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Encuentro Fortuito. por JavaThinksTheLifeSucks

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Notas del fanfic:

Kray.

Notas del capitulo:

Este es mi primer fanfic y decidí hacerlo Kray porque creo que esa pareja se ha perdido un poco y yo los amo, a ambos♥.

Buena lectura~.

Seis años atrás.

 

Los ojos del chico se perdieron en las borrosas imágenes que veía a través de las ventanas del vagón al cual acababa de subir. Debía tomar el metro cada vez que volvía de su escuela y esperar una hora completa a que este llegara a la parada que quedaba a dos cuadras de su casa, teniendo que caminar desde ahí. Por lo tanto, tenía demasiado tiempo muerto en el día, cada semana. 

Giró la cabeza rápidamente tras escuchar el sonido de las puertas del vagón deslizarse, dejando a un flujo de personas salir o entrar al mismo lugar donde él estaba. Para su mala suerte no salió demasiada gente, pero en cambio si entró bastante. No le gustaba estar muy rodeado, y menos cuando había olvidados sus casquetes en casa, impidiéndole cualquier oportunidad de desconexión de ese ambiente que tanto había llegado a odiar. Pero esa tarde, algo en especial llamó su atención. 

No era normal escuchar risas en un lugar como ese, y menos cuando la gran cantidad de personas producía una especie de sofocamiento que apenas dejaba respirar, pero ahí estaban. Mas había una que se destacaba especialmente. Era musical, era dulce pero notoriamente de chico, era como si un niño se estuviera riendo frente a él. 

Su vista se fijó en la pareja de jóvenes que había frente a él. La chica era bastante guapa, podría decir que era uno o dos años menor que él, mientras que el muchacho, que podría haber tenido su edad, tampoco estaba mal. Ambos usaban el mismo uniforme. Ellos se reían como si no hubiera mañana, coqueteaban de vez en cuando y se tocaban cariñosamente. Cualquiera habría dicho que eran novios, una pareja de niños de secundaria que no temían en demostrar su cariño al mundo, que por lo demás, era hermoso a sus ojos. A YiFan le pareció de la misma manera. La pareja se bajó del vagón unas cuantas estaciones antes de que él lo hiciera y el lugar volvió a sumirse en ese silencio monótono, sin nada que llamara la atención tanto como esas nuevas risas que recrearon la mente del chico durante al menos media hora. 

Esto volvió a ocurrir de ahí en adelante y YiFan dejó de usar audífonos en el metro. 

 

 

Cinco años atrás. 

 

 Se había retrasado un par de minutos en la escuela. Su maestro le había ordenado que limpiara el salón luego del termino de la clase, debido a que no había puesto nada de atención en esta y se había dedicado a vagar en sus pensamientos, observando a la ventana fijamente mientras deseaba que el tiempo pasara lo suficientemente rápido como para irse de ese claustro. Estaba sudando un poco debido a la carrera que había hecho para no perder el último recorrido que iba a su casa a esa hora, logrando alcanzarlo justo antes de que este partiera. 

Entró al vagón respirando aceleradamente, observando a su alrededor para localizar un puesto vacío. Por suerte, sólo había uno a lo lejos, por lo que se apresuró hacia este para tomarlo antes de que alguien más se le adelantara. Se sentó con la pesada mochila que traía al hombro, reposada sobre sus piernas para poder acomodarse en su lugar y esperar toda la hora que le seguía hasta llegar a casa. Estuvo apunto de ponerse los audífonos, sabiendo que esta vez debido al recorrido que había tomado, no oiría esas risas y coqueteos tan particulares que habían llamado su atención una vez hace muchos años, pero algo más llegó a sus oídos. A su lado, un chico con la cabeza inclinaba sollozaba quedamente. Sus castaños cabellos caían sobre sus ojos y su rostro se fruncía en una mueca de tristeza, la cual fácilmente se podría confundir con una sonrisa debido al hoyuelo que había en su mejilla derecha, la cual se veía más brillante por los surcos de agua salada que comenzaban en sus ojos. Pudo reconocer al chico casi al instante, sin siquiera ver su rostro. Pero había algo que no concordaba para nada con la imagen que había tenido de él todo el año anterior. Estaba solo. 

