Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Arturra de Came-a-lot por nezalxuchitl

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Más Pendragoncest! Doble lemon!

 

El sol caía, próximo a ocultarse; sus rayos se filtraban por entre las cortinas del lecho de Arturo. Este se despertó con la cabeza pesada, como si hubiera bebido en exceso. Se sentía mal, pero no era propiamente una resaca, era algo mucho peor. Se sentó, echando las cortinas a un lado. Los últimos rayos del sol arrancaron destellos dorados a los vellitos de su pecho, y de su pubis y piernas, cuando se paró.

-Merlin. – llamó a su sirviente, pero este no estaba, así que tuvo que servirse su propia agua.

Los últimos rayos del sol acariciaron sus firmes nalgas, formando claroscuros sobre su piel, donde esta se deprimía, como al centro de su espalda y hacia donde se proyectaba la sombra de sus músculos deltoides. Bebió y se refrescó la cara. Se sentía sudado, pegajoso, y no solo de sudor… entre sus muslos aun había rastros del esperma de Uther, y el interior de sus nalgas estaba mojado, extrañamente mojado.

Sentía tan raro estar húmedo ahí, y sus bolas. Su piel estaba más sensible, tanto que cuando se secó con un trapito sintió… casi como cuando su padre lamió ahí.

El joven omega se afiebró de sólo recordarlo: su padre, sus labios, su polla, aquel mete y saca, su cariño, sus besos. Su padre realmente se cuidaba de él. Se sintió querido. Pero entonces, ¿Por qué sentía que estaba mal? No quería que nadie lo supiera, lo que su padre le había hecho. Y al mismo tiempo quería que se lo volviera a hacer. Ya. Acariciaba sus brazos, caminando desnudo en la penumbra que crecía.

Pronto vendría Merlin con su baño y su cena. Que bochornosa situación la de en la mañana, pero de verdad, su padre lo había dejado con ganas de más. Ganas como las que empezaba a sentir ahora: era como una fiebre que recorría todo su ser, que lo hacía desear, necesitar una polla dentro. Sus dedos no serían suficientes, ahora lo sabía. Lo necesitaba.

Se acercó a la puerta y la abrió. Sir Leon, el caballero más guapetas antes de la llegada de Lancelot, se acercó de inmediato.

-Milord.

-Llama a mi padre. Dile que venga, que lo necesito – su tono de voz y la manera en que se acariciaba el hombro era… inequívoca – pronto.

-Milord.

Sir Leon se inclinó, con lo que algunos mechones de su frizzado, rizado cabello rubio cayeron sobre su frente, tapando casi sus ojos azules. Se alejó a largas zancadas dadas con sus largas piernas.

Arturo cerró la puerta y se apoyó de espaldas contra ella, acariciando su torso. Sin que lo tocara, su pene se ponía más y más erguido, y su culo, más y más mojado. Lo apretaba, lo sentía palpitar, necesitaba que su padre lo llenara, pronto. Pronto. Con un gemidito se apretó, restregando sus nalgas contra la puerta. Necesitaba tanto una polla que cada segundo era una tortura. Se metió los dedos en un frenético intento, dos, tres, pero no eran suficientes: necesitaba sentir esa fricción en toda la superficie de su interior. ¡Necesitaba!

 

*

 

Sir Leon encontró al rey en su despacho, jugando al ajedrez con su protegido, el damo Morgano. Se paró respetuosamente cerca, esperando a que Uther se dignara mirarlo para decir.

-Sire.

-¿Qué sucede Leon?

-El príncipe Arturo os llama.

-Dile que iré en cuanto me desocupe.

El damo Morgano llevaba una eternidad pensando su próxima jugada. Sir Leon se mostró escandalizado.

-Pero sire.

-¿¡Que!? – gruñó Uther.

-El príncipe os necesita con urgencia.

-Iré cuando me desocupe.

-Milord, no quisiera interponerme entre Arturo y tú…

-Nunca lo harías Morgano. – estiró sus dedos para acariciar los de Morgano, que apretaban nerviosos un alfil capturado. – Puedes retirarte. – miró gélidamente a sir Leon.

-Milord, de verdad. – Morgano lo miró con sus pupilas agitadas.

-No, de verdad, encuentro de lo más agradable jugar contigo. Casi no pasamos tiempo juntos.

Morgano sonrió con su sonrisa que a nadie parecía nerviosa. Temía que si le ganaba la partida, Uther lo encerrara en el calabozo, como ya lo había hecho. Uther, sin saberlo, le dificultaba las cosas, pues tenía la cabeza en su hermoso y afiebrado hijo retorciéndose en la cama, pero como no podía seguirle el paso toda la noche, la abreviaría, para que su desempeño pareciera mejor.

