Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

~ Recuérdame ~ por Mirnest2

[Reviews - 121]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Verdaderamente AMO a esta mujer. Es su voz y la intensidad de sus letras las que me siempre logran conmoverme y me hicieron querer crear esto.

Espero les gusten!

Para Jess

Notas del capitulo:

Espero les guste...

Les dejo el video de la canción: http://www.youtube.com/watch?v=yQfimYxJBUU

DON’T YOU REMEMBER?

 

Ya no recuerdo con exactitud cómo es que había llegado hasta este punto, este amargo punto de mi vida. Quizás fue la rutina que me ayudó a soportar las cosas, a incluirlas en la cotidianeidad de mis días. Tal vez fueron las ganas que me obligué a sentir y la fuerza de mi interior que resurgió de un letargo y profundo sueño, los que me enseñaron a sobrellevarlo a todo, a aprender a vivir con esto.

Habían sido tiempos difíciles, sí que lo fueron, los peores que pude vivir y lamentablemente fueron contigo. Estoy consciente de que las cosas se habían complicado desde ya hace varios meses, pero quise tanto negarlo, quise creer con tantas ganas que estábamos bien, que iba a ser otro tropezón del que nos pondríamos de pie de nuevo para seguir caminando juntos, que no me di cuenta que le estaba añadiendo más leña a este incendio que nos consumía y que se llevaba con él lo mejor de nosotros.

Me he prometido no pensar más en qué fue lo que gatillo todo, pero fallo, cada vez que este día se repite, decaigo de nuevo en una ola de recuerdos que me incitan a buscar los porqués y los cómos que me ayuden a entender, que me indiquen cómo fue que perdimos todo. Porque te perdiste tú y me perdí yo en las ganas que tenía que seguirte a donde fueras, de seguirte sin saber que el camino que estabas tomando me haría perderlo todo, perderlo todo por ti.

 

¿Cuándo te veré de nuevo?

Te fuiste sin despedirte, y ni una sola palabra dijiste

Sin beso final para sellar las heridas

Y no tenía ni idea del estado en el que estábamos…

 

Y aún recuerdo el día que te conocí; fue el mismo día en que irrumpiste en mi vida como un ladrón y te llevaste todo de mí. Así como recuerdo las discusiones y palabras de mi madre que me rogaban que me apartara de ti, que no me convenías, que nada bueno tenías para ofrecerme. Y ¡Dios cómo me arrepiento de no haberla escuchado! Pero al mismo tiempo agradezco no haberlo hecho, porque en ese momento eras lo que quería tener, lo que quería para mi vida, lo que sin duda me iba a ser feliz. Para mí no importaba nada más, solo eras tú.

Yo lo he tenido todo, desde que tengo memoria ha sido así. Unos padres cariñosos, un hermano mayor sobreprotector, amigos que me consentían por lucir demasiado frágil, una casa, dinero; mucho dinero gracias a las empresas que manejaban mi familia, lujos, viajes, todo. Con 18 años tenía el mundo a mis pies esperando mis órdenes. Pero en el fondo, muy dentro de mí, no tenía nada. Estaba vacío, sin un rumbo, sin nada a lo que querer aferrarme, sin nada que me hiciese despertar cada mañana con más ansias que el día anterior y que por las noches no me dejase dormir por tener rondándolo en mi cabeza. Hasta que llegaste tú.

 

-          Adelante… - respondo cuando el golpeteo en la puerta de mi oficina me saca de mis pensamientos.

 

-          Señor Lee, vengo para repasar su agenda de esta mañana…

 

Oh mi estimada Rachel… ella luce fresca como todos los días. Su piel blanca que contrasta con su melena oscura que cae por su espalda hasta la cintura. Hoy usa la falda gris, como todos los lunes, es mi favorita. Afirmo acomodándome en mi sitio mientras ella entra hasta sentarse frente a mí.

 

-          …tenga su café… - dice acercándome el envase de Starbucks, mientras me sonríe tímidamente.

 

¿Hace cuánto tiempo que trabajas para mi Rachel? ¿3, quizás 4 años? Y a pesar de lo que pasó tiempo atrás siempre estás aquí, tan fiel y con tus ganas contenidas de llorar cada vez que entras en mi oficina. Tan solo debiste tomar tus cosas y marcharte, estoy seguro de que tu vida sería menos infeliz de lo que es ahora estando trabajando para mí. Espero algún día me perdones por lo idiota que fui contigo al darte la falsa esperanza de que podría olvidarme de él al estar contigo. Espero algún día me perdones por haberte dado tantas risas apagadas, tantos besos sabiendo que no era tu boca la que quería besar, tantos abrazos sabiendo que no eran tus brazos los que quería sobre mi cuerpo.

-          Hoy a las 12 tiene un almuerzo con el director Shin del departamentos de finanzas para analizar los balances del mes pasado, a las 4 está la reunión con el señor Baek…

 

-          El señor Baek, ¿de mercadotecnia? – le pregunto al pensar en el pobre, gordo y sordo hombre que está a cargo de uno de los departamentos de la empresa. Sé quién es él, solo le pregunto para poner mis esperanzas en que sea tan solo una coincidencia de nombres.

 

-          El mismo… - afirma riendo al verme bufar, ella sabe que ese tipo es un caso perdido: nuevamente tendré que someterme al jugo de limón con miel para los dolores de garganta que se me avecinan -… y eso sería todo…

 

-          ¿Y qué pasó con la reunión con el representante de CTE?

 

-          ¡Ah, sí! – dice incómoda – Su padre me dijo que la cancelara, él quiere supervisar ese negocio, ya hizo todos los traspasos a su asistente, él estará a cargo ahora…

 

¿Cómo? ¿Desde cuándo mi padre interviene en un negocio que yo tengo a cargo? Está bien, lo admito, adquirir esa empresa bajo la firma de nuestra compañía fue todo un riesgo, pues solo llevaba dos años en el mercado y no tenía ningún tipo de respaldo. Pero hubo algo que me hizo querer comprarla. Llámese instinto de hombre de negocios, pero vi el potencial y supe que en el corto plazo y con un par de ajustes administrativos daría frutos. El resto fue fácil: concretar reuniones y convencer a mi padre que sería un riesgo optimista comprarla gatillaron en la compra de la empresa para incorporarla a nuestro holding.

Pero ahora no entiendo por qué quiere él administrarla, cuando él no administra nada; solo está ahí sentado en su gran asiento de cuero acolchado siendo cabeza visible cuando su salud aún se lo permite, bebiendo cafés con personas lame botas y en almuerzos en el club de campo. Aunque aún no lo admita, soy yo el que lleva a cargo este buque. Por lo que me ofende que quiera meter sus manos cuando estoy más que capacitado para ese nuevo desafío, siempre lo he estado, he crecido aquí, he creado millones de dólares en ingresos, una empresa sustentable y la más rentable en todo Corea, he hecho alianzas internacionales, ¡mierda lo hago todo bien!

