La gente en el metro me miraba raro, bueno eso es normal si llevaras a rastras a un chico moribundo, pero esto me gano por tener un corazón solidario.
La salida le metro fue horrible y no porque la gente me miraba, sino porque este desconocido pesaban tanto que apenas podía subir las escaleras.
-que le ha pasado a su amigo, jovencito? –una anciana muy amable se me acerco – necesita ayuda? Va a llevarlo al hospital?
-n-no se preocupe – dije nervioso – tan solo se desmayo y se golpeo en la cabeza, tan solo lo llevare a casa.
-oh, esta bien – sin mas la ancianita se marcho.
**************************************
Al llegar a casa di gracias a dios de que mis padres aun no había llegado, esto me daba tiempo para pensar bien las cosas.
Abrir la puerta fue todo un caos, me costó mucho sacar mis llaves de la mochila sin dejar caer al chico, pero al final lo conseguí. Cerré la puerta con el pie y me dirigí a las escaleras así al segundo piso.
A tropezones logramos llegar a mi habitación y sin dudarlo deje caer el cuerpo infértil del chico sobre mi cama.
-rayos, a pesar de ser delgado pesas demasiado – le réglame, aprovechando que no me escuchaba.
Me acerque un poco a él y lo examine, a pesar de tener toda la cara cubierta de sangre se podía apreciar que era alguien atractivo, con cabellos rubios y mandíbula bien definida.
Tiene un cuerpo bien trabajado, debe de hacer algún deporte o algo.
Me quede viéndole por un largo rato, hasta que me di un golpe mental y recordé que tenía que curarle las heridas. Me levante y me dirigí al baño de mi habitación, en un bol llene con agua tibia, tomo algunas gasas y alcohol.
Volví a donde el chico que invadía mi cama, deje el bol en el suelo, humedecí un poco las gafas y comencé a curarle las heridas de la cara. Tenían apariencia de cortes o rasguños. Al terminar de limpiarle las heridas pude contemplar que, en verdad era muy atractivo, quede embobado con su rostro.
Saliendo de mi trance procedí a curarle las herida, con alcohol las desinfecte y las cubrí con pequeños pedazos de gafas.
Cuando todo estuvo listo, me levante y tomo las cosas que había ocupado, pero antes de dar un paso, me percate que su ropa también estaba rasgada y manchada con sangre.
-debe ser broma, verdad? – tendría que desnudar a este sujeto para seguir curándolo. Oh por dios.
Con todo el nervio del mundo y mi cara completamente roja, me posicione encima de la cama, tome las puntas de su polera y las subí hasta sacarlas por en cima de su cabeza.
No sé si hace calor o solo soy yo, pero yo estaba sudando.
Su cuerpo era como el de un dios, tenía los abdominales bien marcados, al igual que los músculos de sus brazos.
Al costado derecho, cerca de la cintura, tenía una herida, pero a diferencia de las demás, esta tenía la apariencia de quemadura.
Volví a tomar las gafas con un poco de alcohol y volví hacer el mismo procedimiento anterior.
Cuando la herida estuvo completamente vendada, volví a apreciar su cuerpo.
-si quieres violarme, hubieras esperado a que me despertara, así disfrutaríamos los dos – Oh. Mierda. Por favor díganme que no se despertó. Levante despacio, muy despacio mi rostro.
-eh… yo… yo –que le podría decir, bueno fácilmente le podría decir que le estaba curando las heridas, pero… en la posición que estoy ahora, encima de él, sentado en sus piernas, da muy difícil la apariencia que le estuviera curando las heridas. Pero hay que arriesgarse – yosoloteestabacurandolasheridas – dije muy rápido, con el rostro rojo como tomate.
-como sea, puedes salir de encima mío? –se me había olvidado que todavía no me movía. Salte de la cama hasta el suelo, cayendo sobre mi trasero – me puedes decir en donde estamos?
-es-estamos en mi casa – no podía dejar atrás mi nerviosismo.
-y que hacemos aquí?
-yo-yo te traje, te-te desmayaste – no me respondió, tan solo se quedo mirando mi habitación y todo lo que lo rodeaba – te-te puedo preguntar… que cosas eres? –dirigió su mirada hacia mí, me puse tenso.
-soy un Dracki.
-un… que?
-un Dracki, un ser mágica, un dragón con la capacidad de transformarse en humano – okey, eso no me lo esperaba.
-y-y de donde vienen?
-no somos de este mundo – bueno eso era fácil de deducir - estamos en el mundo humano verdad? – Yo asentí – los Drackis tenemos la capacidad de transportarnos de una dimensión a otra – no sabía cómo reaccionar a la información dada, es como si todo esto hubiera salido de una película de fantasía.
-y como llegaste aquí?... Como te hiciste tus heridas? – apunte sus heridas ya curadas.
-en mi mundo una gran batalla comenzó – se levanto y comenzó a caminar alrededor de mi habitación – los Drakess, unos dragones oscuros de gran poder, atacaron nuestra aldea, incendiando todo a su paso, los Drackis más experimentados en guerra, incluyéndome, peleamos contra ellos, pero fuimos derrotados fácilmente, antes de que un Drakess pudiera dañarme gravemente, logre abrir un portal y así es como llegue hasta aquí – miraba todas las cosas de mi habitación como si nunca las hubiera visto – que rayos es esto – tomo mi reproductor de música y lo encendió a todo volumen – oh rayos que ruido más molesto! – lo lanzo contra la pared, destruyéndose en el acto; lo siguiente que tomo fue mi celular.
-oye deja eso ahí! – corrí rápidamente hasta él y le quite mi celular, no quería que tuviera el mismo destino que mi reproductor – mira como dejaste mi reproductor, es nuevo, que les voy a decir a mis padres – recogí los pequeños pedazos de mi querido aparato.
-no se para que lloriqueas tanto, tan solo era una cosa ruidosa – sin tomarle importancias a mis quejas se lanzo a mi cama, colocando sus manos detrás de su cabeza.
-si en tu dimensión, reino, pueblo o lo que sea de donde vengas, están en guerra, porque no regresas como un buen guerrero – lance los pedazos al basurero, ya se me ocurriría alguna escusa para mis padres.
-lo haría, pero no puedo volver, use lo que quedaba de mis poderes para abrir el portal, ahora estoy sin poder para pelear, además que gusta tu cama, es muy cómoda para descansar – cerro sus ojos.
-oye no te duermas! –Grite – y ponte algo de ropa – aun seguía con su torso descubierto y eso me ponía un poco nervioso.
-ahora quieres que me ponga ropa? Pero si hace rato estaba muy feliz viéndome desnudo – dijo pícaramente.
-y-yo… yo – podía sentir como mi rostro se ponía rojo –no digas tonterías, ya te dije que te estaba curando las heridas – me dirigí a mi armario y comencé a buscar entre la ropa que tenia, algo que le quedara –ten! Ponte esto – le lance una polera de color blanco que me quedaba grande, él es más corpulento que yo, así que le quedaría bien.
-gracias – se limito a decir, poniéndose la ropa que le había pasado.
-Tao! Hijo ya estamos en casa! – genial lo que me faltaba, mis padres llegaron.