labios en un beso inocente que lo dejó helado.

De pronto el niño comenzó a mover sus labios torpemente tratando de iniciar un beso. Pero al ver que Claude no le correspondía se separó con los ojos llorosos.

-Perdón.

-Solo...No vuelvas a hacerlo. Ire a bañarme.

Claude salió de la habitación relamiéndose los labios, no entendía el porque de Thompson para hacer algo así. Una ves bajo el agua caliente, cerró los ojos, recordando el sabroso sabor de esos virginales labios. Sacudió su cabeza. Lo que pensaba no estaba para nada bien.

Salió del baño y fue hasta su habitación, cuando llegó pudo notar a Thompson dormido en posición fetal en la alfombra. Con rastros de lágrimas en sus ojos. Sintió su corazón estrujarse, por su culpa su niño había estado llorando.

Lo levantó y se acostó a su lado. Cerró los ojos tratando de dormir.

...

Gotas de sudor recorrían su frente. Francamente no podía creer lo que había soñado. Quiso convencerse de que era por las hormonas adolescentes.

Miró su reloj, eran las cuatro de la mañana. Al día siguiente debería llevar a su niño al colegio. Empezaría primer grado y no sabía como se tomaría el estar alejado de el por mas de cuatro horas.

Esta ves miró a Thompson, miró sus labios, lo mismos que la tarde anterior habían tocado los suyos. Relamió sus labios descubriendo con enojo que el sabor de esos dulces labios habían desaparecido. Sin poder evitarlo se acercó hacia el y lo miró detalladamente.

Sus cabellos color vino tinto que caían sobre su frente sin pudor. Sus tupidas y largas pestañas negras. Sus labios. Rojos y tentadores.

Esta ves fue el quien unió sus labios. Sintió como la persona a su lado se removía. Se separó notando en la oscuridad, a Thompson despierto y con un pequeño rubor.

-Cla-claude ¿Que haces?.-preguntó en parte sorprendido su niño, le extrañaba que ahora fuera el quien lo besara cuando lo había rechazado.

Solo sintió nuevamente los labios de Claude sobre los suyos.

Ambos comenzaron a mover sus labios, uno con profesionalismo y el otro con torpeza y vergüenza. Thompson se impresionó al sentir algo cálido y suave en su boca. Eso era...¿La lengua de Claude?, gimió extasiado, era realmente delicioso.

Claude se movió y se puso sobre Thompson sin cortar el beso. Esta ves sus manos comenzaron a moverse por su cuerpo. Sus labios de despegaron y sus ojos se abrieron, mostrando la mas hermosa imagen que había visto en su vida entera.

Thompson, completamente sonrojado y jadeando notoriamente. Sin poder resistirlo. Sus labios bajaron hacia le cuello del menor. Donde se encargó de besarlo y succionar su piel con entereza.

-¡Ah! Claude.-gimió Thompson mientras enredaba sus piernas en la cadera de Claude.

Lentamente el sol iba saliendo mostrándose en todo su esplendor. Y cuando uno de los cálidos rayos de este golpeó la habitación, alumbrando a las personas en su interior. Claude se detuvo de inmediato. Reparando en lo que había hecho. Abrió los ojos impresionado mientras se separaba rápidamente de Thompson, tomó su cabeza entre sus manos. No pudiendo creer lo que había hecho.

-Perdóname Thompson, por favor, olvida todo esto.

El niño lo miró con tristeza, no entendía porque Claude se había puesto así.

-Debes vestirte, debo llevarte al colegio.

-¿No me vestirás tu?.-preguntó con tristeza.

Claude solo lo miró y suspiró, Thompson no tenía la culpa. La culpa era completamente suya por dejarse llevar. Cuando estaba sobre su niño no se encontraba pensando en lo que hacía. Si el seguía adelante, se convertiría en uno de esos asquerosos sujetos a los que su padre les vendía su 'mercancía'.

Luego de vestirse y vestir a Thompson, salió de su hogar y se dirigió al colegio. Claro que Thompson le armó una escena a la mitad del pasillo donde se encontraba su salón. Se había pegado a su pierna llorando y gritando que no quería entrar.

-Thompson por favor, ya hablamos ayer de esto, necesitas estudiar.

-¡Y yo te dije que quiero quedarme contigo, no quiero entrar!.

Una mujer amable y joven, que traía un hermoso guardapolvo azul, al parecer la maestra. se acercó hacia el.

-¿Primer día?.-preguntó con una sonrisa.

Claude solo la miró indiferente.

-Emm si ...Pero no se como lograr que entre.

-¿Eres su padre?.-preguntó impresionada la chica al notar que era un adolescente.

-No, yo soy su hermano mayor.

-¡No es mi hermano mayor, es mi novio!.-Le gritó Thompson a todo pulmón a la maestra.

La mujer miró a Claude confundida.

-Jeje, ¿Las cosas que dicen los niños no?.-dijo con nerviosismo Claude.

La maestra solo rió divertida y se agachó a la altura del de cabellos morados.

-Thompson, podrás volver con tu hermano mas tarde, ahí dentro hay varios niños que esperan conocerte.