 

-          Entiendo… - suspiro dejándome caer en el respaldo de mi silla. El tema de mi padre lo trataré más tarde -… bien Rachel, creo que eso es todo, gracias…

 

-          Estoy a sus órdenes Señor Lee… - me dice inclinándose antes de salir de mi oficina y dejarme solo, hundiéndome nuevamente en mis pensamientos.

 

Volteé mi silla hasta el inmenso ventanal tras de mí. Me puse de pie hasta él, perdiéndome en la inmensidad de la ciudad. La vista es increíble aquí, desde esta altura puedo pensar en perderme en las azoteas de los edificios, en los vehículos y la gente que se ven minúsculos bajo mis pies. Me siento poderoso, imponente, importante al recordar el peso de mi nombre. Con 24 años tengo el mayor imperio de telecomunicaciones de Asia en mi control, miles de personas que trabajan para mí, estatus social que se me es restregado en la cara cada vez que la gente es intimidada con solo escuchar quien soy. A veces me da asco, sí, pero este es quien soy, en quien me he convertido con el paso de los años. A veces también me pregunto si hubiera logrado ser quien soy ahora si hubiese estado aún contigo. Y sé la respuesta, y me duele reconocer que a tu lado no habría logrado nada de lo que soy y tengo ahora.

 

Sé que tengo un corazón inestable y disgustado

Y una mirada desviada, y una pesadez en mi cabeza

 

La tarde avanzó rápido sin casi darme cuenta. El almuerzo estuvo bien, mejor de lo que creí, enterarme que en una semana gané 25 millones de dólares me subió bastante el ánimo para enfrentarme al penoso Señor Baek. Para mi asombro pude soportarlo bien, noté que la señora Baek consideró mi email de llevar a su esposo a un especialista y conseguir un aparato auditivo para él. No tuve que gritarle para que me escuchase y mis cuerdas vocales se lo agradecieron.

Miré la hora en mi reloj de pulsera; las 17:34. De seguro mi padre debía estar reunido con la gente de CTE. Estoy más que convencido que él está disfrutando de quitarme de las manos algo que conseguí con tanto espero gracias a mi agudo sentido de una buena inversión ¿por qué lo hizo? ¡Vaya cómo me molesta que meta sus arrugadas manos en mis intereses! Ese era MI nuevo juguete, no tenía derecho a arrebatármelo, por lo que decido dar un poco de batalla para recuperarlo. Más que mal soy el gerente general y él un miembro emérito, si quiero lo puedo despedir. Bueno, tal vez no lo haga, pero la idea rebota en mi cabeza y me hace sentir muy perverso.

Salgo del ascensor que me llevó un piso más arriba del mío en donde está la oficina de mi padre-roba-nuevas-empresas, caminando hasta la recepción en donde la chica tras el mesón sigue sonrojándose cada vez que me ve. ¿Cuál era su nombre? ¿Yoo Chun, Seung Na…? ¡Qué mierda, siempre lo olvido.

 

-          ¡Señor Lee! – me dice poniéndose de pie, sorprendida por verme ahí en mi actitud déspota y algo galante que sé le pone nerviosa; qué divertido verla así – No, no sabía que vendría Señor…

 

-          ¿Está mi padre ahí…? – pregunto mirando hacia su puerta, mantengo las manos en el pantalón de mi traje, sé que ella está mirándome.

 

-          Eh, este, sí… está en una reunión ahora mismo… le llamaré para avisarle que está aquí – continua sentándose en su escritorio mientras toma el teléfono. Saluda en su estilo de secretaria intimidad, hace esa mueca que me da a entender que no soy recibido y luego cuelga – Señor Lee, su padre ha dicho que no puede atenderlo, que le llamará a su oficina…

 

¡Que ni me joda! Hago carraspear mi garganta para desquitar sutilmente mi enojo con ella, lo que da resultado, pues no se para de su sitio y solo se mantiene oculta tras el mesón. Entonces ignoro el recado de mi padre y con mi postura de CEO camino decidido, sintiendo los tacones de la chica-secretaria-asustada tras de mí quien quiere detenerme, pues desautorizar a mi padre es un despido seguro. Qué más da, si la despide, la contrato de nuevo solo para joderlo.

 

-          ¡Señor Lee…! – exclama para impedir que entre.

 

-          Soy yo… - digo golpeando una vez la puerta para luego abrirla, entrando en su oficina. ¡Y vaya si que no me quería ahí! Su rostro se desfigura automáticamente cuando me ve entrar seguido de la ahora ex-secretaria-asustada. Está en la sala de estar, sentado frente a mí con otra persona sentada frente a él, de espaldas a la puerta por lo que no puedo ver quién es.

 

-          Taemin… - murmura incómodo – Sully, te dije claramente que no podía recibir a mi hijo, que lo llamaría a su oficina, ¿acaso no puedes darle ese recado?

 

¡Sully es su nombre!

 

-          Señor Lee, yo… es que él…

 

-          No te desquites con la pobre chica, yo quise venir… - le interrumpo salvándola, mientras de reojo le indico que se retire, salvándole el pellejo - ¿puedo entrar…?

 

-          La verdad es que no, estoy ocupado, no puedo atenderte ahora… - me dice sin dudar ¿me está desafiando? - … te pediré que te retires…

 

¡¿QUÉ?! ¿Me está echando de su oficina, que está en el edificio de mi empresa? Eso sin duda me hace sentir demasiado molesto, incluso humillado al notar que la persona que está con él se remueve en su sitio.

 

-          ¿Es él el representante de CTE? – pregunto ignorándolo mientras camina hacia mí y se interpone de modo que queda fuera de mi campo de visión tras su cuerpo - ¿no me vas a presentar, más que mal soy yo el Gerente general de esta compañía y necesito conocer a mis subalternos…

 

-          ¡Basta! – susurra entre dientes, volteándose para verificar si es que la otra persona se dio cuenta de su reprimenda contenida – no vendrás a mi oficina a ventear tu cargo… y no, no es el representante de CTE…

 

Lo miro de soslayo, sé que me miente y él sabe que me he dado cuenta, su rostro nervioso lo delata. Miro de nuevo por encima de su hombro hasta el sillón en donde el hombre sentado ahí parece estar clavado en su sitio, ni siquiera se ha presentado como debería ¡Arg, pero qué puta! Estoy ofuscado y prefiero dejarlo así como está, ya me desquitaré con mi padre rebajándole el salario o quitándole la jubilación, o algo por el estilo.

 

-          Bien… te veo más tarde en mi oficina – le digo dándole a entender que yo soy el jefe, percatándome que asimila el tono de mi voz, pues solo se inclina ante mí como buen subordinado: al menos respeta mi cargo; mi padre en casa, mi empleado en la oficina - … hasta entonces…

 

¿No te acuerdas? La razón por la que me amabas antes…

Cariño, por favor, recuérdame una vez más

 

La tarde está fría cuando salgo del trabajo. El viento golpea mi cara provocándome un escalofrío. Tan, mi chofer está esperándome a la salida del edificio con la puerta del auto abierta. Voy hacia él y me quedo mirándolo. Quizás hoy sea un buen día para cambiar la rutina, para hacer algo diferente.

