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Tadaima... Okaeri. Epílogo por Higary

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Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! Pues con motivo de celebrar el cumpleaños de nuestro rubio consentido y de que hoy comienza oficialmente el Tercer Festival Literario Sasunaru, les traigo este oneshot/epílogo de esta historia que causó un poco de revuelo (Kyuu: Y porque muchos pidieron una continuación). Esta vez la historia estará enfocada desde el punto de vista de Sanosuke, lo que vean en cursiva son recuerdos. Regresando a lo del festival, no dejen de visitar la página para apoyar a sus favoritos, también participen si tienen historias, recuerden que todo esto se hace por y para fans que compartimos el amor por ver a Narutito y el teme juntos XD (Kyuu: Aunque en este oneshot no es del todo así ¬¬). No creo que alcance a terminar Ayuda demoniaca 2.0 durante el festival, pero lo intentaré, aunque lo que sí les prometo es que en estos días subiré otro oneshot llamado Una vida sin ti, que es algo así como la precuela de Un año contigo, pero enfocado en Naruto TT_TT (Kyuu: De una vez les aviso, preparen los pañuelos porque estará triste u.u). Como saben esperaré sus comentarios con pedradas, jitomatazos, golpes, amenazas por mis largas ausencias, por ahí algún saludito, felicitación o flor, bombas, cebollazos y demás. Sin más por el momento les dejo para que pasen a lo que vinieron: ¡¡a leer!!

 

Disclaimer: Naruto sigue siendo propiedad de Masahi Kishimoto. ¡Sano es creación mía! Así que más le vale no robármelo ¬¬ (o si lo hace, que me ponga una dedicatoria en el manga, jajajaja).

TADAIMA… OKAERI. EPÍLOGO

 

Un año había transcurrido desde el regreso de Uzumaki Naruto a Konoha. Durante ese tiempo sucedieron muchas cosas. Uchiha Sanosuke estaba muy orgulloso de él y todo lo que consiguió en sólo unos meses.

 

Los ninjas de la aldea confiaban plenamente en el rubio, lo respaldarían y protegerían hasta la muerte. Sólo bastaba ver la forma en que lo trataban y convivían con él.

-Naruto-sama, es usted genial –alababa un chico

-E incluso domina al gran Kyuubi.

-No es que yo lo domine –contestó, sonriendo ampliamente-. Kurama y yo somos amigos y compañeros de equipo.

Sanosuke sonrió también. Casi podía escuchar los reclamos del zorro hacia su contenedor por andar contando esas cosas. Él veía en primera fila la peculiar relación que llevaban el bijuu y su contenedor, incluso Kyuubi ya toleraba un poco más al moreno a pesar de ser un Uchiha. Cuando le preguntó el porqué de su cambio, el zorro se limitó a mostrar una diminuta sonrisa desdeñosa.

-Porque confío en que tú no lo abandonarás como lo hizo tu antepasado.

Sanosuke sabían bien a qué pasaje de la vida de Uchiha Sasuke se refería, pero trataba de no ahondar mucho en ello. A pesar de ahora estar con Naruto, todavía consideraba a su tátara abuelo como su gran rival de amores. Y eso nunca iba a cambiar.

 

Otra de los detalles que Sano había notado es que Naruto consiguió muy buenos amigos en los descendientes de sus viejos camaradas, encabezados por Tsubaki, familiar de Haruno Sakura. Además de ella sobresalía Nara Daisuke, descendiente del Rokudaime Hokage Nara Shikamaru. El chico tenía cabello oscuro y ojos castaños, heredó la inteligencia de su antepasado, sin embargo (por lo que el rubio le había comentado) mostraba mucha más energía que él.

-Dai-chan, ¡vamos a contemplar las nubes!

-Naruto-san, te pedí que no me llamaras así.

-¿Qué tiene de malo? Es un lindo sobrenombre.

-Claro, si yo fuera un niño. ¡Pero tengo veintiún años!

-No deberías quejarte, senpai –intervino el Uchiha

-Deja de apoyarlo, Sanosuke –suspiró-. Mejor los invito a comer ramen, acaban de abrir un restaurante y dicen que la comida es bastante buena. Ya se corrió el rumor de que es tu alimento favorito, Naruto-san.

-Seguro de eso se encargó Tsubaki –comentó Sanosuke

-¡Ramen! –exclamó el rubio con ojos brillosos- ¡Eres genial, Dai-chan! Y después iremos a ver las nubes, ¿verdad?

-Sí, sí, lo que sea.

 

Pero ningún grupo de la aldea se comparaba a los habitantes del barrio Uchiha. Adoraban a Naruto y se sentían sumamente honrados de que viviera con ellos. Verlo pasar todos los días mostrando su alegre sonrisa era suficiente para levantarles el ánimo.

-¡Naruto-sama, Naruto-sama!