En un mero impulso, una de sus manos se alzó hasta quedar a la altura del hombro del chico, sin embargo, pudo detener el recorrido de esta justo antes de tocarlo. Inhaló profundo y exhaló de igual manera, sintiéndose realmente confundido al ver una faceta tan triste y demacrada de él. No sabía por qué le preocupaba tanto su estado, siendo que nunca habían intercambiado palabra alguna. 

—Disculpa... ¿Te encuentras bien? 

Finalmente pudo darse el valor de hablarle y este fue el resultado. Una pregunta cautelosa, con palabras suaves para no asustarlo ni nada que se le pareciese. 

Pudo notar como se exaltaba un poco al notar que alguien le había hablado, alzando su cabeza para escudriñar el rostro de YiFan con la vista. Pero luego de medio segundo, sus ojos se volvieron oscuros, como si hubiera recordado algo que le hizo bastante daño; inclinó la cabeza para posicionarse como antes en el asiento. 

—No... —murmuró él con simpleza, como si fuera lo más natural en él. 

YiFan sólo asintió. 

Luego de eso, cada vez que lo encontraba en el mismo vagón se sentaba a su lado. 

 

 

Cuatro años atrás. 

 

—¿Crees que LuHan gé venga? -Las palabras de YiXing resonaron en la silenciosa habitación, rompiendo todo el ambiente de tranquilidad que había logrado percibir YiFan estando cómodamente recostado en su cama con los ojos cerrados. El más joven estaba a unos metros de él, sentando en la silla del escritorio con la cabeza inclinada hacia atrás y dándose leves impulsos para comenzar a girar en esta. O al menos eso hacía hasta que preguntó. 

Estaban ahí debido a que al más bajo de ambos se le había ocurrido la "espectacular" idea de hacer una fiesta en honor al cumpleañero del mes, YiFan. Claro que a este no le había hecho nada de gracia la idea y se había encargado de arruinar uno a uno los planes de su nuevo mejor amigo, diciéndole a los únicos dos invitados que no asistieran, ya que detestaba esa clase de juntas con todo su ser. Ese era el por qué de que ninguno de sus amigos hubiera aparecido aún, cuando ya había pasado una hora desde la hora de encuentro. Pero eso había acarreado otro problema. YiXing se estaba poniendo impaciente y su torpeza no lo dejaba ver que realmente, nadie llegaría porque el festejado había acabado con todo. 

—Bueno, él tiene algo así como una ciber novia ahora, ¿no? —respondió con indiferencia al tema—. No creo que venga. 

—¿Y ZiTao? 

—Bueno, ZiTao... -Se dio unas cuantas vueltas mientras trataba de encontrar una escusa válida para él, pero el más bajo se le adelantó. 

—Me sorprende que no haya estado aquí antes que yo. Ese chico te idolatra, ge —agregó rápidamente con una sonrisa burlona en los labios sólo para molestar al mayor. 

Él negó con la cabeza y zanjó el tema antes de ser pillado. Abrió un ojo para verlo, logrando encontrarlo de la misma manera que antes, girando en la silla una y otra vez. 

YiXing era el mejor amigo que tenía desde que podía recordar cosas coherentes. 

Luego de haberlo encontrado ese día en el metro, comenzó a conocerlo más y más, llegando a la conclusión de que tenían bastantes cosas en común. Poco a poco, verse se transformó en una costumbre para ellos y se habían dado cuenta de que no podían confiar tanto en nadie más como en ellos mismos, el uno con el otro. Así se fueron haciendo amigos, hasta que al cabo de un año, ya no había vuelta atrás. Conocían todos sus secretos y podían reconocerse hasta en las más mínimas cosas. El único problema en su relación, es que sólo podían verse cuando las clases terminaban, debido a que no asistían a la misma escuela. Pero aún así, sus lazos no se debilitaron nunca y no creía que fueran a hacerlo. 

Y no planeaba perderlo por estupideces.

De la nada, el sonido de un móvil irrumpió en la restaurada calma del lugar, pero este fue rápidamente callado y remplazado por esa voz que podía reconocer desde el primer momento en que entró a sus oídos. 

—Hey, ¡ge!

Los músculos de YiFan se tensaron en cuando escuchó este saludo, temiendo que debía ser LuHan quien llamaba a su amigo. 