 

-          Tan, hoy  me iré a casa en el autobús… - ¿en serio dije eso? Ya está, ya lo dije. Bueno, por lo menos será una buena experiencia para reencontrarme con el servicio público de transporte ¿tengo efectivo?

 

-          ¿Señor…? – su voz dudosa me provoca una risa, de seguro lo sorprendí.

 

-          Tengo ganas de estirar las piernas, caminaré un poco y luego iré a casa… - insisto alejándome del auto -… vete a casa…

 

Me mezclo entre la gente mientras levanto la solapa de mi chaqueta de diseñador para cubrir mi cuello y protegerlo del viento. A esta hora las calles están llenas, todo el mundo sale de sus trabajos para ir a casa con sus familias y otro tanto se detienen en bares a desahogar sus frustraciones laborales con un par de copas ¿Acaso mis trabajadores beberán también por el mismo motivo? La ciudad empieza poco a poco a iluminarse a medida que el sol se esconde, y por más que creo que la gente se ha ido, veo más personas: grupos de amigos, gente de compras, uno que otro turista. Seúl es realmente interesante por las noches.

Me alejo un par de cuadras desde el edificio Lee Holding Enterprise en donde trabajo, hasta cruzar a la vereda de enfrente para entrar en la cafetería que me agrada. A mi gusto es la mejor de la ciudad, y no, no es Starbucks. Este sitio es mejor, más privado y con ese aire que te inspira a olvidarte de las cosas de la jornada y relajarte junto a una buena taza de café.

Cruzo la puerta de vidrio y siento que mi día mejora. El sitio es abrumantemente cálido. La luz tenue y las paredes rojas dan un toque tranquilo y a la vez seductor. Las mesas son las necesarias para este tipo de sitio en donde debes pagar bastante por beberte un café exportado. Saludo de reojo a la chica tras el mesón quien me reconoce y me acompaña hasta la misma mesa que uso siempre.

 

-          Bienvenido Señor Lee… - me saluda recibiendo la chaqueta que me he quitado, mientras me ofrece el menú.

 

-          Krystal… - respondo sentándome -… lo mismo de siempre por favor – añado antes de recibir el menú que me está ofreciendo. De seguro espera que cambie mis gustos al momento de tomar café, dentro de mi lamento decepcionarla, soy un hombre bastante acostumbrado a lo que le gusta.

 

-          Mokaccino doble, mineral con gas y sin hielo y un croissant de miel… - recita sin olvidar lo que suelo desayunar cada vez que vengo aquí.

 

-          Hoy no tendré el croissant… - la verdad es que no suelo comer cuando bebo un café por las tardes; tal vez deba decirle aquello a Krystal para la próxima vez que venga a estas horas -… solo el diario del día por favor…

 

-          ¿Señor, le pudo ofrecer algo más…? – me pregunta extrañada, pero disfrutando de que quizás sí cambio un poco mis costumbres.

 

-          Nada más, gracias… - acoto viéndola desaparecer a hacer aquello que es porque le pagan. Tal vez deba contratarla como mi secretaria en la empresa, al menos así no olvidaré su nombre.

 

 

El ventanal a mi lado me sobrecoge. Ver cómo pasan las personas caminando por la acera por poco me distraen de estas ideas que han estado invadiéndome durante todo el día. Bebo un sorbo de mi taza, dejando que el expresso mezclado con ese toque de chocolate y crema endulcen un poco la amargura que estoy sintiendo. Por el momento solo quiero que el día acabe luego y se lleve consigo estos recuerdos que me torturan y estos sentimientos que parecen querer colarse nuevamente en la armadura que me vi obligado a poner para envolver mi roto corazón. Pero al mismo tiempo de querer que esta tortura termine, tampoco quiero que suceda. De cierto modo el estar sentado aquí, pensándote después de tanto tiempo que ha pasado me hace al menos creer que fuiste real, que sí fuiste parte de mi vida y yo de la tuya, que fui feliz a tu lado, que nos amamos y que tratamos tanto como pudimos de hacer que esto resultara, que surgiéramos a flote de la mierda en la que te hundiste y a la cual me estabas arrastrando.

Tomo otro sorbo agradeciendo mentalmente que no fuera así. Que no me cagué la vida en mi arrebato de no apartarme de tu lado, que no me perdí en tus demonios, que no me dejé vencer por el infierno que querías vivir. Y ahora agradezco como siempre lo hago, de que te hubieras ido, de que me dejaras. En el fondo de mi corazón intento buscar tus razones, los motivos que te hicieron abandonarme sin darme ninguna explicación y dejarme a la deriva en un mar de sufrimiento.

Y me hundí, claro que lo hice. Estaba perdido en tu ausencia, en tus recuerdos, en tus promesas incumplidas y en las ganas que tenía de ir a buscarte y amarrarte a mí para que no volvieras a alejarte de mi lado. Entonces pienso en mi madre, en lo que sufrió al verme derrotado en mi sufrimiento y en mi padre, que invirtió todas sus fuerzas en traerme de regreso del agujero de mis tristezas. Y les agradezco, a ambos les agradezco enormemente por no haberme dejado como tú lo hiciste, por haber estado conmigo cuando tú no estabas y por hacer de mí el hombre que soy ahora, el hombre que no te necesita para ser exitoso.

 

-          ¿Puedo…? – una voz me aturde y me trae de regreso al lugar en donde estoy sentado bebiendo de mi café. Alzo mi mirada y en ese entonces mi mundo se detiene, colapsa, se derrumba y vuelve a ponerse en pie a mi alrededor, todo de una sola vez.

 

El tiempo al menos ha sabido ser generoso contigo, luces igual de cómo te recordaba. ¿Cuántos años tienes ahora, 25 o 26? Luces como si tuvieras apenas 20. Estas parado frente a mí y te reconozco solo porque no olvidaría nunca tu mirada penetrante, porque cuando te inspecciono con mayor detención noto lo diferente que estás. Ya no usas el pelo largo y desordenado, ahora está corto y perfectamente peinado. Ya no usas esas ropas holgadas y desgastadas, ahora vistes en traje hecho a tu medida; de tono oscuro, corbata y pañuelo a juego. Ya no luces descuidado y poco aseado, ahora tu piel destella luciendo bien cuidada, tus cejas gruesas, tus pestañas, tus ojos, tu nariz, tu boca y esa media sonrisa tímida que me estás dando. Sí, detrás de toda esa galantería que me tiene embobado sé que eres tú, sé que estás frente mío y sé que eres real.

Trago saliva, deseoso de apartar de mi garganta ese nudo que me sofoca y que me impide hablar y respirar con normalidad, pero no puedo, aunque trato de articular siquiera un “hola” me quedo mudo. Te veo entonces mover la silla que está frente a la mía y sentarte esperando a que te pida que no lo hagas, a que te pida que te vayas, pero no lo hago, solo me quedo ahí, congelado.

