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Patéticos. por Kaleidoscope

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Notas del fanfic:

Es mi primera vez publicando, aún no me quiero comprometer subiendo fics multi-chapter XDDD Espero que sea bien recibido, realmente me siento nerviosa; estuve pensando en si publicarlo o no unas dos semanas. Fluffy y ¿shota? Debido a su contenido bastante discreto no sé s se puede considerar shota, si alguien puede aclarárme esto no duden en decírmelo porfavor.

Notas del capitulo:

Cortito y ligero, fluffy y aniñado. No pasa más allá del amor platónico infantil, que se traduce sólo en sonrojos XDD ¡Espero que les guste! 

* Los personajes pertecen a Masashi Kishimoto, pero la historia es mía.

Llevaba unos días sentándose en aquel lugar, no tenía idea de porqué, pero la vista al mar le proporcionaba una pequeña sensación de calma que no encontraba en otros lugares. Miraba al horizonte; más allá del de la pequeña porción de mar se podían apreciar unas borrosas montañas, pero aquello no le era suficiente para distraerse y abstenerse a no mirar su propio reflejo. Por alguna razón, ver a ese niño de orbes oscuras y cabello azabache le irritaba; le daba asco verse a sí mismo tan frágil. Su pasado había desvanecido totalmente las ganas de reír de un niño de no más de 9 años, que se auto aborrecía así mismo y aún trataba de aceptar su presente.


Hastiado de tratar de evadirse, Sasuke se levantó del pequeño muelle de madera. Sin ganas de nada, decidió inconscientemente caminar sin rumbo alguno por las calles de la ciudad.


Pasó por fuera de una florería, la cual estaba siendo atendida por una niña rubia de ojos azules claros. Le parecía familiar, quizás de su salón. Pasó también por fuera de un puesto de comida. Sintió ese desagradable retorcijón en su estómago; tenía hambre, pero no cargaba con dinero ni quería ir a su casa. No quería volver donde nadie lo esperaba ni le saludaría al entrar.


Caminó por diversas calles sin ser consciente en realidad de por dónde pisaban sus pies, tanto así que ni siquiera se dio cuenta cuando se metió en un callejón sin salida, por tercera vez en un cuarto de hora, cabe destacar.


El sol parecía estar burlándose de él en su cara, resplandecía fuerte y brillante, jactándose de lo poderoso que era; el cielo estaba más azul que cualquier otro día, limpio de las motitas de algodón que usualmente lo adornan. Era un día hermoso, y Sasuke… no lo notaba.


Se sorprendió al encontrarse por enésima vez en un estado de muerto caminante, hundido en sus cavilaciones. Miró alrededor y no reconoció el lugar en el que estaba, habían niños jugando, familias paseando y charlando amenamente; había llegado a un parque.


Un árbol muy grande captó su atención, ¿sería muy viejo? Daba igual. Se acercó y se sentó a espaldas del tronco para refugiarse de los agobiantes rayos del sol. Era un día caluroso, demasiado para él. Prontamente se aburrió, pero no tenía nada que hacer ni por qué preocuparse, se sentía perdido. Recordó que su hermano solía decirle que siempre había algo por hacer, que el estar aburrido era un poco tonto; se preguntó si acaso Itachi recordaría eso también, ¿estaría aburrido en este momento? ¿Lo habría estado también cuando… lo hizo? Se sintió abatido, saturado de tantas cosas que le hacían peso en la espalda, ¿es que nunca lo dejaría libre su pasado?


Una risa bastante infantil y contagiosa lo sacó de su depresiva ensoñación. Más allá del centro del parque estaba el niño rubio que había visto en la mañana; aquél que había estado a unas calles del muelle de madera, pidiendo dinero como mendigo. Fue lo más patético que Sasuke podría haber visto en su vida, y veía muchas todos los días; caer tan bajo como para tener que recurrir a la compasión de los extraños tenía sólo una explicación, ese niño no tenía dignidad alguna.


Observó cuán feliz se dirigía el pequeño áureo a un puesto de globos, muchos de ellos exageradamente llamativos; el paraíso de cualquier infante, excepto para Sasuke, porque no comprendía el tonto magnetismo que aquellos pedazos de plástico poseían con los niños de su edad. Notó que el de ojos claros fijaba su vista en un globo rojo bastante grande y llamativo, rojo como un tomate, pensó. Vio como rebuscaba en sus bolsillos y sacaba un puñado de monedas… un momento, ¿para un estúpido globo había estado pidiendo monedas? Enojado y frustrado decidió levantarse y detener al tonto rubio, quería gritarle que ese dinero podría tener mejores fines, como comida o cosas de importancia, no para un patético globo. Cegado por la ira, al levantarse sus pies se enredaron, provocando que el molesto azabache diera de bruces contra el césped, sin duda su día no podría ir peor. Para terminar con su pequeña racha de mala suerte, cuando se levantó y se aseguró de que nadie le hubiera visto, se dio cuenta de que había perdido a su infantil objetivo.