 

*

 

Sir Leon regresó, pensando en cómo darle la noticia a Arturo. El necesitado príncipe le inspiraba toda clase de buenas intenciones. Lo que el rey hacia le parecía atroz, pero si no deseaba ser ejecutado debía cumplir con sus órdenes. Además del miedo a la muerte, que sir Leon despreciaba, estaba su honor como caballero, ligándolo a su señor. Tomó aire antes de penetrar en la habitación de Arturo, he hizo bien, porque lo que vio le sacó el aire más efectivamente que un puñetazo en el estómago.

Arturo estaba tirado en el suelo, con las rodillas separadas, el pecho pegado al piso y ambas manos en medio de sus piernas; una penetrando a tres dedos su mojado ano y otra jalando su pene, con frenesí. La luz de las velas, encendidas y en cantidad, estratégicamente colocadas para optimizar la iluminación, daban a la piel de Arturo ese terminado único, terso y cálido.

El príncipe lo miró por el ruido que hizo al entrar, pero en realidad no era el príncipe. Sus ojos azules se veían perdidos, turbios. Se sacó los dedos y lo invitó a que lo poseyera. Sir Leon jadeó. El culito de Arturo, dilatado por sus dedos, se cerró al apretarse el omega, volviéndose a abrir, como una flor obscena.

Sir Leon pasó el seguro a la puerta y se sacó el miembro por la abertura de la cota de malla mientras avanzaba hacia Arturo. Cinco pasos y estuvo sobre él, besuqueando su nalga en lo que se jalaba frenéticamente la polla. Pronto estuvo duro, y en cuanto lo estuvo, se clavó en el paradisiaco orificio del mismísimo príncipe Arturo Pendragon. El príncipe gimió y él también. Luego, recordando que los otros caballeros estaban fuera, tapó la boca con una mano al príncipe y con la otra rodeó su cadera, atrayendo su trasero contra la propia, profundamente empalmados.

Arturo mojaba con su saliva la palma de Leon que ahogaba sus gritos; el fluido que había mojado el interior de sus nalgas mojaba el pubis de sir Leon, aplacando sus vellos rubios. Sus bolas también se humedecían, a cada empalme, quedando cada vez más pegajosas. Arturo chupaba la palma de su mano, la empujaba con su lengua. Se apretaba por instinto, pues aun no sabía controlarlo, ¡pero que instinto! ¡Que placentero!

La mano que rodeaba su cadera comenzó a acariciar su flanco, su abdomen, esos músculos firmes bajo sus dedos, ¡qué diferencia con un doncel! Y que ricura poseer a otro varón, en especial al príncipe. Su trasero era completamente de la realeza: la forma, cantidad y suavidad de las nalgas entre las que se hundía eran perfectas. El culo más delicioso que hubiera tomado. Y el más peligroso, también. El miedo añadía excitación al asunto, lo hacía apurar las embestidas hasta el fondo, saboreándolas, tomando todo lo que ese apretado culito tenía para ofrecerle.

Su Alteza gemía y echaba atrás las nalgas, en un instinto por empalarse más profundamente. La polla del caballero era cuanto necesitaba, y, después de todo, estaba ahí para servirle, ¿o no? Se pegaba a su cadera, se movía, se apretaba, estaba a punto de estallar, quería más, más, ¡más! cuando él se salió.

Leon abandonó el agujero real para correrse sobre el trasero. No quería ni imaginar lo que Uther le haría si embarazaba a su hijo. Arturo, soltado, se volteaba a verlo con reproche, con un pucherito encantador en sus sensuales labios, y mirando esa boquita, imaginando lo que haría, sir Leon se corrió sobre sus nalgas. Admiró la gloriosa vista, y luego, jadeante aún, limpió con la parte interna de su capa roja, que no se había quitado (como ninguna pieza de su uniforme).

-Milord – dijo a Arturo, que parecía querer asesinarlo – el rey me envió a deciros que vendrá en cuanto se desocupe.

Y se apresuró a salir, antes de que Arturo lo matara de verdad.

 

*

 

Uther terminó derrotando a Morgano tan fácil como de costumbre. Se despidió de su hijo ilegítimo, secreto, con un beso en la mejilla y lo envió a la cama. Era un doncelito encantador: el esposo perfecto Arturo antes de que los guionistas decidieran que era su hermano.

Tomó su poción vigorizante, se desnudó, se envolvió en su mejor bata y se dirigió a las habitaciones de su heredero. Los guardias junto a la puerta jugaban dados, y ni siquiera lo vieron entrar en la habitación que guardaban.

-¡Padre! – un quejido que guardaba no poco reproche y desesperación, eso era la voz de Arturo.

Estaba en la cama: había roto la almohada y rasgado las sábanas en su desesperación.

-¿Por qué tardaste tanto? – se acercó a él como un cachorrito.

Acarició su mejilla con una sonrisa.

-Cuando seas rey lo comprenderás.

Arturo ya besaba la piel entre la abertura de la bata. Desanudó la cinta y separó las piezas de tela, revelando la erección de Uther. Del inicio de sus abdominales los labios de Arturo saltaron a la punta, friccionándola con sus labios fruncidos, chupándola apenas, pero con muchas ganas.