 

-          ¿Puedo tomar su orden Señor…? – veo a Krystal parada en medio de nosotros, dirigiéndose a él, ignorando que estoy con todas mis fuerzas gritándole que me ayude, que lo saque de mi vista, pero no puedo, trato, pero las palabras se han ido de mí.

 

-          Tomaré lo mismo que el joven, gracias… - ¡Dios, su voz! Mi cuerpo se estremece por completo al oírle hablar, sus palabras entran por mis oídos y rebotan cruelmente en mi cabeza, gritando a todo pulmón que es él, el mismo de antes.

 

Espera a que Krystal se aleje para voltearse hacia mí y mirarme de nuevo, como si fuese normal toparnos en un café y compartir la misma mesa ¡Vete, quiero que te vayas, no quiero estar aquí contigo! Grito con mi mente, chillando como un niño porque el culpable de mi infeliz día está sentado con esa media sonrisa, esperando a que le hable.

 

-          Hola Taemin… - me saluda, atreviéndose a lidiar con ese incómodo silencio que surgió entre nosotros.

 

-          ¿Qué haces aquí…? - ¿debí quizás decirle hola también? No, no se lo merece, no quiero ser cortés ni bien educado con él, no lo seré.

 

-          Estoy de paso por la ciudad por unos negocios… - dice notando mi disposición a ser distante -… me dijeron que en este lugar servía un buen café y quise probarlo…

 

-          No es tan bueno… - mentí -… la ciudad es grande, de seguro hay mejores sitios que este - ¡ándate, quiero que te vayas!

 

No dice nada. Baja la cabeza algo, ¿apenado, avergonzado? No sé qué es y tampoco quiero que me importe. Tomo la billetera del bolsillo de mi pantalón, dejó un par de billetes sobre la mesa y me incorporo de mi silla; si él no se va, yo lo haré.

 

-          Su pedido… - habla Krystal dejando en la mesa lo mismo que yo ordené hace un rato - ¿Señor Lee, se va…?

 

-          Sí, de pronto perdí el apetito…

 

-          Quédate… - dice atreviéndose a tomarme por la muñeca, impidiendo que emprenda rumbo a la puerta y arranque lejos de ahí y lejos de él.

 

Y ahí está de nuevo; con esa mirada que me desarma por completo, con su agarre que traspasa las capas de mi ropa y que me quema la piel ¿Cómo es que aún tiene ese efecto en mí? ¿Cómo es que aún puede hacerme tambalear sobre mis pies tan solo hablándome, tan solo mirándome?

 

-          Por favor… - insiste. Noto que Krystal se tensa, sabe que hay algo de lo cual no debe ser partícipe y como buena mesera se retira en silencio – Taemin, por favor…

 

¡¿Cómo osa decir mi nombre de esa manera?! ¡¿Cómo se atreve a tocarme, a mirarme a los ojos, a respirar el mismo aire que yo respiro?! Aprieto mis ojos conteniendo las ganas que tengo de arrojar el contenido de esa taza sobre su cara y solo atino a volver a mi silla, sentándome de malas ganas.

 

 

¿Cuándo fue la última vez que pensaste en mí?

¿O es que me borraste completamente de tu memoria?

A veces pienso, qué hice mal

Cuánto más lo hago, menos lo sé…

 

No sé cuántos minutos pasan sin que nos hablemos. Sé que me está mirando, siento su mirada penetrante sobre mí, pero lo ignoro enfocando mi vista en la ventana, tratando de ver lo que ocurre fuera del local, pero tan solo logrando distraerme con su reflejo que destella en el vidrio. Siento el sonido leve de la taza golpear su platillo y cómo se acomoda en la silla queriendo capturar mi atención.

 

-          Luces bien, ¿cómo has estado…? – me pregunta tímido, pero no respondo, no quiero hacerlo – te ves bien, pareces feliz… - se responde.

 

¿Feliz, luzco feliz? Menudo pedazo hijo de puta, sería feliz moliéndote a golpes por ser tan imbécil.

 

-          ¿Podrías hablarme? O al menos mírame para no lucir como un idiota hablando solo… - suspira apenado, lo estoy incomodando y eso me agrada porque sé que al menos Krystal está pendiente de lo que está ocurriendo - ¡Dios, esto es muy vergonzoso!

 

-          ¿Te doy vergüenza? – ataco, logrando sorprenderlo al escuchar mi voz – Vergüenza deberías sentir tú al estar sentado frente a mi Minho… no entiendo cómo tienes la deferencia de hablarme…

 

-          Hoy te vi… - dice de pronto desviando todas mis intenciones que tenía para escapar de ahí, confundiéndome, haciendo que de pronto me interese en lo que dice -… en la oficina de tu padre…

 

¡¿QUÉ?! Mi mente automáticamente retrocede hasta ese momento, entonces lo que me dice tiene sentido ¡Era él! El hombre sentado en la sala de reuniones, el que no se paró a saludarme ni menos se volteó cuando se dio cuenta que estuvo ahí, era él, era Minho.

 

-          ¡¿Qué…?! – le pregunto, es que no puede ser, no quiero convencerme de aquello - ¿Cómo es que…? Digo, este… o sea… ¡vaya!

 

-          Con quien te ibas a reunir hoy en la tarde, el representante de CTE… soy yo – dijo como si esperara que aquella noticia fuese alentadora para mí

 

De pronto mi mundo colapsado empieza a estrujarse, exprimiendo todo el oxígeno en él, sofocándome. Siendo mi cuerpo débil, un sudor frío que me envuelve, mis manos temblar y mis sentidos perderse, aturdiéndome.

 

-          Ten, bebe un poco… - dice acercándome el vaso son el agua que no se ha bebido -… te hará bien…

 

Entonces lo miro, con mi rostro de “¿hablas en serio?”, a lo que reacciona de inmediato reclinándose en el respaldo de su silla, manteniendo una distancia que sabe debe tener conmigo. Toda la información me ha superado y aún no sé cómo reaccionar, solo quiero lanzarme sobre la mesa y matarlo.

 

-          ¿Sabías, sabías que te reunirías conmigo? – logro articular al cabo de unos segundos; necesito saber esto, quiero saber esto.

 

-          Sí, lo sabía… - respondió mirándome con temor, como si estuviera arrepentido de aquello -…y tu padre también lo supo, por eso él…

 

-          Por eso él me quito todos los poderes legales sobre el negocio… ¡vaya, ahora entiendo! – exclamé irónicamente, agradeciéndole a mi padre; definitivamente debo subirle el salario - ¿cómo? ¿cómo es que tu…?

 

-          Después de todo, la rehabilitación no fue tan mala como creí… - murmura.