—Sí, estoy con él —habló él en voz alta para que el mayor pudiera oír—. Oh... ¿Enserio él hizo eso? Ok, gracias por avisarme. 

Su fin. No era otra cosa más que su fin. 

Intentó girarse en la cama para esconderse de los golpes que probablemente le seguirían. Pero a diferencia de lo que esperaba, sintió un peso a su lado en la cama, seguido de unas juguetonas manos colándose sobre sus costillas para comenzar a hacerle cosquillas. 

—A que no adivinas lo que LuHan gé acaba de contarme... —inquirió un tanto sombrío, sabiendo a la perfección la tortura a la que sería sometido—. No puedo creer que hayas hecho eso, YiFan ge. 

E incrementó las cosquillas, sin dejar a su mayor hablar en ningún momento producto de las carcajadas que soltaba. 

Desde ese día, YiFan no se escapó de ninguna de las fiestas a la que su amigo lo invitaba. No arruinó sus planes de fiestas para él y mucho menos, le contó a sus otros amigos sobre ello. 

 

 

Tres años atrás. 

 

Su oreja ardía como los mil demonios. 

No podía pensar en nada más mientras caminaba por las atochadas calles céntricas de Beijing rumbo a la parada de metro que encontrara más cerca. Tampoco podía distraerse con la gente que pasaba, puesto que apenas podía verlos al tener su rostro escondido en su amplia bufanda.  

No era de esos que solían ir muy seguido al centro. Prefería mil veces quedarse en casa escuchando música, o rapeando un poco para él mismo al ritmo de cualquier ruido que escuchara en el día. Pero justamente en ese tiempo, él tenía un capricho en la cabeza. Un capricho de adolescente del que ya se había arrepentido, aunque fuera demasiado tarde. Se había perforado la oreja izquierda. 

No era más que el lóbulo, ni siquiera cartílago, pero aún así, ardía. 

Y todo había sido por una chica a la que quería follarse. 

Había oído unos días antes de eso que a ella le gustaban los chicos de aspecto rudo, de esos que se mentían en problemas y tenían miles de perforaciones en las orejas. Y estaba bien, él podía parecer rudo. Todos le decían que lo era. También podía meterse en uno que otro problema de vez en cuando. Lo único que le faltaba eran las perforaciones. Pero eso era fácil de arreglar según su percepción. Sólo debía ir a uno de esos lugares donde perforaban por poco dinero, puesto que no se atrevía a hacerlo por si mismo, y terminar con agujeros hasta en la punta de los dedos. 

Pero no fue tan fácil e indoloro como imaginó. 

Refunfuñaba en sus pensamientos mientras subía al recorrido que lo llevaría a la casa de su mejor amigo, siendo él quien le había pedido que fuera a verlo apenas se desocupara de ese "simple trámite". Se sentó en uno de los puestos vacíos que vio a lo lejos y cerró los ojos por largo rato, inhalando y exhalando lentamente. 

Despertó de manera abrupta cuando su teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo delantero de su pantalón, indicando que ya debía bajarse del vagón. Y así lo hizo, saliendo de la estación para comenzar a caminar bajo la intemperie. Hundió las manos en los bolsillos de su abrigo mientras andaba con la cabeza inclinada, sabiendo que esto no le sería nada conveniente si es que alguien se acercaba a él de improvisto. Cuando pudo llegar por fin a su destino, levantó la cabeza y respiró hondo, observando la fachada de la casa. Ahora venían las burlas. 

Se acercó a la puerta rápidamente, comenzando a sentir como el fuerte viento se golpeaba contra su oreja dolorosamente. Palpó en sus bolsillos las llaves que su amigo le había dado y abrió esta con rapidez, entrando y caminando directo a la habitación de él. Cuando estuvo por fin ahí, se quitó el abrigo y la bufanda, buscando al chico con la mirada en todo momento. Pudo verlo recostado en el piso, jugando con su móvil despreocupado. 

—Ya llegué... —musitó despacio YiFan. 

Pudo ver como la cabeza del menor se levantaba rápido, con una expresión asustada y dejaba el celular a un lado. Se levantó y buscó llegar al más alto en el menor tiempo posible con grandes zancadas. Asomó la vista por sobre su hombro, sin siquiera saludar y estudió la perforación como si de un médico se tratase. 

