Sentada bajo un arbol de ceresas había una bella doncella, se encontraba distraída trensando sus cabellos color plata, mientras cantaba una dulce melodía. A lo lejos un joven de cabellos de oro la miraba. El se acerco a ella y recogió una flor que estaba a sus pies. Le tendio la flor y le sonrio, su sonrisa era tan calida como cualquier dia de verano.
-Hola.-dijo el joven.
-Hola.- respondió timida la muchacha. Tomo la flor y la puso en su regaso.
-Mi nombre es Sol. Tu como te llamas?- pregunto sin dejar de mirar los brillantes ojos grises de la chica.
-Me llamo Luna. –respondio, y al momento apareció un rubor rosado en sus palidas mejillas.
-Me parece que estas muy sola. Te molesta si te hago compañía?
Ella no dijo una palabra, pero asintió con la cabeza y regreso al trenzado de su cabello.
Sol y Luna platicaron toda aquella tarde. Y al dia siguiente vovlieron a verse, y al siguiente. Y al siguiente, y pronto se enamoraron.
Sol cada dia hiba al árbol de cerezas a sentarse esperando la llegada de Luna, ella por su parte se apresuraba a encontrarle. Aveces Sol le llevaba flores y Luna las trensaba por los tallos hasta unirlas en una corona que luego colocaba en su cabeza.
Ellos hablaban por muchas horas, hasta que Luna caia dormida en los brazos de Sol. El la miraba dormir un buen rato y luego la llevaba hasta su hogar.
Un dia, Sol le aviso a Luna que tendría que marcharce. Tenia que ir a una ciudad donde el mal habitaba, era su deber como el guerrero que era, salvarles.
Luna entristeció, pero seguía llendo al cerezo cada dia a trensar flores, tejiendo coronas para que un dia Sol y ella las usaran,
Cierto dia, una joven de cabello negro, del mismo tono que sus ojos se acerco a ella.
-Oh, pero que bonitas.- exclamo la chica de cabello negro.-Me regalas una?
Luna dudo un momento, pero al ver la expresión de emoción en la cara de la chica, le tendio una de sus coronas, Ella la tomo y se la puso en la cabeza.
-Me veo bonita verdad? –dijo soltando una carcajada que hiso que Luna también sonriera pro primera ves desde que Sol se había amrchado. –Me llamo Noche.
-Yo soy Luna.-contesto al de cabellos plata.
Noche se sento a su lado y le dijo: Hagamos un trato.
Luna dejo las trenzas y la miro.
-Que clase de trato?
-En esta canasta – dijo Noche señalando la canasta que tenia en su ragazo. – tengo algunas cerezas. Tu eres muy pequeña para alcanzarlas asi que te dare unas y a cambio tu tejeras coronas para mi.
Luna lo pensó durante un momento, no se le hacia un mal trato y además le hacia falta una amiga.
-Esta bien. Acepto. Pero con una condición.- respondio.
-Eh? Que cosa?
-Con la condición de que seas mi amiga.
Noche se hecho a reir como si Luna acabara de decir un chiste muy gracioso.
-Pero claro!! Eso estaba implícito haha. –repuso cuando pudo parar de reírse.
Luna y Noche empezaron a verse a diario. Se volvieron las mejores amigas. Luna cada dia tejía coronas de muchos tipos de flores y cuando Noche llegaba juntas comían y se probaban las coronas que Luna había tejido.
Ambas pasaban tanto tiempo juntas que sin darse cuenta se empezaban a enamorar. Noche aveces abrazaba a Luna mientras ella dormía. Y aunque Luna estaba lo suficiente conciente como para darse cuenta, nunca hiso ningún comentario al respecto, pues también le gustaba recibir esa clase de tratos por parte de Noche.
Como cada dia Luna y Noche se sentaron en el cerezo y después de un rato la de cabello plata se quedo dormida, Noche aprovecho para tomarla entre sus brasos y acomodarla recargada en su pecho. Asi tan pasificamente dormida tenia el aspecto de una niña pequeña. Noche no resistió y comenzó a besarla como siempre lo hacia. Le beso la frente, los parpados, la punta de la nariz, la comisura de los labios y finalmente la beso. Luna, fingiendo estar domrida, entreabrió los labios y Noche pudo acariciar su lengua con la de ella.
A lo lejos un hombre las miraba con horror. Un hombre de cabellos rubios y ojos del color del caramelo. Al verlas sintió tanto desprecio por la pelinegra, sintió ganas de asesinarla allí mismo. Y notaba como su dulce Luna abria los ojos a mitad de aquel beso. Era conciente de lo que le hacían, era conciente de las manos que recorrían su cuerpo, de los labios que la besaban. Sintio entonces tristesa, dolor, fuira y sintió sobretodo como si alguien lo desgarrara por dentro.
Quiso hecharce a llorar pero se contuvo. Se acerco sigiloso, y una ves estando frente a ellas hablo:
-Luna. –la llamo. Ella abrió los ojos de golpe y Noche se separo de ella. –Me has traicionado.
Luna no hiso ademan de defenderse. Sabia que lo había engañado, lo había lastimado profundamente. Noche por su parte había comprendido lo que ocurría al instante. Luna no tenia secretos para ella y le había contado con todo detalle la relación que tenia con Sol. Simplemente se alejo y miro hacia sus manso en su regazo.
Sol ni si queira la miraba, para contener sus ganas de asecinarla allí mismo, no, habría un castigo mejor para las dos.
-Por su traición eh de condenarlas. Sufriran todo el dolor que yo sufri estando lejos de aquí, pensando todo el dia en Luna.- amenazo.
Noche y Luna se miraron aterrorizadas, pero no huyeron, debían aceptar el castigo que merecían.
-Noche, te convertiras en un manto tan negro como tus ojos y tu cabello, y cubriras el cielo al termianr cada atardecer.
Y asi fue, Noche se elevo y el cielo se torno de un color oscuro, noche comenzó a llorar, y sus lagrimas se estancaron en el cielo y se iluminaron convirtiéndose en estrellas.
-Luna, te elevaras en el cielo y te convertiras en la esfera mas brillante y bella, iluminaras cada noche con tu refulgente sonrisa.
Asi entonces, Luna se elevo en el cielo y comenzó a brillar tan fuerte que todo aquel que estuviera observando pudo haber quedado ciego.
-Estaran juntas siempre. Se acompañaran cada anochecer, no habrá Noche sin Luna, ni Luna sin Noche. Pero nunca mas podrán tocarse. –sentencio.
Sol por su parte lleno de furia se prendió en llamas. Se elevo en el cielo y lo ilumino todo con su enojo.
Sol y Noche no se soportan. Desde entonces cuando Noche llega, Sol prefiere irse, pero cuando este regresa Noche se va. Sin embargo Luna lo extraña, por eso algunas veces se adelanta a la noche para ver partir al Sol, y otras tantas se queda aun cuando Noche se ah ido para ver a Sol cuando sale.
FIN