 

Claro, rehabilitación. Eso fue lo último que supe de él: que sus abuelos lo habían internado en un centro especializado para tratar con su problema con el alcohol. Él tenía 20 años, justo en la época que nos separamos. De sus padres no sabía nada, lo habían abandonado y durante su infancia pasó de hogar de acogida en hogar de acogida, con familias sustitutas: unas mejores que otras. Minho siempre había dicho que tenía una vida de mierda, yo viví en su vida de mierda tratando de cambiarla, tratando de que olvidara su pasado y trazara un futuro conmigo, pero fallé.

Al cabo de dos años de que me dejase, estando en unas de las tantas obras de caridad de mis padres, por coincidencia conocí a sus abuelos quienes estaban impulsando un proyecto para ayudar a adolescentes con problemas con las drogas y el alcohol, la beneficencia era para ellos, para él. Solos mis padres y yo sabíamos la conexión de Minho conmigo, al parecer sus abuelos no tenían idea de quien había sido yo en la vida de su nieto, así como yo tampoco sabía que Minho sí tenía familia, la que había llegado justo para salvarlo de sus adicciones y ayudarle a que se recuperara.

 

-          Mis abuelos dijeron que si quería otra oportunidad debía terminar el tratamiento, de lo contrario cortarían todo lazo sanguíneo conmigo… - me habló completando todos esos espacios vacíos que tenía en mi cabeza -… por supuesto lo hice; terminé el tratamiento y me fui a vivir con ellos, no todos los días te enteras de que no estás tan solo como creías, que si tienes una familia…

 

-          No pensé que estando conmigo te sentías solo… - ataqué ofendido.

 

-          ¡Taemin, no…! no quise decir eso…

 

-          ¿Entonces? - ¡cállate y solo limítate a contar lo importante! - ¿Cómo es que ahora estas aquí, vistiendo traje y corbata…?

 

-          Cuando terminé mi rehabilitación supe entonces que mi madre había sido una niña rica alcohólica presa de su adicción, que se embarazó de otro alcohólico y que de ahí nací yo…- añadió avergonzado, bebiendo luego un sorbo de su taza, ¿estará frío su café? -…y bueno, el resto ya lo sabes…

 

-          Lo lamento… - dije en seco bajando mi mirada, notando cómo se sorprendía con mis palabras -…por tener unos padres como la mierda, lo lamento…

 

-          Lo sé, mis padres fueron una mierda, pero si no fuera por eso ahora no estaría aquí… - me dijo mirándome y leyendo la confusa expresión de mi rostro -…mis abuelos me salvaron, me dieron otra oportunidad: un hogar, estudios, todo lo que debía tener a mi edad lo tuve. Me encaminaron en el negocio familiar, me hice socio mayoritario y ahora hago mi propia fortuna…

 

-          CTE… ¿Choi Telecomunicaciones? – murmuré viendo como asentía con su cabeza – Ya veo… bueno, ¿qué puedo decir? Tienes una empresa sustentable, nueva, pero que bajo el amparo de mi compañía va a ser mucho más rentable… - ¡Ten eso! Aprende de mi ingenio empresarial.

 

-          Si bueno, creo que cualquier empresa pequeña le gustaría ser comprada por un grande como LHE… fuimos muy afortunados, gracias por hacer eso…

 

-          ¿Gracias de qué? – le pregunté – No compré la empresa por ti, ni para salvar tu pellejo Minho, hasta hace un momento no tenía ni idea de que era tu compañía… todo se trata de negocios, de hacer dinero, de expandirse y seguir siendo importantes… yo no hago actos de caridad, ¿entiendes eso?

 

-          Lo entiendo… - dice bajando su cabeza, ocultado la sonrisa de su cara, ¿de qué se ríe? ¿de mí?

 

-          ¿Te parezco divertido…?

 

-          No, es solo que… - añade disculpándose -… verte así, tan metido en lo tuyo, nunca imaginé que te convertirías en el soltero más codiciado de Seúl, con ¿cuánto, 25 años?...

 

-          24… soy dos años menor que tu Minho…

 

-          Lo sé… - susurra.

 

Y entonces estamos ahí de nuevo. Uno frente al otro, mirándonos con tantas cosas que decirnos mutuamente, pero sin poder decirlas. Me pierdo lentamente en su mirada, ¡vaya, ¿hace cuánto que no nos mirábamos así?! Y sé que yo tengo el mismo efecto en él, su respiración entrecortada lo delata; lo afecto, lo sigo haciendo, de lo contrario no estaría aquí sentado en mi mesa.

 

-          Me petrifiqué… - dice de pronto, sacándonos mutuamente de ese combate visual -…al oírte entrar en la oficina de tu padre me petrifiqué, no supe reaccionar, no contaba con que estarías ahí…

 

-          Es mi edificio, yo entro a dónde se me da la gana… - le digo masticando sus palabras y arrojándolas a la basura – probablemente si hubiera sabido que eras tú el representante de CTE, quizás no habría comprado nunca tu compañía…

 

-          Sí, probablemente no lo habrías hecho… - dice sabiendo que lo que digo es cierto - ¿venderás nuestras acciones?

 

-          Tal vez, tengo que evaluarlo… - le digo cruzándome de brazos en una actitud prepotente -…no es una empresa que necesite realmente, ya veré que hago con ustedes…

 

-          ¿Me odias, cierto?

 

Sé que tengo un corazón inestable y disgustado

Y una mirada desviada, y una pesadez en mi cabeza

 

No sé cómo la conversación que hasta el momento parecíamos mantener el control se nos escapa de las manos, y toma ese giro inesperado. De pronto ya no quiero estar aquí, no frente a él, anticipando un dolor que no quiero sentir, oyendo cosas que no quiero oír y quizás diciendo cosas que no quiero decir. Por eso tomo la iniciativa, agarro nuevamente mi chaqueta y poniéndome de pie me alejo de la mesa, notando como Minho permanece estático en su sitio, con su pregunta hecha al aire y las palabras desvaneciéndose en mi ausencia. Cruzo el umbral de la puerta y el frío es mucho más doloroso afuera. El viento de ratos atrás, cala mis huesos nuevamente, obligándome a abrazarme a mí mismo, tratando de recuperar el calor perdido allá dentro.

 

-          ¡Perdóname! – no sé cómo en ese bullicio fui capaz de escucharle hablar, ni menos reconocer su voz por entre los murmullos de la gente que pasa junto a nosotros, ignorando que estamos ahí: hablándonos a la distancia - ¡Por favor perdóname Taemin!

 

-          No tengo nada que perdonarte… - miento de nuevo, volteándome hacia él mientras la gente choca mi cuerpo y pone malas caras por estar en medio de la acera. Pero es que quiero saborear sus palabras, su arrepentimiento, aunque sé que en el fondo no está arrepentido ¿cómo podría estarlo si fue él quien me dejó?