—Eso se ve doloroso —habló al tiempo que movía la cabeza un tanto para ver sus ojos y agregaba—. ¿Te dieron recomendaciones o algo? 

—Dijeron que apenas llegara debía limpiarme. 

La vista del más joven se fijó esta vez en la bolsa que su gege traía, para luego quitársela de un manotazo y correr a la cocina. 

Sin saber bien lo que haría YiXing, se sentó en la cama y soltó un suspiro. Lo esperó por un corto rato, debido a que llegó casi al instante. Cargaba un recipiente blanco con un líquido transparente dentro, muy parecido al agua y una bolsa de algodón en la otra mano. Supo que él iba a cumplir la recomendación que le habían dado. 

Se sentó a su lado derecho y lo forzó un poco a que apoyara la cabeza sobre sus piernas, no teniendo que luchar mucho puesto que YiFan se dejó con obediencia. 

—Ahora, me dices si te duele —susurró antes de untar un poco de algodón en el suero fisiológico. 

Y antes de que el mayor de ambos pudiera decir cualquier cosa, YiXing ya había comenzado a limpiar su oreja por sobre el aro de esta. Pero la sensación fue diferente a la que imaginó. Las manos de su amigo se movían con tanta delicadeza que casi no lo sentía. Era como si estuviera tocando su piel muy suavemente. 

Fue una sensación nueva. Nunca había tenido una madre que lo cuidara con tanta suavidad. 

Y al mes siguiente, YiFan se perforó otra vez. Pero no por esa chica. Lo hizo para recibir más de los cuidados de su mejor amigo. 

 

 

Dos años atrás. 

 

"Eres un cobarde." 

Esta frase que se dirigía a si mismo no podía salir de su cabeza mientras caminaba por el aeropuerto con su amplia maleta en la mano derecha y en la otra su móvil bien pegado a la oreja. Esperaba que la llamada que intentaba realizar hiciera conexión rápido, debido a que su hora de abordar ya se aproximaba. Hasta que lo hizo. 

—LuHan ge —habló con voz baja, intentando hacer esta inexpresiva—. Hazme un favor. 

—¿Fan? Hace semanas no sé de ti, ¿qué demonios te ocurre? YiXing está... 

—Es sobre eso. Necesito que le digas que soy un estúpido. Y que lo quiero mucho. 

—¿Por qué no se lo dices tú? Estás extraño... 

—Sólo eso, ge. Gracias... Por todo. Adiós —habló rápido antes de alejar el teléfono de su oído y colgar este al tiempo que soltaba un pesado suspiro. 

Sabía que más adelante se arrepentiría de esto, pero debía convencerse a si mismo de que sería lo mejor para todos. 

"Te vas por la razón por la que deberías quedarte." 

Su consciencia resonó con fuerza al tiempo que pasaba la manga de abordaje. No se sentía capaz de levantar la cabeza, de mirar hacia adelante. Cuando llegó al interior del avión y encontró su asiento, tampoco fue lo suficientemente fuerte como para mirar hacia afuera por la pequeña ventana. Creía que si llegaba a hacerlo, saldría corriendo de ahí rumbo a la casa de su mejor amigo y... Y ya no sabía que haría. 

Estaba confundido. No quería lastimar a nadie. Sólo a si mismo alejándose sin saber lo que sentía realmente. 

Y pensar que todo había resultado así por un simple beso dentro de un juego. Pero el problema no había sido el beso, no. El problema había sido la repentina confesión de YiXing con respecto al tema y aún más, los sentimientos que ese beso había despertado en su interior. 

Ese día, YiFan no se dio cuenta de que estaba enamorado de su mejor amigo. Ese día, él se alejó cuando había prometido estar a su lado para siempre.    

 

 

Un año atrás. 

 

Ya no era lo mismo. 

No importaba con cuantas mujeres se acostara, cuantas novias tuviera o a cuantos chicos dejara a medias, sentía un vacío en su interior en todo momento. 

Luego de haber llegado a Canadá, donde le habían ofrecido una beca de estudios, pudo pensar con claridad, sintiendo siempre un dolor a la altura del pecho que no se iba con nada. Ya llevaba un año allá y había llegado a la conclusión de que realmente, se había enamorado.