Un grupo de cinco pequeños se acercaron corriendo en cuanto el ojiazul y el moreno pusieron un pie en el barrio Uchiha. Al parecer lo habían estado esperando.

-Juegue con nosotros, Naruto-sama.

-De acuerdo, ¡pero más les vale seguirme el ritmo! No me contendré sólo porque sean niños.

-¡Claro que no!

-No lo decepcionaremos.

-Sano –llamó el rubio-, ¿vienes con nosotros?

-Debo visitar a otou-san. Mejor te veo en casa, prepararé la cena.

-Está bien. ¡Andando, niños!

-¡Sí! –gritaron a coro, emocionados

Los demás transeúntes reían al ver a ese alegre chico jugar con los niños, era tan hiperactivo como ellos. Sanosuke sonrió también, ya que según los pergaminos escritos por su antepasado, alguna vez la historia de los Uchiha se llenó de oscuridad. Sin embargo ahora tenían con ellos un intenso y cálido rayo de luz.

 

La relación que más le divertía ver al Uchiha era la que tenía el rubio con la Hokage, Hyuuga Miyabi. En algunas ocasiones parecían madre e hijo, siempre platicaban y se notaba el cariño que guardaban el uno por el otro, aunque según Naruto, nunca tuvo una conversación tan larga con Hyuuga Hinata. Sanosuke todavía podía sentir sus entrañas retorcerse cuando el ojiazul le hizo una horrible confesión.

-¿Sabes? Hinata estaba enamorada de mí.

El moreno escupió el té que bebía en esos momentos, por poco y se ahogaba. Enterarse de que existió una mujer enamorada del hombre del que él estaba enamorado definitivamente no fue algo que le agradara sin importar el tiempo transcurrido.

 

Porque Sanosuke tenía otra razón para sentirse honrado y orgulloso: él era la pareja sentimental del gran Uzumaki Naruto. Llevaban un par de meses con aquella relación formal, aunque de momento sólo estaban enterados la Hokage y los padres y hermana del joven azabache. Sanosuke podía recordar que Naruto estaba muy preocupado por lo que su padre, Uchiha Ryuusuke, pudiese pensar respecto a que su único hijo varón se enamorara de otro hombre. Sin embargo el mayor se alegró mucho por ambos y deseó que se hicieran felices el uno al otro.

-Te dije que todo saldría bien, Naruto-san.

Estaban sobre el tejado de la casa contemplando el cielo estrellado; Naruto sentado entre las piernas de su compañero mientras éste lo rodeaba con sus brazos.

-Lo sé, pero de todos modos me sentía muy nervioso.

-Otou-san también te quiere mucho. Al igual que a mí, desde niño le encomendaron la misión de esperarte, es algo de lo que está muy orgulloso. Te confieso que incluso llegué a pensar que le gustabas.

-¿Eh? –se sonrojó violentamente

-Sí, como lo escuchaste –torció la boca-. Comienzo a creer que eres del tipo de los Uchiha.

-¡No digas eso, es vergonzoso! –suspiró, intentando serenarse

-Pero –tomó una de sus manos y la llevó hacia su blanca mejilla para que se la acariciara-… me elegiste a mí, ¿cierto?

-Sí –sonrió también y se acurrucó en su pecho-. Porque eres tú.

 

Pero lo que sin duda puso a prueba su paciencia ocurrió cuando visitaron Suna y conocieron a Sabaku no Kagura, la descendiente del antiguo Kazekage Gaara. Ella era una joven de diecisiete años, lucía una larga cabellera roja, ojos aguamarina y piel tersa. Cuando los presentaron, Naruto había sonreído de forma radiante y entrelazó su mano con la de ella para saludarla de forma enérgica.

-¡Increíble! Estoy seguro de que si Gaara fuera mujer, ¡habría sido una belleza como tú, Kagura-chan!

Tal comentario le valió al rubio un sonrojo y un golpe. El sonrojo fue por parte de la chica al recibir ese halago de tan formidable ninja, mientras que el golpe fue cortesía de Sanosuke. Era la primera vez que le levantaba la mano fuera de un entrenamiento, pero es que tampoco antes había sentido celos por alguien, hasta que conoció a Naruto. Gracias a él descubrió que podía ser un chico demasiado posesivo y que no le hacía nada de gracia escuchar cómo su pareja halagaba a otra persona. Ya podía comprender por qué su antepasado era (según Naruto) un bastardo egoísta y controlador.

Cuando fue a disculparse con el Uzumaki por el golpe, unas horas después de desquitar su coraje con un pobre árbol y tener nuevamente la cabeza fría, el aludido soltó una carcajada y le restó importancia a lo sucedido.

-Pero Naruto-san…

-Ya te dije que está bien, Sano, así que quita esa cara de gato apaleado –se encogió de hombros sin borrar su sonrisa-. Supongo que deben ser tus genes Uchiha, jajajaja.