 

-          Por haberte dejado, por haberme ido sin despedirme de ti, por no darte las explicaciones que debí darte… por eso, lo lamento mucho… - continua diciéndome sin saber que cada palabra que sale de su boca clava duro en mi pecho, abriendo viejas cicatrices y liberando ese dolor que creí tener superado – Sé que debiste de haber sufrido, yo también sufrí…

 

-          Te equivocas… no sufrí, para nada… - ¡mentiroso! Musito dándome el valor que necesito para decirle aquellas cosas y que al menos él sufra un poco - ¿Cómo podría haber sufrido porque un alcohólico me dejó? Al contrario, agradecí que lo hicieras, estaba cagándome la vida contigo, no me estabas llevando a nada y necesitaba tenerte lejos para poder avanzar… y mírame ahora, mira quién soy y en lo que me he convertido. Quizás debería darte las gracias por haber desaparecido Minho…

 

-          Taemin… - murmuró rogándome con su voz que no fuera tan duro como lo estaba siendo.

 

-          En verdad no me esperaba volver a verte, pensé que quizás estabas muerto o algo así… - continuo sintiendo fuego en cada una de mis palabras -… pero supongo que tuviste suerte…

 

-          Lo hice por ti… - me interrumpe, disculpándose vagamente con una chica que golpeó su cuerpo por ir caminando distraída en su celular -… si me fui lo hice por ti, porque te amaba y sabía que te estaba haciendo daño con mi estilo de vida, no quería arrastrarte conmigo ni que vivieras mis demonios…

 

-          Pero lo hice, por meses estuve soportando tus mierdas, luchando contra el mundo y mis padres para hacerles entender que cambiarías, que yo podía hacerte cambiar Minho… - y ahí pierdo el control, en ese momento todo se trata de nosotros, de lo que vivimos, de lo que yo sufrí sin él -… pero me equivoqué; todas las veces que pensé estabas sobrio cuando en verdad esperabas a que me fuera a casa para ahogarte en tu alcohol y borrarte del mundo. Cuántas veces te encontré cubierto de tu propio vómito, inconsciente o alucinando porque te inyectabas Dios sabe qué cosas… tú, tú no tienes idea del infierno que viví contigo Minho, ni siquiera puedes imaginar lo que tuve que vivir contigo…

 

-          Lo sé, sé que sufriste por mi culpa…

 

-          ¡No, maldición, no tienes ni puta idea! – le grito perdiendo la calma, pero agradeciendo que todo el mundo a nuestro alrededor parece ignorarnos. Estamos en una burbuja, él y yo, luchando uno contra el otro - ¡No sabes nada Minho, nada! ¡no sabes todo lo que te busqué después que te fuiste: fui de bar en bar, hasta me metí en los prostíbulos para saber si estabas ahí! ¡Mierda! – no llores Taemin, no llores; respira, solo respira - ¡desapareciste de la noche a la mañana, no dejaste una nota, nada! ¡te llevaste mi dinero, mis cosas y te fuiste! Y me dejaste solo, sin saber qué hacer, perdido completamente… así que no te atrevas a decirme que sabes lo que sufrí porque no podrás entender la magnitud de mi dolor, nunca podrás hacerlo… - entonces me volteo y limpio mis lágrimas traicioneras con el torno de mi mano y me voy, escapo de él.

 

-          Sé cuánto te dolió Taemin, lo sé porque es así como estoy viviendo ahora… - le siento decir a mis espaldas. Entonces mi cuerpo me traiciona de nuevo, inmovilizando mis pies a la acera, petrificando mi cuerpo y volcando todos mis sentidos en lo que tiene que decirme. Me vuelvo hacia él y lo veo frente a mí, incluso más cerca, tanto que puedo darme cuenta que llora en silencio -…no ha pasado ni un solo día en que no me arrepienta por haberte hecho daño, por haberte lastimado por culpa de mis adicciones, por haberte dejado solo… yo me asusté, me aterré cuando me di cuenta que tarde o temprano te cansarías de mí y me dejarías, no quería que me abandonaras, pero tampoco quería seguir haciéndote daño… por eso hice lo que hice, por eso me fui, porque no quería arruinarte, no quería me malgastaras tu vida conmigo…

 

-          Bueno, gracias por su consideración, ahora estoy mucho mejor a causa de tu benevolencia Minho…

 

-          Taemin por favor…

 

-          ¡Por favor,  ¿qué?! ¡¿Qué quieres Minho, ah?! ¡¿qué quieres lograr con todo esto?! ¡¿qué pretendes?! – mi cabeza da mil vueltas procesando sus palabras, no sé si creerle, aunque dentro mi corazón quiero hacerlo. El Minho que tengo frente a mi es otro completamente distinto al que me dejó cinco años atrás, sé que ha cambiado, puedo notarlo, pero mi mente solo repite todas esas escenas de dolor que viví con y sin él, y en el fondo siento que no puedo perdonarlo, que aún no debo hacerlo - ¡DIME, ¿QUÉ QUIERES?!

 

-          Yo…

 

-          ¡¿Qué quieres Minho?! ¡Dime, dime ¿qué quieres?!

 

-          Taemin, no es tan fácil… - titubea ante mi insistencia.

 

-          ¡¿QUÉ-QUIERES?! ¡DILO, DIME ¿QUÉ MIERDA QUIERES?!

 

-          No hagas esto, por favor no lo hagas…

 

-          ¡MIERDA MINHO, DILO DE UNA PUTA VEZ, ¿QUÉ QUIERES?! ¡¿QUÉ… QUIERES?!

 

-          ¡A TI MALDICIÓN! – grita enmudeciéndome de golpe, extrayendo todo el aire de mis pulmones y la sangre de mi rostro, haciéndome palidecer. Entonces avanza dando golpes que quedan grabados bajo sus pies, acortando la distancia entre nosotros. Ahora siento su cuerpo acercándose al mío, su calor entibiándome, sus manos sosteniendo mi rostro y su aliento que se mezcla con el mío, embriagándome – Te quiero a ti, te quiero a ti de regreso en mi vida Taemin… te quiero a ti…

 

Te di el espacio para que pudieras respirar

Y mantuve la distancia para que pudieras ser libre

Espero que puedas encontrar la pieza que te falta

Para traerte de regreso a mí…

 

-          Siempre has sido tu… - siento su manos acariciarme la piel, trazando líneas que me hacen recordar lo bien que se sentía estar bajo su tacto -… tú fuiste la peor de mis adicciones, estabas siempre tentándome, haciéndome dependiente de ti, de tus caricias, de tus besos, de ese amor que me dabas y que nunca merecí… - suspira apoyando su frente contra la mía. Entonces cierro mis ojos y me dejo embaucar por sus palabras, por su presencia.

 

-          Por qué… ¿por qué me abandonaste? – murmuro sosteniendo mi cuerpo aturdido en sus brazos que parecen no querer dejarme ir - ¿por qué no me llamaste…? ¿por qué me dejaste solo?

