-No creo que debamos hacerlo.- Su rostro mostraba preocupación y una mueca en sus labios la acompañaba.
-Vamos, esto casi nunca ocurre.- La sonrisa que mostraba lo intimidaba aún más.
-No es para tanto.- Miró hacia otro lado.
-Claro que lo es.- Lo rodeó con sus brazos y lo pegó hacia su cuerpo.
-Mmmm hablo en serio.- Intentó ocultar el rubor de sus mejillas.
-Bubba, una fiesta no va a matarte, será divertido.- Susurró seductoramente en su oído.
-No lo sé…- Se liberó de sus brazos y dio un paso hacia delante.
-Mi lord - Entró mentita a la habitación donde se encontraban.- si me permite, opino lo mismo que el rey vampiro.
Marshall sonrió de nuevo, pero ahora en señal de victoria.
-¿Por qué tanto empeño en celebrar una simple fecha?
-Es tu cumpleaños Bubba.- El vampiro se acercó de nuevo a su rostro, lo cual volvió a poner nervioso al príncipe.- Para tus súbditos es importante celebrarlo.- Tomó su barbilla con un dedo, levantándolo y obligándolo a mirarlo a sus ojos escarlatas.- Y para mí también lo es.
Gumball apartó rápidamente la mirada y su ceño se frunció.- Ya dije que no y no voy a cambiar de opinión.
-¿Se niega a celebrar por lo que ocurrió, señor?- Intervino mentita.
Marshall observó curioso a la pequeña mucama.
-Ni lo menciones.- El príncipe se cruzó de brazos.
-¿A qué te refieres?- Cuestionó el vampiro.
-Marshall, cómo si no lo supieras.- Dijo enfadado el príncipe.
-Me refiero a que en realidad mi lord no cumplirá 19 años como toda la dulce gente piensa.
-Aaaaah.- Rio el vampiro.- ¿Es por eso?
Gumball resopló y evitó mirarlos.- No me gusta mentirle a mi pueblo.
-Pero lo has hecho por muchos siglos.- Se burló el rey vampiro.
-No lo digas.
-Señor, no tiene nada de malo una pequeña mentira piadosa.
-¿Pequeña? Esto va en contra de todos mis principios.
-¿Entonces por qué no les dices la verdad?- Sentenció el no muerto.
-No es tan simple.
-Si se enteraran podrían revocarlo de su puesto.- Contestó la mucama.
-¿Qué más da Bubba?, sólo hagamos una fiesta.- Gumball lo miró con ira.- Y así podré darte tu obsequio.- Marshall se relamió sus labios y el príncipe se sonrojó ahora más que nunca.
-Entonces… ¿tendremos una fiesta?- Pregunó mentita.
-Prepara todo, será la mejor fiesta de todas.
Mentita salió corriendo, a decir verdad, ya tenía casi todo preparado, sólo tenía que asegurarse de que el dulce príncipe no objetara acerca de la fiesta.
-Siempre te sales con la tuya.- Gumball hizo un leve puchero.
-Así soy.- Marshall lo abrazó por la cintura y besó levemente su rosado cuello.
-Marshall… no…- El príncipe cerró sus ojos y no pudo evitar soltar un muy leve gemido.
-Tienes razón, mejor espera a que sea tu cumpleaños.- Lo soltó al instante y se dirigió a la ventana con su oscura sombrilla.
-¿Qué?- Gumball continuaba con su sonrojo y con un evidente bulto en su entrepierna.
-Lo siento Bubba, debes aguardar a que pueda darte tu regalo.
-No puedes dejarme así.- El príncipe intentó acercársele.
-Puedo, lo hice y mañana te daré lo que quieres. O.. ¿te urge demasiado?- El vampiro se burló del prominente bulto en los pantalones del príncipe.
Gumball se cubrió con una mano y lo miró con la misma furia que antes.- Mejor vete.
El vampiro mordió su labio, adoraba mirar tan desesperado a su príncipe.- Espero que tu cremallera soporte la presión hasta mañana.- El pelirosa se dio media vuelta.- Prepararé algunas cosas y te veré mañana.
-Largo.- El vampiro antes de marcharse aprovechó que el príncipe estaba de espaldas para pellizcar su trasero.- ¡Marshall!- Gumball dio un pequeño salto y al girarse, el rey ya no se encontraba.
A pesar de negarse a una celebración, en el fondo le gustaba toda esa atención por parte del vampiro. Ese día se dedicó a relajarse y no pensar en absolutamente nada, sería un auto-regalo, ya que confiaba con que mentita realizara todas las tareas.
Marshall había ido a la casa del árbol donde vivían Fionna y Cake, para pedirles ayuda con el obsequio de Gumball.
Mientras tanto, mentita preparaba el gran salón y se encargaba de organizar el banquete.