-… Eso no me consuela en absoluto.

 

Unas semanas después de aquello, mientras el moreno estaba en la sala enfurruñado, Naruto llegó y lo abrazó por la espalda. El chico se encontraba molesto debido a que el rubio saldría en una misión y por primera vez la Hokage no le permitió al Uchiha acompañarle.

-Todavía tienes el ceño fruncido –dijo, picándole la frente con un dedo

-Hum… Quizá si hablo con ella…

-Olvídalo, Sano, estaré bien. ¿Por qué te preocupas tanto? Soy muy fuerte.

-Eso lo sé, Naruto-san. Pero… me asusta que pudieras desaparecer.

-… Idiota –sonrió-. Descuida, te prometo que regresaré, sabes que siempre cumplo mis promesas. Y mientras tanto –le entregó un sobre- te dejaré esto.

-¿Qué es?

-Algo importante. Léela cuando me haya marchado y confía en mí. No pienso perder a mi persona más importante de nuevo.

 

Después de despedir al Uzumaki y regresar a la casa que compartían, Sanosuke subió directamente a la habitación del rubio y se recostó en su cama. Todavía olía a él. Recordó la carta que le dio el día anterior y la abrió para leer su contenido. Para su enorme sorpresa y desconcierto, no iba dirigida a él, sino a la “otra persona importante” de Naruto.

 

Teme:

¡Eres un maldito desgraciado! Sí, no podía iniciar la carta sin escribirlo, aunque no se trata de algo que desconozcas. Ahora sí puedo continuar en paz. Sasuke, quiero que sepas que yo nunca dejaré de amarte, el lazo que tú y yo formamos a base de sangre, lágrimas y dolor es imborrable e irrepetible. Pero lo siento, voy a seguir mi nueva vida adelante y no me quedaré estancado con tu recuerdo, aunque sí lo conservaré con muchísimo cariño. Eres un idiota, sin embargo te debo tanto. Muchas gracias por haberme esperado hasta el final, por pensar en mí, por seguir creyendo que un día regresaría, por haber dejado a tantas personas que me aprecian sinceramente y pudieran darme la bienvenida. Sobre todo muchas gracias por la oportunidad de conocer a Sano. Él no es tu reemplazo, es un nuevo capítulo en mi historia, como diría Ero-sennin, la luz en mi mundo cuando lo creí todo perdido. Sería capaz de sacrificar mi vida con tal de protegerlo.

Le entregué esta carta para que la leyera en tu nombre, tú sabes por qué, además de que no deseo tener secretos entre nosotros. Quiero que confíe en mis sentimientos por él, que entienda que los amo a ambos y que no cambiaría a ninguno por nada del mundo. Es igual de celoso y posesivo que tú. Bueno, eso no venía al caso, pero fue gracioso descubrirlo.

Sasuke, tú creíste firmemente que volveríamos a encontrarnos, yo también lo creo. Y así será aunque nuestros nombres y apariencias cambien, ya que nuestras almas seguirán iguales. Voy a ser feliz, eso te lo aseguro, pues ya lo soy. ¡Y te juro que me convertiré en Hokage! Ese sigue siendo mi sueño. ¡Tú sólo obsérvame, teme!

 

-Y eso es lo más destacado que ha sucedido hasta hoy.

Sanosuke se encontraba en el monumento a los ninjas caídos. Debido al Uzumaki, él también había adoptado la costumbre de visitar el lugar y siempre que iba hablaba con su antepasado.

-Sasuke-san, yo también debo agradecerte por darme la oportunidad de haberlo conocido. Te prometo que lo protegeré a costa de mi vida.

-¡Sano! –escuchó un grito a lo lejos

-¡Aquí, Naruto! –contestó y volteó al monumento, sonriendo- Sí, ya lo llamo sólo por su nombre. Obsérvanos bien, me encargaré de que llegue a ser el mejor Hokage de la historia.

-¡Estoy de vuelta! –gritó el rubio con alegría- Últimamente vienes mucho aquí, Sano.

-Bienvenido a casa, Naruto –se acercó a él para apartarle unos mechones del rostro-. Ocupaba hablar con alguien y hacerle una promesa.

-¿Sobre qué?

-Un día lo sabrás –le sonrió-. Te invito al ramen para celebrar tu regreso.

-¡Sano, eres genial! ¡Démonos prisa!

El moreno regresó su vista unos segundos más al monumento antes de apurarse para alcanzar al ojiazul. Les quedaba toda una vida por delante y lo único que deseaba era compartirla juntos. No pensaba quedarse atrás, sino caminar hombro a hombro con Naruto (lo que su antepasado no pudo realizar). Eso fue lo que decidió el día en que lo vio por primera vez.

 

FIN

THE END

OWARI


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