Uther acarició el cabello de su hijo mientras admiraba su cuerpo joven y bien formado. Tenía mejores músculos que él y era indudablemente más bello de lo que él había sido. Extendió su palma por la nuca rubia, empujándola adelante para que los labios dejaran pasar toda la polla. Se la metió hasta que su nariz entró en contacto con su pubis, y se quedó así, gozando de las dóciles chupadas de Arturo.

Pero por primera vez, éste se rebatió, moviendo su cabeza hasta sacar de su boca el miembro. Con sus labios húmedos y sus ojitos brillantes pidió:

-Padre, por favor…

Uther comprendía a que se refería. Lo empujó para que cayera sobre la cama, jaló sus muslos, acomodando los tobillos sobre sus hombros. Con su mano guió el miembro a buen puerto, pero malo hasta el final, tentó más a Arturo, deslizándolo solo sobre su orificio, sin penetrar, una y otra vez. Arturo contraía el rostro en expresiones casi adoloridas, apretaba los jirones de sabana.

-Padre…  - suplicó, y Uther se la dejó ir de golpe, haciéndolo gritar.

De inmediato comenzó a penetrarlo como una bestia, dando rienda suelta al deseo que con tanto exfuerzo había contenido. Penetraba el mojado túnel con violencia, con intensidad, sacudiendo todo a Arturo y haciéndolo gemir, grabándose en la memoria cada gesto, cada gemido, cada centímetro de su mojado túnel.

-Arturo. – apretaba sus piernas de los tobillos hacia abajo, lentamente, como si lo quisiera exprimir - ¡Oh Arturo!

Y lo poseía como no había poseído a nadie en años, como había poseído a Ydrahil, o incluso más ardientemente. Era su hijo, su carne, su sangre. Era suyo por completo. Habría deseado que los hermosos ojos lo miraran, pero Arturo estaba con los ojos cerrados, absorto en el placer que sentía en su culito, en el alivio que este le proporcionaba. Se sentía tan bien que podría estar empalado para siempre, con una polla metida eternamente en su culo, gozando.

Arturo gritaba rítmicamente, intensamente, al ritmo que era penetrado. Uther estaba desempeñándose mejor que la noche pasada: estaba menos excitado. Los huesos de su cadera, cruzado uno por una cicatriz, se adelantaban rítmicamente, sin piedad, reduciendo al enajenado omega a un paroxismo de puro placer, en el que no sabía nada, ni le importaba, más que la realidad de estar siendo duramente penetrado por una polla como de piedra.

Uther hacia ruidos guturales penetrándolo, como un animal, presa de otro tipo de enajenación. Sintió a su hermoso hijo correrse y siguió bombeándolo, sin aumentar el ritmo, pues hacía rato que lo penetraba a su máxima velocidad. Se sentía como todo un macho al ver a Arturo derretirse ante los ataques de su polla. Se sentía en plenitud de su virilidad, con ese varoncito tan hermoso muriéndose de placer, de placer que él le causaba.

Cuando finalmente se corrió Arturo estaba gritando como toda una turra.

 

***

 

Merlin cogió un mapa de la mesa donde siempre había gran provisión de los mismos, empacó víveres para una semana y aguardó a que fuera pleno día para escapar por la ventana con el joven príncipe. El sol brillaba intensamente en el cielo y los caballeros dormitaban, reponiéndose de sus movidas noches. Como en Came-a-lot, todo el que escapaba lo hacía por la noche, todo el que invadía lo hacía de noche, todo el que tenía un evento o un encuentro lo hacía de noche, para minimizar el riesgo de ser descubierto decidió escapar de día.

Sir Leon bostezaba, pareciéndose a un Leon que rugía, con su melena y barba tupidas y rubias, de pie a tres pasos de la puerta de Arturo, cuando Merlin trepaba por la ventana, sin que los guardias que roncaban bajo sus yelmos lo vieran. Una vez en el cuarto de Arturo ato una escala hecha con trapos a la ventana, vistió al príncipe, sedado por la poción que Gaius le suministrara en la mañana, se lo cargó sobre los hombros como un fardo y descendió por la escala de trapos atados, sin que los criados fregones que sacudían soñolientos los tapices desde las ventanas lo vieran.

Con nadie se topó al atravesar el patio y las caballerizas, una vez ahí acomodo a Arturo como un fardo sobre su caballo, ató su brida a la cola del suyo y salieron por las desiertas calles y los desiertos caminos rumbo a las Montañas rosadas.

 

Continuará...

 

Notas finales:

Olvide comentarles que los nombres como Merlin y Leon se pronuncian como en la serie, en ingles, algo asi como meeerlin y leeon, no me acuerdo, y no tengo en mi teclado, los simbolos raros esos que se usan para transcribir la fonetica en linguistica, ademas de que se me hacian una mamada xd!

Pendragoncest! Si alguien sabe de algun fanfic en español, ingles o italiano que sea Pendragoncest o GwaineXArturo, o LancelotXArturo, o CenredXArturo, dejemelo saber, por favor!

Kiitos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).