Colerizado y humillado por el karma, corrió de vuelta al muelle, a todo lo que podían sus pequeños piececitos; chocó con una anciana en el trayecto, le pisó la cola a un gato, derribó a una mujer atestada de bolsas y volvió a caerse, ganándose unas feas heridas en las rodillas, pero siguió corriendo, claro que después de haber ayudado a la inocente dama con sus compras, pues no era ningún vándalo y su orgullo Uchiha le impedía quedar mal catalogado por un tonto incidente. Finalmente, luego de tanto ajetreo, llegó al dichoso muelle, encontrándose con lo último que querría haber visto en su vida, se convenció en ese preciso instante de que su vida era un completo asco y que las fuerzas cósmicas universales se habían puesto de acuerdo para conspirar con su ya de por sí, desdichada existencia. ¿De dónde sacaba tanto fatalismo este mocoso?


Agotado y sin ganas de seguir nadando contra la corriente, decidió ir a sentarse en su acostumbrado puesto a observar el pacífico y arrullador movimiento del agua, quizás podría ignorar al dichoso niño, sentado curiosamente en el muelle también. Podría darle la espalda y pasar de su presencia cómo lo hacía con todos; pero por alguna razón apenas al sentarse su plan falló de forma inexorable.


-¿Estás triste?- preguntó inocentemente el rubio, que a pesar de tener la mirada perdida en el océano estaba al tanto de su estadía en el muelle. Sasuke frunció el ceño y se dio vuelta para poder ver de frente al niñato que mecía tranquilamente sus pies en el aire, sin posibilidades de tocar el agua.


-¿Qué te hace pensar eso?- respondió interrogando también, esperando a que su compañero lo encarara de forma valiente.


-Tus ojos son bonitos, pero están tristes- dijo con simpleza. El azabache se quedó sin habla, estaba seguro de haber disimulado bien todo lo que albergaba su mente, los malos recuerdos y los sentimientos atosigantes.


-Mientes- habló bajito, más para tratar de convencerse a sí mismo de su afirmación que para seguir la charla con el otro.


-Ten- el niño sentado a su lado por primera vez cruzó su mirada con la contraria. Levantó su mano empuñada hacia el de cabello carbón, ofreciendo simbólicamente su amistad junto con aquél globo.  Sasuke pensó que los ojos de ese niño eran tan azules como el cielo, y que el día estaba muy hermoso como para estar angustiado. Recibió con mucha congoja el globo escarlata que el rubio le ofrecía, sintió como la sangre le subía a los cachetitos y no puedo evitar sentirse patético, y tonto, por creer que el niño frente a él, el cual ahora mismo le sonreía con toda sinceridad, lo era. –Espero que te guste el color rojo, es bonito-.


Claro que le gustaba, le encantaba el rojo. Rojos eran los tomates que adoraba comer y rojas eran sus mejillas en ese mismo momento; desde ese día el color rojo sería su favorito. Tomo el globo con ambas mano y lo examinó, queriendo guardarlo en su memoria por siempre. Sonrió sin darse cuenta y balbuceó un torpe “gracias”. El rubio no pudo evitar reír ante su repentino cambio de humor.


-Naruto- dijo de repente, Sasuke lo tomó como una presentación y se introdujo ante su nuevo amigo. Nunca se sintió tan feliz de haber tenido tanta mala suerte en un solo día, ni de que el sol brillara con todas sus fuerzas, o de que el cielo estuviera totalmente despejado y exageradamente azul. “Es un día precioso” se dijo a sí mismo, apretando un poco más la cinta que sujetaba el llamativo globo y guardando en su memoria la particularmente linda sonrisa de su pequeño amigo.

Notas finales:

Realmente espero que les haya gustado, traté de mantener lo más posible las personalidades, considerando la edad, sobretodo en Sasuke.


Supongo que me quedaré esperando algún review con tomatazos, críticas constructivas (quizás destructivas) o sólo una carita feliz, que me haría muy feliz también!


(Aunque ni siquiera sepa bien como funciona enteramente esta página koitbjkñr)


¡Cambio y fuera!


Kal. 


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