Ruki puso sus pies en el suelo, actuando como frenos.
“No,” insistió, cruzando sus brazos mientras hacia un puchero.
“¿Qué? ¿Enserio te asustan tanto las montañas rusas?” Kai sonrió, encontrando la actitud de su amante bastante adorable. Ruki lo miró antes de dirigir sus ojos hacia el monstruo de metal. Con caminos torcidos y algunos bucles, Fuertes bajadas y velocidades horribles. Allí habían gritos y chillidos de gente, ya fuere por diversión o por verdadero miedo.
No, él no estaba asustado en lo absoluto. Él simplemente no disfrutaba ese sentimiento de nauseas después de bajar del recorrido de la montaña rusa.
“Puedes decirme e iremos a otro juego,” Kai sugirió, riendo. Ruki le miró.
“No, lo haré. No he estado en este ‘recorrido del infierno’ todavía,” Ruki sonríe, esperando en la linea por los siguientes 45 minutos.
“Takanori-kun, puedes desistir cuando quieras.”
“¿Qué? ¿Estás asustado de montar allí?” Ruki se burló.
Kai suspiró, agitando su cabeza. “No me culpes cuando no puedas echarte para atrás.”
Ruki sacó su lengua en respuesta.
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Okay, eso no estaba tan mal.
Por ahora.
Gracias a todos los dioses que escogieron sentarse en los asientos de la mitad del carro.
Un par de volteretas no lo habían hecho gritar todavía, aunque había un nudo en medio de su garganta listo para dejar salir su voz. El giro invertido en la punta casi lo hizo soltar el grito, pero se las arregló para no dejarlo salir.
No estaba mal por ahora.
Oh….
Mierda.
Ruki lamentaba su decisión.
El carrito se movía, más arriba, más arriba.
Y mucho más arriba.
Maldita sea, el nunca esperó que TAKABISHA fuera tan malditamente empinada.
Él ni siquiera esperaba que 43 metros se pudieran ver tan terroríficos cuando estás mirando hacia abajo en un ángulo de 90 grados.
“Si estás asustado, puedes sostener mi mano y gritar,” Dijo Kai, sonriendo.
“No lo haré,” Respondió Ruki, confiado.
“Sí tú lo dices…”
El carro paró justo en la punta más alta. Mientras otros murmuran excitados, Ruki está en un silencio mortal.
“¡Aquí viene!” Alguien gritó.
Cuando el carro rodó hacia abajo a alta velocidad, Ruki ya está sujetando la mano de Kai y gritando como una niñita.
Esas mujeres en esas películas de terror eran puestas en vergüenza con el grito de horror de Ruki.
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El recorrido duró menos de 2 minutos.
Pero aquellos 2 minutos habían hecho que las piernas de Ruki se fundieran como gelatina y sus ojos se abrieran con miedo y adrenalina, diciéndole a Kai que todo eso no era una muy buena mezcla.
“¿Vas a admitir que te arrepientes?” Kai preguntó, ayudando a Ruki a sentarse en un banco mientras se calmaba lo suficiente. El terror parecía grabado en la cara de su amante.
“S-si…” Admitió finalmente Ruki. Kai sonró, Dando palmaditas suaves en la espalda de Ruki mientras le da un beso en su mejilla.
“No te preocupes; no te volveré a forzar a hacer eso de nuevo. Pero al menos podrás hablarle a nuestros amigos y colegas sobre tu gran hazaña de finalmente haber conquistador esta montaña.” Dice Kai.
Si, por fin tienía algo para fanfarronear con derecho a sus kouhais. Especialmente a ese maldito vocalista de BORN que se burlaba de él por ser un cobarde que se rehusaba a montar en las montañas rusas.
¿Quién tiene derecho a fanfarronear ahora, eh, Ryoga? Ruki pensó para sí antes de correr a un cubo de basura a volcar el contenido de su estómago en él.
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Ahora esto, está mucho mejor.
“Ruki, puedes dejar de girar ahora.” Dijo Kai. Su cara lucía levemente verde. Él no escuchaba y seguía girando en la rueda.
“Awww hombre, ¿ya terminó?” Ruki hizo un puchero cuando el recorrido empieza a bajar lentamente y a detenerse. “¿Podemos montar otra vez?”
“Ruki, es la tercera vez consecutiva que hemos estado en la vuelta de las tazas de té” Dijo Kai atontado. Ruki respondió con un puchero.
“¿Por favor?”
“Taka…”
“¿Por favooooooooooooor?”
Kai suspiró.
“Bien. Pero es la última vuelta por hoy.” Adviertió divertido.
Ruki sonrió radiantemente.
“Pero antes,” Añadió Kai, no terminando lo que decía “ Sí insistes por una vez más, tus pequeñas aventuras serán contadas a Aoi y su twitter.”
Ruki lo miró, pero cumpló.
Él nunca lo admitiría, pero ha amado jugar en las tazas de té desde que era un niño. Nunca se atrevió a contarle a nadie más que a un par como Kai y los compañeros de la banda. Pero no a Aoi, porque no podría imaginar el alcance de las burlas que tendría que soportar de sus amigos y fans, por igual.
Tan pronto como el recorrido empezó otra vez con ese familiar tono musical, Ruki volvió a su feliz interior, girando lejos mientras Kai se veía enfermo de tantas vueltas.
Los viejos hábitos difícilmente mueren.