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Coward por TabiiiTa

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Notas del fanfic:

Tenía tantas dudas sobre publicarlo, este tema de la autolesión es tan delicado… y aish. No sé, simplemente me da vergüenza, miedo y muchas cosas más publicarlo. Siento que podría afectar la cabecita de ciertas personas e incitarlas a hacer cosas malas, pero esa no es mi intención. Así que si son débiles de mente y están pasando por un mal momento. No lean esto por favor u_u

 

 

Notas del capitulo:

Lo escribí durante un momento de depresión, así que… es bastante deprimente. Pero como todos mis fics tiene un final feliz, espero o_o

Jinki sabia como todo comenzó, por mucho que intentó borrarlo de su memoria su mente mantenía grabado todos esos recuerdos dolorosos que lo mantenían encerrando en su cuarto de baño siendo un ovillo en la tina mordiendo sus labios con fuerza suficiente para romperlos. Jinki sabía cómo su vida  había comenzado a desmoronarse desde aquel trágico día. Jinki sabía que no importaba cuanto tratara de olvidar, las heridas seguían frescas recordándole todo el daño acumulado en su corazón.

 

 

Kim Jonghyun era su amigo de la infancia, el único que conservaba a pesar de todos los años transcurridos entre el jardín y su educación universitaria. Nunca se despegaron el uno del otro y gracias a eso Jonghyun era su mejor amigo. Más que su mejor amigo lo consideraba su otra mitad. Eran como uno solo, ambos parte de un todo, ellos lo sabían y todo el mundo lo notaba. Donde estaba uno podían hallar al otro, era solo cosa de lógica tratándose de ellos.

Se conocieron cuando eran vecinos en su pequeña ciudad, no era una gran historia la de su primer encuentro simplemente con verse congeniaron como dos gotas de agua y su amistad se formó naturalmente. Pero eso fue sólo durante sus años de niñez porque cuando ambos llegaron a la etapa de adolecentes Jonghyun se convirtió en una gota de aceite. Todos saben que el aceite y el agua no se mezclan, por lo que Jinki se negaba a dejar que Jonghyun fuera una gota de aceite.

Jinki seguía siendo ese chico alegre y puro a sus 15 años mientras que Jonghyun pasó a ser un chico rebelde de cabellos revueltos que iba en contra de todo el mundo. También es bien sabido que la clase de chicos como Jonghyun no tiene amigos como Jinki, porque de tenerlos terminarían siendo corrompidos.

Jinki y Jonghyun se la pasaban discutiendo durante aquella época, Jinki era ese pequeño rayo de luz que trataba de guiar a Jonghyun por el buen camino pero Jonghyun se mantenía ignorándolo. Jonghyun descuido sus estudios  y estuvo varias veces a punto de repetir cursos, Jinki lo regañaba sin reparos pero finalmente era el mismo quien tenía que hacerle tutorías de emergencia para ayudarlo a aprobar sus exámenes.

Pero los chicos malos siempre pierden y Jonghyun terminó perdiendo ante Jinki. De alguna manera Jinki se las arregló para que aquella gota de aceite llamada Jonghyun no se alejara de él e incluso volviera  a ser aquella gota de agua con la cual se mezclaba perfectamente.

Cuando ambos entraron a la universidad Jonghyun finalmente sentó cabeza y fue dejando atrás su etapa de chico rebelde, todos creían que se debía  a la buena influencia de Jinki y en parte así era, pero la verdadera razón fue que Jonghyun encontró su camino: La música.

Para sus estudios universitarios Jinki y Jonghyun decidieron arrendar un departamento e ir a vivir juntos, sus pequeños problemas del pasado nunca fueron más fuertes que su amistad por lo que parecía una buena idea en aquel momento. Pero Jinki contaba con un hermano pequeño, Taemin un par de años menor que él, no soportaba la idea de despegarse de su hermano mayor y sus padres planeaban ir a vivir al extranjero, así que usando todas sus artimañas que incluían desde chantajes hasta pucheros consiguió ir a vivir con ellos. Aquel año terminaron siendo tres en aquel departamento.