 

-          Porque quería protegerte… - me responde. Y sé que es cierto, sé que aquello que dice fue el motivo que le hizo dejarme -… porque no quería que siguieras sufriendo por mí, no merecías eso. Tú merecías algo mejor que yo, mereces a alguien que te cuide y te mantenga a salvo, y que te ame… alguien que te de lo que yo no pude darte…

 

-          ¿Entonces qué haces aquí? – musito atreviendo a encontrar mi mirada con la suya – ¿Qué haces aquí? ¿no te das cuenta que si andas revoloteando por aquí, no podré encontrar a esa persona? No podre… me confundirías, y no quiero eso… quiero dejarte en el pasado y rehacer mi vida…

 

-          Yo no quiero… - me interrumpe con ese mismo tono decidido -… yo quiero revolotearte, y confundirte, y hacerte perder la cabeza y que no tengas nada más que hacer que pensar en mi… quiero volver a ser alguien en tu vida, porque ¡mierda! Tú en ningún instante has dejado de ser mi universo… ¿Acaso no entiendes que todo lo que hice y he hecho hasta este entonces ha sido a causa tuya? La rehabilitación, entrar a la universidad, ser parte de la empresa de mis abuelos, que compraras nuestra compañía… todo fue para poder al fin verte y no sé, que sintieras al menos un chispazo que me dijera que todavía sentías algo por mi…

 

-          ¿Un chispazo? – repito y le veo mirarme confundido - ¡Mierda Minho, sentí una fogata enorme cuando te vi parado en aquel café frente a mi mesa! Creí que mi cuerpo se consumía con tu “Hola Taemin”… me asusté, me… no sé, es todo esto tan extraño, tan confuso… ¿Por qué tenías que volver? ¿Por qué tenías que regresar?

 

-          Porque te extrañaba… - murmura volviendo a deslizar sus dedos por mis mejillas, por la línea de mi mandíbula y por mi mentón, haciéndome alzar la vista para que nuestros ojos se reencuentren – Porque te amo…

 

¡Dios, ¿cómo puede decirme eso?! Mis pulmones se vacían completamente en un hondo suspiro que me hace sentir ahogado. Mi corazón da un vuelco y golpea fuerte en mi pecho, sintiendo que se me saldrá por la boca tarde o temprano. Mis piernas flaquean y mi cuerpo se estremece bajo su agarre. Pero sé que él siente lo mismo que yo, sus manos tiemblan y sus ojos me dicen el temor que está sintiendo; es el mismo miedo que yo sentí cuando me vi solo y perdido sin él, y entonces pienso que la vida se ha invertido y que ahora, después de tantos años, él está comenzando a vivir mi dolor, mis angustias, mis temores, mi soledad.

Y ahora ¿Qué es lo que debo hacer? ¿Qué debo decirle? Lo tengo a centímetros, desnudándome con sus ojos y sintiendo que tiene tanto por decirme, tanto por hacer. Estoy completamente confundido y creo que sea lo que sea que le diga o haga podría darle un atisbo de lo que quiero. Pero no puedo ser tan débil, no quiero decaer tan fácilmente, no se lo merece, él no me merece. Ya lo reconoció, y sabe que aún es así. Quizás soy demasiado para él, quizás él nunca podrá igualar todo lo que le di tiempo atrás, y estoy seguro que ese es su miedo, su principal temor.

 

-          Yo, Minho yo… - murmuro bajando la cabeza, sintiendo cómo sus manos retroceden de mi rostro y su cuerpo se mece en sus pies; ya lo sabe, se ha dado cuenta de lo que haré, y entonces sé que está asustado – Lo siento, yo, yo no…

 

-          ¡No lo digas! – me interrumpe, con su voz pendiendo de su garganta, sonando débil – Por favor no, no me hagas oírlo…

 

-          Son muchas cosas las que han pasado, el tiempo… tu lejos, yo cambié… tuve que hacerlo – insisto, sabiendo que lo lastimo – Ahora no soy el mismo chico de 18 años que conociste Minho, ya no lo soy… he crecido, soy otra persona, tengo otros intereses, he construido una vida sin ti y me gusta, me gusta saber que después de ti el mundo no se terminaba, que después de ti había algo mucho mejor…

 

-          Detente, por favor… - me ruega tomando su cabeza por entre sus manos. Pero no puedo, debo decirle esto, debo desahogarme – No puedo… no soporto esto, por favor…

 

-          Esta es la vida Minho, así son las cosas… - murmuro mientras él llora en silencio; ya no me mira – Lo lamento, yo… yo estoy mejor sin ti…

 

 

¿Por qué no te acuerdas? ¿No te acuerdas?

La razón por la que me amabas antes…

Cariño, por favor, recuérdame una vez más

 

Y sé que así acaba. Todas las noches llorando por una explicación a su abandono, sufriendo por no tenerlo a mi lado, martirizándome por no estar con él acaban así. Conmigo mirándolo por última vez y volteándome sobre mis pies para no seguir torturándome por su imagen de niño perdido. Y es que parado ahí, con sus manos al costado de su cuerpo, su mirada oculta en el suelo para que yo no pueda ver sus lágrimas no es exactamente como quiero verlo. No es la manera en que quiero recordarlo. Entonces me voy, pensando en lo cruel que fue decirle la verdad, en el dolor que quizás está sintiendo, pero en lo aliviado que estoy de poder haberme desahogado y al fin quitarme este peso de encima. Ahora me siento libre, libre de su recuerdo.

Camino rápido, perdiéndome en la gente y procurando que en cada paso que doy este más lejos de él. Y entonces siento, que en esta distancia que vuelve a estar entre nosotros algo de mí se ha perdido, algo me ha abandonado ¿Qué es? ¿Qué se me extravió? ¿Por qué de pronto me siento vacío, como si algo vital hubiese desaparecido? Mis pies se detienen, entonces mi mente hace un escaneo a todo mi cuerpo, verificando que cada cosa este en su lugar. Pero luego lo entiendo, de pronto sé que lo que me falta, que lo que ha huido de mí se ha quedado allá; a metros tras de mí, sollozando en medio de la acera y con la gente mirándole desaprobatoriamente.

Llevo mi mano hasta mi pecho, estrujando la chaqueta de mi traje y mi camisa con mi tacto. Y cierro mis ojos, porque comprendo lo que me hace falta. Y siento rabia, demasiada rabia que después de tanto tiempo tenga que estar como un idiota: conteniendo mi cuerpo, conteniendo mi mente, conteniendo mi alma, pero por más que trate, por más que lo intente, sé que no podré vivir si es que él, entre todas las cosas que se llevó la vez que me abandonó, se llevó también consigo mi corazón.

Me volteo entonces hacia el lugar en donde estábamos, caminando, casi corriendo para encontrarlo. Entonces me siento solo y perdido nuevamente. ¡No está ahí!, ¿A dónde fue? ¿Por qué se ha ido? Miro a mi alrededor desesperado por hallarlo, pero no hay nada que me dé una pista de él. La gente pasa junto a mí, me golpea, me mira de forma extrañada, mientras yo siendo que mi mundo da vueltas y vueltas a mi alrededor, con mil imágenes de él en mi cabeza. Y siento miedo, mucho miedo, ¿Es esto lo que quería? ¿Es realmente esto lo que pretendía lograr con esta conversación con él? ¡NO, NO ES ESTO! ¡LO QUIERO DE REGRESO, QUIERO MI CORAZÓN DE VUELTA EN MI CUERPO! Porque sin él sé, sé que no puedo volver a vivir.