-¿Niños?.

-Si, niños al igual que tu que quieren jugar contigo y divertirse, vamos, solo será un rato, mas tarde tu hermano pasará por ti.

Thompson con curiosidad asomó su cabeza al salón, notando a varios niños hablando entre si y otros con juguetes en sus pupitres.

-¡Adios Onichan!.-Le dijo a Claude mientras besaba su mejilla y se metía al salón.

Claude sonrió y en silencio le agradeció a la maestra el haberle ayudado.

Llegó a su hogar, mas que feliz, su vida tal ves ahora cobraría sentido, pero como siempre. El destino estaba empeñado en hacerle sufrir. Sintió como alguien lo jalaba fuertemente contra la mesa de la entrada.

Gimió de dolor y abrió sus ojos, descubriendo con miedo a su padre.

-Pa-papá.

-Claude.-Susurró este por lo bajo.

Pudo sentir un terrible olor a alcohol saliendo de su boca. Su padre había estado tomando.

-La puta de tu madre ya no me satisface en nada, solo se la pasa drogada.-Dijo con enojo entre hipidos.- Tal vez necesito probar algo nuevo.-Dijo mientras comenzaba a desabrochar la camisa de Claude.

Claude se impresionó ante esto, entonces comprendió las palabras de su padre.

-¡Espera papá!, ¡Tu no quieres hacer esto!, ¡para!.- le suplicó al verse sometido contra la pared.

-¿Que pare?, jajaja, Sino te lo hago a ti, ten por seguro que se lo haré a ese mocoso que tanto quieres.-Le dijo con repudio mientras sellaba su boca con la suya.

Claude abrió los ojos impresionado mientras emitía una mueca de asco ante el sabor de la boca de su padre. No quería imaginar si a su padre se le daba por tocar a Thompson.

Sintió como su padre luchaba con su pantalón para bajárselo.

Cortó el beso asustado.

-¡Papá, no lo hagas por favor!.-Dijo con los ojos llorosos, eso era demasiado.

-¡Cállate!.

Una terrible bofetada fue dirigida a su rostro. Tirándolo al suelo.

-¡Tu no tendría que haber nacido!, ¡Ni tu madre ni yo te quisimos, solo fuiste un maldito accidente!, ¡Ahora me cobraré todo estos años en los que solo has sido una molestia!.

Sus pantalones fueron bajados junto con su ropa interior. Con pánico sintió como su propio padre, metía su miembro sin lubricación alguna.

-¡Agh!.-Gritó de dolor mientras se retorcía en el suelo.

Su padre tomo sus cabellos y susurró en su oído.

-Cállate, ahora...trabajarás como la putita que eres.

Sentía las embestidas que su padre le daba a su cuerpo. Podía sentir como se partiría en dos en cualquier momento, cielos, dolía demasiado.

Luego de tediosos minutos donde solo se repetía en su mente. 'Todo por Thompson'. Sintió por fin un asqueroso líquido derramarse dentro suyo. Su padre había terminado.

-Acostúmbrate, porque esto se repetirá.

Su padre con esas últimas palabras, se alejó y se perdió entre los pasillos.

Sollozando de dolor, se arrastró hacia el baño mas cercano, donde se sacó la ropa y se metió en agua fría. Tratando de aliviar el dolor de su entrada, de la cual emanaba sangre y semen.

Y entonces lo hizo, eso que debía hacer hace mucho. Rompió en llanto. No recordaba cual había sido la última ves que había llorado así. Las lágrimas caían por sus mejillas irremediablemente. Tratando de aliviar el dolor de su alma gritó con fuerza mientras golpeaba la pared.

Se dejó caer por los fríos azulejos con la mirada perdida.

...

Luego de vestirse sin poder reprimir varias muecas de dolor. Salió de su hogar para dirigirse al colegio. Una ves allí sintió como alguien salía del aula y lo abrazaba fuertemente.

-¡Onichan!

Al parecer a Thompson se le había quedado el sufijo.

-¡Mira!, ¡Te hice un dibujo!.

Claude vio el dibujo donde al parecer, el y Thompson, se encontraban agarrados de la mano bajo un hermoso árbol. Sonrió con orgullo. No le importaba recibir miles de balazos así fuera para proteger a quien amaba completamente.

-Esta hermoso mi niño.-Dijo con cariño mientras lo abrazaba con fuerza. Lo necesitaba.

Thompson se sonrojó, era la primera ves que le decía así.

Nuevamente tomados de la mano se dirigieron a su hogar. Thompson le iba contando todos los amigos que se había hecho mientras el sonreía feliz. Mientras Thompson estuviera a su lado y le brindara su calidez. Nada importaba. Solo el.
Notas finales:

Ya se, están sorprendidas xD, nadie se esperaba esta pareja. Muchas dirán, ¡Por dios! lo hubieras emparejado con Alois. Pero señoritas, les tengo una noticia. Tal ves haga un amor incomprendido 2, donde salga Alois. Todavía no se, eso lo dejaré a su elección.

 

Besos :3


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