La relación entre los tres fue incómoda al principio, Taemin y Jonghyun se la pasaban peleando por la atención de Jinki, quien terminaba  frustrado por su comportamiento infantil. Antes no habían tenido que verse las caras porque cuando Jonghyun y Jinki se reunían solían ser en la casa de Jonghyun, pero ahora viviendo los tres entre cuatro paredes era todo un caos. La mayoría de las veces Jinki se ponía de parte de Taemin, después de todo la sangre es más espesa que el agua, y Jonghyun era más fácil de complacer, por lo que pasando todo un día con él habría olvidado cualquier resentimiento contra Jinki por sus preferencias a la hora de las discusiones.

Jinki como cualquier estudiante de medicina apenas tenía vida fuera de la universidad, se las arreglaba para dividir sus tiempos entre Jonghyun, Taemin y sus estudios, pero era verdaderamente difícil.

Jonghyun por otro lado, perseguía su sueño de la música y siendo una carrera bastante flexible pasaba más tiempo en casa siendo el encargado de cuidar del pequeño Taemin, quien siempre se quejaba diciendo que ya no era un niño que necesitara ser cuidado.

Fue así como por las malas Taemin y Jonghyun tuvieron que congeniar.

Con el tiempo se volvieron cercanos y hasta descubrieron que Taemin también amaba la música. Después de un largo primer año juntos, los tres se acostumbraron a esa clase de vida, su departamento era siempre alegre cuando se encontraban los tres y la música se sentía en cada rincón, Jonghyun cantaba con su maravillosa voz mientras Taemin bailaba al ritmo de la música y el mismo Jinki tarareaba algunas partes de la canción. Pero claro esos eran solo los buenos recuerdos.

 

 

Durante las vacaciones Jonghyun fue invitado a un festival musical fuera del país, su carrera como músico recién estaba comenzando pero ya era bastante conocido gracias a su talentosa voz. De alguna manera Taemin se las arregló para colarse en sus planes de viaje, como siempre,  Jonghyun aceptó llevarlo como un bailarín de apoyo. Taemin a penas cursaba la escuela media y los últimos días antes del viaje se paseaba de un lado a otro diciendo que su carrera como bailarín estaba por comenzar.  Por aquellos días el departamento de los hermanos Lee y Jonghyun era un completo desastre con maletas y ropa esparramada por todos lados, mientras que los rincones se podía ver a Taemin practicar sus pasos de baile y a Jonghyun haciendo sus ejercicios de vocalización. Jinki por otra parte contemplaba con cariño al par de bobos mientras intentaba acostumbrarse a la idea de pasar una semana por su cuenta.

La última noche antes del viaje Jonghyun se coló en la habitación de Jinki, tenía la vieja costumbre de buscar contacto ajeno cuando estaba demasiado nervioso. Claro que se encontró con un invitado inesperado, la luz de la lámpara estaba encendida y Taemin ya estaba recostado junto a Jinki pasando un brazo por su pecho y durmiendo profundamente. Jonghyun enfadado pensó en irse, a pesar de que ya se llevaba mejor con Taemin aun le molestaba tener que compartir a Jinki con él, pero en ese momento Jinki  sintió su presencia y volvió su rostro hacia él. Al ver la sonrisa del mayor y las señas que le hacía para que se acercara, todo rastro de celos se esfumó. Jinki tenía sus ojos puestos en él con una mirada de comprensión y eso era todo lo que necesitaba.

-Aun hay espacio – dijo en voz baja Jinki, sonriendo.

Jonghyun sin perder el tiempo se metió bajo las mantas, al lado derecho de Jinki, y le dio las gracias en voz baja.

-¿Pasa algo? – preguntó el mayor con curiosidad.

-Sólo estoy un poco preocupado por el Festival, no sé si lo haré bien – confesó Jonghyun.

-Sé que lo harás bien, Jonghyun-ah,  conquistaras a todos con tu voz y luego terminaras siendo conocido internacionalmente. Serás el mejor cantante de Corea, también. – Lo animó Jinki.

-Dices eso porque eres mi amigo – respondió Jonghyun, haciendo un puchero.

-Lo digo porque conozco tu talento – corrigió Jinki. Y Jonghyun no tenía respuesta a eso. Jinki lo conocía completamente y debía tener razón – Ahora duerme, mañana tenemos que levantarnos temprano – le recordó Jinki.

Jonghyun obedeció y cerró sus ojos dispuesto a dormir. Pasaron unos minutos y estaba a punto de lograrlo, pero Jinki se lo impidió.

-Jonghyun – murmuró Jinki, girando su rostro hacia él.

-¿Mmm? – balbució Jonghyun, medio dormido.

