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Mala Suerte...Atraída. por Pasitea

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Notas del capitulo:

Espero les agrade...

 Díganme si no está muy damático

Una tarde se oyó la marcha del visitante rezagado, colándose a una hermosa pero fría habitación, escondiéndose dentro del ropero a esperar la noche.

El joven Sabio, que cansado iba a al aposento, leía un rollo de pergamino sobre hechos de su vida de hace 1000 años. Al entrar, percibió el dulce olor lavanda, extasiándolo hasta el punto de marearse; con delicadeza, se desvistió frente al guardarropa imaginándose al muchacho de negro cabello; esa idea le provocó un fuerte sonrojo y la carcajada posterior…como siempre, las perlas salinas llenaron sus oscuros ojos, hiriéndole el orgullo que ya se encontraba maltratado de tanto pensar.

Quitó esos pensamientos, tiró de lado la ropa, convenciéndose de que era lo mejor que tenía que pasarle… No había manera alguna de que  esa ilusión se realizara. No con él. 

Revisó el cuerpo ante un gran espejo, notando cierta definición en su curvatura, lo que le hizo sentir un poco de pena.

-Demonios…- susurró doliente, causa de una punzada.

Ya calmado, enfiló al baño a por una buena ducha.

El agua, que todo limpia, recorrió trémula la nívea piel. Y la tina, llena hasta topar, soltaba aires de vainilla y valeriana; últimamente había tenido que usar esas hierbas para relajarse y conciliar el sueño. Pero ese olor a lavanda lo atosigaba…

Al llegar a la conclusión de que los dedos de sus pies estaban “viejitos” (arrugados), salió con toda su desnudez a la cama, secándose en el  camino con la toalla que el Maou olvidara en pasadas visitas. La Luna dibujaba su rostro al acercarse a la ventana, recordándole que su deber es solo de observar… “Nunca ser el protagonista…”

Con cierta envidia por la gente libre que paseaba de la mano a altas horas de la noche, refunfuñó un seco “Suerte” acostándose desganado, orando por no despertar pronto.

Una sombra, que tenía rato acechándolo, se deslizó fugaz al lecho del “Bello Durmiente”, pasando los dedos por las líneas que se dibujaban sobre el…

-¿Por qué has venido?-le preguntaron.

-…-

-¿Por qué has venido?-

-…-

-¿Por qué has venido?-

-…-

-¿Por qué maldita sea has venido?- cuestionó otra vez, sin voltear.

Lo destaparon como respuesta, exponiéndolo sin ropa. Él no hizo nada…

Tal vez porque no quería.

Tal vez porque era inútil.

Tal vez porque no cambiaría nada.

Y tal vez porque sabía que al enfrentarlo, se desharía en suspiros y llantos.

Total.

Ya se había perdido.

¿Qué más daba?

Se giró para encararlo, viendo un par de filosos ojos, ahogándose libidinosos. Reconoció el brillo inocente e inseguro de los niños cuando deciden hacer una travesura sin estar convencidos del todo… y sonrío dulce.

Asintió, dando paso a uno de sus más grandes errores. Y al sentirlo dentro de sí, lloró, lloró, lloró.

El primero de alegría.

El segundo de enojo.

El tercero de tristeza.

Porque conscientemente  consintió ser un juguete.

Ser la “puta” que mellaba en la pareja real.

La putrefacta manzana de la discordia.

Maldito por ello.

Odiado.

Solo.

 

Ahora se lamenta de lo endeble que es. Ahora  sabe con certeza que, aunque reencarnaran mil vidas, nunca estarán juntos.

Ahora que está enamorado irremediablemente.

Sin salida.

Malhaya la hora en que lo conoció.

Oye los cohetes. Entiende que la ceremonia va a empezar. Se niega mostrar a cobardía por última vez.

-Tenías razón, Shinou. Lo tengo merecido.- susurra al viento.

-¡Gran Sabio! ¡Gran Sabio! ¡Gran Sabio!-  han ido a buscarlo los fieles seguidores del Maou. - ¡Vamos!-

Lo suben a la carroza; dentro está el traje ceremonial que le han obsequiado, le instan a cambiarse y en el transcurso, ensaya lo que ha de decir.