Y corro, corro hacia ninguna parte, pretendiendo que le alcanzaré no importa a dónde se haya ido, lo alcanzaré ¿Podré hacerlo? ¡Sí, sí puedo, por favor espérame, no te vayas! Corro lo más rápido que mis piernas me lo permiten, mientras me esfuerzo por secar mis ojos que nublan mi vida, ¡¿Dios es qué momento comencé a llorar?! Y sigo corriendo, buscando desesperado su cuerpo, su rostro, algo que me indique que no ha desaparecido, que no me ha abandonado de nuevo.

¡Mierda, ¿cuánto he corrido?! ¡Y aún no puedo hallarlo! Quizás deba detenerme, sí, quizás en verdad ahora está todo perdido. ¡NO, NO! Mi subconsciente sabe que lo que pienso no es realmente lo que quiero. Entonces continuo, corriendo todo lo que puede mi cuerpo cansado y luego paro, y lo veo, y él me ve. Luce igual de agitado que yo, ¿Acaso también estaba corriendo? Eso parece, sus mejillas están sonrojadas y su frente brilla a causa del sudor. Y lo veo nuevamente, petrificado al igual que yo, incapaces de movernos.

Pero yo doy el primer paso, después de todo ¿Voy en busca de mi corazón perdido, cierto? Respiro hondo y avanzo, mientras él parece hacer lo mismo y va a mi encuentro. Y un paso que yo doy, es otro que da él para no quedarse atrás. Y cuando logro reaccionar estamos nuevamente uno frente al otro, con un par de metros que nos separan.

 

-          Tae-Taemin… - susurra tratando de calmar su respiración.

 

-          Devuélvemelo… - le interrumpo extendiendo mi mano, como esperando que lo deje ahí para poder ponerlo a salvo. Veo cómo su rostro luce confundido, como si no supiera qué es lo que trato de decirle -… mi corazón, lo quiero de regreso… devuélvemelo…

 

¿Eso es todo? Verlo así, mirándome sin nada que decirme, sin nada qué hacer, ¿Es así como me esperaba que fuera? ¡Dios no soporto esto, quiero irme! Trato de moverme pero no puedo, mi cuerpo está fuera de mi control, ¿Qué me pasa? Entonces reacciono y me doy cuenta que estoy capturado, amarrado con sus brazos. Su cuerpo me sostiene, su pecho junto al mío, su calor, su palpitar, su respiración, su perfume. Siento como apoya la cabeza en mi hombro y pierde su cara en mi cuello, enviando pequeñas descargas eléctricas a todo mi cuerpo a causa de su aliento, mientras me aferra más a él, como temiendo que me escape, ¿Quiero escapar? ¿Debo hacerlo?

No, no quiero. No quiero huir como él lo hizo, no quiero desaparecer como él lo hizo. Quiero permanecer así, de ese modo, anclado a su cuerpo, sintiendo que todo es real, que él está ahí conmigo, que no va a irse, que permanecerá de ese modo, porque ¿lo hará, cierto? Entonces siento una brisa calarse por entre nuestros cuerpos, noto cómo se aleja de mí ¡No, no lo hagas, no dejes de abrazarme! Me lanzo de nuevo sobre él, impidiéndole que me deje, apoyando mi cabeza en su pecho y sintiendo la hermosa melodía del palpitar de su corazón; es tan hermosa. Y cuando creo que me alejará nuevamente, siento sus manos rodearme otra vez por la cintura, mientras deja cortos besos en mi cabeza.

 

-          Perdóname… - susurra inhalando el perfume de mi cabeza, casi puedo verlo cerrar sus ojos al hacer aquello -… perdóname por haberte lastimado Taemin, perdóname…

 

Busca mi rostro, tomando mi mentón con sus manos y le veo llorar, al igual que yo, ambos lloramos. Tal vez porque estamos demasiado lastimados, tal vez porque tenemos miedo, tal vez porque no sabemos si esto que estamos haciendo sea lo correcto. El pasado es demasiado doloroso, aún nos lastima.

 

-          ¿Entiendes que no quiero que sigas sufriendo? – me habla como fuera un niño - ¿entiendes que aún puedo hacerte daño, que aún puedo lastimarte?

 

-          Lo sé… - afirmo -…pero creo que no puedas hacerme más daño del que ya me hiciste. Me lastimaste demasiado Minho, acabaste con mi vida y rompiste mi corazón, ¿cuánto más puedes hacerme sufrir?

 

-          Soy un tonto, un experto en estropear las cosas y lo sabes Taemin…

 

-          Entonces yo soy aún más tonto que tú, porque sabiendo que eres lo peor que puedo tener en mi vida, no quiero dejarte ir… no permitiré que me abandones de nuevo… - le digo sintiendo que es lo más honesto y sincero que he dicho en demasiado tiempo.

 

-          Somos unos tontos… - repite apoyando su frente contra la mía, sin dejar ir mi cara de sus manos: se siente tan bien.

 

¿Por qué no te acuerdas? ¿No te acuerdas?

La razón por la que me amabas antes

Cariño, por favor, recuerda que tú solías amarme…

 

Me mira de nuevo, y en sus ojos veo de nuevo al Minho de 20 años que conocí en el pasado. El Minho de las risas descontroladas, de esa alegría desbordante. El Minho que con solo sonreírme me decía tantas cosas: que me amaba, que me necesitaba, que yo era lo mejor para él, así como él era lo mejor para mí. Entonces mi mundo, que ha sido colapsado tantas veces por los acontecimientos de hoy, parece detenerse y dejarme a la deriva, sintiendo que mi cuerpo parece volar hacia el espacio exterior, sin tener de donde sostenerme ¡No me dejes ir! Pienso, y me aferro aún más a sus brazos, que mantienen mi cara frente a la suya y mis labios junto a los suyos. ¡No me ha dejado, no se ha ido! Soy yo el que ha abandonado mi cuerpo y que cree estar en otra órbita a causa de su beso.

Y sonrío. Sonrío cuando noto cómo en mi pecho un dulce palpitar inunda mi cuerpo. Sé que está de vuelta. Aún después de tantos años viviendo vacío, sé que lo he recuperado, que tengo de vuelva ese desenfrenado palpitar que se agita cada vez que siento sus labios acariciar los míos.

Entonces comprendo, entonces en ese punto de mi vida logro entender que él nunca se fue de mí ser. Siempre estuvo presente, tan solo fui yo el que lo dejó vagando y que lo dejó solo en el rincón más oscuro y alejado de mi interior a causa de mis miedos. Tan solo estaba alejándolo de mí para darme cuenta en este instante, para terminar de convencerme en este punto de mi vida, que sin él causando estragos y agitando mi mundo, yo no puedo vivir, no puedo REALMENTE volver a vivir.

 

Notas finales:

Condenado 2min, me encantaaaa :D

Nos vemos! ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).