-Prométeme que cuidaras de Taemin – pidió Jinki. Su voz sonaba preocupada y ansiosa como cada vez que hablaba de la seguridad de su hermano menor.

-Lo prometo – respondió Jonghyun enseguida.

-Gracias – murmuró Jinki.

- No hay de qué.

-Te quiero – declaró Jinki. Moviendo su cuerpo hacia Jonghyun, listo para depositar un beso en su frente justo como había hecho antes con Taemin. Pero Jonghyun movió su rostro al mismo tiempo para acomodarse ante el movimiento de Jinki y Jinki terminó besándolo en los labios.

Jinki fue quien se alejó primero muerto de vergüenza por su error, pero antes de que pudiera disculparse Jonghyun susurró una respuesta.

-Yo también te quiero, Jinki.

Y Jinki sólo pudo soltar una risita nerviosa mientras Jonghyun hacía a un lado el brazo de Taemin  y colocaba el suyo sobre la cintura de Jinki.

Cualquiera creería que por aquellas acciones eran novios pero ellos simplemente tenían una relación especial.

 

 

Cuando los despidió en el aeropuerto Jinki tuvo esa extraña sensación de que algo andaba mal, su sexto sentido le decía que algo malo estaba a punto de suceder, pero cuando vio las sonrisas entusiasmadas de Jonghyun y Taemin mientras se despedían, ignoró su mal presentimiento y les dio un fuerte abrazo a  ambos. Cuando fue el turno de Jonghyun, sin embargo, el abrazo duró más de la cuenta y tenía la extraña sensación de que no debía dejarlo ir.

 

Siguió con su vida normal durante el resto de la semana, sin Taemin y Jonghyun su vida era bastante monótona, pero lo soportó sin mayor esfuerzo pensando que pronto estarían de vuelta. Pero esa inquietante tranquilidad duró sólo hasta que vio las noticias y comprobó con pánico como un ataque terrorista se llevaba a cabo en el Festival Musical al que Jonghyun y Taemin habían asistido.

 

 

-Hyung, mi pierna, duele demasiado – se quejaba Taemin, sin siquiera tener el valor de mirar su pierna herida. Sólo estaba a unos metros del escenario cuando detonaron la bomba, realmente fue una suerte que él y Jonghyun no estuvieran sobre él porque se suponía que era su turno, de no ser porque Jonghyun estaba tan nervioso que hasta olvido su número de concursante no estaría con vida.

-Tranquilo Taemin, todo estará bien  iré por ayuda – trató de tranquilizarlo Jonghyun.

-No hyung, no me dejes solo –pidió Taemin, con una mirada lastimosa en su rostro.

-Está bien – cedió Jonghyun.

Jonghyun gritó por ayuda y un par de segundos después una chica vino a socorrerlos. Pidiéndoles calma y afirmando que sabía de primeros auxilios.

-Su herida es muy grave. Hay que llevarlo a un hospital enseguida. – indicó la muchacha.

Junto a la muchacha, Jonghyun consiguió mover a Taemin, pero no llegaron muy lejos. Todo era un caos a su alrededor, se veía un montón de gente herida y destrozos en todo el lugar. Jonghyun pensó que sólo se trataba de un explosión, pero en cosa de minutos el recinto estaba lleno de personas vestidas completamente de negro, con mascaras cubriendo su rostro  y portando armas en sus manos, entonces supo que se trataba de algo peor.

 

Ya habían pasado horas, la policía aun no conseguía controlar la situación y todos los asistentes al Festival estaban en calidad de rehenes. Taemin estaba pálido como un papel, su piel se sentía fría y estaba sudando. Estaba en un estado de semiinconsciencia y Jonghyun veía asustado cómo incluso su respiración se volvía irregular.

-Tenemos que hacer algo, la hemorragia no se detiene – dijo la chica – si continua así morirá. – aclaró la chica mientras rompía su camisa y buscaba algo que utilizar en los escombros.

-Hyung –  lo llamó Taemin débilmente – ¿mi pierna está muy mal? – Jonghyun guardó silencio y Taemin sonrió débilmente – No dejes que haga nada extraño, he visto en las películas que cuando una herida es muy grave tienen que hacer amputaciones. No la dejes. Prefiero morir antes que perder mi pierna. – declaró Taemin con miedo.