Aunque para él, el problema no era ese realmente. El problema era que se había enamorado de un hombre, y no de cualquiera, sino de su mejor amigo. En un principio, no pudo aceptar el hecho de ser homosexual. Eso estaba mal e iba en contra de todo lo que sus padres le habían enseñado, por tanto, intentó convencerse de todas las maneras posibles que lo que realmente estaba sintiendo eran los mismos sentimientos que había tenido siempre hacia él. Una fuerte amistad, un deseo de proteger al chico más torpe que había conocido alguna vez. Pero llegó a un punto en el que no fue posible seguir mintiéndose más. Y fue ahí cuando comenzó a probar con lo que fuera que se le cruzara por delante. 

Conclusión: Sólo una persona podía producir las cosas que había sentido en su Beijing natal. Y si de algo estaba seguro, es que había perdido a esa persona para siempre. 

Ya llevaba un año en Canadá. Podía decir que había aprendido bastante debido a que la mayor parte del tiempo estaba centrado en sus estudios y no tenía nada más en qué distraerse. Aunque claro, estaban algunos de sus compañeros de universidad, los cuales resultaron ser bastante agradables. Pero nada se podía comparar con lo que tenía en China. Extrañaba su vida allá y no podía volver. No se lo permitía. 

Una tarde ya no pudo soportarlo más. 

Por suerte, no había borrado el número dYiXing, no se había sentido capaz, y esto le resultó demasiado conveniente cuando tuvo el celular en sus manos y se dispuso a poner el marcado rápido, escuchando los típicos pitidos mientras esperaba que alguien al otro lado respondiera. 

—¿Hola? -La voz de su mejor amigo hizo eco en su cabeza, debiendo cerrar los ojos. 

No fue capaz de responder nada. Sólo se conformaba con escucharlo, con oír su respiración. Por alguna extraña razón, el no colgaba y YiFan no podía hablarle tampoco. Estaba como congelado. 

—YiFan... ¿Eres tú? Vuelve... Por favor —habló despacio, siendo fácil notar que se había quebrado. 

El mencionado se quedó en silencio, aún más cuando pudo escuchar su nombre salir del móvil, aún sin creerse lo glorioso que era volver a escucharlo en la voz de el menor. 

Pero era un cobarde. Y ya le había hecho daño, por lo que no vio ninguna otra alternativa que cortar la llamada antes de comenzar a llorar como un chico que extrañaba a su madre. 

Esa tarde YiFan lloró como no lo había hecho en años. Esa noche, él quiso volver a casa y al día siguiente, ya estaba decidido. 

 

 

Hoy.   

 

Observó a su alrededor, intentando encontrarse con su amigo de una vez por todas.

Lo había llamado unas horas antes de abordar el vuelo desde Canadá, y se supone que ya debía estar en el aeropuerto esperándolo, pero no lograba encontrarlo por ninguna parte.  

Decidió ir hasta uno de los asientos que había cerca, cargando la maleta en todo momento. No quería tardar más, ya lo había hecho demasiado. Se demoró un año casi completo en tramitar la transferencia de carrera desde la universidad de Canadá hasta la de Pekín, arriesgándose a perder su beca completamente. Pero a estas alturas, esto no le interesaba demasiado. Sólo quería ser feliz. Quería ver a su mejor amigo otra vez, independiente de que este no sintiera lo mismo ya.  

Saliendo de su ensoñación, pudo oír el estruendoso grito de ZiTao. Lo localizó entre un mar de gente, quedando realmente sorprendido por como había cambiado en estos dos años en los cuales no había sabido nada de él. Se levantó de la silla y caminó hasta él, siéndole imposible evitar la sonrisa que se formó en sus labios cuando estuvo lo suficientemente cerca. No recordaba lo mucho que lo extrañaba a él también.  

—¡Oh, vaya, YiFan ge! Cuando haz cambiado —exclamó el menor de ambos en lo que se acercaba al más alto para abrazarlo fuerte.  

El susodicho no pudo más que corresponder su abrazo con fuerza y sincera felicidad, pensando que ese pequeño baboso y caprichoso realmente le había hecho falta en esos dos años. Aunque realmente, no lo admitiría jamás.  

Luego de ese cálido reencuentro por parte del pequeño, partieron a la antigua casa de YiFan, la cual se encontraba vacía debido a que sus padres, luego de su partida a Canadá, decidieron viajar por el mundo en una especie de luna de miel eterna. Ahí pudo dejar su maleta y preparare mentalmente para lo que tenía que hacer, estando realmente nervioso por eso. 