 

Parado frente al gran emblema del Rey legendario, recita oraciones que hace tiempo no usa, dando la espalda a todos los congregados.

No soporta tanta felicidad.

Le tiemblan las manos al pasar la espada sagrada a la enorme mesa de piedra.

No quiere ver.

Escucha cuando todos se paran, signo de respeto: los contrayentes se han presentado.

“Las bodas demoníacas se parecen a las benditas de la Tierra…”

No desea ver.

Las exclamaciones no se hacen esperar “¡Que guapos se ven los dos!” “¡El Maou sí que ha cambiado!” “¡Es muy joven para casarse!” “¡Ya era hora!” “¿Sabías que antes de todo esto, Su Majestad tenía un amante?” “¡¿Un amante?! Creí que prefería más a las mujeres ¿No por eso no se casaba con Wólfram?” “Dicen que quiso experimentar y la verdad no sé si era un varón, pero al parecer no era cualquier hombre sino uno de buena casta…” “¿Buena casta? Por favor, si es un noble no tiene dignidad, eso de ser plato de segunda mesa no va con alguien de estirpe alta” “Vamos, ¿Vas a decir que tú nunca lo hubieras hecho?” “Mmm tal vez, pero yo sí sé de discreción”

Alguien las calla con enojo, dejándolas bastante airadas por verse evidenciadas.

La pareja camina solemne, sobria y sonriente.

De verdad no desea verlo.

Siente el olor lavanda que emana de ese cuerpo que alguna vez lo poseyó, se marea e intenta sostenerse de la mesa. “No, ahora no.”

Y lo mira. Alto, hermoso como un dios griego con esas pupilas totalmente duras cuando lo notan. Y el rubio ¡Por el Cielo! Un primor, el maldito demonio perfecto cual ángel, digno de Yuri…en todo sentido.

-Gente de Shin Makoku, hoy es un gran día puesto que nuestro indeciso Rey por fin a decido unir su vida con la del Príncipe Wólfram Von Bielef. Su Majestad enhorabuena. Por favor vuelvan a sus lugares.-

Va a desmayarse. Sabe que sí. Pide fuerzas y claridad.

Frialdad.

Prosigue con la ceremonia, en la que de vez en cuando la Doncella Original interviene con sus poderes. Los cánticos resuenan en el templo, limpios…tan limpios como el réquiem.

Ha “bendecido” un par de aretes, que acomodados en el mullido cojín, se acerca para incrustarlos en las orejas de los novios; en Yuri, la izquierda, en Wólfram, la derecha. Primero es el demonio de agua que le mira despectivo.

Eso le duele.

-Esta es la marca de su compromiso, Majestad, para con Von Bielef. Signo de fidelidad, esperanza, soporte  y amor. Sepa que se halla obligado a cumplir en la guerra y en la prosperidad. Y que si en algo le falta a este noble caballero, sírvase  Shinou el justo castigo ¿Acepta?- definitivamente va a desmayarse.

-Acepto.-

Reprime las lágrimas “No hay vuelta atrás…”. Toma la aguja, perfora la oreja del morocho; están lo suficientemente juntos para que le pueda hablar.

“- Es la última vez que estoy frente a ti…-“murmura Ken.

Los congregados van a protestar: el Sabio ha besado en los labios al Maou. El blondo lo matará; antes de que eso  pase, hace una señal de silencio. Coloca el arete al sorprendido Soukoko y se aleja para hacer lo mismo con el demonio de fuego e igual le besa. Hay algunos que se indignan pero los demás los calman al decirles que así se lleva a cabo una boda real, o eso es lo que creen.

Moja las manos de ambos en una palangana de oro, proveniente de la cascada mágica del templo, signo de la consumación de la ceremonia.

-Ahora, que Shinou los bendiga. ¡Viva el Rey! ¡Viva su Consorte!-

El resto aplaude.

Ya puede morirse.

Languidece cuando se besan y tomados de la mano, salen del recinto, atrás de ellos, los fieles súbditos.

 

Notas finales:

Hasta luego


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