-Taemin, no digas esas cosas… – dijo Jonghyun, la simple idea de lo sugerido por Taemin le dejaba la garganta seca– saldremos de está, te lo prometo.

-Simplemente no la dejes hacerlo – Fue lo último que dijo Taemin antes de que todo se volviera negro para él.

 

 

Ya todo el peligro había pasado, después de dos días de pánico Jonghyun y Taemin junto con todos los rehenes fueron liberados.

Taemin estaba hospitalizado luego de la amputación, Jonghyun se paseaba como un perro nervioso fuera de su habitación pero no se atrevía a entrar. No podía verlo a la cara, la culpa lo aterraba. Taemin de seguro lo culparía. Él mismo se culpaba por no haber cuidado correctamente de él. Ni si quiera tuvo el valor de evitar que la chica le hiciera un torniquete, con ella repitiendo cada cinco segundos la frase ‘morirá si no lo hago’, no pudo negarse y simplemente contempló con pánico y culpa cómo la pierna de Taemin lentamente perdía su color natural.

Fue llamado a dar declaraciones, pero se negó a alejarse de la habitación de Taemin por lo que los policías improvisaron una oficina en la cafetería. Allí lo interrogaron durante un par de horas y fue el único momento en el que se alejó del menor. Aun si no se atrevía a verlo, procuró cuidar de él a lo lejos.

Cuando volvió a la habitación luego de la declaración, se encontró con Jinki en el pasillo, o más bien lo vio de lejos también. Lo vio entrar a la habitación de Taemin con desesperación, lo tuvo sólo por segundos en su campo de visión y fue suficiente para que se congelara por completo. Vio el rostro preocupado de Jinki y no dejaba de imaginar todas las cosas que tendría para decirle, como lo odiaría por no cumplir su promesa, por dejar que dañaran a su hermano pequeño.  Y no fue necesario  que imaginara lo que Taemin diría porque desde el pasillo en donde estaba se escuchaban sus gritos desgarradores.

-¡Él sabía que la música es mi vida! ¡Sabía que no puedo dar ni una nota y que mi única manera de vivirla es bailando! ¡¡Jonghyun lo sabía y aun así dejo que me hicieran esto!!¡Ese bastardo mal nacido, le dije que no la dejara hacerlo! ¡¡Preferiría haber muerto allí mismo!!

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, era esa la razón por la que no quiso entrar a ver a Taemin, no quería escucharlo decir aquellas palabras, no se atrevía a ver su rostro lleno de dolor ni su mirada de odio. Y ahora que estaba Jinki con él menos capaz se sentía de verlos. No podía ver a ninguno. No era tan fuerte como para aceptar el odio de Jinki, tenía  mucho miedo de sus palabras, de su mirada. No podría vivir día a día viendo la mirada de rencor de Jinki sobre él, preferiría seguir con la culpa carcomiendo cada parte de sus ser antes que escuchar las palabras que más miedo le daban, el odio de Jinki.

Y fue por esa razón y por unas cuantas más que Jonghyun simplemente huyó como un cobarde.

 

 

Después del desastre en el extranjero Jonghyun no volvió a casa. Jinki tuvo que lidiar con la pérdida de su amigo, un hermano que quería morir y con sus propios problemas. Ese año no volvió a la universidad y encontró un trabajo, necesitaba el dinero para mantener el departamento y para las terapias de Taemin. Sus padres aun no estaban enterados de nada y no podían contar con su ayuda.

Apenas se acostumbró  a su nueva vida, se la pasaba todo el día en casa cuidando de Taemin, afortunadamente consiguió un trabajo nocturno y así pudo hacerse cargo de él. Pero todo era un desastre. Taemin se negaba a ir a las terapias, a comer y a hacer cualquier cosa. Sólo pasaba todo el día en cama, durmiendo o al menos fingiendo dormir cada vez que Jinki se acercaba a su habitación. Y Jinki no podía sentirse peor, no resistía ver a su hermano antiguamente alegre, así de desmotivado, desecho y destruido. Sentía que cada día lo perdía un poco más y no sabía qué hacer con él. Ni siquiera sabía que hacer consigo mismo, con su propio dolor. Hasta ahora se mantenía ocupado, para evitar pensar en ello. Porque cada vez que se preguntaba que había pasado con Jonghyun, se desmoronaba.

