Fuese lo que fuese; quien fuese quien sea, esas personas vinieron a vernos aquí, plantados en la tierra fertil que da vida a hermosas florecillas tan mixtas; a altos y frondosos arboles, asi como al verde pasto cómodo... Lastima que seamos solo hombres y no flora.
Ambos estamos sin respirar ya.
Unidos al menos. Y en un mismo lugar, pero absolutamente frio y ajeno al de esas personas curiosas.
Tu mano sobre la mía y aferrando; la que me mantiene fuerte.
Puedo ver nuestros cadáveres echados y abrazados a como nos encontrabamos; la sangre... y aun así agradezco tenerte aquí, aunque también la culpa me golpea.
Somos invisibles a todos. Intangibles para ajenos a ambos.
Suave; muy extrañamente suave un viento sopla.
-¿Te duele aun?- susurras, girando tu rostro a mí con una sonrisa ladina, mirando mi enorme herida del pecho que ya no esta, pero en el cuerpo dejado en el suelo se marca de un rojo intenso. Sangre.
Lento, subo mi mirada... Y me sumerjo como siempre y para siempre en tus plateados ojos. Notas la humedad en los míos, y el temblor en mi labio inferior.
Alzas la mano a mi mejilla, acariciando y buscando con tu pulgar mis apenas salientes pero muy agrupadas lagrimas.
Suspiras. Nuevamente el viento.
-Quiero besarte…-
Abro mis ojos en asombro. Creo que esta es la mas sinsera prueba de cariño que recibi de tí, pese a que por mí capricho estamos aqui, lo sé.
-Quiero que me beses, Leo…- tardo mucho en responder todo por la nula voz que se formaba en mi garganta, pero aun asi tu rostro se figura a mostrarse minimamente feliz.
Te paras frente a mí, bajando tu postura y parpados, buscando tu boca con la mía.
El roce es frio, demaciado; y ambos nos detenemos inmóviles en la posición. Los labios no se mueven.
Abro los ojos y veo la fina luna que son tus orbes entrecerrados, mirando bajo. Brillan de lágrimas contenidas.
El dolor me invade. Si te hubiese dejado esto no hubiese pasado jamas... pero por lo mismo yo hubiese sido solo un chico con el corazon roto.
Y recuerdo que alguna vez una amiga me dijo que nadie en la vida podia sentirse verdaderamente amado si quien estuviese a su lado no se sentia completo.
Te amo, y tu me amas. Estabamos completos.
Somos eternos.
Subo mi mano a tu azabache cabello, hundiendo los dedos suavemente a tu cabeza. Copias y repites el acto, acariciando mi rubio pelo. Masajes mutuos e intimos.
Se que no habra nostalgia. El calor comienza lento pero seguro. Y retomamos el beso.
Cálido, tal cual y como lo recuerdo y revivo.
Dura casi minutos y jadeamos al separarnos. Juro me sentí vivo nuevamente.
-Ya no duele…- secreteo tan cerca de tus labios.
-Claro que no, Xavi…- las manos de nuevo se unen; se entrelazan.
Y atravesando la gente, nos alejamos de aquel lugar que era nuestro favorito, y al cual llego aquel pecado: la discriminación al amor por igual.
Pero y que...
El amor es amor.