Iba a ir donde YiXing, por fin y quería recuperarlo. Pero no como antes. Ahora planeaba tenerlo de verdad.  

—ZiTao —habló estando cerca del menor, poniendo una mano sobre su hombro.  

—YiXing está saliendo de la universidad ahora. En un rato estará en su casa. Él toma el mismo recorrido del metro que antes.  

La cara de YiFan fue un poema. Tenía interrogantes dibujadas por todo el rostro al darse cuenta de que el menor había respondido sin siquiera formular la pregunta.  

—Yah, gege... Xing ge es por la única persona por quien volverías a China, no es tan difícil deducir qué querías decirme —habló con una sonrisa tan amplia, que el mayor solo pudo sonreír de la misma manera. Ese pequeño se había vuelto realmente inteligente.  

Salió de su casa, no sin antes abrazar a su amigo, y caminó hasta la habitual parada del metro, esa que lo había llevado a tantas partes desde tiempos inmemorables. Tenía un plan en mente, y para lograrlo debía hacer demasiadas paradas y tomar otros tantos trenes.  

Luego de tomar el típico recorrido a su antigua escuela, se detuvo para comprar un paquete de papas fritas, de esas que sabía le gustaban a su amigo. Luego, se acercó a la estación para tomar nuevamente el recorrido de vuelta. Tenía como meta ir a la casa de su mejor amigo, esa que los había albergado por tanto tiempo con sus estupideces de adolescentes.  

Se sentó en el mismo puesto donde había hablado con él por primera vez, observando a su alrededor un tanto despistado. Por un par de minutos inclinó la cabeza, notando como alguien llegaba a sentarse a su lado. No alzó esta hasta un rato después, girando el rostro para encontrarse con una imagen que nunca esperó ver a su lado.  

Ahí, a su lado estaba la imagen más hermosa y dolorosa que podría ver alguna vez.  

YiXing, su mejor amigo, la persona que se había robado su corazón por completo estaba a su lado, con la cabeza gacha y una notoria mueca de tristeza en el rostro. Esta vez, ni su hoyuelo alcanzaba a verse.  

Se quedó congelado por unos momentos, pero luego, reaccionó más rápido de lo que imaginó. Tomó el paquete de frituras que había comprado y lo dejó el el regazo del menor, esperando que este volteara a verlo. Y cuando este lo hizo, intentó sonreír de la manera más brillante que podía.  

Pudo notar como por el rostro del chico frente a sus ojos cambiaba en cosa de segundos, demostrando todas las sensaciones que sentía. Primero, pudo ver algo de felicidad en sus ojos. Luego, el típico enojo que esperaba por todo el tiempo que había estado alejado de él, por haberse ido sin decir nada. Después, una nueva tristeza al recordar que nunca había correspondido sus sentimientos. Pero lo que finalmente quedó en él, fue una mezcla de todos estos, como si su cabeza fuera un revoltijo de ideas y pensamientos.  

—YiFan... -Esa voz de nuevo. Esa voz que lo volvía loco, que no había podido oír en un año y no era más que por si mismo.  

—Te amo —habló sin dejarlo continuar, sin siquiera medir sus palabras. Sólo quería que lo supiera.  

Los ojos de YiXing se llenaron de lágrimas, no creyendo lo que estaba oyendo de los labios de esa persona a quien había amado durante esos dos años cuando no había estado a su lado.  

Ese día YiXing no perdonó a YiFan. Tampoco lo hizo al día siguiente, pero terminó por hacerlo a la larga, luego de muchos intentos por parte del mayor de ambos. Pudieron estar juntos. YiFan pudo tenerlo como quería y YiXing fue feliz a su lado.

Notas finales:

Bueno, si llegaron a este punto, supongo que lo leyeron... ¿Qué les pareció?

Planeaba hacer la historia HunHan de este fanfic, no sé si se dieron cuenta, pero la cibernovia de LuHan es media masculina(?).

Y también me gustaría hacer algo más detallado sobre este. Es que para ser sinceros, el final me ha dejado con ganas de más de estos dos~♥.

Gracias por leer, de verdad♥.


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