 

Era la cuarta vez que golpeaba la puerta de Taemin, pero no recibió respuesta. En el pasado habría pensado que algo andaba mal porque Taemin respondía a sus llamados enseguida, pero entonces sabía que Taemin simplemente estaba fingiendo dormir. Entró con la bandeja llena de comida y la colocó en su mesilla de noche. Taemin estaba recostado con las mantas cubriendo la parte inferior de su cuerpo, aun así Jinki podía ver su pierna sana y la falta de su pierna mutilada, cada vez que lo hacía sentía su estomago removerse y la angustia amenazaba con consumirlo. Pero se recordaba constantemente que debía ser fuerte.

-Taemin, es hora de comer. – indicó Jinki.

-Estoy durmiendo. – fue la respuesta desganada de Taemin.

-No juegues conmigo. – Lo regaño Jinki

-No seas molesto. – Contraatacó Taemin, dañando una pequeña parte del corazón de Jinki, Taemin jamás se había comportado de esa manera tan fría con él.

-Tienes que comer. – Repitió, prefiriendo ignorar sus sentimientos  y concentrándose en su objetivo de cuidar de Taemin.

-No quiero.

-No mejoraras si no comes.

-La comida no hará que me crezca otra pierna. – Declaró Taemin, con resentimiento y amargura. Haciendo nuevamente que el corazón de Jinki saliera herido.

-Taemin… - murmuró Jinki, sintiéndose completamente estúpido e inútil por no poder acabar con el sufrimiento de su hermano. Por no tener una palabras de aliento que lo ayudara. En su hogar, Jonghyun siempre había sido el bueno con las palabras.

-Déjame sólo. – Pidió Taemin. Y Jinki no se negó porque con Jonghyun acechando su mente no podía ser aparentar se fuerte y en cualquier momento se vendría abajo.

Jinki salió de la habitación, dejando atrás la bandeja aun sabiendo que Taemin no tocaría un solo bocado. Cerró la puerta con suavidad y dando un suspiro tembloroso se dirigió a su habitación.  Se encerró en el cuarto de baño y allí se quedo por varios minutos, sentado en la tina sosteniendo sus rodillas con sus brazos y hundiendo su rostro entre ellas. Dejandose consumir por sus pensamientos.

No podía llorar, no lo haría, tenía que ser fuerte por los dos. Tenía que superar esa pequeña crisis de debilidad para poder ir a cuidar de Taemin. Si él se sentía así, Taemin se debía sentir mil veces peor. Él estaba bien, Taemin era el que sufría. Debía ser fuerte. Regresar a su habitación y obligarlo a comer si era necesario. Trataba de pensar de esa manera, estaba forzando a su mente a hacerlo. Pero dolía y dolía tanto que era casi imposible no llorar. Mordió sus labios con fuerza suficiente para hacerlos sangrar y giró su rostro en un intento por vaciar su cabeza de pensamientos inútiles. No podía si quiera abrir los ojos, sentía que si lo hacia sus lagrimas comenzarían a caer y no se detendrían.

Abrió sus ojos y frente a él vio su rasuradora y de un momento a otro la sostenía con fuerza en su mano. No supo que lo impulsó a hundir las hojas en su piel, pero de alguna manera lo hizo sentir mejor, claro que dolía, sentía un dolor punzante en su piel pero era nada comparado con el dolor que sentía en su corazón. Y se sintió aliviado al hacerlo, logró concentrarse en el dolor físico y su mente se olvidó de sus demás preocupaciones.  Sólo fue un corte, uno muy largo, se detuvo cuando su muñeca goteaba demasiada sangre.  Se asustó al ver su ropa manchada y se frenó a sí mismo. Tampoco es que quisiera suicidarse. Taemin necesitaba de él. Sólo quería deshacerse del dolor permanente en su pecho. Una liberación, una vía de escape, solo de eso se trataba.

Dio el agua de la regadera y se deshizo de la sangre de la tina. Se quitó la camiseta y la envolvió en su muñeca como un vendaje improvisado.  

Y luego de ese pequeño suceso fue cuando se dio cuenta de que haciéndole daño a su cuerpo lograba controlar con más facilidad sus emociones.

 

En la noche cuando llego al trabajo, su corte no paso desapercibido para su compañero de trabajo Kibum, que últimamente se había convertido en su amigo. Él era un sabelotodo y Jinki temía que con una sola mirada descubriera todo lo que pasaba por su mente. Pero cuando le preguntó sobre su herida y respondió que se trataba de un “accidente domestico” Kibum se lo creyó tan fácilmente que no supo si sentirse aliviado o decepcionado. Se sentía confundido, agradecía que confiara tanto en él como para no poner en duda sus palabras pero se sentía un poco herido de que no pudieran ver la mentira tras sus ojos.

De cualquier manera ese era el menor de sus problemas porque su jefe aprovechaba su llegada para descargar su ira en él. Lo regañaba por cualquier cosa, y terminó insultándolo y tratándolo de inútil por no completar sus estudios universitarios. Jinki no era alguien violento, por lo que sólo se disculpó aun cuando sabía que no era él quien debía hacerlo. Pero Kibum no era tan apacible como él y terminó defendiéndolo y devolviéndole todos los insultos a su jefe. En resumidas cuentas los dos quedaron cesantes ese día.

-No tenías que hacerlo. – Decía un avergonzado Jinki.

-No iba a dejar que siguiera tratándote de esa forma. – Respondió Kibum con enfado.

-Pero ahora no tienes trabajo. – Le recordó Jinki

-Tu tampoco. – Le recordó Kibum, sonriendo por la absurda situación.

-Bueno la paga no era tan buena. – Declaró Jinki, intentando darle ánimos a ambos.

-Claro. – Respondió Kibum sonriendo más amplio. – Tengo un amigo que trabaja en una cafetería, me dijo que están buscando gente. Si te interesa me avisas – ofreció Kibum.

 

Cuando llegó a casa aún era de noche, pero luego de darle un vistazo a Taemin en vez de colocarse el pijama e ir a dormirse, como solía hacerlo, se dirigió al baño. Se sentó en su refugio improvisado, que era la tina y tomó la rasuradora en sus manos. Esta vez la desarmó mientras pensaba en lo liberado que se había sentido luego de aquel corte de la tarde y meditaba se debería volver a hacerlo o no.

Sólo se quedó con una de las navajas. La acercó lentamente a su muñeca y dudo, dudo por un segundo, Kibum vio con facilidad su corte así que tenía que ser más cuidadoso si planeaba hacer esa locura. Llevó la navaja más arriba en su brazo casi llegando a su hombro y la hundió en su carne. Su cerebro indicaba luz roja, sabía que por su seguridad y salud mental esa era una línea que no debía cruzar, pero eso no le impidió arrastrar la navaja horizontalmente por su piel mientras contenía la respiración.

En seguida sintió el dolor invadir su cerebro reemplazando cualquier otro pensamiento que allí se encontrara y alivio fue lo único que sintió después.

Ese fue sólo el comienzo, luego de aquella ocasión cada vez que se sentía a punto de estallar, o a punto de rendirse y mandarlo todo al diablo, lo volvía a hacer.

 

Pronto todo se convirtió en un círculo vicioso, había un punto en el que Jinki se veía tan sumergido en cada pequeño problema que simplemente se encerraba en su baño y se cortaba, para luego salir y poner una de sus mejores sonrisas, para Taemin, para sus amigos y para el mundo.

Para entonces ya sabía algunos trucos, como que si desarmaba la rasuradora y sólo usaba las navajas era más fácil hacer los cortes y resultaban más profundos, también aprendió a dejar gasa y vendas a su alcance y que las muñecas no eran un buen lugar para cortar si no querías ser descubierto.

No quería preocupar ni molestar a nadie con sus problemas y sabía que con un corte los podía olvidar por unos momentos. Era una vía de escape sólo eso, Jinki jamás pensó en la muerte mientras lo hacía. Taemin lo necesitaba más que nunca.

 

Sin embargo la vida de Jinki no era sólo tristeza, cortes, sangre y cicatrices; eso lo reservaba para sus peores momentos cuando estaba en la intimidad de su cuarto de baño. Jinki se esforzaba por parecer alegre y jovial ante los demás. Jinki se esforzaba por ser feliz dentro de su tristeza.

 

Aceptó la oferta de Kibum, la cafetería no era nocturna, pero Jinki consiguió tomar los últimos turnos de la tarde y así podía pasar la mayor parte del día con Taemin e incluso dormir durante la noche. Cuando Jinki le contó a Kibum sobre sTaemin, este se ofreció para cuidarlo durante las horas en que Jinki trabajaba y con la confianza que Jinki le tenía terminó aceptando. Era extraño aceptar ayuda así sin más, pero lo hizo pensando en Taemin, tenía miedo de que hiciera algo tonto cuando estuviera sólo.

En cierto modo su vida mejoró un poco después de eso. Podía ser el fuerte apoyo que Taemin necesitaba, ser un buen trabajador, un buen amigo y ante todo alguien alegre la mayor parte del tiempo, hasta que colapsaba y debía recurrir a su escape.

 

Pasaron meses y miles de intentos para conseguir que Taemin saliera un poco de su burbuja de odio y resentimiento. Y si tuviera que ser honesto, todo se debía a Kibum y Minho. Sus nuevos  amigos.  Kibum de verdad era todo poderoso. No cedía ante los caprichos de Taemin y siempre encontraba la manera de hacerlo comer. Si había una discusión Kibum siempre era el ganador. Fue gracias a Kibum que Taemin incluso aceptaba ir de paseo de vez en cuando.

Y en uno de esos paseos al parque fue donde conocieron a Minho. Según Taemin fue amor a primera vista y en realidad todos lo creían así. Pero por mucho que aquel chico le gustara a Taemin fue Kibum quien terminó acercándose a él. Y de alguna manera terminaron siendo 4. Los cuatro eran muy buenos amigos, Kibum y Jinki habían procurado no decirle nada a Minho sobre el flechazo de Taemin, ya que el menor así se los pidió y Jinki se enteró del por qué en unos de los momentos vulnerables de Taemin.

Poco a poco, Taemin estaba volviendo a ser el mismo. Era un avance lento pero seguro e incluso había recuperado su hábito de colarse en la cama de Jinki en medio de la noche. Jinki lo sentía incluso antes de que llegara a su habitación, porque Taemin aun no se acostumbrara a usar sus muletas y era bastante ruidoso. Así que para cuando Taemin llegaba junto a su cama, él ya tenía un espacio entre sus sabanas esperándolo.

-Jinki hyung, ¿Crees que algún día pueda gustarle a Minho? – habló Taemin en la penumbra de la noche. Con su cuerpo aferrado al de su hermano mayor

-Claro que sí. ¿Por qué no habrías de gustarle? Eres guapo, simpático y alegre.

-Pero ahora estoy defectuoso – murmuró Taemin contra el pecho de Jinki transmitiéndole su miedo y falta de confianza.

-No digas eso Taemin.  No eres un objeto para estar defectuoso. Eres perfecto tal y como estás – declaró Jinki, sintiendo cómo su corazón se oprimía. – Además Minho ni siquiera sería tu amigo si le importara eso  y él no es esa clase de persona. Lo sabes.

-No lo sé, hyung. No lo sé. Y tengo miedo de saberlo. ¿Qué pasa si le digo que me gusta y me rechaza? No podría soportarlo. Cuando lo conocí pensé que quizás esa era la razón por la que sobreviví al atentado. Incluso estuve un poco agradecido con Jonghyun por no dejare morir allí – Jinki sintió como si le dieran un patada en el estomago ante la mención de aquel nombre, pero siguió escuchando a Taemin como si nada, en ese punto de su vida sabía perfectamente cómo controlar sus emociones. – Pero ahora no estoy seguro de nada. – continuó Taemin.

-Tienes que hablar con él. Es la única manera de saberlo. Aun si te rechaza es mejor eso a vivir con la incertidumbre del que sera – declaro Jinki, haciendo notar su papel  de hermano mayor.

-No me atrevo… yo… soy un cobarde. – murmuró Taemin, hundiendo su rostro en el pecho de Jinki.

-No puedo obligarte a hacerlo. Pero sabes que estaré aquí para ti si lo haces. – fue lo único que se le ocurrió decir en aquel momento.  Y sintió que era lo correcto.

Si Taemin tenía miedo al rechazo no podía simplemente impulsarlo a hacer una declaración alocada. Jinki lo entendía bien, porque pasó por lo mismo con Jonghyun. Sintió el miedo al rechazo junto con la ansiedad del que podría ser.  Y allí se quedó estancado, sin avanzar, huyendo de sus sentimientos. Pero no permitiría que su hermano fuera un cobarde igual que él, se encargaría más tarde de hacerle saber que él que no arriesga no gana.

Las terapias de Taemin estaban yendo bien, estaba adaptándose al uso de sus muletas y al hecho de que no podría volver a bailar. Todo gracias al apoyo incondicional de Minho. Taemin había avanzado mucho desde que lo conoció, pero el mismo quería más. Detestaba salir a la calle y que lo miraran con lastima y detestaba aun más ser tratado como un invalido. Así que una de las tantas noches compartiendo cama con Jinki, le dio conocer sus intenciones.

-Hyung, ¿crees qué si consigo una prótesis podría parecer más normal? – preguntó Taemin.

Jinki ya estaba acostumbrado al hecho de que sus conversaciones nocturnas comenzaran con el ‘Crees qué…’, aquello sólo dejaba en evidencia lo valiosa que era su opinión para su hermano menor. Y le hacía sentir muy bien que Taemin volviera a ser el mismo.

-Ya eres normal, Taemin – Declaró Jinki.

-Lo sé, quiero decir, ¿luciría menos… inválido con una? – volvió a intentar Taemin, algo complicado.

-Supongo. – respondió Jinki con simpleza. No había pensado realmente en ello.

-¿Podrías hablar con mamá y papá al respecto? – preguntó Taemin con temor. Y Jinki, entendía el por qué. Sus padres no sabían nada del estado de Taemin. Taemin no quiso que se enteraran, sabía que irían corriendo hasta allí en cuanto lo supieran y en su momento no quería tener otra mirada de lástima que soportar, mucho menos de sus padres. Jinki había aceptado guardar el secreto porque no quería preocuparlos.

-Claro, les diré – Declaró, pensando en cómo podría comunicarles la noticia sin que les diera un ataque al corazón.

 

 

Intentó irse por las ramas pero incluso por el teléfono sus padres notaron que algo andaba mal y le pidieron a ambos que viajaran en seguida a China. Jinki no se negó, tenía que hacer lo que Taemin le pidió y contarle a sus padres la nueva condición de su hermano pequeño. Viajaron ese mismo día, la confianza habitual de Taemin fue reemplazada  por el nerviosismo  y la tristeza al saber que se alejaría de Minho por un tiempo, pero ninguno retrocedió en su decisión. Tarde o temprano sus padres se enterarían.

La reacción al ver a Taemin fue inmediata, su madre inicio un ataque de llanto mientras su padre estaba estupefacto apretando los puños con impotencia. Las preguntas  y regaños no tardaron en llegar  y todas recayeron en Jinki. Su madre abraza a Taemin sin dejar de llorar, mientras su padre exigía respuestas. Y Jinki se las dio enseguida.

Fue considerado el responsable de todo, sus padres confiaron en él dejando a Taemin a su cuidado y había hecho un pésimo trabajo como hermano mayor. Eso estaba claro. No hubo abrazos para él, ni palabras de consuelo. Simplemente un adiós cortante.

Sus padres se llevaron a Taemin a casa y lo dejaron en el aeropuerto por su cuenta. Estaban apartando a Taemin de su lado como castigo por no cuidar bien de él. Eran sus padres y los respetaba y obedecía,  ni siquiera chisto cuando le ordenaron regresar solo. No mostró ni una sola expresión en su rostro cuando se despidió de Taemin hecho un mar de lágrimas. ‘Lo siento, hyung. No debimos decirles’ Se disculpó Taemin, con la respiración entrecortada por el llanto. ‘Está, bien. Estarás mejor con ellos’ fue la respuesta de Jinki. Y entonces liberó el agarre de Taemin sobre su cuerpo y se marchó.

Jinki se halló incapaz de hacer algo para evitar perder a Taemin porque para entonces ya había perdido gran parte de sí mismo.

El viaje de China a Corea no era demasiado largo. Esa misma noche llegó a su casa y cuando estuvo en la tranquilidad de su hogar, en la soledad de su habitación y en la intimidad de su baño; el gran filo del cuchillo de cocina le resultó mucho más útil que las diminutas navajas en su repisa. No le quedaba espacio en los lugares no visibles, pero esta vez no le importó cortarse en un lugar tan visible como el ante brazo, de todas maneras nadie podría ver sus marcas. Sólo necesitaba deshacerse del dolor y escapar de todos sus tormentosos sentimientos.

Y la vía de escape de Jinki sólo tenía una indicación: dolor a cambio de dolor.

Notas finales:

No sé de verdad por qué escribí esto, Jinki no es emo, es un emoticon(?)

¿Dios mío que he hecho? –se da latigazos-


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